viernes, 30 de diciembre de 2011

Alguien tiene que hacerlo

Miren que no me gusta ser portador de malas noticias. Miren que me duele como al que más venir a contar que los Reyes son los padres. Miren que siento ser yo el que les diga que ese cuñado tan antipático les levantó treinta euros haciéndoles trampas en el cinquillo postcena de Nochebuena. Lo siento, de verdad. Me gustaría no ser un pájaro de mal agüero. Me gustaría hacer borrón y cuenta nueva sin mirar alrededor, sin detectar cómo la miseria se amontona en las orillas por las que discurre el cauce de nuestro equipo. Me encantaría sentir los efectos de la anestesia y gritar eso de “Ole, ole, ole…Cholo Simeone” pensando que se acabaron los problemas. Pagaría por ser capaz de mirar a los puestos Champions o de Europa League en vez de sentir en la nuca el gélido aliento de los puestos de descenso. Me seduciría la idea de dejar de leer artículos tan pesimistas. Dormiría infinitamente mejor si pensara que a partir de hoy, los jugadores saldrán a ganar en todos los campos y a correr como nunca antes han corrido. “¿De verdad era tan fácil? ¿Por qué no habrán traído al Cholo antes?”, se preguntan algunos que concluyen sin haber visto llaga donde meter el dedo.

Conste que pienso que el cambio de Manzano era absolutamente necesario y de que Simeone, a pesar de su condición de incógnita por despejar, aúna varias cualidades que le dotan de notables ventajas de antemano. Además, sabe transmitir el mensaje. Sabe decir lo que se quiere oír, conoce las teclas a tocar. Siempre lo ha sabido hacer. Igual cuando jugaba que ahora que sienta sus posaderas en sillas de oficina. Entiendo cierto grado de ilusión que trae el argentino debajo del brazo y a la que muchos necesitan agarrarse de manera desesperada en el recurrente ejercicio de supervivencia anual. Comprendo esa búsqueda de una identidad perdida, de ese orgullo que tenemos casi olvidado en algún bolsillo de un pantalón que hace tiempo no nos ponemos. Lo comprendo casi todo, en serio.



No comprendo, en cambio, la falta de memoria. No comprendo que los árboles recién plantados con el nuevo técnico impidan ver el pútrido bosque que se extiende en la periferia. No asumo nuevas ventas en invierno. No puedo compartir ese afán de reforzar a un rival, directo aunque nos pese, regalándole a un jugador que seguramente merezca salir pero no a cualquier precio y destino. No alcanzo a ver qué pasa con esa cantera que iba a ser piedra angular. No puedo dar consuelo a Koke, ni a Pulido, ni a Joel. No soy capaz de mirar a los ojos a los alevines tras su brillante victoria de ayer y asegurarles que tendrán un hueco en el equipo cuando se hagan unos hombres. No sabré explicar el por qué de que les cierre el paso en el futuro plantel un mozalbete portugués representado por un fondo de inversión. No tengo ni pajolera idea si para ir a la Peineta tendremos que sacarnos el abono transportes B1. No estoy convencido de que Fran Mérida no valga para el equipo. No sé si el contrato de Indy es sólo para las primeras partes, porque si se quedara después del descanso, habría que pagarle horas extras al precio estipulado en el convenio de mascotas de peluche. No sé qué parte de la anatomía de Falcao nos pertenece realmente ni si Pizzi se convertirá en calabaza a las doce de la noche del día 31, una vez acabe el plazo para su opción de compra. Echo en falta más voces críticas, aunque los batacazos recurrentes hayan hecho aflorar alguna que otra que hasta ahora guardaba un silencio investido de complicidad. No sabemos, sobre todo, por qué ellos siguen ahí. No salen ni por acción de la justicia, ni de hacienda, ni de la audiencia de Gran hermano. Y no hay manera de entenderlo. Bueno, ahora que lo pienso, sí. Eso es de las pocas cosas que comprendemos perfectamente. 

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Inocente carta abierta a un apropiador indebido

Estimado señor apropiador indebido, se preguntará usted quién osa turbar su descanso navideño tras el agotador trabajo realizado en esta primera parte de la temporada, trabajo que se suma al brillante desempeño que a través de tantos y tantos años llevan ejerciendo usted y su familia al frente de la Sociedad Anónima Deportiva, aunque esto último, lo de deportiva, sea ampliamente discutible. El que se dirige a usted a través de esta misiva fue para usted y su señor padre primero un número, para posteriormente convertirse en un número algo más difuminado por la distancia que otorga el no acudir semanalmente al estadio del club de sus amores harto de no reconocer lo que un día fue. También se preguntará el por qué me dirijo a usted en los términos de apropiador indebido con esa ligereza, obviando otros de los títulos que usted ostenta como veterinario no practicante, consejero desaconsejable o gestor premiado en foros respetabilísimos. La razón es muy simple, el resto de los sobrenombres que podrían serle aplicados no están del todo demostrados y, de igual manera que un hombre no puede ser calificado de padre por el mero hecho de haber contribuido biológicamente al hecho fecundativo por muy placentero que este fuera, desconfío a la hora de dirigirme a usted en esos términos. No tengo miedo, en cambio, a equivocarme en tildarlo a usted de apropiador indebido, dado que esa es una gracia demostrada y sentenciada por la justicia, a pesar de que los recovecos legales le hayan proporcionado el apellido de prescrito, o lo que es lo mismo, impune.

El motivo de mi epístola es intentar hacerle ver el infinito daño al que su gestión somete al club y, por ende, a tantas y tantas personas que sienten en rojiblanco. Esas personas de aquí y cada vez menos de otros sitios a los que el seguimiento de su equipo sirve para aliviar sus penas, aliñar sus alegrías o desconectar de sus rutinas. De un tiempo a esta parte y al igual que el que suscribe, la gran mayoría de los atléticos no lo reconocemos. No somos capaces de encontrar esos lugares comunes que nos hacían diferentes: la entrega, la lucha, el orgullo, los jugadores identificados con una idea que parecía religión…Tal vez sea por el hecho de que seguimos pensando en la institución de otra manera, no como si fuera una empresa, que es como seguramente usted lo verá. Probablemente seamos unos románticos caducos, sí, pero puestos a hablar de datos crematísticos, tampoco es muy normal que el tercer presupuesto empresarial no consiga desde hace tanto tiempo unos resultados acordes a su masa social y a su importancia histórica. Le diría más, le diría que, desde el punto de vista industrial, no tiene demasiado sentido comprar tan caro y vender casi regalado. No se explica demasiado bien que el negocio deportivo haya migrado al de compra y venta de jugadores usados y de ocasión, tampoco se explica que el proyecto futbolístico se ponga en manos de profesionales a los que, por encima de su competencia, se les valora su capacidad de oír, ver y callar. No se puede comprender esa casualidad que hace que todos los jugadores que se venden como idóneos para la sociedad sean representados por los dos mismos managers de cabecera. No cabe en casi ninguna cabeza que nos tengamos que mudar a un estadio de extrarradio cuando disponemos de uno en el centro de la ciudad. No se entienden tantas cosas, casi todas.



El fin último de mi misiva es rogarle que lo deje. Que se vaya. A pesar de los tiempos de crisis que nos asolan, seguro que una persona con sus contactos es capaz de encontrar otra actividad en la que desarrollar su exitosa vida profesional. A lo mejor podría usted regentar una empresa de transportes urgentes por carretera para cubrir esa primaria necesidad que tiene de conducir compulsivamente alrededor de vías de circunvalación. Seguro que podría usted dedicarse a la ventriloquia, como Mari Carmen o José Luís Moreno, dado su talento para manejar marionetas campechanas y chuscas que se sientan en poltronas de presidencia. Muy probablemente no percibirá en esas actividades el sueldo que ahora mismo se otorga usted de manera tan graciosa, pero convendrá conmigo que son profesiones que le aportarán muchas más satisfacciones en lo personal que las que usted tiene en la actualidad, donde usted no puede sentarse en el palco de su usurpada propiedad para ver los partidos del club que le paga, unos dicen que por los nervios, otros pensamos que por mala conciencia.

Me atrevo a certificarle que, dada la grandeza que en múltiples ocasiones ha demostrado la afición atlética, podría usted batirse en indigna retirada sin ningún problema, con la caja de sus pertenencias bajo un brazo y una tarjeta de despedida firmada por varios representantes en el otro. Llegado a este punto, casi nos dan igual los desfalcos que usted haya podido cometer o la numerosa familia de arañas que dejará instaladas en las arcas del club. Sólo queremos que quien se ponga al frente de la entidad sea alguien que de verdad sienta los colores rojos y blancos como suyos en contraposición a usted y sus secuaces, que solo se identifican con los colores de pagarés a noventa días fruto del cultivo intensivo de comisiones. Ya nos las arreglaremos sin usted. De verdad. Quédese tranquilo. Seguramente, cuando reputados arqueólogos colchoneros consigan exhumar los libros de contabilidad del túmulo de números paralelos y con tirabuzón donde deben estar enterrados, nos volveremos a acordar de usted, de su padre y de la señora madre que les trajo a ambos, pero será el recuerdo de un mal sueño. Una pesadilla que ha durado casi un cuarto de siglo pero de la que finalmente habremos despertado.

No le entretengo más. Seguro que anda usted muy ocupado diseñando futuras estrategias para colocar más escudos humanos que se lleven las broncas en los alrededores de su gerencia. Permítame insistirle en que no le necesitamos, en que se puede usted llevar su galardonada gestión y su asintótica nariz a otra parte sin que esto suponga un quebranto para nadie que no cobre a porcentaje por cada fichaje. Dado el tono cortés de la epístola me gustaría despedirme diciendo que fue un placer, pero mentiría, me pondría a su nivel. Casi mejor le digo aquello de tanta gloria se lleve como nos deja. Sin más que decirle, le dejo un postrer saludo que espero no sea objeto de su apropiación.


Atentamente…

lunes, 26 de diciembre de 2011

Sobre un Simeone recién aterrizado

Aterrizó el Cholo en Madrid, pregonan los titulares. O lo que es lo mismo, se hace carne el enésimo escudo humano que sirve de parapeto al dúo prescrito mientras ellos continúan con su interminable carrera para dejar el club en el chasis. Probablemente, ni él sepa muy bien donde se mete. Es todavía un melón por catar. Los expertos de la táctica aplicada no tienen muy claro si es un Johan Cruyff muy defensivo o un Maguregi de ataque a pecho descubierto. Lo que sí parece claro es que conoce la casa que pisa y que no permitirá las astenias multiestacionales que asolan a los jugadores principalmente en los partidos lejos del Manzanares.



Simeone tiene un factor diferente al de algunos de sus últimos antecesores: tiene ganada a la grada de antemano. Estaría bueno que el nuevo entrenador, reclutado como todos no en base a criterios deportivos sino como recurrente ataque puntual de tortícolis que impida girar el cuello a la afición hacia la zona innoble del estadio, se convirtiera en arma de doble filo. Me explico. Imaginen ustedes que Diego Pablo no da con la tecla y el enfermo va a peor, lo que es difícil ¿Otorgaría la grada el mismo trato al Cholo que anteriormente gastó con Manzano? ¿No creen ustedes que en ese hipotético caso, el pueblo miraría directamente a los verdaderos culpables? Pudiera ser que la nueva tirita de distracción agravara más la hemorragia institucional. O no. Vayan ustedes a saber. 

martes, 20 de diciembre de 2011

Extraños fenómenos (o un poltergeist en rojo y blanco)

En un lugar indeterminado del centro de Madrid. Diciembre de 2025

– Tranquilícese. Yo soy una profesional de esto y poseo una larga experiencia en casos parecidos. Cuénteme todo desde el principio –solicitó la médium intentando enderezar la espalda, cosa nada fácil dado el peso del medallón que llevaba al cuello.

La mujer de mediana edad dudó antes de comenzar, tal vez sin acabar de confiar en aquella vidente que le recordaba a Galindo y a Rafaela Aparicio a partes iguales.

– Como le he dicho, todo empezó desde que nos mudamos aquí. Notábamos que alguien nos observaba, oíamos murmullos y algún silbido cuando mi marido y yo…bueno, ya sabe. Luego fue a peor, nos sentábamos en la cocina y se podían escuchar voces cantando Pippi Langstrum o una versión libre del Moonlight Shadow de Mike Oldfield, voces que no provenían de este mundo. Además en la esquina sur de la casa a veces aparece un ramo de flores. Solo en esa esquina, nunca en otro sitio, pero cuando nos acercamos, desaparece. Ya casi nos habíamos acostumbrado a este tipo de fenómenos cuando la otra noche, nos habíamos quedado dormidos en el sillón viendo el mensaje a la nación de la presidenta Belén Esteban y mi hija pequeña, Carol Anne (¿no se decía "Carolain"?), se acercó al televisor. La niña nos contó que de la pantalla surgió una mano que quería llevársela. Luego se evaporó y mi hija nos despertó alarmada, nos dijo que ya estaban aquí. Esa misma noche desapareció. Creemos que está cerca, a veces podemos incluso sentirla. Pero llevamos tres días en un sinvivir como se puede hacer cargo.

– Mmmmmmmmm –emitió la médium un ruidito de asentimiento poniendo la boquita de piñón.



– A partir de ahí –continúo su relato la madre –, siguieron ocurriendo sucesos inexplicables. Ya es una rutina para nosotros. Venga, se lo mostraré. Aquí en el comedor tenemos diez sillas debido a que somos una familia bastante numerosa. Vea, vea lo que sucede…

Las sillas que estaban dispuestas alrededor de la mesa de imitación de nogal empezaron a moverse solas sincronizadamente. La médium no podía dar crédito a lo que estaba presenciando. Las sillas se distribuían en un 4-3-1-2 que cambiaba a 4-4-1-1 según tuvieran o no la posesión. Todas presionaban en el lateral de la estancia para asfixiar la salida de balón de alacenas y mesas camilla. Bueno, todas no. Una de las sillas no participaba de los movimientos en acordeón y de las basculaciones, lo que llamó poderosamente la atención de la vidente.

– ¡Uy, por esa no se preocupe! –aclaró la madre –, es la silla mediapunta y ella no presiona para el robo, se reserva para la gloria del último pase.

– Creo que Carol Anne (pues no, no es "Carolain", dice la wikipedia que se escribe así, como lo he hecho) está en una dimensión paralela a la nuestra. Alguien se la ha llevado y corre un gran peligro. Solo si estáis unidos conseguiremos sacarla de allí donde está –dijo la médium dispuesta a pasar a la acción de inmediato.



La chaparra vidente se encaminó hacia la habitación de la niña y abrió la puerta del pequeño armario que tanto se asemejaba a una taquilla de vestuario visitante. Del interior del ropero emanaba una luz cegadora y un frío que helaba la piel de los congregados.

– ¡Carol Anne! –gritó a pleno pulmón la médium –. ¡Acércate a la luz!

– No puedo –se oyó la voz de la niña desde no se sabe dónde –. No me dejan salir. Quieren un veinte por ciento del contrato y una participación de los derechos de formación. Además, se quieren embolsar comisiones por encima del valor del traspaso. Me van a hacer dañooooooooo…

– No podemos perder más tiempo. Esté en manos de representantes de ultratumba y de dirigentes golfos de otras épocas que pretenden apropiarse indebidamente de su alma. Debemos sacarla de ahí ahora mismo –fue lo ultimo que dijo la achatada quiromante antes de atar una cuerda a la cintura de la madre y empujarla con demasiada fuerza al fondo del armario.

El armario engulló a la madre con furia mientras se oían estruendosas voces que anunciaban su amor por Radomir Antic o Luís Aragonés y salmodiaban un mantra que finalizaba con “…cabrón, fuera del Calderón”.

– ¡Carol Anne, señora Fresnedoso, vayan hacia la luz! ¡Lo más rápido que puedan! – mientras decía esto se abrió un vórtice en el techo del comedor del que salían rayos y centellas.

Las sillas, tan bien entrenadas ellas, se amontonaron en un rincón con excepción de la silla mediapunta, que pululaba a su ser incontroladamente. De repente, el infernal agujero del techo expulsó a madre e hija con violencia, desatándose el fin del mundo en el pequeño piso de dos habitaciones, un baño y plaza de garaje, todo exterior. La familia entera, la médium y sus ayudantes escaparon sin perder un segundo, viendo como se desmoronaban las paredes de la vivienda de cuya hipoteca solo habían pagado intereses hasta el momento. Se permitieron parar solamente en las zonas comunes ajardinadas cuando la distancia les aseguraba que estaban a salvo. Mientras el bloque se desmoronaba, de lo más profundo del jardín y de la piscina comunitaria comenzaron a brotar sillas blancas, rojas y azules, un banderín de corner y la cabeza de un disfraz de mapache. Retomaron su huída ante semejantes hallazgos no sin antes increpar por el camino al desenvuelto y poco trabajador conserje de la finca, un avejentado Gonzalo Miró, que asistía atónito al hundimiento de la promoción de vivienda semiprotegida.

– ¡Nunca debisteis construir sobre el antiguo Calderón! ¡Nunca debimos ir a la Peineta! ¡Tú y tus compinches habéis matado al Atleti! Nooooooooo……

……………………………………………………………………………………………………………………

En un lugar indeterminado del centro de Madrid. Diciembre de 2011.

La Sra. Fresnedoso se despertó sobresaltada ante tan vívido sueño. Se desperezó rápidamente tras ver lo tarde que se le había hecho y preparó a los niños para ir al estadio. Todos con su camiseta rojiblanca, menos Carolina, que llevaba la camiseta azul oscura de cuando el equipo rinde visita y coincide en la indumentaria con el local. Salieron de casa con paso alegre para sobrellevar de mejor manera el frío atardecer embozados en sus bufandas blancas y rojas. A lo lejos se atisbaba la silueta del viejo estadio y, de improviso y sin ponerse de acuerdo, todos empezaron a cantar el himno del equipo. Bueno, empezaron a cantar repetidamente esa estrofa que habla sobre ir al Manzanares. Sobre ir a nuestra casa. Al Vicente Calderón….

lunes, 19 de diciembre de 2011

Diario de sesiones

Nueva entrega de las deliberaciones de los parroquianos que forman el senado atlético que nos fue presentado en la entrada "Extracto del diario de sesiones"

Acta de la última sesión ordinaria del periodo 2011 celebrada por el Senado Atlético representativo y autóctono del Bar Casa Maxi.

10:00 horas: Se inicia la sesión del senado atlético dos horas antes del comienzo del partido a pesar de las protestas entre bostezos de algunas de sus señorías por no romper las costumbres de la cámara. Preside la misma el actual arrendatario del local, Don Maximiliano Autillos, y modera y administra Don Santos Tenderete por su condición de parroquiano más veterano al ocupar el mismo taburete en el local desde hace veintitrés años.

Asistentes:
Don Maximiliano Autillos
Don Santos Tenderete
Doña Adelaida Minucias
Don Epifanio López de Pantorrillas y Rocamora
Don Arístides Ventolera 

Asisten como invitados el señor del frac del que desconoce su gracia que lleva visitando diariamente durante el último mes al arrendatario del bar, Sr. Autillos, en reclamo las tres últimas mensualidades del alquiler del local y la doctora Viviana Daniela Philipauskas Sosa (ver la entrada Derechos de Autor) en su condición de terapeuta del Sr. Ventolera.

Orden del día:

·         Antes del inicio de la sesión, la doctora Philipauskas explica su presencia en base a un experimento sobre el terreno para intentar comprender el por qué de la bipolaridad que asedia a su cliente, Don Arístides Ventolera. La doctora aporta que su paciente muestra estados de depresión cuando el equipo juega allende el Calderón y alegrías contenidas cuando juega en el coliseo rojiblanco, no descartándose al respecto ninguna hipótesis de antemano.

·         Por primera vez en los veintitrés años transcurridos desde la construcción del local, Don Santos Tenderete se levanta de su asiento para ofrecerlo de manera galante a la doctora, hecho que causa sorpresa en los asistentes e indignación en Doña Adelaida Minucias, quien muchas veces solicitó por los conductos habituales al Sr. Tenderete un cambio de ubicación en base a las corrientes de aire.

·         La cámara solicita al arrendatario del local una adaptación al horario matutino de las ofertas que en horario de tarde tan bien son acogidas por la concurrencia, sugiriendo el cambio del popular 3x2 en tercios de Mahou por el más procedente 3x2 en cafelitos cortados o tisanas de menta poleo. El Sr. Autillos declina la oferta ante los abucheos del respetable pero rescata de manera graciosa una caja de polvorones comprados con motivo del viaje de paso del ecuador de la hija del Sr. Ventolera a Palma de Mallorca que guardaba en la cámara frigorífica. Ante la textura basáltica que han tomado los polvorones desde su adquisición, más de tres años según algunas fuentes, los miembros de la cámara se acogen a la enmienda de volver a las ofertas vespertinas, pidiendo tercios de cerveza al grito de “Que sea lo que Dios quiera”.

·         Como medida excepcional, los miembros masculinos del senado acuerdan unánimemente otorgar a la Dra. Philipauskas del título de Excelentísima Señora Doctora, por la que será conocida a partir de ahora, en reconocimiento a sus piernas. La doctora acepta el cumplido azorada, pero se niega en redondo a que el administrador y moderador le condecore en el alto muslo con una escarapela conmemorativa de tan alta mención.

Sin más asuntos que tratar, la sesión se levanta, como de costumbre, cuarto de hora antes del inicio del partido, estimándose un receso de dos horas en vez de las dos horas menos cinco minutos acostumbrados, en previsión de la demora que en la salida del estadio pueden ocasionar los gritos de los señores senadores en contra del actual entrenador y de los dos gerentes que de manera tan desahogada llevan las riendas del Club Atlético de Madrid. La cámara repara en que, durante esta sesión prepartido, no se ha tocado tema alguno concerniente al equipo, lo que ya no es de extrañar dadas las prestaciones del mismo. Cabe reseñar que, alegando un ataque de gota, esa enfermedad tan común en los de su clase, Don Epifanio López de Pantorrillas y Rocamora anuncia que se quedará en el bar viendo el partido con el Sr. Autillos, lo que es aprovechado por el señor del frac para hacerse, previa petición, con el abono del Sr. López de Pantorrillas.

Deben reflejarse fuera de acta los muy positivos comentarios que, una vez parroquianos e invitados desalojaron el hemiciclo, los señores Autillos y López de Pantorrillas dedicaron a la anatomía de la Excma. Sra. Doctora, quedando aceptado, sin ninguna oposición, el apelativo de “diosa de los cognitivo” como el que más se acerca para describirla.



12:07 horas: Se vuelve a levantar la sesión alcanzado el quórum necesario y contando de nuevo con la presencia de los invitados.

Disposiciones finales:

·         Por unanimidad se acuerda tramitar urgentemente, mediante correo certificado si es posible, escrito a las altas instancias de la sociedad, esto es el señor que da vueltas compulsivamente a la M-30 y sus dos representantes de cabecera, rogando la inmediata dedicación de los mismos a regentar una escudería de fórmula turismos en la que el susodicho premiado gestor ocupe la plaza de piloto habitual, que es lo que le llena realmente aparte de llenarse los bolsillos. Durante las siguientes sesiones se estudiara la idoneidad de habilitar huchas recaudatorias en lugares estratégicos para ayudar a la tan gravosa transición.

·         Asimismo, se acuerda ponerse en contacto con la oficina del INEM más cercana de cara a que vayan teniendo preparado el expediente del Sr. Manzano. Bien es sabido que todavía le queda un partido de gracia en base a las telarañas que habitan en la caja del club, pero lo de los cambios de hoy solo puede calificarse como una provocación para que le despidan fulminantemente.

·         Se acuerda por mayoría simple realizar mención especial al partido de Don Paulo Assunçao, jugador que por ser calladito, suele aguantar con estoicismo estancias incomprensibles en el banquillo cuando sus competidores demuestran en cada ocasión su incapacidad para pasar de la velocidad de trote.

·         Este senado no se explica el silencio de la grada durante los primeros sesenta minutos de partido. Durante el encendido debate, se baraja la posibilidad de atribuir a la masa memoria de pez y conformismo a partes iguales, para acabar, de nuevo recurriendo a la memoria, anunciando el estado de excepción que debe traer aparejado la clasificación del equipo. Se admite a trámite la propuesta del Sr. Ventolera quien, en un alarde de su pesimismo bipolar, califica la temporada de muy parecida a la del descenso.

·         Finalizando la sesión, la Excma. Doctora Philipauskas toma la palabra para argumentar con la superioridad que otorga estar aupada en tan excelentes piernas, que comprende por fin el quebranto de su paciente y que su diagnóstico se inclina hacia “la ansiedad provocada por el hecho volitivo que se enraíza profundamente en el yo omnisciente que tan bien estudió Fromm”, lo que al no ser entendido por ningún miembro del senado ni por el señor del frac, se aprueba unánimemente.

Sin más temas que tratar, se levanta la sesión hasta el próximo miércoles, día en el que se ha fijado la siguiente sesión extraordinaria copera.

………………………………………………………………………………………………………..

¡Qué piernas, Maxi! ¡Qué piernas! –añadió Santos Tenderete desde la atalaya de su taburete cuando la sala de plenos del senado atlético ya había sido desalojada –, anda, sirve una tapa de callos con garbanzos para mi y otra para el señor del frac, que se ha quedado algo compungido con el resultado….

lunes, 12 de diciembre de 2011

¡No más cuentos!

– Menos mal que ha llegado señora Fernández –dijo la azorada secretaria abordando en el pasillo a su jefa y responsable de asuntos laborales del colectivo de personajes y actores de historias moralizantes transmitidas por vía oral de generación en generación –. Tiene usted la antesala del despacho de bote en bote.

– No recuerdo yo tener tanto compromiso –dijo Argimira Fernández contrariada ante la imposibilidad de pasar su jornada laboral cultivando sus contactos en Facebook y resolviendo sudokus de dificultad apreciable.

– ¡Pues menudo día le espera! Primero tiene a La Bella Durmiente pidiendo un cambio de turno para así solucionar sus problemas de sueño. Dice no sé qué sobre los biorritmos y el síndrome de la soledad del vigilante nocturno. Luego, una representación del colectivo de madrastras indignadas sobre la dificultad a la hora de establecer comparaciones para saber quién es la más bella del reino si se siguen otorgando licencias de apertura a clínicas de estética regentadas por Rapunzel y su equipo de esteticiennes. Más tarde tiene un brunch ecológico con el colectivo de lobos vegetarianos en el que se ahondará en la posibilidad de acogerse a la objeción de conciencia gastronómica cuando toque comer cabritillos o abuelas postradas en cama acogidas a la ley de dependencia.

– ¡Me vas a dar la mañana Toñi! –exclamó abrumada la ocupada funcionaria.

– Y la tarde, no crea...Se han presentado sin previo aviso varios concesionarios de las viviendas sociales para cerditos que se construyeron mediente recalificación de terrenos rústicos. Ha habido que apuntalar las edificaciones, dicen los técnicos que un soplido las echaría abajo –añadió la eficiente administrativa…

– Gracias Toñi…ahora salgo.

Cerró la puerta de su despacho y se dejó caer en el sillón de orejas entrecerrando los ojos para localizar el punto exacto en el que se acababa de levantar en armas un terrible dolor de cabeza. Antes de pulsar el interfono para pedir a Toñi que pasara la primera visita recordó con añoranza tiempos pasados. Tiempos en los que el mayor problema era proporcionar una cesta con sujeciones apropiadas para no verter el contenido de la jarrita de miel a Caperucita Roja, quien por cierto había tramitado hace poco una petición para cambiar su denominación por la de Caperucita Progresista, sobrenombre con mucha menos carga ideológica. Tiempos pasados, tiempos felices. Tiempos en los que los cuentos eran más sencillos….



Durante la semana que comienza hoy oirán ustedes muchos cuentos: el cuento del lobo que finalmente vendrá a llevarse lejos a Manzano, el cuento de los príncipes azules que vendrán en el mercado de invierno para mejorar una plantilla de primera línea, el cuento de la lechera que nos intentará convencer de que los objetivos siguen a tiro, el cuento de la bruja que practica conjuras en la plantilla para sacar esto adelante y hasta el cuento de que viviremos felices y comeremos perdices escabechadas en un palacio deportivo que asoma tras la tan cacareada maqueta. Todo son cuentos. Y como cuentos que son, no se puede creer en ellos sin estar tocado por la candidez que se pierde con los años. Una candidez que muchos de nosotros perdimos hace veintitantos años.

Sin ganas siquiera de hablar de la recurrente pantomima a la que nuestro equipo nos invita con desesperante regularidad y que ayer volvió a alcanzar marcas históricas en Cornellá, como antes fue en Albacete, Getafe, etc., permítanme alertarles sobre la moraleja de todos estos cuentos: el Atleti, tal y como lo conocimos, está muerto…Y no valdrán esta vez besos de príncipes en los labios, no. Nadie debería creerse ese cuento. 

viernes, 9 de diciembre de 2011

Recuerdos de Albacete

Desde tiempos inmemoriales ha sido Albacete estación de paso camino de otros menesteres y travesías. Un paréntesis obligado por ubicación y hospitalidad que se aliña con bocadillos kilométricos y vinos de la tierra. La localidad manchega ha sido también muy socorrida a la hora de adquirir esos recuerdos vacacionales que se olvidaron en el fragor del chiringuito playero:

 – ¡Uy!....y además del de lomo con queso y el de jamón, mira a ver si encuentras unos cuchillos para mi madre, que no le llevamos nada. O unos Miguelitos, que siempre se agradecen…

Amén de por sus megalómanas ventas de carretera, tan propicias para la adquisición del recuerdo fugaz, Albacete se posicionó en el mapa futbolístico hace ya algunos años. De esa añorada época atesoramos los aficionados al fútbol recuerdos de Coco y de Conejo, de corners sacados por Catali que enganchaba Zalazar en singular volea al borde del área, de un billete a la gloria comprado por Molina y Santi, de psicólogos de borceguí y de entrenadores con gafitas de relojero precursores de la presión sobre saque de banda y el palabrerío fútil.

Si además ustedes se tildan de atléticos, esos recuerdos quedan presentes pero empequeñecidos por otro. El de un mozalbete rubiejo y pecoso que nos regaló su primer gol y una victoria cuando andábamos liados en infiernos e intervenciones judiciales. Albacete. Tierra de paso. Tierra de recuerdos. Tierra donde Fernando Torres metió su primer gol con la rojiblanca.


El Atleti volvió a Albacete con la coartada de la Copa, competición a la que, desde el inicio de temporada, se ha marcado como piedra angular del enésimo proyecto junto a la Europa League. Uno, que es muy desconfiado y lleva ya demasiados años oyendo mensajes corporativos, piensa que eso quiere decir que no esperemos demasiado de la Liga, pero ya saben, será que uno es un amargado. Los prebostes del fútbol español condenan a la Copa a un sistema cobarde de doble partido que anega calendarios y desmoraliza al modesto, pero ya sabemos que en el fútbol español, en vez de igualdad y emoción, se busca resumir las temporadas en dos o tres partidos con los mismos contendientes, con circos de tres pistas en las ruedas de prensa y con tertulianos al borde del ictus casi todas las noches.

Éste cobarde sistema copero favoreció anoche a los nuestros inmerecidamente. Y conste que digo favoreció porque esperamos reacción en la vuelta, que a lo mejor ni eso. La existencia de esa injusta segunda oportunidad aconsejó a Manzano dejar en Madrid a varios de sus más destacados peones y a no ponerse traje para el partido, considerando que era partido a ganar en chándal. Salió condescendiente el Atleti, sin querer mancharse la camiseta con contrarios de tan baja alcurnia.

–Fíjate qué pintoresco…El lateral izquierdo se llama Zurdo… ¿cómo va a sorprender desdoblando a su interior si pregona su facultad en la camiseta con semejante redundancia posicional? –murmuraban en los primeros compases del encuentro algunos de los miembros de la pléyade de mediapuntas (..con perdón) que pueblan nuestra plantilla.



Goyo, ese técnico que tan bien nada en los mares embravecidos de la valentía, dispuso solo un punta ante la entidad del adversario y tres mediapuntas (de nuevo perdonen…) por detrás. Los tres mosqueteros del último pase se desplegaban como sigue: Juanfran, jugador de banda derecha jugaba por la izquierda, Pizzi, al que hemos visto detallitos desbordando por la siniestra, en el centro y Salvio, crack de youtube e ídolo de masas en Lusitania, por la derecha. Ante tamaña declaración de intenciones, algunos, de nuevo llevados por la desconfianza, conjeturamos sobre una posible posesión de un espíritu de entrenador con gafitas y verbo fácil sufrida por el señor Manzano, porque en otro caso, no se entiende. Sacó también una defensa de canteranos, lo que gustó más a la parroquia, en donde se revelaron las dos mejores noticias de la noche: Manquillo y Pulido. Ambos cumplieron. Ambos, junto a un Domínguez ayer no muy afortunado y un Koke al que se le vieron cositas en la posición que algunos pedimos para él, dejaron claro que puestos a buscar según qué soluciones, mejor mirar al Cerro del Espino que hacia Sao Paulo o Lisboa.

Poco más les contaré del partido porque no lo merece. Encuentro perfectamente olvidable, uno de tantos que hemos sufrido en este camino hacia ninguna parte. Ningún nuevo recuerdo a añadirse a los que traíamos en la maleta. Una nueva muestra del crecimiento innegable de la sociedad, menor que la presentación de la maqueta de la Peineta, que eso sí que es crecer desmesuradamente, pero crecimiento al fin y al cabo. Un nuevo episodio en el que se escenifica que los resultados y la historia son minucias, que lo importante son los accesos y las zonas comerciales que tendrá el nuevo estadio. Y si a ustedes no les gusta, ¡ajo y agua! Que son ustedes unos amargados que solo viven de sus recuerdos. Aunque los hayan comprado en un bar de carretera. En un bar de Albacete, estación de paso…

lunes, 5 de diciembre de 2011

La falsa comodidad del ex

En momentos de transición, de escasez o de relajación moral, el ser humano, tan dado a tropezar varias veces con la misma piedra, se vuelve a encontrar en el camino con un ex o una ex. En esos momentos de debilidad, y normalmente con las bebidas espirituosas como cómplices callados, el ser humano vuelve por donde solía sabiendo que es un garrafal error, sabiendo que la versión actual con la que se ha encontrado no es más que una actualización aumentada y empeorada, no corregida. Entonces, los individuos intentan buscar justificaciones peregrinas y poco creíbles para explicar lo inexplicable:

– Ha cambiado mucho. Y no solo en que ahora está totalmente calvo y pesa treinta kilos más. Le veo más asentado. En la semana que llevamos dándonos otra oportunidad, solo ha salido los días impares y los pares cuyo nombre contiene la letra s...

– O sea, que ha salido todos los días…

– Hija, ¡qué negativa te veo! Cualquiera diría que no me apoyas…

¿Qué se busca en un ex? Una falsa sensación de comodidad. Una irreal sensación de conocimiento que tiende a olvidar lo malo, aunque fuera inadmisible. La pereza que da descubrir lo nuevo potencia el conformismo, concediendo más importancia a la certeza de que si presionas debidamente ese lunar cerca de la rabadilla caerá rendido o rendida a tus pies que ponerse a buscar puntos de incierta victoria en otras geografías anatómicas.

– ¿Has vuelto con ella? Pero si te puso los cuernos con medio pueblo…

– Bueno, tampoco el pueblo es Nueva York, ¿no?



Volvía el Atleti al horario matinal. Volvía la afición al campo con demasiado sueño o con demasiado poco. Volvía Asia a paralizarse ante el evento. Volvía Movilla al Calderón, un antiguo amor de ruptura traumática con el actual ocupante del banquillo. Volvía al once titular Reyes, actual protagonista de la historia de desamor con el anteriormente citado (con Movilla no, con Manzano…). Volvía Koke a disponer de minutos, pero pocos que lo nuevo siempre da pereza y es mucho mejor el olor de pies conocido que el aroma a limpito por descubrir. Volvían muchas cosas. Casi todas conocidas, rutinarias y prescindibles.

Han pasado bastantes partidos desde el anterior episodio matinal y la involución es clara. Cuando rindió visita Osasuna faltó gol pero se mostró la intención de jugar el balón, de no rifar pelotazos. Ayer con la visita del Rayo, se puso de manifiesto que volvemos a ser un equipo de saque y volea, tal vez empujados por la euforia nacional tenística reinante. Donde antes hubo jugadas de combinación ahora encontramos melonazos a las cabezas para buscar supuestas prolongaciones. Donde hubo esperanza ahora hay certeza de miseria. Manzano ha conseguido en un cuarto de liga ensamblar el equipo para no jugar a nada, hito éste que antecesores suyos conquistaron tras menos viajes. Volvemos a lo conocido, a fiar la victoria al talento aislado con el agravante de que el talento merma año tras año. Volvemos a quedarnos con hambre ante victorias que no llenan. Victorias que, como la de ayer, atesoran un exceso de maquillaje que no debe impedir ver los defectos conocidos.

Hemos vuelto por donde solíamos: a las sobreactuadas caídas boca arriba de un Reyes aclamado incomprensiblemente, a los mediocentros irrelevantes, a la defensa temblorosa e infartante, a fiar nuestra pírrica fortuna a tres o cuatro jugadores con algo de calidad y de vergüenza torera, a asumir el intercambio de golpes con naturalidad, a la falsa comodidad del erróneo guión tantas veces representado. Nada nuevo bajo el sol, o la luna, si el partido es nocturno.

Era algo de esperar, la verdad. Dejar la puerta abierta a un antiguo amor como Manzano conllevaba asumir este riesgo. El de volver a confiar en un entrenador cobarde y mediocre. A su vuelta nos intentaron convencer de que la ruptura con él no fue mala, que el desamor llegó solo por dos goles en los últimos minutos de un defensa paraguayo del Zaragoza. Pero no, la ruptura llegó porque tenía que llegar. Porque el equipo no jugaba nada y no ganaba fuera ni por equivocación. Algo que ya conocíamos, algo que no nos gustaba y que nos sigue sin gustar. Se ha vuelto con él porque muchos otros nos dieron calabazas. Se ha buscado esa falsa comodidad del ex. Otro ex más que acompañe con silencio cómplice a los que maltratan la institución. Por favor, no dejemos que alguien nos lo intente justificar porque es injustificable. Lo malo, aunque conocido, sigue siendo igual de malo. Aquí o en Nueva York.


– Nos hemos dado cuenta de que estamos hechos el uno para el otro. Se va a venir a vivir conmigo cuando encuentre piso de alquiler esa prima suya tan desvalida que ahora duerme en su sillón ¡Es que hasta para eso es generoso mi Honorio! No creas que habría muchos que acogerían a una prima tan lejana que viene a la capital a abrirse camino como bailarina de variedades…Si hasta le da friegas en los riñones cuando llega agotada por los ensayos en el teatro…¡cuanto vale!


jueves, 1 de diciembre de 2011

Fresca tarde de excusas y meriendas-cenas

“Pues sí que es mala suerte que a su hijo le haya sobrevenido un ataque de varicela galopante y tengamos que cerrar la tienda antes”

“O sea que no se va a quedar a la auditoría porque tiene una filtración en la general bajante y tiene dos palmos de agua en el cuarto de la plancha”

“Usted verá, Minglanilla, váyase si lo cree oportuno pero este pedido tiene que salir hoy por muy inquietante que sea que a su suegra haya habido que ingresarla por envenenamiento al morderse su propia lengua”


Estos horarios tan europeos hicieron que la tarde se llenara de excusas a lo largo de nuestra geografía. Tuvieron los atléticos que lanzarlas indiscriminadamente para llegar a casa a tiempo de ver a su equipo en Glasgow. La ocasión merecía la pena, por el rival, por el campo y por la historia que lleva prendida de la solapa este enfrentamiento desde aquella épica batalla del 74. Amén de las excusas, todos procuraron organizarse con celeridad. A los niños se les dio de merendar antes que de costumbre, a los perros se les brindó un paseo apocopado en el que casi no les dio tiempo más que a culminar los ciclos excretores de sus sistemas digestivos, a los manjares que se agolpan en las neveras se les comunicó que no saldrían porque esa noche tocaba comer de lata o llamar a la pizzería. Finalmente, los hinchas se sentaron delante de la tele, todavía con la corbata al cuello o las medias buenas puestas. Hasta hubo tiempo de ponerse un bolecito con patatas fritas, con cortezas o con aceitunas mancilladas por pepinillos sátiros. Por los pelos, pero llegaron a tiempo…

Manzano nos dio más excusas para torcer el morro con la alineación. Salían del equipo Domínguez y Assunçao, dos de los más destacados en esa otra batalla carnicera (o eso se siguen empeñando en decir los palmeros del ser superior) que se libró el fin de semana pasado y volvían a hacer dúo dos de las parejas que nos alteran más: Mario y Gabi y Godín y Miranda. Empezó el partido movidito: con Salvio demostrando que debe tener gol pero que no se acuerda de dónde lo ha dejado, con Courtois sacando dos balones a bocajarro que nos hubieran atragantado los aperitivos, con los mediocentros poniendo excusas peregrinas para no destacar ni en defensa ni en ataque. Parecía un partido de esos tan de ida y vuelta que suelen acabar para nosotros en vuelta con las orejas gachas cuando los dos por los que debe pasar todo empezaron a mirarse, se hicieron señas secretas que sólo los bajitos y culibajos conocen y se adueñaron del partido, hecho éste no muy difícil por la calidad del adversario. A Arda y Diego me refiero. Llevan estos dos algunos partidos a un más que aceptable nivel. Ambos dos, demuestran ganas y compromiso, algo raro de encontrar en bastantes de los que antes se ciñeron la rojiblanca viniendo con el cartel de artistas. A pesar del desafortunado cambio que el párroco Don Gregorio recetó al carioca en el combate sangriento del sábado, Diego sigue mostrando ganas y parece que no afronta tan acelerado los partidos. Aún así, todavía tenemos ganas de verle compartiendo mediocentro con Assunçao, los dos solitos, para ver cómo funciona el equipo. Arda es caso aparte. Desde su llegada se ha convertido en uno de nuestros ojitos derechos, siempre deja detalles de hechicero del balón y ayer abrió el camino del gol con la inestimable ayuda de un defensa que se agachó ante su disparo como antes lo hicieron otros jugadores precursores de la protometrosexualidad jugando contra la Yugoeslavia de Stojkovic en el mundial del 90.



Vayamos ahora con los dúos de los que les hablaba antes. Aprobado raspón para los centrales, que no consiguieron más nota por su tendencia a acularse, al patadón espinillero y por no dar sensación de tranquilidad a pesar de tener enfrente delanteros limitados. Les ayudó mucho Perea, ayer notable, demostrando que la cacería que se ha organizado con él como pieza protagonista no le afecta. En cuanto a los mediocentros, Gabi estuvo más entonado, sobre todo en las fases de ataque, Mario volvió a fallar. Vaya por delante que Mario gustó la temporada pasada en la mayoría de sus actuaciones. También a favor suyo juegan el hecho de ser de la casa y la personalidad que hay que tener para lucir ese peinado que homenajea al anidamiento de la grulla parda, pero está dejando pasar demasiadas oportunidades. Impreciso en el pase, lento en la transición y descolocado posicionalmente en defensa, se empiezan a acabar las excusas para mantenerle en el equipo con tal asiduidad. Ya se sabe que cada entrenador tiene sus filias y fobias y Suárez se cuenta entre los antojitos de Goyo, pero se echa de menos un mejor reparto de las oportunidades con Koke por ejemplo, al que se sospecha casi hastiado como lo estará Joel, como lo estará Pulido y como lo estarán muchos más que sumar a los Ibrahima, Keko, Cedric, Borja, etc., ante la cobardía de los últimos técnicos y su tendencia a ningunear la cantera (probablemente jaleados por una directiva que sabe que los canteranos, de comisiones, andan justos).

En definitiva, partido aseado ante un rival justito. Victoria fuera, lo que es noticia, y en un campo con mucha más historia que espectadores ayer. Un campo que fue regado hace años con el sudor y la sangre de unos melenudos atléticos que hicieron historia y en el que estos rojiblancos del futuro ganaron como no debía ser de otra manera. Hay ocasiones y rivales ante los que no valen excusas…Y siendo el Atleti, esas ocasiones y esos rivales deberían ser casi todos.

“Claro, no te comes las verduras porque te has puesto de panchitos y de aceitunas violadas como el tenazas…Siempre la excusa del fútbol”

martes, 29 de noviembre de 2011

Romance de una entrada (no tan dura como se pretende)

Indignada y muy convulsa,
anda la Central Lechera,
como siempre torticera,
al pregonar su repulsa.
El motivo del quebranto,
el sufrir de esta manera,
no es por la deuda extranjera.
Es la entrada de Amaranto.

Cometió mortal pecado,
Luis Amaranto Perea.
Media España ya cojea.
¡Dañó a Apolo reencarnado!
La otra mitad, con pereza,
asiste a la infiel berrea.
No queda en entrada fea,
es símbolo de dureza.

Cualquier de los analistas,
empieza pidiendo roja.
Sin red ninguna se arroja,
algún otro oportunista,
¡Presidio y larga condena,
Madeira a la pata coja!
Padecen de tal congoja,
que hasta se saltan la cena.

También hay para el trencilla
que semejante atentado,
castigara, el muy taimado,
con tarjeta, ¡y amarilla!
Contertulios con perilla
piden sea ejecutado,
aunque sean reputados
agremiados y plumillas.




Me recuerda aqueste lance,
al vivido no hace tanto,
antes de lo de Amaranto,
con Messi pasó el percance.
Lo de Tomas, nuestro checo,
que migró de ser un santo,
a dar contra el diente canto,
por no ser llevado hasta Meco.

¿Podrá hacer más bicicletas?
Se pregunta el populacho.
¿Volverá a tomar gazpacho?,
Dicen los huelebraguetas.
¿Se podrá recuperar?
Preguntan cual metralletas,
¿tendríase que operar,
aunque sea de las tetas?

En fin, fue solo una entrada,
¿que llega tarde? Pues sí.
Si me preguntan a mí,
no veo tal barrabasada.
Al menos le dio de lado.
Además que la patada,
no se da con pie plantado.
Aún menos la canallada.

Saquemos un corolario,
más que la falta en sí,
lo que duele un potosí,
es quien fue destinatario.
A la hora de la falta,
tiene toque presidiario,
si das a la clase alta.
Esto no es igualitario.

Si a Perea se ha apoyado,
cuando errores cometió.
Se lo dice este gachó,
también nos tiene a su lado.
Diría más. Les insisto.
Que Perea no ha fallado.
Lo diré, visto lo visto.
Yo diría que ha acertado.

Pues nada más, me despido.
No gasten más verborrea,  
todo lo que les rodea,
no merece desmentido.
No entremos hoy en más cuitas.
aunque sea la más fea,
yo si bailo, es con Perea,
¡baile usted con las mocitas! 

domingo, 27 de noviembre de 2011

La mochila

Vamos los colchoneros por la vida con una mochila siempre a la espalda. Una pesada carga que llevamos a los hombros desde hace demasiado tiempo y que castiga nuestras vértebras lumbares y cervicales. El tamaño de la mochila y su peso es directamente proporcional a los años que llevamos siguiendo a nuestro equipo, siendo éstos pesos menos llevaderos si el veneno rojiblanco se metió en nuestro torrente sanguíneo hace ya décadas ¿Qué llevamos en esa mochila? Allí guardamos piedras, unas más pesadas y otras no tanto, pero con todas debemos cargar. Hay piedras muy difíciles de arrastrar, piedras destinadas a cimentar apropiaciones indebidas, cooperaciones necesarias, veinticuatro años de proyectos donde lo deportivo es secundario, gerencias ostentadas por representantes, vueltas rápidas alrededor de la M-30 y traslados figurados a la Peineta, por ponerles varios ejemplos. Las otras piedras, aunque de menor volumen, también son molestas, encontrándose entre ellas entrenadores de perfil bajo o de entreplanta, ventas incomprensibles, compras sonrojantes, el bigotito de Cléber Santana, la caída de culo del Pato Sosa y la reconversión industrial en fábrica de jugadores para otras marcas, blancas o no. Así pasamos los días, siempre con nuestra mochila al hombro, siempre con el esfuerzo de acarrear ese lastre dibujado en nuestras caras.

Solo en algunas ocasiones, cuatro o cinco veces al año a lo sumo, nos permitimos dejar la mochila a un lado. Siempre cerca, eso sí. Colocada cuidadosamente en un taburete o en el suelo al lado nuestro, pero nunca demasiado lejos para poder tocarla con la punta del zapato y saber que sigue ahí. Nos permitimos ese lujo sólo durante noventa minutos, con su correspondiente descanso y su descuento si lo hubiera. Durante ese tiempo, intentamos dejar a un lado la pesada carga y nos empapamos de esa ligereza fingida y antinatural. Llegamos a pensar incluso, envalentonados por dejar la mochila a un lado, que podremos mirar de igual a igual a aquellos a los que desde hace tiempo no miramos a los ojos. Queremos creer que veremos algo que nos hará olvidar momentáneamente la acostumbrada carga. Entonces, aparcamos la razón y nos lanzamos de cabeza a una piscina rebosante de ilusiones que brotan del corazón, nos zambullimos en una realidad irreal en la que no llevamos peso. Durante esos minúsculos lapsos de tiempo, nos traen sin cuidado los sistemas y hasta casi los nombres. Nos dan igual los partidos broncos, limpios, bien jugados, obtusos, escalenos o de poder a poder. Sólo buscamos asideros para agarrar allí a nuestro maltrecho orgullo. No nos acordamos de derechos televisivos conniventes que ahondan diferencias ni de la presión en banda. Solamente nos sentamos a sentir sin analizar demasiado.



Ayer era un día de esos. Un día en el que la mochila descansaba a nuestro lado, siempre presente, pero temporalmente aparcada. Durante un tiempo, nos llegamos a olvidar de ella casi del todo. Lo hicieron posible Assunçao, Perea, Domínguez, Adrián, Arda…, lo hicieron posible todos durante casi una hora. Dando la cara, soportando dignamente el peso del escudo, algo que debería presuponerse en todas las ocasiones pero que no siempre se cumple por obra y gracia de esa carga miserable. Lo hicieron a pesar de los mensajes que se recibían desde el banquillo, ayer muy por debajo de los jugadores, empeñado e insistente en recordarnos la inferioridad que la mochila nos otorga. Nos duró poco. A algunos tal vez les valga, menos concientes de la rémora que encorva nuestras figuras. A otros no nos vale, a lo mejor porque recordamos tiempos pretéritos en los que íbamos por la vida livianos, con la espalda recta y el pecho henchido de orgullo.

Terminó el partido y, los que no se la habían echado al hombro en los primeros minutos de la segunda parte, se cargaron la mochila a la espalda. Todos se encaminaron a casa con paso cansado e irregular, probablemente por encontrar la carga aún más pesada que en el camino de ida. Se echaron en la cama buscando la posición más cómoda posible pero siempre cargando con ese lastre. Pasarán el domingo de mejor o peor manera y volverán el lunes a su rutina tirando de su rutinaria mochila. Se pondrán maquinalmente a ejecutar sus labores diarias sin casi notar que el peso ha aumentado. Seguirán viviendo. Pasarán las semanas y la mochila cada vez pesará algo más, siempre creciendo, nunca menguando. Nos permitiremos cada vez menos lujos en forma de aparcar la mochila a un ladito porque no tendremos ni ganas de quitárnosla para que no se vean las marcas del moreno de las vacaciones. Ni siquiera en esos partidos que acabaremos dejando de ver. A no ser que no sólo una minoría sea capaz de rebelarse contra ese peso castrante. Ese es el camino. Ningún otro es posible a estas alturas para solucionar la escoliosis que sufrimos. 

jueves, 24 de noviembre de 2011

Plan alternativo

–¡Que alegría me das! –exclamó el marido al conocer la predisposición de su consorte a hacer algo el sábado por la tarde

–Ya ves…–añadió ella con desgana mientras hojeaba una de las revistas de interiorismo salvaje a la que él estaba suscrito.

–Pues me ha comentado Piotr que en la sala experimental de teatro de la que te hablé, estrenan un montaje que versa sobre la influencia de las digestiones pesadas en la actual interpretación del mito de Ofelia.

–¿Ofelia la gorda de Mortadelo?

–¡No!...Ofelia la de William –respondió él con desesperación y con una familiaridad que solo se gana tras muchas noches de cine iraní con subtítulos en finés del norte, casi lapón–. Y para rematar podríamos ir al nuevo restaurante que ha abierto la pareja abierta, valga la redundancia, de Marco. Dicen las críticas que es como estar en la mismísima Anatolia. Auténtico sabor turco en el centro de la ciudad…

Al oír la palabra turco, algo se encendió dentro de ella. Fue como un brillante rayo de esperanza en el nublado panorama de sus ilusiones. Era la primera vez que conscientemente se iba a perder un derby desde que tenía uso de razón. Recordó a Marina, a Hasselbaink, a Torres, a Futre y Schuster y hasta a Rodax. Imaginó lo que sería cambiar la pintura roja y blanca en la cara que se ponía en ocasiones como esa por una base discreta en tonos arenas del Gobi ¿Y si ésta vez era una de las buenas y se lo perdía? ¿Y si después de todos estos años en los que la pequeña distancia que separaba a ambos equipos se había convertido en insondable grieta auspiciada por gestores de baja catadura moral se llevaban una alegría? Hay cosas que se llevan muy dentro, sentimientos y actitudes que se guardan en recovecos del alma y a las que no se puede dejar de hacer caso cuando deciden aflorar. Oía sin escuchar a su marido mientras peroraba sobre actores que se despojaban de cualquier atadura impuesta por la ropa que les constreñía y volvió del paseo por su mente a tiempo contestar a la pregunta planteada sobre con qué tarjeta pagar la reserva online de las dos butacas de patio que ya tenía seleccionadas en el portal para mentes y culos inquietos “tengounadeocioquenosequéhacerconél” punto com.



–Mejor no reserves de momento. Llevo unos días con un malestar general que no sé yo si vamos a poder salir el sábado. A lo mejor tenemos que buscar un plan alternativo, pero descuida, que puede que tengamos sabor turco –explicó ella sin hacer demasiado caso del mohín forzado que él dibujó en ese rostro al que la cuidada perilla quedaba tan bien. 

lunes, 21 de noviembre de 2011

Comicios color sepia

El camarero se dirigió a la mesa de la esquina con paso cansino. Si no fuera por el dinero que dejaban, aunque fuera en temporada baja como ahora, a ver quién era el guapo que aguantaba a estos madrileños ¡Qué pesaditos que eran, la verdad! Se atrevían a discutir de frescuras, de tipos de pescados, de harinas para fritura…Se atrevían con todo.

– Mire, esta sepia que nos ha traído debe estar mala –dijo el cliente auspiciado por esa inocencia del que se cree la leyenda urbana sobre siempre tener la razón.

– Esta sepia está recién cogida. De esta mañana, oiga –contestó el camarero con la superioridad del que tiene la confianza y los galones para apocopar el nombre de ciertas raciones: gamba plancha, chipirón ajillo. Era ésa una señal inequívoca de dominio, bastaba oír a un padre de familia con riñonera calada pedir unas puntillas a la romana o unas cigalitas a la plancha para catalogarlo como profano en la materia. Si se dice, se dice bien: ¡puntillas y cigala plancha, cociiiiiiiiina!

– Pero, ¿y ese color? ¿Es ese el color normal de una sepia?

– Es el color sepia papeleta para el senado que impone la junta electoral central. A mí ese color también me parece un naranja pálido o un salmón desmayado, pero yo con la administración no discuto. La última vez que se me ocurrió, me aplicaron la ley de costas y mire dónde me veo obligado a plantar la terraza ahora, como quien dice en la provincia de Cuenca. Así que a comérsela, que eso es una sepia con todo su demócrata color –apostilló el filósofo de velador ejecutando una media vuelta con tirabuzón de palillo en la boca de admirable ejecución e innegable dificultad.

..........................................................................................

Para recibir al Levante, formación a los que los sondeos a pie de campo hasta la fecha otorgaban un muy meritorio grupo parlamentario propio, el estadio registró una abstención importante. Es el aficionado atlético mucho más dado a la abstención que al voto en blanco por razones obvias, y ayer se abstuvo mayoritariamente. Algunos contarán que era por el tiempo y hasta porque habrá habido muchos que fueron reclutados como vocales de mesa, pero no se crean, últimamente anda la gente con ganas de abstenerse de ir al campo. Puede que sea cierto eso de que cuando el día sale lluvioso da pereza hacerse el bocadillo para que el pan se quede correoso por la humedad a las orillas del Manzanares o que fueron numerosos los abonados agraciados con la ventura de desempeñar el papel de vocal, aunque fuera una u con diéresis de las que se pronuncia con boquita piñonera, pero uno piensa que los motivos son otros. Uno de ellos, el color que tiene el equipo. Un color indeterminado, como de sepia papeleta senatorial.

Hablando de papeletas, Manzano tenía otra importante por delante. A pesar de la victoria final, fue uno de los candidatos perdedores de la noche. Su capacidad para cambiar el rumbo del partido se vio mermada por dos cambios obligados por las lesiones y por un cambio que realizó la grada. No diremos que el escaño que ayer otorgó gran parte de la afición a Reyes no fuera merecido tal y como estaba el partido, pero nos deja un regusto a entredicho en la capacidad de gobernar del jiennense. Se le vio tenso, se le vio celebrando los goles con tono de animador de hotel todo incluido en vez de profesor de filosofía, un rol que le pega más. Se le vio también con un color de tez raro, varios grados de moreno menos al que acostumbra. Podría ser un sepia crispado.

Sigamos con los perdedores de la noche electoral, que no es plan de hacer uves con los dedos por un resultado aislado. Hablemos de Mario Suárez. El bueno de Mario está dejando pasar demasiadas oportunidades. No parece un candidato de confianza para llevar el gobierno del mediocentro. Mario deja pasar los partidos a su lado sin subirse a ellos. No destaca ni en defensa ni en ataque, sino todo lo contrario. Parece que ha llegado la hora de una moción de censura para su juego, la verdad. Perdedora también sale la fortaleza mental del equipo. Perdedora en todos y cada uno de los casos en los que se mide con las dudas en desigual plebiscito. Si el contrario plantea una campaña electoral de intercambio de golpes, por ahí se pierden los votos de la confianza en lo que se hace. Dos veces se estiró el Levante, quizás tres, dos diputados a las redes nos enviaron. Hubo algún otro más que no alcanzó los resultados esperados, pero tampoco queda caballeroso señalar en días como estos, días en los que todos ganan y se celebra la participación, aunque sea testimonial. En este grupo deberíamos meter a Salvio y su escoliosis y a Silvio y su mala salud de hierro.



Vayamos ahora con los ganadores de la noche. Candidatos que obtuvieron resultados dignos, sólo brillantes a ratos, pero los candidatos al fin y al cabo en los que mayor confianza se puede depositar. Si ellos fueran los cabezas de lista de esa papeleta color sepia, marcaríamos la x al lado de su nombre casi sin temor a equivocarnos a la hora de elegir a los que deben regir el destino del equipo: Arda, Adrian y Diego….De estos tres deben salir las medidas para salir de la crisis que acucia al equipo. Ellos deberían gobernar  la nave que recuperará la confianza de los mercados y el cariño de la prima de riesgo. Un cuarto a elegir pudiera ser Pizzi, aunque sea solo para formar un grupo mixto con mucho jamón york y poco queso destinado a segundas partes. Muy bien el turco, adornando con pausa y torería sus cada vez más altos niveles de popularidad en las encuestas. También bien Adrián, cargo electo por aclamación que nunca defrauda y alrededor de quien siempre pasan cosas, la mayoría buenas. Si acaso, habría que pedir una mayor participación en el juego del partido político. Ayer le hicieron un penalti de libro que un interventor avinagrado consideró como fingimiento, a pesar de que difícilmente se puede fingir una caída en la que aterrizas con la oreja. Ahora toca Diego. Diego lo intenta, busca el voto en mítines multitudinarios, lo busca también puerta a puerta. Intenta con clase buscar coaliciones al borde del área, llega, manda y se desespera muchas veces ante la inmovilidad de sus compañeros. Estuvo bien en ambas partes del debate, primero más adelantado, después compartiendo mediocentro con Mario, aunque en ese momento a su partenaire se le viera que no anda para complicadas legislaturas.

Finalizado el escrutinio, podemos decir que se alcanzó una mayoría en las urnas del juego. Mayoría simple, por supuesto, pero suficiente para sacar un escaño más que un rival que lleva una campaña admirable. Merecería la pena reflexionar algo más de un día en si estas mayorías tan simples serán suficientes para sacar adelante otras leyes y otros partidos de más enjundia. El recuento de votos arroja datos claros: el entrenador no está en su mejor momento de popularidad, suceso que no debe sorprender cuando se pone al frente del gobierno al cuarto o quinto de la lista de candidatos manejada en su momento. De momento salva su puesto de trabajo, una de las directrices de la nueva legislatura. Pero lo mantiene en precario, sin los apoyos necesarios. Esperaremos expectantes para ver si se le manda al paro, eso sí trayendo a otro, que habrá que crear empleo. Solo nos queda pedir que no traiga muchos recortes y que nos quite este tonalidad de piel que mostramos últimamente…como de sepia desilusionada, vamos.