martes, 31 de mayo de 2016

Nadie esperando

Que no fuera Juanfran, deseábamos todos. Que no fuera nadie, claro, pero puestos a elegir que no fueran tampoco ni Fernando ni Gabi. Que ninguno de ellos tuviera que cargar con esa losa, aun sabiendo que ese lastre haría que les quisiéramos más si cabe. Juanfran es uno de ellos, de los que podemos contar apenas con los dedos de una mano. Hubiéramos pagado para que no fuera él. 

No queríamos que fuera Juanfran porque cuando llegó a nuestras vidas no había nadie esperándole. Uno le imagina frustrado al descubrir que la recepción está cerrada tras un largo viaje. Seguramente tuvo que recurrir a la gélida compañía de un timbre al que llamar fuera del horario de atención al futbolista que llega en el mercado de invierno con pocas expectativas. El alicantino fue capaz de superar un pasado para olvidar y Simeone, cambio de acento mediante, supo exorcizar al extremo que llevaba agarrado al alma. El reinventado Juanfrán aprendió a golpes el oficio de defensa. Estudiando los movimientos de cada delantero que le tomaba la espalda, acabó sacándose el título de carrilero con excelentes calificaciones en el turno de noche. Su sacrificio y entrega nos ha enamorado sobre el césped, pero es fuera del rectángulo donde se aprecia su dimensión como persona.


Agradecido, el de Crevillente no pierde ocasión para jurar amor al Atleti, desechando por el camino proposiciones que prometen muchos ceros pero menos calor. Probablemente nunca será el que más camisetas venda ni el que más crónicas inspire, pero siempre estará entre los más queridos. No hubo quien no se alegrara más de lo normal por su penal definitivo ante el PSV. No hubo nadie que no sintiera como una puñalada mortal su fallo en Milán.

Juanfran pidió disculpas sin que hubiera necesidad de ello. Lo hizo mezclando lágrimas, suyas y nuestras, y prometió volver, como hizo en Lisboa para cumplirlo hace unos días. Con todo lo anterior en la mente, comprendimos por qué deseábamos que no fuera Juanfran o a lo mejor nos sentimos aliviados porque hubiera sido él. Es uno de esos hombres que logra que parezca insuficiente todo lo bueno que le ocurre. Un tipo que llegó sin que hubiera nadie esperando para abrirle la puerta y que ha acabado abriendo las suyas de par en par para esperarnos a todos nosotros. 

lunes, 30 de mayo de 2016

Mis héroes

Mis héroes fallan penaltis, pero no por ello dejan de ser mis héroes. Mis héroes se acercan destrozados a pedir perdón cuando nunca exigieron agradecimiento. Mis héroes no poseen superpoderes, sino una infinita capacidad de sufrimiento. Mis héroes conocen las sombras oscuras de la derrota y, aun así, vuelven a intentar llevar la luz a esos rincones. Mis héroes lloran sobre un césped regado previamente con su sudor y con su esfuerzo y tú, roto por dentro, sacas fuerzas de donde no crees que las haya para hacerles saber que hoy y siempre estarás a su lado. Mis héroes son humanos. Mortales. Terrenales y divinos a la vez. No hay héroes como los míos.

Mis héroes son de Fuenlabrada, de Leganés o del barrio de Vallecas. Mis héroes son también de Crevillente y hasta hay alguno que decidió nacer más lejos, tal vez en Uruguay. Mis héroes son héroes más allá de un lanzamiento con más o menos fortuna, de unos primeros minutos en los que la tensión les superó o de no haber liquidado al rival cuando más tocado estaba. Mis héroes alimentan las vitrinas de valores más que de títulos. Mis héroes no se retuercen en el suelo haciendo creer que les falta la respiración tras un balonazo en el brazo. Mis héroes prefieren enseñar las cicatrices antes que los abdominales. Así son mis héroes.

Mis héroes se dejan la vida, la voz y la cartera en un viaje hacia un sueño. Mis héroes no se achantan ante diecinueve horas de carretera. Mis héroes lloran en una esquina de un bar o en la soledad imponente de sus casas. Mis héroes no son capaces de dormir y la dan vueltas una y otra vez a ciertos lances, creyendo que se puede cambiar lo inamovible con el poder de los deseos. Mis héroes tienen un vacío en el estómago difícil de describir. Mis héroes, pese a todo, se reponen y vuelven a lucir la camiseta rojiblanca al día siguiente, más orgullosos que nunca. Mis héroes salen a tomar el aperitivo, bajan al parque con los niños o se reúnen con la familia y los demás les miran con admiración. Mis héroes sangran a borbotones por una herida que tardará en curar, pero siguen viviendo. Mis héroes son ustedes.


Mis héroes visten de negro riguroso. Mis héroes nos han dado todo. Nos hicieron creer. Mis héroes resucitaron muertos que pedían un entierro digno y los hicieron campeones. Mis héroes parecen tocados, nunca hundidos. Mis héroes nos han enseñado que si se cree y se trabaja, se puede. Mis héroes conjugan el verbo fracasar desde la autoexigencia y en caliente. Mis héroes deben saber que no habría mayor derrota que su ausencia. Mis héroes no nos dejarían huérfanos y perdidos en medio de una tempestad. Mis héroes se han ganado el derecho de tomarse el tiempo que quieran para pensar. Mis héroes deben restañar las heridas y volver a tener fe. Mis héroes son de otra pasta. Tener a mis héroes al lado es una inmensa fortuna.


Mis héroes caen y se levantan inmediatamente. Mis héroes volverán. Mis héroes deben saber que lo importante es el camino y no la meta. Mis héroes no son los más guapos aunque lo sean. Mis héroes eran gruñones, tenían las patillas demasiado anchas y no tenían en cuenta las modas a la hora de cambiar la montura de unas gafas a través de las cuales miraba la vida en rojiblanco. Mis héroes tenían bigote y se sumaban al ataque sin ánimo de hacer prisioneros. Mis héroes cayeron en Bruselas, en Lisboa y en Milán pero no los cambiaría por nada del mundo. Creo firmemente en que no elegí a mis héroes, fueron mis héroes los que me eligieron a mí. Mis héroes visten una camiseta a rayas rojas y blancas. Más allá de cualquier resultado, de las victorias más dulces y las más amargas derrotas que pudieran darse, mis héroes son del Atleti. 

jueves, 26 de mayo de 2016

Gracias

Artículo publicado en CTXT: 

http://ctxt.es/es/20160518/Deportes/6220/Emilio-Mu%C3%B1oz-Atleti-Gracias.htm

Gracias. Mejor decirlo al principio. Mejor que la primera palabra escrita sea gracias, que sea lo primero que alguien lea, no fuera a ser que pueda confundirse el objetivo de lo que viene a continuación. Vaya por delante que este ejercicio de agradecimiento quiere uno hacerlo hoy, con la gloria al alcance de la mano pero con la incertidumbre natural de citas tan grandes como la de Milán. Uno lo quiere hacer a unas horas del choque porque cree que es de justicia y porque no quiere que, borracho de triunfo o lamentando lo que pudo haber sido y no fue, algún despistado pudiera pensar que el sentimiento es otro. Lo que a uno le brota del interior es agradecimiento, más cosas también, pero sobre todo agradecimiento.

Gracias de nuevo para comenzar este párrafo. Gracias por los nervios que nos estáis haciendo pasar. Gracias por estos dedos en los que ya no quedan uñas. Gracias por hacer que el orgullo con el que uno pasea por su vida los colores rojo y blanco sea incluso un poco mayor. Gracias por hacernos gozar con lo que algunos califican de fútbol feo. Gracias por conseguir que a nuestros ojos sea arrebatador. Gracias por el fútbol directo y por el de orfebrería forjada al primer toque. Gracias por abrigarnos cuando el frío del invierno y la humedad del río aprietan. Gracias por no defraudar. Gracias por los planes que tuvimos que cancelar para estar a vuestro lado. Gracias por los fines de semana de emoción y los martes y miércoles de pasión. Gracias por el estallido de júbilo tras la tanda de penales que finiquitó Juanfran. Gracias por Barcelona y por Munich. Gracias por la trayectoria en Champions, en Liga y en Copa, aunque ésta última fuera breve. Gracias por los partidos en los que parecéis venir ganados de casa, por los partidos reñidos y hasta por las derrotas. Nunca agachasteis la cabeza ante ellas. Jamás dejasteis de merecer llevar la sagrada camiseta rojiblanca. Gracias por demostrar que un equipo pesa más que toneladas de individualidades dispersas. Gracias por todos estos años manteniendo al Atleti en el sitio que nunca debió dejar, ese sitio que es nuestro por historia y tradición.

Gracias una vez más. Gracias a Jan, por sus paradas imposibles y esa tranquilidad que es capaz de transmitir bajo el fuego enemigo. Gracias a Miguel Ángel, por asumir con impecable elegancia su situación. Gracias a Juanfran, por ser la persona que es y por las autopistas de ida y vuelta que dibuja en la banda derecha. Gracias a Filipe, por volver y hacer que su excelsa zurda nos hiciera olvidar cualquier paréntesis. Gracias a Stefan, por esa sobriedad que tan bien combina con esa cara de villano de película de James Bond. Gracias a Lucas, el hijo de Jean François, por todo el maravilloso presente con aroma de futuro que nos promete cada vez que salta al campo. Gracias Jose María, por jugarse la cara, la cabeza y el honor, si es necesario, para tapar un disparo a bocajarro. Gracias a Jesús, por no fallar cuando se le necesita. Gracias a Diego, por demostrar cada día que tiene metido este veneno muy dentro y por esas arrancadas, plenas de jerarquía, en las que juraríamos que le crece el bigote a medida que avanza metros hacia el campo contrario.


Gracias ante todo. Gracias a Tiago, por sus lecciones del primer tercio de temporada, por su sacrificio en el dolor y por retornar a tiempo. Gracias a Jorge, por ser el más reputado arqueólogo de los últimos pases y ser capaz de mezclar a la perfección la potencia de un panzer alemán con la sutilidad de un artesano latino. Gracias a Matías, por su paciencia y humildad a la hora de aprender. Gracias a Thomas, por llenar encuentros desesperanzados de ilusión y frescura. Gracias a Óliver, por poner el objetivo común por encima de todo en un año complicado. Gracias a Augusto, por parecer que lleva trienios a nuestro lado. Gracias a Saúl, por su despliegue, su potencia y por un gol que recordaremos hasta el día en que nos vayamos al otro barrio. Gracias a Gabriel, por la infinita capacidad de sus pulmones, por los kilómetros recorridos y porque a la hora de representarnos no se puede pedir más a un capitán. Gracias a Yannick, por sus gambeteos y esa sensación de invencibilidad que transmite a campo abierto. Gracias a Luciano, por aquel tanto con la espinilla. Gracias a Ángel, por revolucionar los partidos que exigen un levantamiento y por esos controles orientados de otro planeta. Gracias a Antoine, por su capacidad de convertir en gol cualquier traza de oportunidad y por hacernos dudar de si hay jugadores que corren con el botón de turbo de la consola apretado. Gracias a Fernando, por lo de ahora pero especialmente por lo de aquellos años. Gracias por dejarnos ser testigos de tu renacimiento, por ser uno de nosotros y por conducirte por la vida como te conduces.

Gracias a Germán, por su pizarra, su cronómetro al cuello y su conocimiento del juego, aunque no nos acabe de convencer que abandonase el chándal. Gracias al Profe, por exprimirles y pensar que siempre se puede dar más en cada ejercicio. Gracias al resto del equipo técnico, por facilitar la vida de los que nos hacen soñar sobre el césped. Gracias Diego Pablo, por existir. Gracias por enseñarnos y devolvernos tanto. Gracias por tus palabras y por tus silencios, por enseñarnos a vivir partido a partido. Gracias por demostrarnos que si se cree y se trabaja, se puede. Gracias infinitas.

Gracias a todos en suma por lo que estamos viviendo y por el camino que nos ha traído hasta este punto. Gracias por las noches en las que los niños y niñas del Atleti se han ido a la cama más contentos. Gracias por ayudarnos a soñar más fuerte junto a vosotros. Gracias por regar de sudor los campos del continente. Gracias por permitirnos mirar de igual a igual a los que por presupuesto deberían mirarnos por encima del hombro. Gracias por la simpatía perdida de los otros y por matar bien muerta la leyenda del Pupas. Gracias por esa media sonrisa que se adivina en la cara de Neptuno. Gracias por evidenciar que derrochar coraje y corazón no es solo una estrofa del himno. Gracias por los parques llenos de camisetas del Atleti. Gracias por enseñarnos que nunca hay que dejar de creer. Gracias en nombre de los que fueron, somos y serán. Gracias por ser los protagonistas de una bellísima historia que empezó a escribirse en agosto. Gracias por hacer que, llegados a este punto, nuestro agradecimiento se mantenga más allá de cualquier resultado. Esto solo podría acabar de una manera posible: Gracias.

martes, 24 de mayo de 2016

Tres conclusiones

Artículo publicado en La Vida en Rojiblanco:

http://www.lavidaenrojiblanco.com/opinion/tres-conclusiones/

Parecía el Calderón cansado ejerciendo de anfitrión. Se notaba en un ligero encorvamiento de espalda por el sobrepeso a la altura del palco, lleno de receptores y alentadores de pitadas. Alrededor de ciertos partidos merodean como hienas unos, otros y sus respectivos cronistas oficiales, que viven de estirar el chicle hasta la obscenidad y de degradar al balón de protagonista a comparsa. Sin extirpar totalmente el tumor ambiental, los cronistas de cualquier condición anteriormente citados califican la final de emocionantísima. Habría que preguntarle a la mujer de rosa de detrás de Ada Colau, que roncaba con los vellos de punta.

Lejos de la intención de éste otro cronista queda enfocar el choque desde punto de vista alguno, pero quizás convendría señalar una inquietante falta de criterio homogéneo a la hora de relatar. Cuentan los analistas que el Barça estuvo épico y hasta heroico en su defensa y el Sevilla admirable en su planteamiento. Desde todas las trincheras se valora la intensidad del partido y se acentúa la entrega y lucha de los contendientes. Se destaca el compromiso lacrimógeno de Suárez y se ponderan al alza las estrategias del sobreactuado Emery y del soberbio Luis Enrique, vestido de Milikito para la ocasión.


Una vez superado el excepcional paréntesis de ayer y con la vista puesta en el próximo sábado, la épica y la heroica en defensa vuelven a ser de pobres, un planteamiento basado en esperar al rival será antifútbol, la intensidad de un partido no será más que violencia y la entrega y la lucha de un equipo deberían estar sancionadas por la ley mordaza, que es muy blanda para según qué cosas. La pizarra y la estrategia serán de nuevo anunciadoras del aburrimiento y hasta se sospecha si Simeone no estuviera detrás del lanzamiento de una botella de agua desde un banquillo que, como protesta, interrumpió el juego.

Tres conclusiones se extraen de la final de ayer, más allá de banderas con más o menos estrellas: Una, que lo más legítimo sería pedir la independencia de Fuentealbilla, visto lo visto. Dos, que no sorprende que Del Bosque ande enamorado de Bartra, pocas veces se vio un central que cometiera tan pocos fallos en partidos de campanillas. Y tres, que no extraña que el Calderón acabara agotado con tantas mamarrachadas. 

jueves, 19 de mayo de 2016

Haciendo la maleta

Artículo publicado en CTXT:

http://ctxt.es/es/20160518/Deportes/6112/Atletico-de-Madrid-final-Milan-Champions-League-Tiago-Fernando-Torres-La-Colchoner%C3%ADa-La-agon%C3%ADa-del-mediapunta.htm


Una entrada. Un par de paquetes de tabaco, aunque no debiéramos. Una muda limpia. Una bufanda rojiblanca que desafiará los calores que asomarán cuando Mayo expire. Algo de picar para comer cuando no se tenga hambre y solo se pretendan espantar los nervios que conquistarán el estómago. Un libro. La camiseta de las grandes ocasiones. Exactamente la misma que viajó a Zaragoza, Hamburgo y Bucarest. La misma camiseta de Lisboa, o tal vez otra. A lo mejor la del partido en casa contra el Albacete o la que paseamos por la calle horas antes del partido del Nou Camp hace un par de años. Un paquete de kleenex para enjuagarse el llanto de la victoria, que las derrotas en el Atleti no vierten lágrimas. El cargador del móvil, que para la ocasión deberá lucir hinchado de batería de cara a capturar todo lo que la memoria no sea capaz. Las pastilla de la tensión, por si el corazón se resiente. Un cepillo de dientes. Una botella de agua con la que capear la sequedad de boca. Un billete de autobús, tren o avión con destino a Milán, o lo que es lo mismo, con destino a un sueño.


Una vez preparada la maleta que nos acompañará en el viaje más hermoso, añadiremos a nuestro equipaje una imagen. Una reciente y luminosa. No ocupará demasiado espacio pese a ser una estampa que contiene todo lo que hasta este punto nos trajo. La guardaremos con mimo, pese a saber que no habrá travesía o resultado que pueda arrugarla. Seguramente tiraremos de ella en más de una ocasión durante el periplo que nos aguarda. En ella se ve a un renacido Fernando Torres abrazado a Tiago, su sustituto en el campo, instantes antes de que el portugués vuelva a sentirse futbolista tras haber superado la fractura que nos hizo temer por la temporada. Al fondo, se distingue a Simeone, supremo hacedor, en pie. El técnico se funde en una única ovación de reconocimiento y orgullo con todos los aficionados de corazón rojo y blanco. No hay mejor equipaje que esa imagen para afrontar todo lo que está por venir.

miércoles, 18 de mayo de 2016

¿Quién es quién?

El actual papel de Del Bosque en la selección recuerda poco vagamente al de los alcaldes en funciones en las campañas electorales de ciertos pueblos de la España más profunda. El candidato a reelegir se encarama al remolque de un tractor para desgranar las propuestas a incumplir en los próximos cuatro años. Frente a él, una magra parte de su electorado, principalmente familia, intenta disimular los bostezos y espera a que la cosa se empantane con la eterna promesa de traer el tren a la localidad para escapar a la carrera al bar más próximo, sea o no de alterne. Al final le acabarán votando de nuevo, asumiendo que puestos a que les mientan, mejor alguien conocido, que la mentira si es cercana tiende a empequeñecerse. 

Cuando el señor marqués plantea una nueva convocatoria, sea para un amistoso en Lituania o para mayores empresas como una fase final, flota en el ambiente un aroma de arbitrariedad precaria. Diríase que el seleccionador confecciona las listas jugando al “¿Quién es quién?”, más por eliminación que por elección. El noble alineador se pregunta a sí mismo por cada jugador disponible y decide descartarlo o no en base a criterios que no podrían esgrimirse encaramado en el remolque de un tractor. Da la sensación de que pesan menos los estados de forma que las posibles voces discordantes que pudieran sonar, se atisba algún integrante del plantel convocado de oídas y se detecta que completan el elenco algunos jugadores que juegan en sus equipos solo partidos minúsculos.


A medida que el juego avanza y se ha desechado a los futbolistas con gafas, a los nacionalizados y a los rubios naturales de Fuenlabrada, Del Bosque aún encuentra hueco para hacerse trampas al solitario y expone que tras el juego de descartes le ha quedado en pie la cara de Lucas Vázquez, que es como prometer un palacio de congresos en un pueblo de menos de cien habitantes.

Una vez pasen estos próximos días de emociones por las finales de clubes, nos centraremos en la Eurocopa pese a saber que la selección incumple la mayoría de sus promesas en sus últimas comparecencias. Probablemente volveremos a votar al equipo del señor marqués, aunque con el ánimo de escapar a la carrera hacia el bar antes de que se ponga a explicar lo de Casillas. 

jueves, 12 de mayo de 2016

La liga muerta

Artículo publicado en CTXT:

http://ctxt.es/es/20160511/Deportes/5951/Atletico-de-Madrid-Liga-perdida-Levante-penultima-jornada-La-Colchoner%C3%ADa-La-agon%C3%ADa-del-mediapunta.htm

Con la liga de cuerpo presente compareció Simeone en la sala de prensa del Ciudad de Valencia. Los asistentes esperaban su turno para dar el pésame con cara de circunstancias, que es la cara a ponerse para ir a los velatorios que no son el tuyo. Sentado frente a los deudos, Cholo no emitió ni un suspiro. No se atisbó un mínimo enrojecimiento en sus ojos ante la sorpresa general, todavía impactada por ver el cadáver de la competición de la regularidad tapado con una sábana a los pies de la mesa. El técnico volvió a convertirse en la brújula que marca el camino al hablar de orgullo y no de tristeza, sabiendo que la liga falleció en Munich y fue trasladada al campo del Levante ya fría y rígida.

El Cholo siempre deja alguna sentencia a la que agarrarse como tabla de salvación ante cualquier naufragio, sea en el fútbol como en la vida, sin diferenciar que ahogarse en la existencia suele ser menos frecuente. Esas referencias, esos valores, deberían ser revisitados diariamente por todos y cada uno de los que atléticos se consideran. Esfuerzo no negociable. A morir, los míos mueren. Si se cree y se trabaja, se puede. Comidos por el dolor de la pérdida, muchos se rasgaron las vestiduras tras la derrota e hicieron lo que no sirve de nada en estos casos: lamentarse. Aquello se pareció a cuando la mujer de Serapio, el del casino, se castigaba ante su féretro por no haber sido capaz de haberle hecho dejar de fumar sin tener en cuenta que había muerto en un accidente de coche. Yacía la liga inerte y hubo quien se acordó de Gijón o de un exceso de confianza de Giménez en Riazor. No llegaron a rememorar, por poner un ejemplo, el único gol del becario Vietto, marcado con la espinilla al mayor enemigo. Ignoraron que el partido a partido no tiene efectos retroactivos.


Sobrecoge aun hoy ver la silueta de la liga trazada con tiza sobre el suelo, pero eso no debe restar un ápice de mérito al hecho de haberla mantenido con vida hasta una jornada antes del final. Los que peinan canas o directamente no tienen nada que peinar habrán visto competiciones tiradas sin que el otoño se presente, visitas de cortesía a Neptuno y pases de Ibagaza al vacio. Quizás para ellos, para nosotros, sea más fácil aferrarnos a las palabras de Simeone y sentir orgullo muy por encima de cualquier pena. Es cierto que ver a una liga muerta impresiona pero la tristeza se agazapa en muchos otros lugares. En la celebración de un empate en los últimos minutos con el Racing de Ferrol, hace nada como quien dice. Tras haber superado ciertas pérdidas, hay duelos que son un pase de Ibagaza. 

viernes, 6 de mayo de 2016

Geografía caprichosa

Artículo publicado en La Vida en Rojiblanco:

http://www.lavidaenrojiblanco.com/opinion/geografia-caprichosa/

Aunque pudiera parecer lo contrario, la geografía es muy caprichosa. Cuando estudiábamos para convertirnos en los hombres y mujeres de provecho que no hemos llegado a ser, Europa contaba apenas con treinta países, isla arriba, isla abajo. Tras diversos apareamientos y divorcios de toda condición, el viejo continente actual cobija cuarenta y nueve países. Cuarenta y nueve territorios con sus nacionalidades, sus capitales y sus gobiernos, aunque sean en funciones. Lo de los caprichos de la geografía no lo decía tanto por la capacidad de multiplicación estatal, por muy asombrosa que sea, lo de la veleidad geográfica parte del hecho, también sorprendente, de la expatriación selectiva de grupos de individuos cuando conviene. Ayer por la noche, sin ir más lejos, pitido final mediante de un encuentro con la emoción de un tercer y cuarto puesto del trofeo Carranza, los aficionados del Atleti nos convertimos en ciudadanos de otro país europeo como por arte de magia. De uno muy lejano. Quizá de Azerbaiyán, que además es tierra de fuego, como decía nuestra camiseta en pasados episodios.



Los atléticos nos hemos levantado esta mañana con el pasaporte retirado y los ojos algo más rasgados. Frente a nosotros se perfilan veintitrés días hasta la final de Milán. Veintitrés días de invisibilidad y de extrañeza. De oír y leer atrocidades despojadas de cualquier asomo de imparcialidad. Tal vez los que las perpetren no alcancen a saber que el expatriado, por muy azerbaiyano que sea en estos días, no olvida el castellano y es capaz de hablarlo y entenderlo con cierta soltura. Personajes de renombre, opinadores e incluso intelectuales a tiempo parcial, ya glosan precipitadamente la gesta por venir y agotarán las existencias de adjetivos para referirse al rival del Atleti en la final. Eso sí, para no parecer xenófobos para con los azerbaiyanos del sur de Madrid, repartirán las migajas que sobren en sus banquetes de pleitesía a los necesitados extranjeros, que nunca se sabe.  

Lejos de antojarse complicados, los días por venir refuerzan la identidad rojiblanca y retratan a cada pájaro con claridad. Nunca estuvieron, no se les espera por tanto. Las jornadas venideras servirán para unir más las filas, para soñar más fuerte con la posibilidad de hacer historia pero también con la de acallar bocas. Más que nunca, debería recomendarse no consumir en estas próximas fechas. Aíslense del ensordecedor ruido mediático de la maquinaria puesta al servicio de la causa. No entren al trapo, no debatan sobre violencia, estética futbolística y límites del reglamento con quien no entiende, no intenten razonar. Métanse en una burbuja. Asuman su condición de refugiados en su propia casa. Siéntanse orgullosos de ser azerbaiyanos y salgan a la calle con la nueva nacionalidad y la camiseta rojiblanca a la vista. Conviertan Carabanchel, San Blas o Chamberí en barrios de Bakú. Transformen cada rincón del país en el que habita un colchonero en un trocito de esa Europa lejana y preasiática a la que nos condenan. Si esto fuera medianamente serio, Google maps se adaptaría a los caprichos de la geografía para afirmar que el Manzanares nace en una montaña del Caúcaso y la fuente de Neptuno se erige a su orilla dando de beber triunfos a sus nuevos ciudadanos. 

jueves, 5 de mayo de 2016

De fines y medios

Artículo publicado en CTXT:

http://ctxt.es/es/20160504/Deportes/5804/Guardiola-estilo-de-juego-semifinal-Champions-League-Atletico-de-Madrid-Bayern-de-Munich-La-Colchoner%C3%ADa-La-agon%C3%ADa-del-mediapunta.htm

Horas antes del partido pontificó Guardiola, desde su pulpito de creador de todo lo visible y lo invisible, que no hay fin que justifique ciertos medios. Lo aseguró apoyándose a modo de muleta en las opiniones que desde un buen número de rincones del planeta fútbol, Qatar incluido, se vertieron para restar mérito al hecho diferencial rojiblanco. Pep disfrazó sus palabras con esa humildad tan soberbia con la que los niños a los que les han dicho demasiadas veces lo guapos y listos que son se conducen. Es de imaginar que hoy, dado que ayer el partido terminó tarde para los horarios que se manejan allende los Pirineos, subirá al despacho del visionario Rummenigge para explicarle lo mal que juega el Atleti. Tal vez debatan sobre jardinería, quién sabe.

El triunfo del fútbol feo, dicen. La cohorte de guardianes de la pureza estética balompédica proclama al unísono que la segunda final de Champions del Atleti en tres temporadas empobrece la competición. La vulgariza con su presencia. No repararán en que la exuberancia de la propuesta del Bayern agranda más la leyenda de su rival. Tampoco admitirán que cuando más temible se mostró el equipo bávaro fue cuando decidió copiar el libreto de los colchoneros para aderezar con intensidad y fiereza su juego. Llenos de manoseados principios, vuelven a tirarse de los pelos al ver caer al inventor por el mismo barranco por el que cayó Luis Enrique, uno de sus delfines, hace unas semanas.


Se rebate a Maquiavelo con un balón de por medio sin aclarar que, desde hace ya algún tiempo, estos cátaros del fútbol de salón desprecian cualquier otro camino que se separe del suyo. El de la verdad auténtica a sus ojos. Sangran por los estigmas al ver cómo los infieles conquistan sus sagrados lugares aupados en un gigante esloveno que para lo posible y detiene lo imposible en dos tiempos. No son capaces de descifrar las sendas hacia la belleza si se transitan con los dientes apretados y la camiseta empapada en sudor. Se comenta que transpiran agua de rosas además de mear colonia.

Mientras todo esto sucede, en esta oscura orilla se celebra la gloriosa restitución del nombre de nuestros mayores, caídos honorablemente en Bruselas cuando a los estadios se iba de traje. La fe y el trabajo a destajo reciben su premio en forma de billete hacia el sueño más grande. Lo feo se torna precioso. La supuesta vulgaridad, religión. En el horizonte se distingue el fin y Simeone despliega sus medios, que son hermosísimos a entender de tantos. Lo mismo se esperaban, tras lo de Munich, que la nación atlética anduviera apesadumbrada por la sufrida manera de obtener el visado hacia el partido más bello. Ellos, en su lugar se sentirían deprimidos por vencer habiendo sido derrotados en el porcentaje de posesión del balón. Reflexionaremos sobre ello y sobre el riego selectivo del césped camino de Milán.