jueves, 2 de octubre de 2014

El muerto vivo

Y no estaba muerto, no, no...

Se empeñaban muchos en enterrar a este Atleti y uno sospecha de dónde provienen los intereses que movían a los que cogían la pala. Querían quitarle la medicación y declararle desahuciado esgrimiendo síntomas extremadamente preocupantes como ese de que aprovecha las jugadas a balón parado, las cuida y las mima y ya se sabe que las jugadas a balón parado son de pobres, de equipos que no tienen otra cosa que hacer que trabajar los corners y ensayar las señas que hace el lanzador, que si una mano que se pasa por el pelo, que si un brazo en alto aireando la sobaquera, indescifrables códigos que anuncian si el cuero irá al primer palo con mala idea o un poco más allá, una vergüenza al fin y al cabo.

Pretendían dejarle abandonado en un rincón para ver si se iba consumiendo poco a poco y dejaba de molestar, que ese es el principio y el fin de todo, la molestia que supone tener enfrente un equipo que se ha sacudido toda la docilidad y la sumisión que tantos años estuvo criando alentado por los inapropiados apropiadores gestores de la nave. Andaban ya algunos encargando la corona de flores para este Atleti admirable del que hablaremos a nuestros nietos y a la también admirable comunión existente entre la grada y el campo siempre pasando por el banquillo y demuestra en cada envite, pero sobre todo en los de mayor calado, como el de ayer, que no es un grupo este contra el convenga apostar, un plantel donde no hay cabida para la más mínima duda.

Ustedes y yo, que somos de los que hemos hecho kilómetros de más por estar a su lado, que somos de los que por no perdernos un partido contra un rival de media tabla hemos buscado una excusa para faltar a la boda de un primo carnal, que nos hemos escapado de tanatorios y salas de espera de servicios de urgencias para ver solo unos minutos en el televisor grasiento del bar de enfrente sabemos que este Atleti está más vivo que nunca. Cierto es que precisamente nosotros, por ser nosotros, podemos detectar pequeños detalles a mejorar: una presión a destiempo, algún despiste defensivo, faltas de entendimiento de las que solventa el tiempo con solo discurrir…Leves catarros elevados a virus del ébola por los cenizos habituales. 



No estaba muerto, que estaba tomando cañas, lereleré

Sabe este Atleti vestirse con smoking y también con mono de trabajo y con ambas indumentarias se le ve cómodo, se le adivina una elegancia que proviene de dentro. Actúa este Atleti dominando varios registros, desarbolando a un equipillo de moda con fases de juego excelsas y luchando de igual a igual con una vieja señora turinesa disfrazada de Calippo por caprichos del marketing. Se mueve el Atleti como una máquina perfectamente calibrada pero sabe también encontrar petróleo agarrado a la anarquía de un turco que tiene el vicio de adueñarse de los partidos grandes. Lo hizo ayer igual que lo hizo hace poco en territorio enemigo y al igual que lo hizo en aquella final en la que a los pocos segundos se atrevió a tirar un túnel mientras los rivales andaban todavía persignándose.

No quiero engañarles. No crean que esto durará para siempre. Llegará un día en que este Atleti caerá, pero no va a ser tan pronto como muchos pretenderían. Les decía que caerá, al igual que cayeron otros equipos míticos del Atleti y de otros clubes, y cuando lo haga volveremos la vista atrás para poder glosar la enorme magnitud de lo conseguido. Entonces y solo entonces, tal vez alguien podrá ser tan osado para decir que este Atleti, el que tan viva y firmemente pisa los campos a día de hoy, ha muerto. ¡El Atleti ha muerto, Viva el Atleti!


No estaba muerto estaba de parranda