Quedó la
tarde agradable aunque algo ventosa y el aficionado aprovechó la tregua
meteorológica para acercarse al fútbol, que si bien este era un partido fuera
de casa es un fuera de casa pero como si habláramos del rellano, que no está en
casa pero casi. Notó el aficionado que muchos otros como él se acercaban a
Vallecas y reparó que tanto hinchas locales como visitantes mostraban un carácter
alegre y optimista. Todo el mundo sonreía y dejaba salir antes de entrar en los
bares y hasta se minimizaron las típicas discusiones prepartido sobre si esta
ronda debe ser pagada por el que suscribe o por usted, que pagó la anterior con
gran éxito de crítica y público. La razón de este ambiente jovial y armonioso
debe buscarse en la penúltima medida del gobierno, que por fin le ofrece al
pueblo llano algo de esperanza que echarse al zurrón tras tanto recorte. Se
notaba en el ambiente el alborozo que provoca en la ciudadanía la bajada del
IVA para las obras de arte, algo sobre lo que el españolito medio o incluso el
españolito pegado a banda andaba seriamente preocupado. Escuchaba el aficionado
las conversaciones que tenían lugar en los aledaños del estadio situado en la
calle Payaso Fofó y no se hablaba más que de la escultura que mañana le traían
a casa al mediodía o de si sería mejor adquirir oleo o acuarela dada la
sequedad del clima madrileño y el común abuso de la calefacción en comunidades
de vecinos de cierta edad. Con una sonrisa se dirigieron todos los espectadores
a sus asientos en el coliseo franjirrojo y casi todos pensaban en que tras
pasar tanto tiempo contritos y con el culo apretado pensando en menudencias
como llegar a fin de mes o pagar un recibo de la luz que bate el record del
mundo de altura de recibos en pista cubierta cada vez que llega, ya era hora de
que se diera una buena noticia, ya era hora….
Salió el
Atleti con Sosa en un lado y Koke en el mediocentro a pesar de que a
Resurrección le tenía preparado Simeone un día de descanso. Tiago se resintió
de lo que se resintiera en el calentamiento y el todocampista que últimamente
ha mostrado síntomas de fatiga tuvo que ser de la partida. Salió también
Manquillo sustituyendo a Juanfran y cumplió como suele hacerlo aunque le
pitaran un penaltito tan tonto y minúsculo como el de la semana pasada,
esperemos que no sea una moda dictada a implantarse. Salió el Atleti dispuesto
a resolver el partido rápido, a matar sin hacer sufrir, a pintar el cuadro del
partido a la carrera. Arte conceptual. Presión y compromiso en tonos pastel. El
Rayo, equipo que apuesta por un arte kamikaze e inconsciente, regaló, como suele
hacer normalmente, un balón a Villa y Diego Costa nada más comenzar el
encuentro. Cedió el de Lagarto el balón al asturiano para que definiera arriba
en lo que iba a ser el inicio de la tónica de la noche: variaciones en el arte
de la asistencia generosa. Pudo el Rayo empatar enseguida por obra y gracia del
penaltito del que les hablaba antes pero allí estaba ese nuevo valor del arte
belga, ese que pinta estiradas imposibles, ese al que habría que inmortalizar
en busto o incluso en escultura de cuerpo entero destinada a decorar algún
rincón coquetón de la casa rojiblanca.
Acusó el
Rayo los dos golpes de cincel a su maltrecha moral y fue entonces cuando el
Atleti empezó a gustarse. Fabricaba el Atleti peligro principalmente por banda
izquierda y mezclaba con gusto gamas de colores en los que pisaba Arda,
centraba con intención Filipe para que Villa dejara despacito a Costa y Sosa de
cara a rematar pudiendo sentenciar. En otra de esas obras de arte en las que
nuestro equipo mezcla lo mundano y lo celestial llegó el segundo. Balón al
espacio a Costa que utiliza el cuerpo como nadie, pase generoso a Sosa que,
presa de una mayor generosidad si cabe, deja balón franco para que Arda trace empujando el balón la última
pincelada de tan brillante combinación.
Notaba el
Atleti que la empresa iba a ser fácil y se relajó un tanto en defensa, cosa
rara. Se vio en Vallecas a una retaguardia más despistada, menos segura de sí
misma y así llegó el 1-2, con rebote artístico y burlón incluido. Tuvo tiempo
el primer tiempo de dejarnos un segundo gol de Arda lleno de pillería y un
susto apreciable al ver a Diego Costa en el suelo echándose mano un poquito más
arriba de la rodilla. Hubo aficionados que, a pesar del comprensible alborozo
que la medida gubernamental provocó en ellos, pasaron un susto morrocotudo al
ver caer al delantero centro e incluso vieron pasar ante sus ojos su vida y la
temporada entera en diapositivas.
Poco se
puede decir de la segunda parte. Quedó casi todo el arte concentrado en el
primer acto y este segundo envite perdió fuelle entre las facilidades con las
que el equipo vallecano agasaja a sus rivales y la suficiencia del deber
cumplido de los nuestros. Dos goles más hubo, sí. Uno de Costa y de Saúl al
alimón tras otra obra cumbre de la asistencia de Filipe y uno para los locales
de Larrivey, jugador con nombre de coñac peleón y pelos desgreñados, tras defensa
flojita de los nuestros.
Vuelta a la
senda de la victoria tras dos empates que dejaron muy diferentes sabores. Al
cierre de estas líneas, el que suscribe no tiene claro si tomar el partido de
ayer como vara de medir de nada debido a la inocencia del rival, un rival que
huele e incluso apesta a lo mismito a lo que huele el Betis, para entendernos. Cierto
es que se vio mejor juego y no pareció acusarse esa fatiga que asomaba en segundas
partes y sprints exigentes pero ni ahora ni antes deberían sacarse demasiadas
conclusiones. La tan cacareada rotación en Copa pareció sentar bien a Villa,
otro buen partido del asturiano, y al goleador Arda y menos bien a Miranda, por
ejemplo, pero la no rotación entre semana pareció no afectar a Diego Costa ni
tampoco a Filipe y Godín. Parece que Sosa empieza a meterse en la dinámica y
parece que el hombro de Óliver nos va a privar de verle por un tiempo. Courtois
es un seguro de vida y habría que cuidar a Koke, pero no sería de recibo ponerse
a buscar brotes verdes donde siempre los hubo, en este pasto de césped bien
cuidado que está siendo la temporada de los nuestros, pero tampoco perder el espíritu
crítico ni no apreciar el cansancio que a veces aparece. Mientras tanto seguiremos
disfrutando de este Atleti con alma de artista encaramado a la cima de la clasificación
y nos iremos a una galería de las que están en el centro de la ciudad con las
gafas de pasta y patilla gruesa puestas. Allí, nos gastaremos de manera gustosa lo que no tenemos en un orinal deconstruido con brochazos color lila en los bordes tras haberlo observado desde todos los ángulos posibles durante un buen rato sin poder asegurar si eso es arte o una mamarrachada pero nos iremos para casa felices y contentos porque ya era hora de que se diera una buena noticia, ya era hora…