martes, 28 de junio de 2016

Dimitido sin saberlo

Artículo publicado en CTXT:

http://ctxt.es/es/20160622/Deportes/6909/Del-Bosque-seleccion-espanola-Eurocopa-eliminacion-Italia.htm

Hay ocasiones en que los acontecimientos han dimitido por ti sin que llegues a acusar recibo. Cuando eso ocurre, no hay nada peor para uno mismo que fingir que no sucede nada. Seguir acudiendo cada mañana a la fábrica que cerró hace meses maletín en ristre, pretender sorprender con flores a tu pareja cuando ella ya ha agotado los cambios permitidos sustituyéndote tres veces por otros revulsivos con más pelo y menos tripa, aferrarse al asiento de seleccionador que quedó desoladoramente vacante hace un par de años, cuando lo de Brasil.

Fue entonces, tras constatar que los preocupantes síntomas mostrados por el combinado nacional en anteriores comparecencias se transformaban en achaques irreversibles, cuando a Del Bosque le dimitieron sin saberlo. Probablemente no sirvió de mucha ayuda para la digestión de su nueva condición de cesante la benevolencia vertida a arrobas sobre su gestión de La Roja. Ante los reveses, siempre ha habido lugar para encontrar atenuantes: los calores, la longitud del césped, el exceso de partidos o la abuela, que tenía el tabaco guardado en el refajo, a la altura del doble pivote. Se habló entonces de cambio generacional, de una transición a la que se le adhirió de forma antinatural el adjetivo de tranquila. Jugándole al contragolpe a la historia, se mantenía a un noble marqués para capitanear una revolución, lo nunca visto.

Lejos de levantar barricadas en las que subirse con un pecho al aire, el técnico dimitido sin enterarse continuó desempeñando su burocrática tarea añadiendo solamente una leve capa de maquillaje. Unas pocas caras con tinte de novedades forzadas por las dimisiones, aquí sí conscientes, de ciertos estandartes de tiempos pasados. Ni una enmienda al estilo. Permanecía el mareo del balón y el trote pausado. Ni rastro del hambre, de la presión, ni de la sangre que suele servir de tinta a ciertas revueltas.


Con la Eurocopa a la vista, ni el desconocimiento de su situación de totalmente dimitido absuelve al Sr. Marqués de diseñar una convocatoria contrahecha con sobredosis de mediocentros. Tras una preparación de fogueo en la que alguna alarma se dispara, un par de victorias ante una Chequia timorata y una Turquía en avanzadísimo estado de descomposición instauran el irreal escenario lleno de humo con el que se acostumbra a analizar el desempeño de la selección tras los éxitos pasados. Nos devuelve a la realidad Croacia y más concretamente su técnico, conocedor como cualquiera que se dedique a esto que con presión adelantada y líneas juntas se desinfla fácilmente el globo de este prostituido tiqui taca. Varios incendios se suceden en la concentración sin que el entrenador dimitido en diferido pegue un golpe en la mesa, sea en un sentido o en otro. La sombra de la autogestión, por no llamarla dejación de funciones, asoma la patita en un penalti fallado del que el dimitido técnico no quiere saber nada. Tres alineaciones iguales. Ausencia absoluta de alternativas. El plan B y el C debieron decidir tomarse unas vacaciones ante el ambiente de ignota dimisión que reinaba.

En el primer todo o nada de octavos esperaba Italia como solo Italia sabe esperar: agazapada, amenazante, siempre dispuesta a hacer carne a la vuelta de cualquier esquina. Mismo equipo inicial. Similar trote cochinero. Idéntica falta de instinto asesino. Nula repercusión de los cambios sobre el juego. Jugadores de referencia acumulando polvo en el banquillo, degradados al papel de hacer grupo. El resto es historia (negra) del fútbol patrio y aún se agradece que el resultado no reflejara la auténtica diferencia entre ambos contendientes que el terreno de juego dictó.

Finalizado el encuentro Del Bosque apareció, todo dimitido de antemano, en zona mixta. Se esperaba alguna declaración en caliente, aún a sabiendas de que su caliente se asemeja a la temperatura mínima de Teruel en una madrugada del mes de enero, pero no la hubo. Tras analizar el partido a la manera de Don Tancredo, fue preguntado por su futuro al frente del combinado nacional y él, sabiéndose al fin exasperantemente dimitido con efecto retroactivo, volvió a no dimitir con su mejor cara de dimitido sin saberlo por segunda vez. 

jueves, 23 de junio de 2016

Seleccionador automático

Artículo publicado en CTXT:

http://ctxt.es/es/20160615/Deportes/6810/Del-Bosque-Eurocopa-Francia-2016-dejacion-inaccion.htm

Ninguna otra sentencia podría resumir mejor cómo gobierna en funciones Del Bosque el vestuario de la selección: “No soy el indicado para decidir quién tira los penaltis”. No hay más preguntas, señoría, no vaya a ser que las conteste otro. El que haya asumido el mando ante tamaña dejación de funciones, por ejemplo.

Más allá del fallo de una pena máxima que pedía a gritos una vaselina de lo adelantado que estaba el meta rival, subyace una sensación conocida: la autogestión por dejadez o inacción. Pareciera que, una vez superada la molestia de tener que justificar la convocatoria, el Sr. Marqués alcanza la velocidad de crucero y activa el seleccionador automático. Las diferentes características de los rivales no aconsejan cambios en la alineación, las sustituciones se hacen de rogar y ni tan siquiera declaraciones incendiarias brotando del vestuario hacen que en las ruedas de prensa el técnico tape el cartel de “No Molestar” con el que comparece.


Lo más curioso es constatar cómo la prensa del régimen se ha acomodado también a la circunstancia. A Luís, a Clemente o al rosario de la aurora les hubieran apedreado por menos. El síndrome de Estocolmo de combinados nacionales llega a tal punto que se ensalza hasta niveles de parodia supuestas demostraciones de poderío y mando en plaza de Vicente, como la de sentar a Casillas y taparlo con una mantita por si refresca. Llegan a echarse de menos otros tiempos más canallas. Hay ciertas competiciones que se viven más intensamente navaja en mano.

Ojalá dentro de un par de semanas los resultados nos obliguen a tragarnos nuestros cenizos análisis y veamos a Del Bosque, tras ser manteado, analizando vía plasma la victoria bañado en champán del bueno. Nunca se sabe pese a que el camino se antoje mucho más complicado tras lo de ayer. Tal vez solo haya que rogar por no tener que jugarnos cualquier clasificación a los penaltis. No lo digo por los nervios, que también, sino por no tener que descubrir que no hay quien carajo decida sobre estas cosas en La Roja. 

jueves, 16 de junio de 2016

Cicatrices

Artículo publicado en CTXT:

http://ctxt.es/es/20160615/Deportes/6646/cicatrices-Atletico-de-Madrid-decepcion-levantarse.htm

De repente un día, al levantarnos, nos dimos cuenta de que la herida había dejado de sangrar. La carne maltrecha había sido capaz de sanar, a pesar de que en su momento pensamos que nunca lo haría. El tejido no llegó a infectarse pese a la injusta insalubridad del mordisco que el rival nos propinó. Donde antes había una lesión fresca y viva, quedaba ahora una cicatriz a la que nos acabaremos acostumbrando, como a todas las demás.

Los espejos guardan en su interior miles de cicatrices en las que diariamente no nos fijamos. Hay ciertos días en los que uno vuelve a descubrirlas como si fueran totalmente nuevas o tal vez antiquísimas. Las hay, incluso, que nos son devueltas cuando nos miramos pese a no ser nuestras propiamente. Son las de nuestros mayores, como la de Bruselas. La mía de esa final está en el costado derecho y recorre las dos últimas costillas antes de llegar al abdomen. Tiene un aspecto irregular, como si hubiera sido mal cosida. Juraría que puede leerse en ella un nombre impronunciable. Algo así como Schwarzenbeck, letra más, letra menos.

A lo largo del cuerpo encuentran cobijo muchas otras cicatrices que causaron dolor, pero en una medida menor. Tenemos marcas de arbitrajes parciales, tenemos un gol legal anulado a Perea en una rodilla y hasta un recuerdo de la intervención judicial que probablemente apareciera cuando la guardia civil entró en la zona noble del Calderón con el ímpetu que sus ocupantes merecían sobre una ceja. Hay un par de ellas a las que tenemos especial cariño. Una se manifestó tras un descenso anunciado en Oviedo y tiene la misma forma que aquellas lágrimas de Hasselbaink. La otra es más parecida a una quemadura producida por el sol de una tarde de Getafe en la que la ilusión se tornó impotencia. Nos gusta revisarlas de vez en cuando para saber de dónde venimos y dónde estamos.


La mayor de todas las que teníamos hasta hace unos días venía de Lisboa. Se encuentra al lado del corazón. Parece la cicatriz resultante de una herida hecha cuando nadie lo esperaba. Una herida en el descuento. Nunca pensamos que pudiera haber ninguna que doliese tanto como esa. Nos equivocamos. La nueva cicatriz, la que ha dejado de sangrar hace unos minutos, como quien dice, superó con creces el dolor de la anterior. El desgarro fue más profundo, más lacerante. Recorre en paralelo el camino del esternón y finaliza su trazo casi en el estómago, allí donde nos dejó el nudo inexplicable con el que volvimos de Milán.

Cada mañana, todos nos enfrentamos con nuestra imagen reflejada. En muchas ocasiones, las prisas nos impiden volver a mirar nuestras cicatrices, pero a veces, como hoy, uno encuentra un momento para estudiarlas de nuevo. Allí están todas. Mirándonos como testigos mudos. Fueron dibujadas en nuestra piel con infinito dolor. De vez en cuando, nos hacen sentir un cosquilleo atenuado por el tiempo, un recuerdo del daño pasado. Al mirarlas, volvemos a pensar en que no fueron capaces de matarnos, por increíble que pareciera. Hemos sido capaces de acostumbrarnos a ellas y, mientras tanto, ocupamos la mente en pensar en un nuevo goleador, en descifrar las palabras de Simeone tras la final o en pasar el verano de la mejor manera posible, siempre con la abstinencia rojiblanca acechando. Caeremos y nos levantaremos, prometimos. Ya estamos de nuevo en pie. 

jueves, 9 de junio de 2016

Tiempo para pensar

Artículo publicado en CTXT:

http://ctxt.es/es/20160608/Deportes/6525/Simeone-reflexi%C3%B3n-duda-continuar-Atletico-de-Madrid.htm

El Cholo pidió tiempo para pensar. Nada más y nada menos. Se entiende la alarma de los cronistas ante tamaña frivolidad. En estos tiempos apresurados en los que el análisis y la reflexión descansan apolillados en los trasteros de la opinión de usar y tirar, sentarse a pensar escandaliza. De poco valió, a la hora de contextualizar su petición, ver cómo sus palabras brotaban de una herida que sangraba a borbotones. Hace tiempo que la sangre es lo que menos impacta. Vende mucho más decir que Simeone se marcha. Reporta más beneficio subrayar su supuesto hartazgo y se señala con una mano el latigazo que el técnico descargó sobre su lomo al hablar de fracaso, mientras con la otra se aplaude a rabiar al rival, de nuevo reinando en Europa con los que deberían impartir justicia de consortes.

Contaba el abuelo que Isaías, el que tenía la huerta en el camino de la estación, se iba al monte tres o cuatro días cuando tenía que decidir sobre algún asunto importante. Analizar los pros y contras ante una encrucijada obliga a mirarse al espejo. No hay mayor disidencia ante la precipitación del mundo en el que vivimos que escucharse a uno mismo antes de actuar. Nadie en el pueblo aventuraba qué decisión traería Isaías bajo el brazo cuando volviera. No había nadie que se fuera a un restaurante de Milán desde el que anunciar en exclusiva que el técnico comerá de menú allí los próximos años. No se interpretaba. No se formulaban hipótesis. No se consumía. Eran otros tiempos, seguro que eran peores porque no había twitter.



El patio rojiblanco aparece lleno de las pelusas generadas por el polvo levantado artificialmente: se asegura que el técnico presiona para forzar fichajes a los que encomendarse, se jura que no quiere que le desmonten el equipo de nuevo, se adelanta que la directiva está molesta –esto tal vez se entienda viniendo de Cerezo, al que sus palabras normalmente traicionan por ser muchísimo más veloces que sus ideas–. La única postura lógica consiste en barrer la suciedad que se acumula y esperar, aunque parezca un lujo. El Cholo, creador de todo lo visible y lo invisible en este Atleti que es suyo más que de nadie, se ha ganado con creces el derecho a casi cualquier cosa, el de pensar incluido.

Isaías aparecía en casa tras pasar varias noches al raso y antes de saludar a su esposa comunicaba que había que vender a la potra, por mucho cariño que se le tuviera. El Cholo bajará de su monte particular, que es su familia y su entorno allá en Argentina, y antes de saludar a la parroquia colchonera y preguntar por las vacaciones de verano dirá lo que tenga que decir, si es que hubiera algo que compartir con los demás. Lo mismo anuncia que se va, lo mismo que se queda o a lo mejor declara que hay que vender a la potra o a Vietto, por mucho cariño que le tenga quien se lo tenga. Hasta entonces seguirán las elucubraciones. Es hasta probable que alguna de ellas acierte, como lo del burro con la flauta. Seguramente todas las teorías quedarán a la altura del betún. Son los riesgos que se corren apostando en este tipo de lances. No hay nada más peligroso para los corredores de apuestas informativas que un individuo que se pone a pensar. Como Simeone.