miércoles, 8 de febrero de 2017

Se buscan valientes

“Se buscan valientes”, es el tema de moda que canta uno que es muy del Atleti, El Langui, para sensibilizar sobre el acoso escolar. Sobre el abuso del matón poderoso hacia el débil y anima a no callarse, a hacer frente, a no rendirse. Valentía requería ayer el partido y el Atleti regó con ella el terreno de juego del Camp Nou. Los primeros treinta minutos del choque se convirtieron en un canto a la osadía del que normalmente no alza la voz. No le quedaba otra al adversario que acularse y capear el temporal, privado del oxígeno que el balón supone para ellos. Gozaron los nuestros de varias oportunidades claras que no llegaron a dinamitar la eliminatoria por el nimio detalle de la falta de gol rojiblanco. Tal vez hubiera que encontrar valientes entre los medios para no dejar de poner el foco en el palco y preguntarse dónde está el gol que pidió Simeone en verano. Se cuenta que anda por la zona oeste de Londres, añorando la ribera del Manzanares.

Se buscaban valientes y el árbitro no fue uno de ellos. Gil Manzano, trencilla que aúna en sus apellidos aromas de oscuridad para la causa rojiblanca, se anunció cobarde mirando para otro lado ante un penalti tonto, pero penalti al fin y al cabo, a Torres en el primer acto. Su actuación medrosa se coronó con un gol legal anulado a Griezmann y un par de expulsiones al equipo local que deberían haberse producido un buen puñado de minutos antes. Como es costumbre en ciertos escenarios, el encargado de impartir justicia guardó silencio connivente. Perdemos horas a lo largo de la temporada en debatir sobre estilos, sobre alineaciones y sobre variantes aun a sabiendas de que hay algo que no varía nunca: el estilo de los que se siempre se alinean al lado del fuerte. El Cholo habló claro finalizado el partido. Anduvo valiente al señalar cómo funcionan las cosas en las competiciones locales e hizo un guiño a la Champions, que anda suelta todavía.


Se buscaban mediocentros de guardia ante lesiones y sanciones y Koke y Saúl despacharon un partido memorable. Se buscaba contundencia y la defensa la tuvo pese a correr más riesgos. Se buscaba un plus en la vanguardia y los de arriba lo intentaron hasta la extenuación. Se buscaban valientes que encajaran los golpes sin parecer acusarlos. Se buscaba osadía para no tirar nunca la toalla. Se buscaba audacia para empequeñecer a uno de los rivales más serios que puede uno encontrarse en el camino. Se buscaba arrojo para creer y seguir haciéndonos creer. Se buscaba decisión para mantener nuestros corazones en un puño hasta el pitido final. Se buscaba templanza para calcular las posibilidades de una empresa casi imposible. Se buscaba valor y al Atleti le sobró. Cuando los acontecimientos suceden así, no queda otra que enorgullecerse y olvidarse de los resultados como se olvidan las traiciones de los amores de una noche.

Se buscan valientes y los hemos encontrado. Visten todos de rojo y blanco.

martes, 7 de febrero de 2017

Elegí volver a creer

Sí, es cierto que será difícil. Podría decirse que casi imposible…

La desventaja en el resultado. La carga de partidos. La entidad del rival. Las dudas sobre el estilo. La supuesta crisis. Lo de Vitoria o lo de la primera parte en el partido de ida. La facilidad con la que últimamente nos llegan. La nostalgia por la intensidad perdida. La ausencia de Gabi, líder espiritual sobre el campo de este grupo. La abulia de Carrasco en los últimos choques. El poco crédito que le queda a Gameiro. Las lesiones de Tiago y Augusto. El peso en las piernas de Koke y Saúl. Las inacostumbradas salidas en falso de Godín. La inseguridad a la hora de lanzar los penaltis de Antoine. La falta de Oblak. El dolor por lo de Lucas. Lo esquivo que se muestra el gol de un tiempo a esta parte. La dificultad de convertir situaciones esquivas en calcetines a los que darles la vuelta.

…pero decirlo sería una muestra de desconfianza imperdonable hacia este grupo que tanto nos ha dado…


La ilusión por despedir al Calderón con un título. La fuerza para sobreponerse. La historia que narra que el Atleti nunca se rindió. Los episodios de buen juego ante el Leganés y la esperanzadora segunda parte del partido de ida. La intensidad a encontrar. El vaticinio de Gabi, seguro de no perderse la final por algo tan nimio como una acumulación de tarjetas. Aquella jugada de Carrasco contra el mismo rival en la que desarboló a la retaguardia enemiga. La solvencia sin estridencias de Moyá. El aroma de cantera de Koke y Saúl. La ratonería de Correa. El mágico compromiso de Griezmann. La tradición de manejarse bien al contragolpe. El recuerdo del cabezazo de Godín que incendió nuestras vidas. Por encima de todo, el estado de forma de Fernando. Su capacidad para quitarnos varios años de encima con solo verle saltar al campo. Sus goles frente a este rival. Su experiencia en partidos grandes. La presencia de Simeone en el banquillo.

…elijan ustedes bando. Yo ya lo hice. Elegí volver a creer…

jueves, 2 de febrero de 2017

La canción que silbó Torres

Cabalgaba el partido por el yermo terreno de la desesperanza cuando Torres hizo acto de presencia sobre el césped. Quien más y quien menos calibraba el tamaño del boquete que el rival pudiera hacer y si la herida afectaría a órganos vitales de aquí al final de la temporada. El Atleti, cautivo durante cuarenta y cinco minutos, no alcanzaba a ver el horizonte tras el muro coronado de alambre de espino que rodeaba el campo de internamiento en el que el adversario le confinó arrebatándole el balón y la moral. El descanso descubrió a las ilusiones rojiblancas asustadas en un rincón. Hacinadas en insalubres barracones que las ocultaban de sus captores. Ellos parecían más altos, más guapos, mucho mejor armados. Parecía no existir más opción que la rendición. Y entonces salió Fernando.

Ciertamente Torres ya no es el de Viena. Tampoco es probable que nos vaya a regalar goles imperiales como aquel del Villamarín ni arrancadas llenas de potencia de las que poblaron de pesadillas los sueños de un buen número de centrales en la última década. A veces se deja el balón atrás. En ocasiones se nota que la cabeza le funciona mucho más ágilmente que las piernas. Tal vez no sea el nueve titular con el que el Atleti pueda afrontar según qué batallas. Todo eso es verdad. También lo es que él nació para este tipo de partidos. Los lleva jugando desde que era un adolescente. Saltó al campo apartando el desánimo de compañeros y grada y entonces ocurrió.


Peleó un par de balones que parecían perdidos. Aguantó una pelota hasta que los centrocampistas se sumaron al ataque. Forzó un córner. Presionó. Se atrevió a mirar a los ojos a los captores. Se plantó ante el potente fuego rival sin miedo y comenzó a silbar bajito una melodía que todos conocíamos. Seguidamente se sumó Gabi. Godín volvió a ganar todos los balones por alto en ambas áreas. Filipe redescubrió la banda izquierda y Griezmann comprendió que no era imposible. Hasta Carrasco, inmerso en otro partido merecedor de patada a una botella de agua, pareció renacer.

Lo que empezó con un silbido se había convertido en un rugido atronador. Miles de voces cantando a coro la canción que Fernando había comenzado. Una canción que habla de no resignarse. De creer. De nunca bajar los brazos. De saber que siempre hay esperanza cuando en la camiseta las rayas son rojiblancas. Una canción nacida de las entrañas. Una canción escrita por el Calderón en noches como la de ayer. Una canción cuya letra, por encima de todo, habla de dignidad. Una canción que explica al Atleti, más allá de cualquier resultado.