martes, 31 de mayo de 2011

La maldición del brazalete.

No, no se vayan todavía. Esperen. Sigan leyendo, se lo ruego. Puede ser que el título les pueda sonar a novela victoriana trufada de asesinatos cometidos por amas de llaves, con la biblioteca como escenario y con el candelabro como arma homicida. Puede ser que crean que ésta es una historia para leer a las cinco, con el té y un sándwich de pepino en la mano, aunque las cosas no estén como para abusar de esa hortaliza. ¡Cuánto daño se ha hecho a la agricultura española durante los últimos días! Dentro de un tiempo, un alto comisario de traje rozado presentará un estudio lleno de gráficos para evaluar el impacto económico de la crisis del pepino español. Pero, ¿qué me dicen del daño moral? ¿cuántos pepinos españoles han dejado de ser comidos? Estremecedor, lo sé. Sigo, que ya saben ustedes mi tendencia a la dispersión. Puede ser que incluso esperen ustedes encontrar por algún lado la palabra frisar, que como ustedes sabrán es un término que solo aparece en ese tipo de libros, pero no, nada de eso. La historia vuelve a ir sobre nuestro Atleti, ¿cómo no?

Hoy les voy a proponer un ejercicio de memoria. Les invito a recordar quiénes han sido los últimos capitanes del Atleti. Eso, eso, intenten acordarse y saquen a Antonio López del grupo por cuestiones de mercado ¿Cuántos quedan en nuestro equipo? En nuestro equipo el brazalete se ha convertido en un cartel de se vende. Un anuncio por palabras. Un distintivo que anuncia gangas en la sección de oportunidades. Antes no, no crean. Antes era una garantía. Un certificado de fidelidad a la causa. Una medalla otorgada por veteranía en la empresa.

Antiguamente, los capitanes colchoneros eran aquellos señores con bigote o con patillas de hacha que mandaban dentro y fuera del campo. Eran sobre los que se posaban las miradas cuando una decisión injusta nos perjudicaba o cuando algún central rival pisaba al habilidoso del equipo. Entonces, el capitán se cruzaba el campo a paso ligero si hacía falta, ponía su cara muy cerca de la del árbitro pidiendo explicaciones o chocaba pecho y cabeza contra el capitán contrario en una suerte de duelo de machos dominantes. Ahora no, ahora aunque cosan a patadas a un compañero, el capitán sólo se acerca trotando a la zona con la intención de lanzar la falta cobrada, posiblemente al palo del portero. Ahora, algunos se atreven a hacer bicicletas o a hacer pases con la chepa cuando juegan con nosotros sin que nadie le eche el aliento en la cara mientras le agarra por la pechera.

Hace unos años, el capitán atlético se hubiera ido a por ese compañero que a su entender no lo está dando todo y le hubiera dicho cuatro cosas o dieciséis. Las que fueran necesarias. Eran otros tiempos, tiempos en los que el brazalete parecía tatuado. Tiempos en los que los capitanes fallaban un despeje y se echaban la bronca a sí mismos con el tono de voz que le imaginamos a otro capitán, aquel Achab que perseguía a Moby Dick a través de las tormentas.




En nuestros días el brazalete pesa mucho, demasiado. Cansa llevarlo. Un capitán es elegido como tal por su asertividad, por haber desarrollado una gran empatía y por haber entrenado de igual manera la inteligencia emocional y los saques de banda en propio campo. Ya ninguno pega un puñetazo en la puerta de contrachapado de un vestuario con olor a linimento. Ahora se comunican a través de twitter y se rebajan las cejas. Acuden a inauguraciones y emiten comunicados dictados por representantes. Antes, vender a un capitán conllevaría una pañolada y un lanzamiento de almohadillas que obligaría a intervenir a los grises o a los marrones. Hoy en día, nadie sacaría un mal kleenex, aunque esté arrugado y aromatizado con mentol. Un capitán no se vende, oiga. Un capitán no se va nunca. Se retira cuando él quiere, cuando él mismo se da cuenta de que ya no puede exigirse lo que exige a los demás. Ahora el capitán pide comprensión hacia sus decisiones y no se para a pensar en lo que su figura significa.

No crean que no hay ninguna esperanza, no. Hace poco hubo un capitán de los de antes. De los que tenía el brazalete marcado a fuego. Le empujaron a irse en una suerte de Fuenteovejuna cuyo nexo de unión eran las comisiones. Aún así, desde donde esté ejerce como capitán, como el mejor representante atlético. Aunque vaya de rojo o de azul. Esta semana se ha recordado su nombre poniéndolo en el mismo saco con el último que se ha puesto el brazalete de marras. No es lo mismo. Ni de lejos.

Los capitanes ya no son intrépidos. Los capitanes no llegan a sargentos y no son de hierro. Puede que se deba a que los capitanes frisan los veinte años y no permanecen suficiente tiempo en el club. Cada uno tendrá su punto de vista, unos dirán que es culpa de los de siempre y su razón tienen, otros dirán que será cuestión de principios y de mercenarios. No les falta razón tampoco. Algunos solo sabemos, que desde que aquel del que les he hablado antes se fue, echamos de menos a los capitanes de antaño. A aquellos por los que nos subiríamos a una mesa en medio de la clase de literatura para gritar: “Oh Capitán, Mi Capitán”.

14 comentarios:

  1. No se extrañe, don Emilio.

    Todo en el Atleti está en declive. También la figura del capitán. Por eso no es de extrañar que todos se vayan.

    He escuchado todas las entrevistas que le han hecho a Cerezo y a Gil Marín y nadie le hace la pregunta clave: ¿Por qué los jugadores estrella del Atleti no quieren jugar aquí?

    Abrazos

    ResponderEliminar
  2. Don Julio, ¿ha consultado con su médico de cabecera eso de escuchar entrevistas de gente de mal vivir?

    Temo por su salud, por favor confirme que no ha sufrido usted ningún efecto secundario producido por los rocambolescos y contradictorios mensajes que se han vertido indiscriminadamente en los últimos días.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Pues por eso veo tanto la Premier y leo tanto la prensa brit (queriidooo, para vier y sabier del Alieetii.

    (ahora, ración doble)

    ResponderEliminar
  4. Hasta ahí se lo compro, Don Jugger. Pero, ¿qué me dice de su afición por la Bundesliga?

    ¿No será que echa de menos gambeteos plagados de sentimiento y duende del de Sanlucar? ¿No será (lo que sería más grave) que se ha apuntado al curso intensivo de empujar balones en la línea de gol por lo listo que es aquel de quien no queremos acordarnos pero no nos dejan los medios?

    Por favor, conteste afirmativamente a la primera pregunta, dentro de lo que cabe lo podría entender.

    ResponderEliminar
  5. Ah ... La figura del Capitán. Partiendo de la base de que en este Club el Capitán se elige a dedo por la directiva, y no porque sea el jugador más representativo de la plantilla ... Un capitán, un auténtico capitán, tiene que ser la prolongación del Mister en el terreno de juego, sea cual sea el nombre del entrenador. Un Capitán debe de ser un líder dentro y fuera del terreno de juego, no el chivato de los delincuentes. Un capitán debe de derrochar amor, coraje, entusiasmo y no venirse nunca abajo, no un puto niñato consentido que se cree el rey de Roma. Un Capitán tiene que ser el más fiel de todos, y, por eso mismo, tiene que ser el más cuidado por parte de la Directiva. El Capitán, el gtan Capitán, tiene que dar la mano al rival cuando gana y cuando pierda. Tiene que no dejar irse al vestuario a los mercenarios para ir a saludar y dar la cara ante su afición que se desplaza por esos campos de Dios.

    Ya me perdonará, Don Emilio, pero la palabra Capitán es una especie en extinción en este puto fútbol moderno que hoy se estila. A mi por Capitán de esas características ya solo me aparece mi admirado Steve Gerrard. y, por desgracia, jamás vestirá nuestra camiseta.

    Un abrazote.

    ResponderEliminar
  6. Convengo con usted en cada uno de los puntos de su intervención, si bien debo añadir (relacionado con lo que usted dice del ex-compañero de Torres) que hay una serie de valores que aquí se han perdido hace tiempo y que la premier (o al menos una buena parte de sus equipos) siguen respetando a rajatabla. El tributo a los veteranos, las simbologías de cada club, etc...que incluso se resumen en libros de estilo que se entregan a los nuevos cuando se incorporan a la disciplina de alguno de los equipos. Eso sí deberíamos copiarlo de los ingleses y no tanta tontería como las que estamos oyendo últimamente, esas cosas de entrenadores omnipotentes (última moda, como todo lo que se cuece en cierta cocina)

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. No don Tomi, no sufro de ningún mal, que yo sepa. Ya me cuido yo de que los mensajes del dúo no me afecte.

    Lo que ocurre es que me gusta saber de primera mano lo que nos quieren vender. Por eso, los escucho.

    PD: suscribo de la cruz a la raya todo lo que ha escrito don Tomi sobre lo que debe ser un capitán de un club de fútbol.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Don Julio, confieso que durante la semana pasada yo les he escuchado también. Un excelente purgante, añado.

    ResponderEliminar
  9. Yo también he pensado en esto. Sólo es una muestra más de cómo se desmorona nuestra institución, dentro y fuera del campo. Se confía en gente tan poco comprometida que en pocas fechas está fuera.
    Se dio el brazalete a Forlán, un tío que siempre está "escuchando ofertas", menos ahora que se le quiere echar (parece que le gusta llevar la contraria).
    Se le dio a Maxi en contra de mucha gente y mirad luego lo que pasó.
    Se le dio a Simao cuando en un año ya no se le quería renovar.
    Y lo último lo del Kun, que, por mucho que digan, no les ha pillado tan de sorpresa que quiera irse.
    Al fin y al cabo, dicen que acordaron abrirle la puerta en 2012.
    Un año más, un año menos...

    Un triste saludo

    ResponderEliminar
  10. ¿Qué fue primero la gallina o el huevo? ¿Se otorga el brazalete a gente tan poco comprometida o no hay manera de encontrar a nadie tan comprometido como para darle el brazalete y se le da a cualquiera?

    Yo creo que es lo segundo, llámenme pesimista. Parecía que De Gea podría ser un excelente portador en un par de años y miren....

    Un saludo Don Jose, triste e incrédulo ante lo que vemos.

    ResponderEliminar
  11. Buenas noches.

    Estoy de acuerdo con todo lo que se ha expresado aquí, respecto a todo lo que se ha dicho de los capitanes.

    ¿Cuál de los jugadores tiene la obligación de dar la cara ante la prensa? El capitán. ¿A quién quiere la prensa para hacer preguntas y que haga declaraciones? A la estrella del equipo, para vender periódicos o aumentar la audiencia. Si le doy el brazalete a la estrella del equipo aúno los dos aspectos.

    Como ya soy veterano, y si no me falla la memoria, el Barsa le dio a Cruyff el brazalete de capitán en su segundo año sin ser de los más veteranos en él. Pero, en ese caso, se trataba de un jugador experimentado y con mucho carisma y ascendencia entre sus compañeros.

    Pero no todos los equipos chacen igual que el Atleti. ¿El capitán del Madrid? Casillas, veterano y con ascendencia. ¿El del Barsa? Puyol, ídem.

    Desde que están los Giles, la mayor parte de los capitanes han sido mediáticos o moldeables (Paulo Futre entre los primeros o Tomás Reñones entre los segundos) y, últimamente, con billete de salida (Maxi, Torres, Simao, Agüero,...).

    Pero el mismo efecto se ha producido con el resto de jugadores.

    Siempre había jugadores con pundonor y "mala leche" que gritaban a los compañeros para despertarles, con carisma y mando aunque no fueran el capitán, como Simeone. Ahora sólo Ujfa pone algo de pundonor y se encara.

    Y el próximo año, ¿qué? ¿A quién le damos el brazalete? ¿A quién van a querer traspasar los mafiosos? Con las estrellas que han fichado...

    Por cierto, ¿quién se va a hacer cargo de la herencia? ¿Caparrós? No me gusta, pero con lo que le van a dejar, a lo mejor consigue que no bajemos.

    Un saludo.

    Alberto

    ResponderEliminar
  12. Básicamente, veo la bundesliga y, en particular, al equipo de los mineros, para ver si puedo meter algo de cizaña (o sea, para joder).

    ResponderEliminar
  13. Más que la herencia Don Alberto, parece que Caparrós se viene a hacer cargo de las deudas (teniendo claro que no es el más indicado para solventar las deudas de juego).

    Hace un tiempo me declaré totalmente opuesto al maketo de Utrera pero con el tiempo he ido suavizando mi postura a lo largo de un proceso evolutivo que deja al síndrome de Estocolmo a la altura de un resfriado. Sin entrar en connotaciones sentimentales (es decir, sin volver a recordar aquellas desafortunadas palabras de cuando andábamos jugando con el Racing de Ferrol) le prefiero a Manzano por conocido, a Luis Enrique por apuesta arriesgada pero no de la casa (para eso hubiera preferido a Pantic) y a Benítez por su trato a la cantera.

    Nos queda esperar.

    ResponderEliminar
  14. Don Jugger, evidentemente la bundesliga es muy entretenida (y eso que este año la he tenido muy olvidada), pero puestos a ver equipos mineros, prefiero hacerme abonado del Caudal de Mieres antes que ver con asiduidad al laureado exjugador.

    ResponderEliminar