viernes, 30 de diciembre de 2011

Alguien tiene que hacerlo

Miren que no me gusta ser portador de malas noticias. Miren que me duele como al que más venir a contar que los Reyes son los padres. Miren que siento ser yo el que les diga que ese cuñado tan antipático les levantó treinta euros haciéndoles trampas en el cinquillo postcena de Nochebuena. Lo siento, de verdad. Me gustaría no ser un pájaro de mal agüero. Me gustaría hacer borrón y cuenta nueva sin mirar alrededor, sin detectar cómo la miseria se amontona en las orillas por las que discurre el cauce de nuestro equipo. Me encantaría sentir los efectos de la anestesia y gritar eso de “Ole, ole, ole…Cholo Simeone” pensando que se acabaron los problemas. Pagaría por ser capaz de mirar a los puestos Champions o de Europa League en vez de sentir en la nuca el gélido aliento de los puestos de descenso. Me seduciría la idea de dejar de leer artículos tan pesimistas. Dormiría infinitamente mejor si pensara que a partir de hoy, los jugadores saldrán a ganar en todos los campos y a correr como nunca antes han corrido. “¿De verdad era tan fácil? ¿Por qué no habrán traído al Cholo antes?”, se preguntan algunos que concluyen sin haber visto llaga donde meter el dedo.

Conste que pienso que el cambio de Manzano era absolutamente necesario y de que Simeone, a pesar de su condición de incógnita por despejar, aúna varias cualidades que le dotan de notables ventajas de antemano. Además, sabe transmitir el mensaje. Sabe decir lo que se quiere oír, conoce las teclas a tocar. Siempre lo ha sabido hacer. Igual cuando jugaba que ahora que sienta sus posaderas en sillas de oficina. Entiendo cierto grado de ilusión que trae el argentino debajo del brazo y a la que muchos necesitan agarrarse de manera desesperada en el recurrente ejercicio de supervivencia anual. Comprendo esa búsqueda de una identidad perdida, de ese orgullo que tenemos casi olvidado en algún bolsillo de un pantalón que hace tiempo no nos ponemos. Lo comprendo casi todo, en serio.



No comprendo, en cambio, la falta de memoria. No comprendo que los árboles recién plantados con el nuevo técnico impidan ver el pútrido bosque que se extiende en la periferia. No asumo nuevas ventas en invierno. No puedo compartir ese afán de reforzar a un rival, directo aunque nos pese, regalándole a un jugador que seguramente merezca salir pero no a cualquier precio y destino. No alcanzo a ver qué pasa con esa cantera que iba a ser piedra angular. No puedo dar consuelo a Koke, ni a Pulido, ni a Joel. No soy capaz de mirar a los ojos a los alevines tras su brillante victoria de ayer y asegurarles que tendrán un hueco en el equipo cuando se hagan unos hombres. No sabré explicar el por qué de que les cierre el paso en el futuro plantel un mozalbete portugués representado por un fondo de inversión. No tengo ni pajolera idea si para ir a la Peineta tendremos que sacarnos el abono transportes B1. No estoy convencido de que Fran Mérida no valga para el equipo. No sé si el contrato de Indy es sólo para las primeras partes, porque si se quedara después del descanso, habría que pagarle horas extras al precio estipulado en el convenio de mascotas de peluche. No sé qué parte de la anatomía de Falcao nos pertenece realmente ni si Pizzi se convertirá en calabaza a las doce de la noche del día 31, una vez acabe el plazo para su opción de compra. Echo en falta más voces críticas, aunque los batacazos recurrentes hayan hecho aflorar alguna que otra que hasta ahora guardaba un silencio investido de complicidad. No sabemos, sobre todo, por qué ellos siguen ahí. No salen ni por acción de la justicia, ni de hacienda, ni de la audiencia de Gran hermano. Y no hay manera de entenderlo. Bueno, ahora que lo pienso, sí. Eso es de las pocas cosas que comprendemos perfectamente. 

3 comentarios:

  1. Este post está más en la línea que yo esperaba. A ver lo que dura el "efecto Simeone" (Espero que mucho), pero que el truco de los espejuelos y los decorados de cartón piedra no os hagan perder la visión de lo que hay detrás, que es un grupo de personas llevándoselo calentiro cueste lo que cueste, moviendo jugadores, que es lo que da dinero, sin tener en cuenta las necesidades presentes y futuras del club. Eso contagia a los jugadores (había escrito profesionales pero me lo he pensado mejor), que no se comprometen porque saben que no están en una posible estación término donde crecer y asentarse, sino en un sitio de paso de donde saldrán en breve.

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  2. Hala, ya está el señor liberado sindical contento...

    ¡Qué paciencia hay que tener para soportar las veleidades del público! ¡Qué duro es ser creador de opinión! ¡Que poco reconocimiento se ha hecho al señor al que se le ocurrió envasar uvas en paquetes de doce sin su piel ni sin sus pipos!

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  3. emilio que tal compañero de 6cero? no he encontrado la manera de contactar contigo por privado, estás interesado en un intercambio? mi web es http://todoelfutboleuropeo.blogspot.com un saludo y contestame al correo!

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