domingo, 20 de marzo de 2011

Rutinas

(Segunda entrega de las aventuras de los protagonistas del anterior derby, sí, sí, los de la Plataforma)
Aprovechando la entrada triunfal de la primavera, Zacarías y Saturnina se acercaron paseando hacia el restaurante. Ésta vez iban a cambiar las rutinas de los días de derby, a ver si así el final era distinto. Hoy no habría cabida para las sobremesas en casa, las siestas sin pegar ojo por los nervios y el bocadillo de tortilla con pimientos. Hoy irían los dos al fútbol. A ver si entre los dos hacían la fuerza suficiente para cambiar la racha. Esa racha que mantenía a su hijo aislado en el Atlántico Norte por una cabezonería.
Miraron el menú, pero decidieron comer de carta sabedores de que los precios de los menús de fin de semana experimentan un crecimiento geométrico al ser multiplicados por una constante de parecida magnitud a la que nos deja con los pies pegados al suelo, ésa que nos atrae hacia el batacazo de manera inexorable cuando resbala la pata de la escalera a la que nos encaramamos para colgar la foto del nuevo sobrino.
– ¿Qué pedimos? ¿Primero y segundo o algo para picar y un segundo? –se decidió por fin Saturnina a plantear la pregunta del millón que debe formularse en toda comida fuera de casa.
– Mejor primero y segundo, ¿vale? –propuso el homenajeado padre de familia dispuesto a cambiar rutinas pero no hasta el punto de renunciar a un plato de cuchara.
Él pidió sopa castellana, ella ensalada tras un encendido debate sobre en qué momento una menestra pasa a ser panaché de verduras. Después, cochinillo para los dos y una botella de crianza. Así daba gusto, comida casera pero bien hecha. Nada que ver con esos nuevos sitios en los que camareros de camisa negra brillante ejercen de traductores de platos definidos por cinco o seis palabras. Sitios en los que la ensalada en vez de ser fresca es tibia. Eso no era para ellos. También tomaron el primer helado de la temporada, café y un pacharán para cada uno, que no era día para volver a la infelicidad que emana de los descafeinados de sobre, las sacarinas y las cervezas sin alcohol.
Tras una larga sobremesa se acercaron a la sala de baile. Allí, danzaron durante dos horas casi todas las piezas sin pensar en dolores de espalda y antiinflamatorios. Allí, Zacarías le dijo a su mujer lo guapa que estaba con la blusa nueva, ella devolvió el cumplido reconociendo lo bien que le seguía quedando el traje pese a los demasiados años de uso. Zacarías se arregló satisfecho el nudo de la corbata y pasó inconscientemente el dedo por la solapa en la que brillaba la insignia del Atleti. La que siempre se ponía en días de partido. La que compró con unos ahorrillos. A pesar de los años que llevaba de socio, él se la tuvo que comprar, no como otros. Quizás por no tener apellidos complicados. Quizás por no ser político. Quizás por no ser de ese otro equipo de la ciudad.
Salieron a la calle agotados pero felices y enfilaron el camino del estadio. Iban despacio, tenían tiempo de sobra. Se demoraban más de la cuenta ante cada escaparate, sorprendidos por estos tiempos de liquidación y saldo.
– Tenemos que repetirlo más a menudo, ¿eh? –dijo ilusionada ella.
– Sí –admitió él–. Hay que hacer algo diferente de vez en cuando.

Nuestros protagonistas se acomodaron en sus asientos y pasearon la vista por el menú que ofrecía la noche: De primero, un equipo conocido que repetía alineación. De segundo, una afición rebozada de ilusión que nunca falla, que nunca necesita disfrazar con salsa una posible falta de frescura. De postre, el palco. ¡Qué les voy a contar yo del palco que no sepan ustedes! El reputado productor cinematográfico dice que está deseando que termine la temporada, que se le está haciendo larga. El problema es que después de ésta, vendrá otra de panga a precio de rodaballo salvaje. Y sí, a la afición también se le está haciendo larga, pero es una más de las veintitantas de mediocridad que llevamos soportando. Eso sí que se nos hace largo.
Como seguro que ustedes ya habrán oído y leído muchos análisis postpartido de sesudos expertos, permítanme centrar mis reflexiones en solo unos pocos de los protagonistas.
El novio de Sara Carbonero: Probablemente el único del equipo rival que admitiríamos en nuestra mesa a la hora de comer. Probablemente el más desequilibrante en el partido de ayer. Un portero que ayer apartó de los focos a ese luso que padece síndrome de piernas inquietas. Grandes intervenciones teñidas de normalidad. Comida casera, sin artificios. A su lado, un equipo que ha hecho de la crispación y la villanía sus señas de identidad. Muchos nos preguntamos cómo es posible que un equipo con una superioridad técnica evidente encare el partido con mucha más agresividad que el nuestro. Cómo es posible que en los primeros minutos el jugador que luce el número diez en un desprecio claro de las tradiciones y la historia del fútbol haga más faltas que todo nuestro equipo en la primera parte. Cómo es posible que el maitre y juez de la contienda lo deje sin castigo. Mención aparte merece también un centrocampista excompañero de Torres en Liverpool, un jugador que antes nos caía bien pero que ahora ha interiorizado la grandeza del club que le paga y lo expresa a base de repartir señorío en las espinillas de los rivales. Se quejaba durante la semana ese hombre del Renacimiento que es el hermano de René Ramos de que a los campeones del mundo de su equipo no se los quiere como a los del otro equipo candidato, que será un problema de envidia. Y nosotros, que ya no somos candidatos desde hace tiempo por obra y gracia de nuestros dirigentes, pero sí tenemos memoria, intentamos recordar sin éxito un encuentro en el que otros jugadores a los que se suele aplaudir hayan medido las tibias de los rivales como lo ha hecho el de Tolosa en los últimos partidos que hemos jugado contra el equipo del ser superior. Será la envidia.
Kun Agüero: Ayer (y van…), volvió a intentarlo todo. Fue el que creyó, el que metió algo de miedo en el rival. Fue el entrante, fue el plato principal y la tarta helada. Fue el camarero de Vacaciones en el Mar, dando servicio él solo a todo un barco. Fue el que salió perdedor en varios mano a mano con el personaje del anterior párrafo. Fue en el que cada vez más se detecta la desesperación por no ser acompañado. Fue el que esperaba algo más de sus compañeros de turno, perezosos anoche a la hora de servir mesas. Fue el que bajó la mirada al suelo cuando se constató que la defensa tomaba forma de ensalada tibia sobre lecho de dudas. Fue el que lucha contra lo light, el que quiere poner sobre y medio de azúcar en el café. El que no se preocupa de ácidos úricos y transaminasas, en el que empieza y acaba todo. El que tiene que ocuparse de doblar los manteles y de echar la sal al guiso. Y se le ve cansado, no sólo físicamente. Muchos parroquianos piensan que está llegando al mismo nivel de hartura al que llegó en su día el Niño. Muchos piensan que ese hartazgo más el empujón que el palco dará en un nuevo intento de recaudar fondos dedicados a la adquisición de insignias que imponer a simpatizantes de rivales, pueden precipitar su salida este verano. Será una pena. Será como comerse un pescado hervido sin sal mientras te llega el aroma del buey a la piedra de la mesa de al lado. Será que debería habérsele rodeado de otros ingredientes. Será que no cuela más eso de llamar emulsión de hortalizas seleccionadas al aroma de vinagre y fruto del olivo a un simple gazpacho.
Saturnina y Zacarías enfilaron la cuesta de su casa con una enorme luna de silenciosa acompañante. Caminaban despacio, en parte por el cansancio del largo día y en parte por la derrota. A partir de mañana deberían volver a las verduras rehogadas y al pollo a la plancha, a las rutinas. Ésas rutinas que el equipo de sus amores no había sido capaz de abandonar. Aún así, caminaban cogidos de la mano. Como uno solo. Tristes pero acompañados. Como siempre lo habían estado desde hace ya tantos años. Al llegar a la puerta de casa, Zacarías intuyó que algo no iba como debía. El felpudo estaba movido y la puerta estaba cerrada sin las dos vueltas de llave que él metódicamente siempre daba. Se adentraron en el pasillo con prevención y vieron la luz encendida en el cuarto de su hijo. Se asomaron con el corazón latiendo muy fuerte, con ese latido familiar que años atrás notaban regularmente en sus visitas al Calderón pero que ahora se presentaba casi como un desconocido. Y allí estaba su hijo, el que trabajaba en la plataforma. Había vuelto para quedarse olvidando apuestas ridículas.
– Sí –dijo Zacarías hijo–. Hay que hacer algo diferente de vez en cuando.

13 comentarios:

  1. Bonito.No ganó su equipo,pero esos padres sí ganaron su derby.

    Quizá nosotros(la afición)también podríamos ganar el nuestro,si también fuésemos capaces de hacer algo diferente.Quizás,si desde la grada,en vez de cantar el Pipi L. e insultar a los rivales,volcásemos esa energía en el adversario real,se podría ganar ese derby.

    Y no tengo niguna duda que,de ganar ese,luego vendrían muchos más,de los otros.

    Tristes y decepcionados,aunque no sorprendidos,saludos.

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  2. Emilio, me has dejado sin habla. De verdad, un artículo de enmarcar. Gracias, sigue así aunque hagas algo diferente de vez en cuando.

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  3. Sí Don Charly, probablemente el sábado hubiera sido una gran ocasión para seguir expresando con más fuerza la oposición a los dirigentes, pero los días de derby son raros en todos los sentidos. Un claro ejemplo de árbol que no nos deja ver el bosque tenebroso en el que nos movemos.

    Don Quique, gracias por sus palabras (seguramente inmerecidas, por otra parte).

    Por cierto, pregunta de nota por si alguien ha tenido la tentación de pasar de puntillas sobre ello...¿alguien tiene puñetera idea de la diferencia entre menestra y panaché? Años llevo sin respuesta, no les digo más.

    Un abrazo

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  4. Cambiar, las rutinas, como Zacarías y Saturnina. Eso fue lo que hicieron muchos de los atléticos el día del partido, a ver si así. Pero, fue que no.

    Cómo usted dice, sólo el Kun estuvo a buen nivel, es verdad que no muy acertado en determinados momentos, pero por lo menos no se le puede achacar que no lo intentara.

    También salvaría a Suárez y sobre todo a Koke, que le dio otro aire al centro del campo en la segunda parte.

    Don Emilio, gracias por su crónicas.

    Un abrazo.

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  5. Don Julio, está claro que el gafe es el del pelazo. Ésa es la triste rutina que hay que sacudirse de encima lo antes posible.

    Gracias a usted por pasarse por aquí.

    Un abrazo.

    PD...sigo esperando expectante al tema panaché-menestra, aviso

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  6. Vamos a lo importante: Creo que una menestra pasa a ser panaché cuando se incluyen verduras flatulentas como son la coliflor y el broccoli.
    Por otro lado: Real Betis balompié líder de segunda...A pesar de todo y gracias al arbitro (Como debe ser).

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  7. Yo no puedo ayudarle con la diferencia entre el panaché y la menestra, pues siempre fui de la opinión de que lo verde es para el ganado. Lo que sí haré será quitarme el sombrero ante ese matrimonio que a pesar de todo, sigue unido. Pues si no estuviésemos unidos, ¿qué nos quedaría?
    Y sí, yo también pienso que el tolosarra se ha vuelto del club de la tibia floja.

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  8. Don Pitufo, hay una teoría bastante extendida que glosa sobre la posibilidad de que la menestra admita taco de jamón e incluso pollo, pero no había oído nada de hortalizas que provocaran meteorismo. ¡Pruebas! ¡Necesito pruebas!

    Don Jorge, le pasa a usted lo mismo que a sus Sixers, es cosa de juventud lo de no utilizar la vaporera. Pregúntele a Elton Brand si él no está cerca de hacerse vegano.

    Gracias por participar a todos.

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  9. Bueno...Según el oraculo de delfos (Google).Adjunto una pequeña entradilla:
    "De cada cocción, sacamos las hortalizas y las disponemos en una bandeja de horno, poniendo por encima una lasca de mantequilla o un chorrito de aceite de oliva, pero no demasiado potente. Esta es una de las principales diferencias entre el panaché y la menestra, que en esta última todo se puede servir más o menos revuelto, pero en el panaché todo debe ir ordenado por colores y sabores."
    del siguiente enlace:
    http://www.enciclopediadegastronomia.es/recetas/platos-de-entrada/recetas-de-verduras-y-hortalizas/panache-de-verduras.html?pag=2

    Parece ser que la diferencia es puramente estética y no tiene nada que ver con la preparación ni con los componentes...(Tocate los pínfanos)
    ...y eso no es todo...Según la wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Panache), panache también se conoce como radler y es....una cerveza con limón!!!! o sea, una clara de toda la vida!!!! Dios mío...el apocalipsis se acerca.

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  10. ¡Verduras ordenadas por colores! ¡Lascas de mantequilla! ¡Claras con limón con nombre austríaco! Efectivamente no se queda usted corto Don Pitufo, bajo urgentemente al colmado para realizar una batería de compras nerviosas, dentro de nada veremos un cordero de dos cabezas o a Cerezo produciendo una película de autor.

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  11. Clemente Villaverde: "Lideramos la audiencia en Tailandia"...eso explica todo. Y nosotros, descreídos ateos que pensábamos que lo importante era lo deportivo.

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  12. No tiene ud. visión de futuro,D.Emilio.Se trata de una siembra,para en un futuro cercano,obtener una cosecha fabulosa.

    De todos en bien conocido,que dada la potencia económica del tal país asiático,los ingresos televisivos que nos proporcionarán las tvs. tailandesas dejarán en anécdotas los ingresos de los 2 innombrables.

    Ya verá,ya.En un par de años seremos la envidia de la flor y nata del fútbol europeo.Ay!,esa visión comercial.

    Un abrazo.

    PD: Cambiando de tercio.¿Qué opina de lo de Jokin?

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  13. Tiene usted razón Don Charly, ¡qué cortedad de miras la mía! Con esta mentalidad de pobres que gastamos no me extraña que la gerencia se sienta incomprendida.

    ¿Jokin? No le perdono sus palabras sobre el Atleti en el primer año en el infierno. Dicho esto, el entrenador vasco-utrerano maketo no es de los que más me disgusta, por lo menos apuesta claramente por la cantera (no como Quiquín) y no consta que se le haya escapado ningún vestuario hasta ahora (gran reto aquí).

    No obstante, para mí el elemento diferencial de su fichaje es la posibilidad de incluir en la negociación que Cristobal Soria venga en el pack, que veo mucha relajación en los recogepelotas colchoneros.

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