jueves, 2 de diciembre de 2010

Sobreprotección (o primera entrega de la saga ¡Qué mayores somos!)

Todavía me dura la inquietud, se lo juro. Imagínense ustedes que salen de casa como cualquier tarde para tomar el fresco y se encuentran a la niña de los del tercero izquierda vestida como el operario que arregla las fisuras del reactor nuclear de Vandellos 1. Pues pasa lo que pasa, como uno es de naturaleza pesimista y se deja llevar fácilmente por el pánico, empezó a imaginarse que los malignos lugartenientes de Kim Jong-Il habían errado los cálculos en sus últimos ensayos nucleares preventivos y, por tanto, en vez del Mar Amarillo la zona bombardeada había sido el distrito de Ciudad Lineal.

Rápidamente, encaminé mis pasos a la tienda de los chinos más cercana para comprar los artículos indispensables para estar bien alimentado según cualquier guía de supervivencia: garrafas de agua, arroz y harina. Por cierto, ¿se han parado ustedes a pensar en que no siendo suficiente con ser atacado y pasar 3 años encerrado en un bunker, la dieta de supervivencia te obliga a pasar un estreñimiento feroz?, alguien podía poner kiwis en la lista de compras para desastres nucleares, vamos digo yo. Y yendo más allá ¿qué sentido tiene comprar tanta harina? ¿Acaso será que en esas condiciones de cautiverio y ante la amenaza de la lluvia ácida te da por rebozar todo o por hacer tempura de arroz?, ¿te pide el cuerpo hacer una piñata con globos de agua y harina para el cumpleaños de la suegra mientras visualizas un futuro en el que la extinción del cerdo ibérico te hará comer hormigas y cucarachas?

En todo esto pensaba mientras volvía acelerado del colmado oriental cuando vi a la niña en el parque con su padre, y ¿saben a lo que se dedicaban? A aprender a patinar….

-¿Qué pasa vecino? Aquí me ve, con la niña que se ha empeñado en patinar como Hannah Montana –dijo a modo de saludo el progenitor, de arriba a abajo ataviado de marca Domyos (¡cuánto daño ha hecho el Decathlon a la cultura española!)
-¡Ah! Muy bien, pero ¿no cree usted que va un poquito excesivamente protegida para patinar? –apunté con delicadeza.
-Quite, quite, no sabe usted la de mozalbetes que, al aprender a patinar o montar en bici se golpean en el occipital provocando problemas neurológicos que, si no son irreversibles, pueden provocar secuelas insospechadas –explicó mientras echaba a correr detrás de su hija, batiendo en la carrera el record del barrio de los 200 metros a salida lanzada.

Los que tenemos ya una edad, los que nos hemos criado estigmatizados por la muerte de Chanquete, aprendíamos a montar en bici tirándonos por una cuesta con un 15% de desnivel y con una bicicross BH con tendencia a sufrir salidas de cadena.

-Papá, que ya sé montar en bici –anunciabas orgulloso a tu padre mientras luchabas denodadamente por no sufrir un shock hipovolémico ante la pérdida de sangre a través de codos y rodillas.
-Muy bien Emilín, sigue así hijo pero no molestes…Y ahora, ¡las cuarenta en bastos!, ¡estos no nos duran a nosotros, Serafín! –respondía tu padre conteniendo a duras penas la emoción ante el progreso de su retoño.

Y es que los padres de antes sólo se ponían chándal Adidas azul marino con ribetes blancos ante acontecimientos de más calado, como unas semifinales del campeonato de petanca de la escalera o un partido de dobles mixtos con los cuñados de Palencia, esos que no te caen muy bien, posición ésta que contrasta con la del padre moderno, preparado para el ejercicio anaeróbico en cualquier circunstancia ante la más mínima insinuación de sus polluelos, lo que provoca escenas chocantes para los nacidos en los setenta.

-Jonathan, ¿te has cansado ya de tirar el balón lejos para que papi vaya a por él? –pregunta el padre solícito
-Roberto, no presiones al niño,  a ver si además del déficit de atención que tiene por tu culpa, vas a minar su confianza y tenemos que volver a la psicóloga para que le reafirme –añade la madre, porque madre no hay más que una.

Pues bien, mientras todo esto sucedía pasó por mi lado un simpático jubilado que expresó en voz alta el pensamiento más coherente de todo el relato:

      -¡Están “apollardaos”, los niños y los padres!

Queridos amigos, sirva este rollo para intentar endulzar el sabor amargo que tendrán tras el  esperpento que ayer nos vimos obligados a sufrir en el partido más importante que nuestro equipo afrontaba en la fase de grupos de la UropaLij. Sí, esa competición que el año pasado se ganó en Hamburgo a un equipo con tanta historia detrás como el Fulham y que sirvió para barrer bajo la alfombra del triunfo todas las miserias que el personal lleva soportando desde hace (demasiado) tiempo. El caso es que perdimos con el Aris de Salónica, y algún nostálgico aficionado a la canasta que no haya visto el encuentro pensará que si hemos perdido con ellos será porque se presentaron con Gallis y Yannakis, que no, que no, que esto es fútbol (aunque no lo parezca) y el Aris rindió visita con estrellas del calibre de Javito, Koke, Michel, etc..., nombres que sugieren alineaciones de equipo que juega en campos de tierra y que, sobre el papel, poco o nada podrían inquietar a una plantilla como la nuestra llena de botas de oro, eternas promesas o internacionales en más de 50 ocasiones con sus selecciones. No creo que merezca la pena cebarse hoy por lo calientes que estamos todos, tampoco conviene personalizar ni señalar porque eso ya se ha hecho infinidad de veces, sólo sé que muchas veces siento envidia de equipos llenos de Javitos y Kokes, equipos cuyas camisetas parecen eternamente manchadas de barro, equipos con jugadores llenos de heridas en rodillas y codos como niños que aprenden a montar en bici. Equipos con entrenadores que en el descanso hacen gárgaras con limón y miel como consecuencia del maltrato al que han sometido a su garganta, equipos con directivos que…bueno, cualquier tipo de directivo que no fueran estos me valdría.
Y nosotros como aficionados, ¿qué pasa con nosotros? Pues que también tenemos culpa, por consentir y por bajar el nivel de exigencia a mínimos que ni la Bolsa española, pero esto será motivo de otra entrada más adelante.
Con estas sensaciones que ayer muchos teníamos, no es de extrañar que poco antes de terminar el partido se levantara un aficionado veterano del primer anfiteatro para gritar a quién quisiera escucharle:

       -Estamos “apollardaos”, los jugadores y los aficionados.

Fue la única vez que aplaudí durante la noche.

10 comentarios:

  1. Se puede decir más alto pero no más claro tras el ridículo de ayer ... Porque vamos, ponerse al final del encuentro a gritar ATLETTI, ATLEEETIII para lograr un empate frente a esta peña ... En fin. Con lo que fuimos ...

    Un abrazo, compi.

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  2. Oiga usted, señor Emilio: Lo de la "extinción del cerdo ibérico" no se dice ni en broma.

    Pero al menos, de su excelente artículo, deduzco que no soy un padre moderno. Menos mal. Y tampoco un aficionado moderno, líbrenos El Señor ...

    ... Aunque justamente ayer, miren ustedes por donde, opino que estaba algo justificado el apoyo, porque la diferencia entre un punto y cero puntos nuestros, y sobre todo que estos honrados griegos (es un decir, con esos nombres que se gastan) no se hubiesen llevado los tres, era abismal.

    Como para llevar en hombros al autor del homérico gol, no les digo más, aunque al llegar a la banda le hubiésemos lanzado al vacío, con un "anda, quítateme de encima, desgraciao".

    Pero vamos ... que es opinión puntual, ¿eh?. El apollardamiento generalizado es innegable, y no sólo no lo discuto, sino que habitualmente bramo.

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  3. Pensándolo mejor Don Fran, la capacidad de adaptación del cerdo seguro que le proporcionaría opciones de sobrevivir (piensen ustedes los ejemplos que quieran en todos los órdenes de la vida).

    Ya sabe que yo no soy partidario de, a mi juicio, perjudicar al equipo con manifestaciones de repulsa durante el partido, pero, en parte dejándome convencer por conocidos, estoy empezando a pensar en cómo poder demostrar que la capacidad de tragar sin límite tiene un idem ya que está claro que concentraciones en la puerta X y marchas desde Pirámides no surten efecto.

    Dicho esto, el que cada vez me carga más es QSF, ayer se permite el lujo de decir que pidió a los jugadores que no tocaran el balón que no estaba el partido para tonterias. Se le ve la patita cada vez más, a él lo que le gustaría es entrenar al Norwich City, que como el juego directo no hay nada, oiga.

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  4. Cada décima de segundo que pasa, Don Emilio, tengo más claro que QSF es un Valdanito de la vida; uno de esos que funcionan un tiempo, y de repente se va todo a hacer puñetas, sin que sepa uno muy bien, ni cómo, ni por qué.

    A lo mejor es que se le agota el discurso, o que los jugadores le conocen y, tras el decorado no hay nada ... yo que sé; pero éste tipo lo tenía todo a favor: los títulos, la opinión general ... y no he visto en mi vida a un técnico, dilapidarlo todo tan rápidamente.

    Y mira que tengo ganas de equivocarme con él. El año pasado, a estas alturas, pensaba que no es más que un vendedor de alfombras, estaba hasta las narices de él y de su discursito del "enfermito" y, sin embargo ... Ojalá. Lo dudo, pero ojalá.

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  5. El problema, Don Fran, es qué puede venir en vez de QSF, ¿otra moneda al aire? ¿Juande Ramos? ¿Héctor Nuñez?

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  6. O mejor Luis Cid Carriega, Don Emilio, que merece una segunda oportunidad por ser de Allariz, uno de los pueblos más bonitos del Mundo, que está al ladito de mi zona de procedencia.

    No ... yo tampoco lo veo, e incluso no lo deseo. Como siempre sucede, pedir el cese de un entrenador atlético, es imaginar al dúo sacapuntas, o al vividor valenciano, anunciándolo y luego explicándolo.

    Deseo que QSF, o el equipo, o los dos, o la providencia, o lo que sea; le hagan salir de esta situación. El 3 de diciembre de 2.009, no hubiese apostado ni un céntimo por él ... claro que entonces no venía de la situación ideal de la que viene ahora, que ha dilapidado. He ahí mi decepción.

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  7. Su decepción es la misma que tenemos todos, pero esperemos que sólo sea una enajenación prenavideño-panderetera que se recuerde como un bache en la temporada (que cuesta la eliminación en la EL, por otra parte)

    Efectivamente, hay que dar oportunidades a las promesas de los banquillos, también debería sondearse a Manolo Cardo o a Felipe Mesones para buscar un giro, no sólo futbolístico, sino estilístico además con tipos no demasiado amigos de jerseys demasiado ajustados.

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  8. Reconozco que, después de escuchar sus declaraciones sobre Domínguez ("Respecto a Domínguez hay poco que decir. Que lo desbloqueen los que le cuidan, porque hemos encontrado un jugador bloqueado") me siento un poco nenaza, leyendo mis buenos deseos.

    QSF es quien es. El que cambia a Cedric en el mn. 20 del día de su debut y no le vuelve a convocar, el que se cepilla a Raúl García en cuanto tiene un fallo, el que ya cambió a Domínguez en aquél primer tiempo de Villarreal ... el que sin embargo tiene un historial incólume con un grupo de jugadores con quienes no se atreve, ni se atreverá.

    El bloqueado no es él. Ni Ujfa, Perea, Godín, De Gea ... No, no. El bloqueado es un canterano que ha jugado uno de los últimos seis partidos. Qué miserable y qué cobarde.

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  9. Yo estoy muy decepcionado con Quique. Cuando uno piensa en lo que tiene que hacer un entrenador durante un partido, a mi me viene a la mente "saber leer el partido".
    Está muy bien "ir a muerte" con tu sistema, pero a mi me gusta mucho la capacidad de adaptación.
    No todos los partidos discurren por donde nosotros queremos y, justo ahí, es donde los grandes entrenadores hacen cambios en su sistema de juego.
    Quique no cambia nada tácticamente. ¿Y los cambios de jugadores? Tarde y mal hechos.
    En fin, yo no creo que la solución sea cambiar de entrenador a mitad de temporada, sino hacer ver a Quique que tiene la posibilidad de cambiar su sistema de juego, que por cierto, es el mismo sistema que han aplicado otros entrenadores, desde hace más de cinco años.

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  10. Platón, efectivamente QSF no tiene plan B, ni C, ni Z.
    Hay opiniones que dicen que es un gran entrenador durante la semana, pero a mí ni eso me convence.

    Su manera de gestionar los, a mi juicio, mínimos problemas de vestuario no es modélica. Como bien apunta Don Fran, el rasero con el que mide a sus jugadores no es el mismo (¿palos a Dominguez y flores a Forlán?, la lógica marca que debiera ser al revés).

    Lo del cambio de entrenador a mitad de temporada no suele funcionar estadísticamente, pero ¿y si el año pasado no hubiera venido Quique? ¿Hubiéramos mirado de cerca el descenso? Nunca lo sabremos, pero llega un momento (aunque creo que todavía es precipitado) en que no hay que quedarse con lo malo conocido.

    ¡Ah, se me olvidaba! Bienvenido Platón, siéntete en tu casa.

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