viernes, 4 de noviembre de 2011

Italianizarse o no italianizarse (he ahí la cuestión)

– Básicamente, las cosas empezaron a torcerse desde el primer momento. Lo más normal es pasar el año malcomiendo, bebiendo como descosidos y conociendo a gente de diferentes culturas, credos y etnias en sentido más bien bíblico –expuso sin prestar demasiada atención a las caras de sus progenitores Toribia, la mayor de los hermanos mellizos al nacer tres minutos después–. Él, desde que llegó aquí empezó a desviar el presupuesto de la bebida a la compra de ropa de diseño. Solo vive para ir al mercado y traer diferentes variedades de mozzarella de búfala con denominación de origen o de salami especiado. Además está lo de los gestos con las manos.

– ¿Qué pasa con los gestos? –preguntaron al unísono los padres.

– Pues que abusa de ellos. Desde que llegamos parece que tiene un tic. No para de mover las manos. Es como un kárate kid acelerado. Lo exagera tanto que un día vamos a tener un disgusto. Con deciros que el lunes pasado le soltó sin querer una soberana ostia al cartero explicándole que a él el jamón ibérico no le llena, que donde esté el prosciutto…

Los padres se dieron cuenta de la gravedad de la situación. Lo que iba a ser un año de Erasmus en las distendidas condiciones que su hija acababa de describir más arriba había desembocado en un cambio tan profundo en su hijo el pequeño (por solo tres minutos de diferencia) que se habían visto obligados a personarse en el piso que ellos estaban sufragando en Milán para sus retoños con toda la urgencia posible.

– Si no me creéis, pasad…pasad a su cuarto

La realidad de lo que vieron les abofeteó con dureza. Discos desperdigados de Umberto Tozzi, de Nicola di Bari y de Sergio Dalma, ése napolitano de Sabadell. Cuadernos atestados con cantidades y proporciones con las que elaborar una pasta fresca que se pegue en el paladar durante dos segundos exactos, ni más ni menos. Un armario repleto de blazers cruzados, camisetas de rayas livianas y casuales y jerseys finitos en todos los colores pastel imaginables. Miraran donde miraran, la estancia destilaba una transalpinidad excesiva.

El sonido de la puerta les sacó de su enfrascamiento. Abandonaron el cuarto con sigilo y salieron al salón disimulando su procedencia.

– Ciao. Mamma, che cosa stai facendo qui? –exclamó Prudencio, al que ahora conocían por Enzo en su círculo.

– ¡Ay, hijo mío! ¡Qué alegría! –decía su madre mientras lo abrazaba zambulléndose en un exceso de varonil fragancia, fresca, pero cargante a la vez.

–Perché siete venuti? –siguió preguntando Prudencio-Enzo gesticulando sin parar mientras su madre le aplicaba una llave de judo al cuello para poder seguir besando las mejillas de su hijo con velocidad de metralleta.

Don Romualdo, el padre de familia, contempló la bucólica estampa de amor materno filial, recordó las actividades a las que su hija se confesaba entregada, sopesó el precio del metro cuadrado en el centro de la capital lombarda, calibró la cantidad de gomina que su hijo portaba en el pelo y calculó la posibilidad de reengancharse al ERE anticipado de su empresa al que había renunciado para poder costear la italianización de su familia a base de mandar a los niños allende los Apeninos. Fue un segundo solo de clarividencia. Un segundo que le hizo crecerse:

– Se acabaron las gilipolleces…Mañana, todos de vuelta a Albacete.



Se presentaba en el Calderón el más italianizado de los equipos italianos para disputar el liderato del grupo de la Europa League que nos ha tocado en suerte. Un equipo que en el partido de ida nos ganó a la manera de la tierra, sin acabar de merecerlo demasiado, pero tampoco demasiado poco. No sabíamos tampoco qué Atleti nos íbamos a encontrar, aunque el rival y la capacidad de mimetismo de los rojiblancos vaticinaban a ese Atleti itálico que aplaude el cerocerismo como un hito del buen hacer defensivo.

Lo que sí sabíamos es que nuestros dos últimos Erasmus no serían de la partida inicial. Me refiero a los dos estudiantes a los que mandamos a Portugal para que se hicieran unos hombretones: Salvio y Reyes. Ambos estudiantes de intercambio aprovecharon de manera desigual su estancia en tierras lusas: Uno, ha vuelto con una mayor lozanía, aspecto este atribuible al tratamiento que del bacalao se hace en esas tierras, pero con los mismos hombros cargados. Otro, conoció al primo de Rosariyo durante su periplo, con todo lo que ello conlleva. Uno, parece confirmar el diagnóstico de irrelevante que le colgamos desde que le vimos. Otro, confirma día a día la impresión de que en el fútbol, como en la vida, lo más importante es utilizar la cabeza para algo más que para peinar balones en el primer palo. Ésta vez Reyes se quedaba fuera por gripe. Tal vez por haberse resfriado al echar de menos la manta que le abrigaba la temporada pasada contra viento y marea. La manta (más bien, el manta) azul de cuello pico. Mala pinta tiene lo de Reyes, no por sus méritos, innegables en esta temporada para sacar entrada de preferencia en la grada, sino por la decisión que en algún momento habrá que tomar sobre su futuro.

Salió el Udinese al campo y, al contrario que el protagonista de nuestra historia, se desitalianizó de golpe. No queda claro si fue por la climatología, por la capacidad del Atleti o por la preocupación que últimamente sufre el ciudadano del país de la bota por la calificación de su deuda, pero el Udinese fue de todo menos un equipo aguerrido, con un medio del campo mordedor, defensas expeditivos y delantero luchador. Y digo bien lo de delantero, pues deben saber ustedes que el fútbol italiano es el inventor de nuestra queridísima figura: el mediapunta. Sí, sí, arqueólogos de reputación intachable han encontrado vestigios de la presencia de mediapuntas (o trescuartistas, como dicen allí) a lo largo de toda la península itálica. Hecho este que explica a las claras el por qué de la crisis del fútbol azzurro y la no afluencia de aficionados a los estadios ante tal derroche de arte balompédico.

Les decía yo que el equipo rival se desprendió de su patriotismo en el túnel de vestuarios y salió mal peinado y con la perilla y la barba de tres días (ésa que solo ellos saben lucir con tal gallardía) trasquiladas. Para acelerar el proceso de desnaturalización de los de Friuli, Adrián les recetó dos goles casi nada más empezar el encuentro. Curioso lo de Adrián, todos apuntábamos como su único defecto la falta de gol y nos está dejando en mal lugar a base de tantos. Parece que el asturiano ha venido para quedarse en el equipo titular y en el imaginario atlético. Lo del equipo, porque no creemos que Manzano pueda andar con probaturas ahora que su crédito anda escuchimizado. Lo del imaginario por seguir coleccionando partidos como el de ayer. La presencia de Adrián libera a Falcao, que ayer al fin pudo sacudirse la ansiedad a base de gol, ofrece a Diego y Turan un destinatario claro para sus pases y genera pausa, elemento que no sobra en un equipo en el que la imprecisión florece silvestremente. Ejemplo de esta pausa es el tercer gol de ayer. De los dos primeros podremos decir lo bien que aprovecha los espacios para aparecer y lo bien que los finalizó. Del tercero podemos decir mucho más. Podemos hablar sobre el desmarque que dibujó junto a Falcao, podemos glosar la quietud con la que dejó pasar al defensa y podemos y debemos valorar su generosidad al ceder el balón a Diego. Otra nueva demostración de inteligencia y de saber de qué va esto.

Después de saborear la pausa y la tranquilidad que deja, el partido discurrió por cauces calmados hasta el final. Desde esta relajada posición parece atisbarse un futuro sin tantos cambios rotativos en el equipo. Manzano probablemente tenga aspecto de dueño de filatelia pero no parece que en esta nueva etapa vaya a empecinarse en posiciones erróneas. Parece haber cambiado el rumbo en lo que al redundante trivote se refiere, tema éste que podría aún refinarse a juicio del que suscribe con alternativas que aportaran algo de diferencia con respecto a nuestros blanditos Gattusos y Ambrosinis (léanse Gabi y Mario). Parece haber calado a Reyes y Tiago, a los que habrá que intentar reinsertar sin perder la cabeza y al fin se ha dado cuenta de que Domínguez y Adrián son indiscutibles. El partido de ayer nos deja un sabor desconocido. Por un lado, el resultado nos debería hacer sacar pecho, por otro, el juego sigue siendo discontinuo. La sensación que se podría sacar es que ayer se tuvo más efectividad que la acostumbrada y que el contrario colaboró activamente como consecuencia de su desitalianización. Tal vez seamos nosotros los que ayer hicimos un partido a la italiana, con mucha más efectividad que efectismo. A lo mejor es una etapa intermedia necesaria para llegar a la meta del buen juego. Los primeros partidos nos dejaron un regusto de buen trato al balón al que no acompañaron los resultados. Tal vez deberíamos darnos una tregua y agarrarnos al resultadismo durante tres o cuatro partidos antes de emprender empresas mayores. Podría ser una solución. Podríamos italianizarnos por un tiempo. Sin mediapuntas, eso sí. Pero con ese estilo que solo ellos tienen, el del gol injusto con el trasero en el minuto 95. El estilo que tanto gustaba a Enzo…perdón Prudencio.

8 comentarios:

  1. "Parece que el asturiano ha venido para quedarse en el equipo titular y en el imaginario atlético". Es usted un valiente, don Emilio, al realizar semejante afirmación conociendo como conocemos al dúo prescrito al cual ya le hacen los ojos chirivitas, digo euros.

    Yo vi mejor al equipo de lo que lo vio usted. Lo que más me chirría son los laterales y los dos mediocentros. Es que no puedo con ellos.

    Adrián es un estupendo jugador ojalá se le permita ir mejorando durante toda la temporada y no se le someta a una presión para la que, quizás, no esté preparado todavía.

    PD: aprovecha cualquier ocasión para atizar a Quique. Es usted incorregible, jajaja.

    Un abrazo.

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  2. Me gusta todo de Italia menos su fútbol Don Emilio...hasta la mafia !!!
    Manzano es un entrenador a la italiana, tipo Alberto Sordi con gafas, espero que lo de Adrián no sea un espejismo y esté en el equipo titular para quedarse.
    Buen finde.

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  3. Más que valentía es la expresión de un deseo. Adrián me parece de un diferente insultante y me gustaría que lograra un sitio en la historia atlética. Sería algo parecido a lo que ocurrió con otros que llegaron de puntillas y se lo ganaron con creces (me viene Pantic a la cabeza a bote pronto).

    Evidentemente, ese deseo choca con el del dúo apandador que, de no haberse destapado la operación con el Villareal y la faceta goleadora de Adrián, hubieran preparado el lacito para facturarlo al reino del gres porcelánico.

    Yo al equipo no le vi mal, reitero que Manzano parece estar sabiendo rectificar errores de bulto, le queda dar más oportunidades a Koke a mi juicio en vez de esos mediocentros que a usted le chirrían. Para mí, el lateral izquierdo está bien cubierto pero queda que Filipe dé ese paso al frente que llevamos esperando ya demasiado tiempo. El derecho con Silvio me parece correcto, pero sus problemas hacen que Perea se reinvente de nuevo con la misma honradez de siempre, no es un lateral en cualquier caso, y cuando juega, el sistema lo nota.

    PD: Touché, me ha pillado usted...

    Un abrazo

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  4. A mi también me gusta, Don Jesusez, e incluso su fútbol, no estéticamente pero sí por capacidad de competir y compromiso en una idea.

    Debo reconocer que fuera de los nuestros, en competiciones internacionales voy con ellos. A pesar de sus mediapuntas, vamos.

    Que lo pase usted bien

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  5. Conicido, Adrián ha llegado de puntitas y por la puerta de atrás, pero tiene todas las papeletas para hacerse de un lugar en la historia rojiblanca, espero que así sea. (Y que la ambición de trincar comisión de GilMa duerma el sueño de los justos)

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  6. Ojalá, Don Vincent, ojalá.

    Será difícil, cada gol que mete activa el signo del dolar en los ojos de los elementos (como si de unos tíos Gilitos de barrio se trataran)

    Bienvenido...

    PD: ¿Su apellido no será Vega?

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  7. Don Emilio, pues yo le digo que si Adri no mete los 2 chicharros al Zaragoza, ahora mismo estaría vestido de amarillo. Si han traspasado esta puta gentuza a nuestro Torres, a De Gea o a la Rata, qué no van a hacer con un recién llegado. sí, Adri tiene una pinta acojonante, pero yo también me he hecho miembro honorario del Club de Fans de Arda Turan. Ese tipo de jugador a mi es que me enloquece, no lo puedo evitar.

    Ah, y eso de que el Udinense fue mejor que nosotros en la ida, no se lo cree usted ni borracho. Es como si me dijeran que tiene usted en su cama una foto de Quique Sánchez Flores con un marco puesto. Del todo punto imposeibOL.

    Un abrazote.

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  8. Sí, sí, somos también muy de Arda, a pesar de su aspecto de sobresaliente del bombero torero.

    Peor que nosotros en la ida tampoco fue...en la vuelta desde luego fue muy blandito, mucho.

    Un abrazo Don Tomi

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