martes, 23 de noviembre de 2010

Los viajes de Suso

(Antes de empezar les debo pedir disculpas por bajar deliberadamente el nivel humorístico y sainetero de la entrada de hoy, pero convendrán conmigo después de leerla que hay cosas que tienen muy poca gracia)

-Niñas, al salón –pidió casi a gritos el gerente del resort tropical-, que ya ha llegado Don Jesús.

Don Jesús, al que a partir de ahora llamaremos Suso, cruzaba el charco al menos dos veces al año para equilibrar el presupuesto de gastos de la empresa en la que trabajaba, que ya saben ustedes que a un buen comercial (o representante o viajante o director deportivo) se le mide de manera directamente proporcional al tamaño de cuenta de gastos que presenta cuando vuelve a casa.

-A ver quién es el guapo en contabilidad que pone en duda si es necesario o no el apartado de gastos varios en tintorería, invitaciones a champán cristal y masajes con final feliz –decía siempre muy ufano Suso.

Evidentemente, no sólo viajaba para gastar por gastar (aunque tal vez un poco sí), sino que lo hacía con la excusa de buscar nuevos talentos para su empresa y realizar prospecciones en nuevos mercados emergentes. De hecho antes de partir, siempre hablaba con algún periodista amigo al que le dejaba titulares tan jugosos como: “Voy a peinar el mercado centroamericano y de las Guayanas”.

Echado en la tumbona y degustando su tercera caipirinha de la mañana, Suso recibió la llamada de su jefe interesándose por sus gestiones:

-Suso, a ver si esta vez te esmeras con tu informe, que tenemos que dar carnaza al pueblo ante la inminente apertura del mercado de invierno. Oye no olvides que hoy jugamos en San Sebastián.
-No se apure Don Enrique, que lo llevo muy adelantado. Y en cuanto a la retransmisión, ya lo tengo preparado para verlo, me van a cerrar la sala de juegos para que lo vea tranquilito y concentrado.

Suso no tenía grandes problemas con su jefe, de hecho le tenía más miedo al que realmente mandaba en la empresa, un individuo de mirada huidiza y cara asimétrica que le miraba con desdén y que, en ocasiones, le había amenazado con el despido si no se cortaba ese pelo de sota de oros que a él le parecía tan chic.

¡Si ellos supieran cómo hacía los informes! Desde hace tiempo, y ante la falta de atención que sufría por parte de sus jefes (propiciada por su propia ineptitud, aunque esto no lo admitía nuestro protagonista), los informes reflejaban la característica más destacable de la lugareña con la que pasaba el día (y la noche), seleccionada con mimo por parte del gerente del complejo previo pago. Por ponerles un ejemplo, si la chica dejaba doblada la ropa en la silla de al lado de la cama cuando se desvestía Suso ponía en su informe: “gran capacidad para ser organizador”, en otras ocasiones tras un trabajito manual por debajo del mantel mientras servían la langosta recién pescada escribía: “gran manejo de la izquierda”.

Eso sí, sólo una cada noche, intentaba no romper esa regla desde lo de Renata. Renata Luisa Santana fue la única con la que pasó los 15 días que estuvo en el resort, nada más verla le embrujó, por sus ojos y por cómo bailó samba hasta el amanecer (lo que fue reflejado en el informe como “gran visión de juego y capacidad para llevar el tempo del partido, usa excelentemente las dos piernas”). Renata le pidió que colocara a su hermano (del que no recordaba el nombre) en la empresa y él accedió porque no se veía capaz de negar nada a esa mulata. Se los llevó a Madrid con él y al final tuvo que quedarse con el hermano (¿cómo se llamaba el muchacho?) cuando Renata desapareció un día con el primo que tenía en Alcorcón, primo del que Suso había sospechado desde el momento en el que vio la familiaridad excesiva con la que palmeaba el trasero de la garota.

En todo eso pensaba Suso mientras jugaba al billar e intentaba ver por el rabillo del ojo el partido de su empresa contra la Real Sociedad, que nunca se sabe si alguien le podía llamar para preguntar qué le había parecido, aunque a él realmente le importaba un cojón cómo quedara. Entre carambola y carambola, reflexionaba sobre lo tonto que había sido con Renata y todo por dejarse llevar por los sentimientos. Los sentimientos, ya ven ustedes que tontería, eso que alegaban los seguidores y simpatizantes de su empresa. Pero si es una empresa, joder. Una manera de ganar dinero. ¡Qué coño tendrán que ver aquí los sentimientos!
Lo que sí pudo ver es que los representantes de la empresa ganaron el partido con suspense: primero parecía que iba a ser la historia de siempre cuando los empleados salen de la oficina local, es decir no se cierra el negocio, pero más tarde aparecieron los delanteros, sí, sí, esos que tantas alegrías han dado en los últimos años y ganaron el partido a pesar de que la gerencia les había acusado de llevar desde el inicio de temporada medio dormidos. Hablando de medio dormidos, la defensa se presentó en el campo con legañas y con la boca seca, y les costó alrededor de 30 minutos desperezarse, no siendo, aún así, el punto más flaco del equipo ya que éste se localizó en el centro del campo. De la misma forma en la que Suso se dio cuenta de que cuando Forlán y Kun se ponen a la faena pocas empresas se pueden comparar con la suya, también reparó en que el medio campo difícilmente aguanta comparaciones con otras del ramo, de hecho, de inicio pareció que los mediocampistas estaban pesados, tal vez por un exceso de pintxos en el casco viejo de la ciudad que visitaban, aunque finalmente se entonaron, demostrando que las digestiones no suelen durar dos horas lo que contradice claramente las recomendaciones de las madres cuando vas a la piscina. Conclusión: las acciones de la empresa parece que repuntan, tal vez porque el calendario ayuda al reparto de dividendos en forma de puntos, pero no se dejen engañar, tal vez sea mejor poner el dinero a plazo fijo que invertir en la empresa, sobre todo cuando no se reúne en su sede social del Calderón.

Antes de pasar el control de pasaportes del aeropuerto y con el olor de las señoritas de cuya compañía había disfrutado en esta estancia todavía apresado en la ropa, miró con orgullo el informe que había confeccionado esta vez. Cualquiera que lo viera pensaría que se trataba de un impecable reporte para la empresa, sin saber qué alejados estaban de la realidad y cuántas largas noches habían alumbrado el fajo de papeles que llevaba en la cartera de ministro que se había regalado como capricho en el duty-free. Y entonces lo recordó…Cléber, el hermano de Renata se llamaba Cléber.






2 comentarios:

  1. No había leído su artículo hasta hoy, Don Emilio, y como casualmente acabo de hablar sobre el mismo tema en otro gran blog, me tiene usted que perdonar que me repita aquí.

    Cuenta el portavoz de la junta directiva del Cluz, Picu Díaz, que al Atleti le interesan Rakitic (croata), Misimovic (bosnio-alemán), Valdez (paraguayo), Lukaku (belga) y, a continuación, nos relata el lógico y consecuente viaje de Pitarch por Argentina y Brasil.

    Eso sí: aclara que "Pitarch ha traído información de estos países, aunque es de Brasil donde trae los mejores informes. El fútbol brasileño siempre ha sido el preferido por el director deportivo del Atlético".

    Siempre ha sido el preferido, sí. De toda la vida. No hay más que ver su "política" de fichajes.

    (Tenemos que ser todos muy tontos, a la fuerza, si nos tratan así).

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  2. Lo somos Don Fran, lo somos.

    Y fíjese que a algún alma inocente y cándida seguro que le llega a ilusionar la mención de algunos jugadores que podrían ser válidos, pero luego uno que es desconfiado se pone a investigar más y ve con sorpresa que la única opción con visos de realidad es Trashorras (al que los entendidos califican de mediapunta puro, lo que me ha llevado a una crisis de ansiedad). Como añadido, seguro que algún hermano o primo de alguna Renata nos viene en el mes de enero, ¡qué paciencia hay que tener!

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