miércoles, 18 de marzo de 2015

Difusas secuencias de una película de suspense en la que al final ganan los buenos, como debe de ser…

Toma 1. Plano corto. El actor protagonista de nuestra portería se rompe y hace una seña al banquillo. No puede seguir. Miles de jovencitas que beben los vientos por el cancerbero que ni cuando se revuelca en campos de barro se mancha el terno suspiran acongojadas. Emerge del banquillo Oblak con pinta de despistado, con aspecto de haber estado a punto de echarse una cabezadita en el banquillo. El actor secundario calienta apresuradamente y oye sin escuchar las últimas instrucciones. El Calderón, escenario que para la ocasión luce con una belleza casi dolorosa, arranca a gritar el nombre del esloveno adoptándolo definitivamente para la causa. Jan saluda tímidamente al llegar al arco e intenta hacer demasiadas cosas a la vez: estirar los brazos, ajustarse los guantes, marcar referencias en el césped. Sabe que está ante su gran ocasión. El destino le brinda la oportunidad de acallar las dudas, de echar una palada de tierra sobre el debate de los millones pagados por calentar banquillo, de olvidar aquel disparo que se medio comió en Atenas. Pese a todo, uno sabe que lo hará bien. Lo dice la media sonrisa que asoma en su rostro anguloso de boxeador aficionado…


Toma 2. Plano largo. El intérprete que deslumbra en las grandes producciones bordando papeles llenos de aristas y desespera cuando caracteriza a los personajes más planos se colocó al borde del área. Esta vez no se suma al remate como hace casi siempre. Queda a la espera del rebote anhelado. Tras varios dimes y diretes cae el balón a Cani y éste, en la única acción que quedará para el recuerdo de su insípida actuación, le cede el balón de la misma forma que los buenos subalternos le ponen el toro en suerte a los matadores indolentes. Mario chuta con más fe que puntería pero ya desde que el balón sale de su bota el espectador sabe que algo va a pasar, que este chico que nos saca de nuestras casillas por blandito y poca sangre en la mayoría de las citas ha nacido para brillar en estas ocasiones. El balón, que sabe todo esto que les estoy contando hace por impactar con el pie de un rival que pasaba por allí para irse a las redes, que era lo que tocaba. Mario corre hacia el fondo para celebrar uno de los pocos goles que se le recuerdan y uno sabe que volverá a llenar el vaso de la paciencia propia para con él. Escenas así hacen que se le perdone casi todo...


Toma 3. Plano corto. Simeone finalmente se decide por él. Por eso es el hijo pródigo. Por eso es el deseado. Por eso tiene el palmarés abarrotado de títulos y galardones. Se retira al fin Mandzukic. Deja en el terreno la piel y la salud que ha vertido desde que en los inicios de la segunda parte pareciera haberse rendido. Sale Fernando y la afición vuelve a inflamarse. Suma la grada algún que otro decibelio al altísimo nivel acústico de toda la noche. Torres no podía faltar a esta cita. Volvió para jugar partidos así. Encuentros de los que no tuvo la oportunidad de disfrutar en su primera etapa, aquella oscura etapa en la que él, siendo solo un adolescente, tenía que tirar de un carro lleno de lastre...



Toma 4. Plano largo. Plano corto. El plano que al señor le salga de las narices, vamos. Cuando las piernas fallan. Cuando parece que el enemigo, que pasa toda la noche prometiendo mayor amenaza que la que realmente atesora, sube un escalón en su ambición, llega él y enfría con su insultante talento cualquier amago de sofoco. Sus compañeros lo saben. La afición también. Si los organismos entran en déficit de oxígeno, si cuesta recuperar el resuello, denle el balón a Arda, que él siempre sabrá qué hacer con él. El turco vuelve a parar y luego arranca. Pisa la pelota o la acaricia con la puntera. Congela el juego otras veces con ese botón de pausa que solo él y muy pocos más jugadores en la historia parecían dominar. La gente enloquece con sus filigranas, con sus fintas y con esa suerte que el otomano domina como nadie: la del rebañe del balón al adversario que confiado piensa que ya le ha dejado atrás. Dos veces se lanza a rebañar y dos veces roba el balón y aún es capaz de cambiar el balón de pierna con mayor rapidez de la que nuestros ojos pueden captar para terminar con una ruleta pisando el balón. No hay nadie con tal dominio del juego como Turan, digan lo que digan las mamarrachadas de votaciones que por el mundo se hacen...


Toma final. Plano corto aderezado por unos nervios espaciosos. Unos nervios de tres dormitorios, armarios empotrados, plaza de garaje y zonas comunes. Todos nuestros protagonistas se reúnen en la escena que servirá de colofón a la emocionante producción, a esta película de suspense europeo de ida y vuelta. Paró el primero de la tanda el actor secundario que parece se apropiará de la titularidad en el arco. Marco su lanzamiento de manera irreprochable el mediocentro esponjoso que se transforma en acero en las grandes citas y el genio de Estambul no quiere mirar, solamente se arrodilla y reza. Ya solo quedan dos lanzamientos. Uno para nosotros y uno para ellos. Allá va Fernando y uno sabe que no va a fallar. Son muchos años y muchas batallas. Son muchas bocas las que ha ido cerrando con el paso del tiempo. Presión debe ser su tercer apellido. Presión es la que se depositó en los hombros de un niño pecoso para hacernos salir del oscuro agujero aquel. Ahora les toca a ellos. Oblak se coloca sobre la línea. Rezamos. Agarramos nuestras manos. Musitamos una cancioncilla que incomprensiblemente se nos mete en la cabeza justo ahora. Nos acordamos de los nuestros. De los que están y de los que no. Saltamos y nos abrazamos. Gritamos y lloramos. Lo celebramos cerrando los puños o dando vueltas por el salón para intentar no dejar escapar un grito que despierte al niño. Los buenos ganan y esta competición nos devuelve el primer plazo de todo lo que nos debe. The End…

5 comentarios:

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  2. solo el que se siente atlético puede llorar y ser feliz a la vez..diría, con afecto, eso si...cabronazo...tus palabras me hacen llorar y alegrar....(no puedo imaginar...que escribirás el día en que, por fin, suceda lo inevitable...espero seguir vivo para entonces....o ya te hablaré desde el mas allá...!!

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    1. Si es cierto lo del contrato a más largo plazo de Simeone, y si Argentina lo permite, usted y yo veremos cómo sucede lo inevitable, Don Luis.

      Mejor no hablar desde el más allá, que la conferencia tiene que salir carísima

      Un abrazo

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  3. Cuando el Calderón coreó al unísono el nombre del honorable Zapatones, creo que muchos supimos que la eliminatoria se acababa ahí. Parte de todo eso que nos debe esta competición se empezó a gestar hace ya 41 años, y seguro que Luis hizo las gestiones con San Patricio o con quien corresponda. Y por si fuera poco, teníamos a un emisario de Alá en la Tierra de nuestro lado. No podemos pedir más.
    Gran crónica, D.Emilio.
    Disfrutemos de este inolvidable grupo.

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    1. Para que luego diga cualquier indocumentado que los dioses son de no sé que equipillo farandulero de pálida zamarra.

      Permítame hacer mías sus palabras, este grupo no merece una mínima duda. Solamente saboreemos cada segundo que nos están regalando.

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