viernes, 16 de enero de 2015

Principios. Finales.


A pesar de que usted y yo andamos todavía con los pulsos acelerados, de que el caudal de adrenalina no se decide a retirarse del todo del torrente sanguíneo, sabemos que del partido de ayer, como de otros muchos grandes partidos, cuando pasen unos años nos acordaremos de solo unas cuantas imágenes. Cuatro o cinco, no más. Tal vez menos en el caso de los que ya vamos siendo más mayores, puede que más si hablamos de esos individuos que parecen acordarse del detalle más nimio y que en cada conversación dejan mal a uno diciendo que aquel remate a la cruceta de Kosecki fue en el minuto 37 y no en el 38 de un partido contra el Oviedo, hágame el favor de ser riguroso, leñe. Hablemos de ellas, de las imágenes que guardaremos como oro en paño, pero dividámoslas en finales y, sobre todo, en principios.

Principios

El mejor resumen de lo que aconteció ayer sobre el césped lo encuentra uno cuando aún no había comenzado el choque. Instantes antes de que rodara el balón se podía ver a un equipo que calentaba con intensidad. Jugadores que se abrazaban haciendo corro para compartir la última arenga, sprints cortos, dientes apretados. Enfrente, solo autocomplacencia. Una absurda ceremonia de onanismo colectivo para satisfacer tanto ego como anda suelto por esos lares. Esfuerzo frente a oropel. Un todos a una contrapuesto a la máxima de Juan Palomo, el que se come lo que guisa. Allí se fraguó todo. Uno así lo cree. El artificioso ambiente -dicen algunos optimistas que rugía el estadio como un gatito persa, déjenme añadir-, la bengala, el video del lateral que nunca sacó un centro rematable, el recibimiento y hasta la ouija que tuvo el mal gusto de sacar de donde estuviera al espíritu de quien fuera con la mala noche que hacía se fueron por el sumidero del narcisismo reinante siempre en la otra acera. Esos minutos sirvieron para comprender todo. La profundísima raya que nos separa ayer se ahondó más si cabe y uno volvió a pensar en la suerte que tiene de estar en el lado correcto. Se trata de una cuestión de principios.

Fue al principio también, pocos segundos después de la imagen que les relataba en el párrafo anterior, cuando Torres remató con tranquilidad un pase dificilísimo que Griezmann hizo parecer sencillo. Se fue el de Fuenlabrada para una esquina a celebrar contenidamente, él no es de alharacas ni de quitarse la camiseta, y uno disfrutaba viéndole disfrutar, comprobando que los hados de este deporte que tanto le ha premiado pero nunca suficientemente, han decidido que en el inicio de esta etapa solo importe su felicidad y también que se le imparta una cierta justicia, claro. Igualmente al principio, aunque esta vez de la segunda parte, administró aquel Niño que nos ha regresado hombre el jarro de agua fría que sofocaba cualquier fatua sensación de posibilidad. Otra vez fue Griezmann el que cabalgó hacia la puesta de sol de tripletes, sextetes y otras hierbas. Tras recibir el balón Torres arrancó y luego frenó en seco para dejar en evidencia a más de uno y, lo que no debe ser desdeñable, para callar bocas redondeando otro partido que merecía, como aquel que les conté a ustedes hace unos días.



Finales

Finalizada su brillante actuación, Fernando se dirigía al banquillo apurando cada instante con una media sonrisa dibujada en el rostro. Se giró levemente para aplaudir a los suyos allí desplazados y le entregó el testigo a Arda, el que se encargó de pasaportar al partido al otro barrio. Nada más entrar en contacto con el pasto el turco se fue a las tierras por las que andaba el balón y lo hizo suyo. Trazó taconazos, paró el tiempo y convirtió el magro espacio fronterizo a una línea de banda en una avenida peatonal. Fue ver los andares del turco y todos supimos que el partido, la eliminatoria y cualquier atisbo de tibia resistencia del equipo presidido por ese constructor que cualquier día invade Checoslovaquia había finalizado.

Finalizaba ya el partido entre atropellos y patadas de esos jugadores que se quejan amargamente de la violencia con la que el Atleti se emplea cuando Isco, jugador con gran prensa en los últimos tiempos, decidió mostrar su frustración entrando a destiempo y con alevosía a un rival. Hubiera quedado el lance como una más de las acciones que los integrantes del equipo de Dios vierten indiscriminadamente cuando el resultado no les sonríe pero hete aquí que sirvió la tarascada para que todo el señorío se mostrará de golpe y sin previo aviso. Aplaudió el estadio rival una patada con más efusividad con la que había celebrado los estériles goles de su equipo. Aplaudieron las mocitas, el del capote, los recalificadores que pueblan el palco y hasta se puso en pie para aplaudir el espíritu de quien fuera a pesar del resfriado que ya en esos momentos tenía por dejarlo a la intemperie tantas horas. Finalizó el partido entre el enfurruñe general, con muchos no entendiendo todavía qué había pasado pero totalmente desenmascarados en su esencia. Hoy casi no se hablará de ese momento en los medios, cachis, con lo bien que se disecciona la crónica negra de otras casas y la gran mayoría se contentará con la estúpida excusa de que menos mal que les eliminaron para poder descansar. Normalmente los que están al otro lado de la raya en la que estamos nosotros no suelen entender nada porque normalmente se lo dan todo masticado. Estos finales se originan como consecuencia de aquellos principios…

8 comentarios:

  1. Uno no puede contener también una media sonrisa al leer tus palabras hacia Torres, pero en mi caso tampoco he podido contener una sonrisa de oreja a oreja mientras leía el párrafo del mago turco. Disfrutemos el momento, nos lo merecemos.

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  2. Lo merecemos todos...pero Torres más que nadie.

    Gracias por el comentario.

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  3. Genial como siempre don Emilio... mi sonrisa se amplió al imaginar al Sersuperior como aquél cuando escuchaba demasiado a Wagner...
    Por otro lado, ni una manta de cuadros pa'l Señor Espiritu oiga!

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  4. Una vergüenza el trato que le han dado al espíritu después de invocarle para nada. A estas alturas debe haber comido una pulmonía que le tiene al borde de irse al otro barrio del otro barrio...

    Saludos

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  5. Pues no teneis que ganar eliminatorias de estas para compensar lo del minuto 93....jajajaja

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  6. Para el anónimo: parece que esta científicamente comprobado que cuando mueres,no sabes que estas muerto,no sufres. Sufren los que te rodean.
    Lo mismo pasa cuando eres del trampas (o imbécil que viene a ser lo mismo en algunos casos).
    Gran artículo como siempre, don Emilio.

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  7. Hola, me gusta mucho tu blog. Yo acabo de estrenar uno sobre deportes, me gustaría que intercambiásemos enlaces. Yo ya te he añadido a mi Blogroll. Este es:

    http://tecnicaindividual.blogspot.com/

    Un saludo!!

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