lunes, 5 de diciembre de 2011

La falsa comodidad del ex

En momentos de transición, de escasez o de relajación moral, el ser humano, tan dado a tropezar varias veces con la misma piedra, se vuelve a encontrar en el camino con un ex o una ex. En esos momentos de debilidad, y normalmente con las bebidas espirituosas como cómplices callados, el ser humano vuelve por donde solía sabiendo que es un garrafal error, sabiendo que la versión actual con la que se ha encontrado no es más que una actualización aumentada y empeorada, no corregida. Entonces, los individuos intentan buscar justificaciones peregrinas y poco creíbles para explicar lo inexplicable:

– Ha cambiado mucho. Y no solo en que ahora está totalmente calvo y pesa treinta kilos más. Le veo más asentado. En la semana que llevamos dándonos otra oportunidad, solo ha salido los días impares y los pares cuyo nombre contiene la letra s...

– O sea, que ha salido todos los días…

– Hija, ¡qué negativa te veo! Cualquiera diría que no me apoyas…

¿Qué se busca en un ex? Una falsa sensación de comodidad. Una irreal sensación de conocimiento que tiende a olvidar lo malo, aunque fuera inadmisible. La pereza que da descubrir lo nuevo potencia el conformismo, concediendo más importancia a la certeza de que si presionas debidamente ese lunar cerca de la rabadilla caerá rendido o rendida a tus pies que ponerse a buscar puntos de incierta victoria en otras geografías anatómicas.

– ¿Has vuelto con ella? Pero si te puso los cuernos con medio pueblo…

– Bueno, tampoco el pueblo es Nueva York, ¿no?



Volvía el Atleti al horario matinal. Volvía la afición al campo con demasiado sueño o con demasiado poco. Volvía Asia a paralizarse ante el evento. Volvía Movilla al Calderón, un antiguo amor de ruptura traumática con el actual ocupante del banquillo. Volvía al once titular Reyes, actual protagonista de la historia de desamor con el anteriormente citado (con Movilla no, con Manzano…). Volvía Koke a disponer de minutos, pero pocos que lo nuevo siempre da pereza y es mucho mejor el olor de pies conocido que el aroma a limpito por descubrir. Volvían muchas cosas. Casi todas conocidas, rutinarias y prescindibles.

Han pasado bastantes partidos desde el anterior episodio matinal y la involución es clara. Cuando rindió visita Osasuna faltó gol pero se mostró la intención de jugar el balón, de no rifar pelotazos. Ayer con la visita del Rayo, se puso de manifiesto que volvemos a ser un equipo de saque y volea, tal vez empujados por la euforia nacional tenística reinante. Donde antes hubo jugadas de combinación ahora encontramos melonazos a las cabezas para buscar supuestas prolongaciones. Donde hubo esperanza ahora hay certeza de miseria. Manzano ha conseguido en un cuarto de liga ensamblar el equipo para no jugar a nada, hito éste que antecesores suyos conquistaron tras menos viajes. Volvemos a lo conocido, a fiar la victoria al talento aislado con el agravante de que el talento merma año tras año. Volvemos a quedarnos con hambre ante victorias que no llenan. Victorias que, como la de ayer, atesoran un exceso de maquillaje que no debe impedir ver los defectos conocidos.

Hemos vuelto por donde solíamos: a las sobreactuadas caídas boca arriba de un Reyes aclamado incomprensiblemente, a los mediocentros irrelevantes, a la defensa temblorosa e infartante, a fiar nuestra pírrica fortuna a tres o cuatro jugadores con algo de calidad y de vergüenza torera, a asumir el intercambio de golpes con naturalidad, a la falsa comodidad del erróneo guión tantas veces representado. Nada nuevo bajo el sol, o la luna, si el partido es nocturno.

Era algo de esperar, la verdad. Dejar la puerta abierta a un antiguo amor como Manzano conllevaba asumir este riesgo. El de volver a confiar en un entrenador cobarde y mediocre. A su vuelta nos intentaron convencer de que la ruptura con él no fue mala, que el desamor llegó solo por dos goles en los últimos minutos de un defensa paraguayo del Zaragoza. Pero no, la ruptura llegó porque tenía que llegar. Porque el equipo no jugaba nada y no ganaba fuera ni por equivocación. Algo que ya conocíamos, algo que no nos gustaba y que nos sigue sin gustar. Se ha vuelto con él porque muchos otros nos dieron calabazas. Se ha buscado esa falsa comodidad del ex. Otro ex más que acompañe con silencio cómplice a los que maltratan la institución. Por favor, no dejemos que alguien nos lo intente justificar porque es injustificable. Lo malo, aunque conocido, sigue siendo igual de malo. Aquí o en Nueva York.


– Nos hemos dado cuenta de que estamos hechos el uno para el otro. Se va a venir a vivir conmigo cuando encuentre piso de alquiler esa prima suya tan desvalida que ahora duerme en su sillón ¡Es que hasta para eso es generoso mi Honorio! No creas que habría muchos que acogerían a una prima tan lejana que viene a la capital a abrirse camino como bailarina de variedades…Si hasta le da friegas en los riñones cuando llega agotada por los ensayos en el teatro…¡cuanto vale!


2 comentarios:

  1. Estoy bastante de acuerdo con usted. Lejos de mejorar, el equipo ha empeorado. Ahora solo vale intentar ganar como sea, jugando al contragolpe en casa contra el Rayo si fuera menester.

    Al final se irá Reyes, en un mal comienzo de temporada, sin duda, pero si se fueran de sus clubes todos aquéllos jugadores que inician mal el campeonato, no saldrían 11 a jugar en casi ningún equipo.

    Abrazos.

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  2. En cuanto al tema Reyes, estoy en contra de su venta por principios, al igual que lo estuve con la de Jurado (fíjese hasta que punto llego), Maxi o Simao, se trata de al menos parecer que ésto no es solo una agencia de compraventa.

    Dicho lo cual, Reyes me parece egoísta, teatrero y oportunista, si hubiera que vender a alguien, probablemente él es el que menos daño hace al equipo...

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