martes, 20 de diciembre de 2011

Extraños fenómenos (o un poltergeist en rojo y blanco)

En un lugar indeterminado del centro de Madrid. Diciembre de 2025

– Tranquilícese. Yo soy una profesional de esto y poseo una larga experiencia en casos parecidos. Cuénteme todo desde el principio –solicitó la médium intentando enderezar la espalda, cosa nada fácil dado el peso del medallón que llevaba al cuello.

La mujer de mediana edad dudó antes de comenzar, tal vez sin acabar de confiar en aquella vidente que le recordaba a Galindo y a Rafaela Aparicio a partes iguales.

– Como le he dicho, todo empezó desde que nos mudamos aquí. Notábamos que alguien nos observaba, oíamos murmullos y algún silbido cuando mi marido y yo…bueno, ya sabe. Luego fue a peor, nos sentábamos en la cocina y se podían escuchar voces cantando Pippi Langstrum o una versión libre del Moonlight Shadow de Mike Oldfield, voces que no provenían de este mundo. Además en la esquina sur de la casa a veces aparece un ramo de flores. Solo en esa esquina, nunca en otro sitio, pero cuando nos acercamos, desaparece. Ya casi nos habíamos acostumbrado a este tipo de fenómenos cuando la otra noche, nos habíamos quedado dormidos en el sillón viendo el mensaje a la nación de la presidenta Belén Esteban y mi hija pequeña, Carol Anne (¿no se decía "Carolain"?), se acercó al televisor. La niña nos contó que de la pantalla surgió una mano que quería llevársela. Luego se evaporó y mi hija nos despertó alarmada, nos dijo que ya estaban aquí. Esa misma noche desapareció. Creemos que está cerca, a veces podemos incluso sentirla. Pero llevamos tres días en un sinvivir como se puede hacer cargo.

– Mmmmmmmmm –emitió la médium un ruidito de asentimiento poniendo la boquita de piñón.



– A partir de ahí –continúo su relato la madre –, siguieron ocurriendo sucesos inexplicables. Ya es una rutina para nosotros. Venga, se lo mostraré. Aquí en el comedor tenemos diez sillas debido a que somos una familia bastante numerosa. Vea, vea lo que sucede…

Las sillas que estaban dispuestas alrededor de la mesa de imitación de nogal empezaron a moverse solas sincronizadamente. La médium no podía dar crédito a lo que estaba presenciando. Las sillas se distribuían en un 4-3-1-2 que cambiaba a 4-4-1-1 según tuvieran o no la posesión. Todas presionaban en el lateral de la estancia para asfixiar la salida de balón de alacenas y mesas camilla. Bueno, todas no. Una de las sillas no participaba de los movimientos en acordeón y de las basculaciones, lo que llamó poderosamente la atención de la vidente.

– ¡Uy, por esa no se preocupe! –aclaró la madre –, es la silla mediapunta y ella no presiona para el robo, se reserva para la gloria del último pase.

– Creo que Carol Anne (pues no, no es "Carolain", dice la wikipedia que se escribe así, como lo he hecho) está en una dimensión paralela a la nuestra. Alguien se la ha llevado y corre un gran peligro. Solo si estáis unidos conseguiremos sacarla de allí donde está –dijo la médium dispuesta a pasar a la acción de inmediato.



La chaparra vidente se encaminó hacia la habitación de la niña y abrió la puerta del pequeño armario que tanto se asemejaba a una taquilla de vestuario visitante. Del interior del ropero emanaba una luz cegadora y un frío que helaba la piel de los congregados.

– ¡Carol Anne! –gritó a pleno pulmón la médium –. ¡Acércate a la luz!

– No puedo –se oyó la voz de la niña desde no se sabe dónde –. No me dejan salir. Quieren un veinte por ciento del contrato y una participación de los derechos de formación. Además, se quieren embolsar comisiones por encima del valor del traspaso. Me van a hacer dañooooooooo…

– No podemos perder más tiempo. Esté en manos de representantes de ultratumba y de dirigentes golfos de otras épocas que pretenden apropiarse indebidamente de su alma. Debemos sacarla de ahí ahora mismo –fue lo ultimo que dijo la achatada quiromante antes de atar una cuerda a la cintura de la madre y empujarla con demasiada fuerza al fondo del armario.

El armario engulló a la madre con furia mientras se oían estruendosas voces que anunciaban su amor por Radomir Antic o Luís Aragonés y salmodiaban un mantra que finalizaba con “…cabrón, fuera del Calderón”.

– ¡Carol Anne, señora Fresnedoso, vayan hacia la luz! ¡Lo más rápido que puedan! – mientras decía esto se abrió un vórtice en el techo del comedor del que salían rayos y centellas.

Las sillas, tan bien entrenadas ellas, se amontonaron en un rincón con excepción de la silla mediapunta, que pululaba a su ser incontroladamente. De repente, el infernal agujero del techo expulsó a madre e hija con violencia, desatándose el fin del mundo en el pequeño piso de dos habitaciones, un baño y plaza de garaje, todo exterior. La familia entera, la médium y sus ayudantes escaparon sin perder un segundo, viendo como se desmoronaban las paredes de la vivienda de cuya hipoteca solo habían pagado intereses hasta el momento. Se permitieron parar solamente en las zonas comunes ajardinadas cuando la distancia les aseguraba que estaban a salvo. Mientras el bloque se desmoronaba, de lo más profundo del jardín y de la piscina comunitaria comenzaron a brotar sillas blancas, rojas y azules, un banderín de corner y la cabeza de un disfraz de mapache. Retomaron su huída ante semejantes hallazgos no sin antes increpar por el camino al desenvuelto y poco trabajador conserje de la finca, un avejentado Gonzalo Miró, que asistía atónito al hundimiento de la promoción de vivienda semiprotegida.

– ¡Nunca debisteis construir sobre el antiguo Calderón! ¡Nunca debimos ir a la Peineta! ¡Tú y tus compinches habéis matado al Atleti! Nooooooooo……

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En un lugar indeterminado del centro de Madrid. Diciembre de 2011.

La Sra. Fresnedoso se despertó sobresaltada ante tan vívido sueño. Se desperezó rápidamente tras ver lo tarde que se le había hecho y preparó a los niños para ir al estadio. Todos con su camiseta rojiblanca, menos Carolina, que llevaba la camiseta azul oscura de cuando el equipo rinde visita y coincide en la indumentaria con el local. Salieron de casa con paso alegre para sobrellevar de mejor manera el frío atardecer embozados en sus bufandas blancas y rojas. A lo lejos se atisbaba la silueta del viejo estadio y, de improviso y sin ponerse de acuerdo, todos empezaron a cantar el himno del equipo. Bueno, empezaron a cantar repetidamente esa estrofa que habla sobre ir al Manzanares. Sobre ir a nuestra casa. Al Vicente Calderón….

6 comentarios:

  1. Buenas noches D. Emilio.

    Después de lo que he visto por la tele, los pisos de su relato pueden ser terroríficos. Imagínese que está cenando tranquilamente y se le aparecen Manzano o el imitador del secundario Bob. ¡O apariciones peores!

    Dadas las fechas en que nos encontramos, le deseo lo mejor para el año 2012, al menos que sea mejor que 2011. Que pase unas fiestas felices y entrañables.

    Un abrazo

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  2. A ver si un día los poltergeist se llevan al dúo a un lugar de donde no puedan regresar jamás.

    Un abrazo, don Emilio. Aprovecho para desearle una Feliz Navidad!

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  3. Felices fiestas al anfitrión,extensible también a todos los que se reúnen por este lugar.

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  4. Felices Fiestas para todos, a ver si conseguimos levantar esto y volver a ilusionarnos.

    Un abrazo para toda la familia atlética!

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  5. De vuelta ya del periplo navideño gastronómico con la familia política...¡qué duro es estar unos días sin acceso a internet, tomando sidra y pote asturiano en vena...!

    Pasen ustedes unos días muy felices, cada uno como prefiera y como le pida el cuerpo y saquemos fuerzas para una segunda vuelta que se prevé convulsa, cuando menos.

    Un abrazo a todos...

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  6. Increíble y cinematografico post. Felices Fiestas.

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