lunes, 4 de julio de 2011

Resplandor (o falta de un hervor)


– Pues ya lo ven, es muy sencillo todo. Lo único malo es la soledad y el aislamiento ­–dijo el responsable de instruirles en sus quehaceres como guardeses del estadio durante el periodo vacacional.

– De eso no se preocupe. Como ya le he dicho anteriormente, soy escritor y estoy buscando tranquilidad para terminar mi novela. Además como estaremos los tres juntos no me aburriré aunque las musas se muestren esquivas –restó importancia Jack agradecido por sustraerse de las listas del INEM.

– Pues ya verá como las musas aparecen. Llevamos ya un tiempo a vueltas con las musas a cuenta del nuevo estadio. Le digo Las Musas como le digo Canillejas o Las Rosas, que cada uno coja la combinación que mejor le pille para ir allá cuando nos mudemos. Señora Torrance, ¿qué le parece si el cocinero le enseña la despensa en lo que arreglamos lo del contrato con su marido? Vaya Dick, vaya. Enséñeles las instalaciones pero tenga cuidado de que el niño no se haga daño con los restos de los coches monstruosos o los del concierto de la novia de Piqué, es que las cosas están mal y alquilamos el estadio algo más de lo necesario. Y eso que hemos tenido que decir que no a varias peticiones, no crean. A una convención de evangélicos del octavo o noveno día y a una concentración de indignados sin ir más lejos ¡Ya ven, con la de indignados que tenemos nosotros pagando abono, lo que faltaba! –se justificó el gerente mientras veía alejarse a madre e hijo acompañados por el cocinero.

– Oiga, ¿y no vendrá nadie seguro? Algún fichaje de campanillas a presentarse, algún agente…–inquirió Jack Torrance.

– Nada, nada…Este año por lo de los fichajes no se preocupe que no se esperan demasiados. Y de los agentes tampoco, que la mayoría tienen llave del estadio por si necesitaran algo. Sigamos por aquí –dijo cediéndole el paso–, le voy a enseñar a manejar la caldera. Una de sus obligaciones será la de purgar el sistema para que cuando volvamos de la pretemporada a celebrar el Villa de Madrid… ¡Uy, calle, qué tonto! Si el Villa de Madrid nos lo cargamos ya hace varios años tras un fugaz conato de mutación en trofeo Spiderman. Nada, que volveremos más tarde de las vacaciones, oiga.

En otro lugar del estadio, Wendy se distraía admirando lo ideal que había quedado el césped para la planta de boniatos tras tanto evento, hecho que fue aprovechado por Dick, el cocinero, para hablar con Danny a solas:

– Danny, ¿tú eres rarito, no? –el niño afirmó tímidamente–. Te he visto hablar con tu dedo cuando nadie te mira. No eres el único, unos lo llaman resplandor, otros falta de un hervor. Sé de lo que hablo porque aquí trabaja un extremo sevillano con tu mismo don. Aún así quiero avisarte de que tengas cuidado. No te acerques nunca al despacho 237. Allí pasaron cosas muy malas. Allí se acordó la venta de Torres, se firmó el fichaje de Maniche y Costinha, se bajó la cláusula de Agüero y se renovó casi automáticamente a Pitarch. Hazme caso, Danny ¡Aléjate del despacho 237! –dijo el cocinero con ese énfasis que ponen los de su gremio cuando se les corta la mayonesa.

El tiempo pasó, el personal que quedaba en el estadio se fue de veraneo a Torrevieja o a Matalascañas y los Torrance empezaron a habituarse a la que sería su casa durante el próximo mes. Jack cada día mostraba un carácter más hosco, se quejaba de continuos dolores de cabeza y regañaba a Danny cuando hacía ruido al jugar con su coche a pedales. Se pasaba horas delante de la máquina de escribir bebiendo. Había dejado de afeitarse hacía ya un par de semanas y ofrecía un aspecto descuidado, como el de nuestro antiguo entrenador. Mientras tanto, Danny recorría investigando los interminables pasillos del recinto. Un día, sus pasos le llevaron cerca del despacho 237. Algo le atrajo hacia él. Una fuerza desconocida y extraña. Cuando se disponía a girar el pomo de la puerta, se materializaron en el pasillo dos hermanas gemelas en edad sub-21 cuyas caras le eran familiares. Ambas le miraban muy quietas, como inquietantes figuras de cera. De repente, un río de sangre brotó del ascensor de la derecha. Danny se asustó y quiso correr pero sentía que sus pies no podían moverse del suelo. La siguiente imagen que vio le hizo sentir un terror que hasta ahora no sabía que alguien podía experimentar. Las dos hermanas estaban bañadas en sangre y constató que las conocía, eran Cabrera y Gallegos, otro resultado de la maldición del despacho 237. Una pareja que llegó al estadio un día y de la que nunca se volvió a saber. Danny gritó. Mucho. Muy alto. Como se grita un gol de tu equipo en el descuento, vamos.

Wendy salió de la cocina cuchillo en mano asustada por el grito de su hijo y se dirigió al salón en el que Jack pasaba la mayoría del tiempo. Él no estaba allí. Rodeó la mesa sobre la que descansaba la vieja máquina de escribir y la pila de folios que componían la novela y lanzó una mirada a la hoja que asomaba por encima de la Olivetti. Se quedó petrificada ante lo que vio:

Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta
Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta
Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta
Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta  Mediapunta

La misma palabra se repetía a lo largo de toda la página. Se armó de valor para mirar al resto de hojas escritas. Lo mismo. El maldito vocablo repetido en cientos de hojas tamaño dinA4 idénticas.

– ¿Qué crees que estás haciendo Wendy? –bramó un enfadado Jack desde lo alto de la escalera.

– Yo…, esto…, nada. No estoy haciendo nada –dijo Wendy con voz trémula, si puede caber aún más temblor en una voz muy parecida a la de Verónica Forqué.  

– Me quieres joder. No crees en mí. Piensas que soy un perdedor. Piensas lo que pensaba Quique de Fran Mérida. Que no llegaré a nada. Te voy a enseñar a respetarme –dijo Jack acorralándola.

Ante el ataque de Jack, Wendy se defendió con el cuchillo clavándoselo en los isquiotibiales, lo que siempre asegura una baja de al menos dos meses, incluyendo los primeros partidos de liga y algún compromiso de selecciones. Tras zafarse de él, corrió en busca del niño al que encontró en posición fetal tras el impacto del encuentro con las promesas uruguayas. Lo cogió en brazos con decisión y se encerraron en el baño. Jack se colocó al otro lado de la puerta.

– Vamos cabritillos, dejadme entrar –exclamó fuera de sí para seguidamente emprenderla a hachazos con la puerta.



Poco más podría resistir la puerta. A cada golpe de hacha se desmoronaba como un sistema defensivo sin achique de espacios. Wendy intentó sobreponerse al terror que la paralizaba y obligó a Danny a salir de la estancia a través de la ventana del baño. Ya se preparaba para lo peor cuando todo quedó en una calma tensa. Jack se había marchado.

Nuestro protagonista se dirigió al antepalco del recinto deportivo arrastrando la pierna herida y despachó por el camino a base de hachazos al cocinero, que había vuelto porque se había dejado la crema solar de protección 35 en la taquilla,  y a un diplomado en fisioterapia en busca de empleo que, a la vista de su cojeo, se acercó por si tenía un calambre que requiriera sus conocimientos. Siguiendo sus huellas, descubrió que Danny se había escondido en el laberíntico cuarto de las facturas impagadas y de los precontratos con agentes de cabecera. Allí se dirigió blandiendo el hacha con saña. La rabia le impedía fijarse en el camino que estaba siguiendo, solo quería dar caza al niño. De pronto, se dio cuenta de que se había perdido. De que ya no podía recordar si había pasado varias veces ante la estantería donde se guardaban los dossieres de fichajes brasileños de renombre como Cleber o Eller. Danny sí fue capaz de encontrar la salida del laberinto. Él se había aventurado entre los archivos de fichajes brillantes y de contrataciones sin comisiones y fue muy fácil no perderse. Volvió sobre sus pasos para encontrarse con su madre y ambos abandonaron el aislado estadio a lomos de una bicicleta engalanada hace tiempo con motivo de algún triunfo menor.

Jack, desesperado, se sentó. Agotado. Comprendiendo que el final estaba cerca, dejó de pelear. Cayeron como una nevada que empezaba a cubrirle los folios en los que se explicaban los detalles de la operación del Pato Sosa.

(Nos leemos tras las vacaciones. Las mías, claro ¿Qué se creían?)

18 comentarios:

  1. Bueno, bueno. Su relato me ha tenido sobrecogido durante toda la lectura. Es que no me extraña que ocurran cosas raras en ese (antaño) estadio de fútbol con la cantidad de papeles sospechosos que se guardan por allí.

    Sólo me queda desearle felices vacaciones y que a la vuelta nos volvamos a leer.

    Un abrazo.

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  2. Sí Don Julio, y lo realmente inquietante es que cualquier fenómeno extraño que pudiera producirse, queda empequeñecido por las tropelías que llevamos aguantando desde hace tantos años ya.

    Sean buenos y moderadamente felices.

    Un abrazo.

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  3. Que no... que el cuarto ese al que se refiere usted ya no está en el Calderón, que como no les cabía se lo llevaron a un hangar del aeropuerto de Barajas, creo que han contratado a Fernando Hierro, hombre de reconocidas letras, para que lo coloque por orden alfabetico, el contrato es por 19 años prorrogable, y ademas cuando Reyes se retire puede ir a echarle una mano a media jornada. Un plan perfecto, no creen?

    Buenas y merecidas vacaciones amigo, ya estoy esperando la siguiente entrada con impaciencia
    Un fuerte abrazo

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  4. Buenos días D. Emilio.

    Me he sobrecogido un poco al leerle, imaginándome los extraños vericuetos que debe haber en ese recinto antiguamente deportivo. Ya sabe que no soy visitante asiduo del mismo.

    Sólo desearle que disfrute de su bien merecido descanso y nada mejor para ello que prescindir de la prensa, sobre todo la deportiva, por prescripción médica. Hay que recuperar las defensas, no vaya a ser que se nos cuele un colombiano en el sistema inmunológico y la lie parda.

    ¡Hasta la vuelta!

    Alberto

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  5. ¿Y qué me dice de Caminero, Don Hopper? El día de De Gea estableció un hito en lo que a dicción y lectura comprensiva se refiere. No habíamos visto algo así desde que, el día de mi comunión, un mozalbete pidió de corazón: "Para que haiga paz y no haiga guerra...Roguemos al señor"

    Un abrazo.

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  6. Por lo de la prensa no se preocupe Don Alberto, a no ser que fichen un noruego no me enteraré. Aunque ahora que lo pienso, puede que me encuentre a una comitiva intentando renovar el contrato con la casa de apuestas sueca.

    Intachable la elección de su nick, por cierto.

    Un abrazo.

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  7. Fíjese como será que hasta el duo sacapuntas se asustó y le han pedido a Clemente Villaverde, que a partir de ahora hable el, dado que es el unico que sabe hacer oraciones subordinadas en todo el club.
    ¿Se imagina usted la fiesta de nochebuena en casa de los Cerezo, los Perez Caminero o similares? Estos con tres copas solo emiten sonidos guturales y monosílabos
    Aunque yo me sigo quedando comn el ínclito Hierro aquel dia que dijo: "Bueno, yo creo que hemos jugado mucho mas mejor que el contrario..."
    Por cierto, ¿en que parte de Parla recibió usted el cuerpo del señor por primera vez? Estoy comiendoy a poco me atraganto, oiga

    Saludos

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  8. Espléndido y sobrecogedor relato, Don Emilio. Imagine usted si, tras la esquina norte del Estadio de los Horrores, el pobre Danny encuentra la segunda pareja de gemelos jubilados uruguayos: Pollo Olivera y Richard Nuñez. Para hacérselo en los pantalones, oiga, no le hubiese dado tiempo al pobre ni a llegar al laberinto. Son muchos espectros los que ululan por allí.

    Un saludo y felices vacaciones.

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  9. Excelente,una vez más,D.Emilo.Oiga,¿hay algún palo literario que no domine ud.?.Poesía,satirismo,novela negra,género de terror.Eso sí que es polivalencia.

    Que disfrute de su tiempo de asueto.Se le esperará con expectación.

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  10. Oraciones subordinadas, jajaja

    Es que las oraciones, son de otra manera cuando los sujetos son como éstos. Incluso admitiríamos a los esquivos sujetos omitidos, pero es que éstos, éstos son de otra clase. Sujetos prescritos para más señas.

    Un respeto a las peticiones de la infancia serrana madrileña. Lo que importa es la intención, oiga.

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  11. Gracias por sus alentadoras palabras.

    Don Pablo, plantea usted una segunda parte de mucho más terror con un Danny preadolescente que curiosea por los pasillos del feudo rojiblanco y no gana para sustos. Imagínese por ejemplo ver a Maguy de nuevo, pensaría que es un hechicero de talla XS.

    Don Charly, sepa usted que todavía no he destapado el palo en el que me encuentro más cómodo. El palo a las carteras de los conocidos bajo la excusa de no acabar el mes con eso del pago fraccionado del IBI. Todo se andará, la temporada 2011-2012 de la Agonía dará un giro al crear la figura del comentarista no abonado. De pago, por supuesto.

    Un abrazo y que pasen ustedes unos buenos días de relajo.

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  12. La noche de los charrúas vivientes....estremecedor.

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  13. Oiga¿Usted no estaba de vacaciones? pues vacacione hombre ya...

    Por cierto lo de D. Alberto se veia a la legua...

    Un besito(sin mariconadas)

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  14. Calle, calle Don LJ. Llevo un día vacacionando y ya estoy agotado. Banco, llevar al perro a la residencia, hacer maletas y comprar todo tipo de adaptadores absurdos para los enchufes...

    Estoy por quedarme en casita, no les digo más. Y digo yo, siendo tan estresante esto de irse o de mudarse, ¿no recapacitará el yerno de Maradona y querrá quedarse aunque solo sea para no vaciar la taquilla?

    Un abrazo.

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  15. Se le podría plantear,Don Emilio,sólo que él,por lo menos,se va a ahorrar lo de los adaptadores/enchufes.

    No creo que su mudanza vaya a resultar demasiado estresante,total,para moverse unos pocos kms.

    Por cierto,si se cruza por esos aeropuertos de Dios con un tipo alto,desgarbado,con pinta de maleante más que de futbolista,y al que andan buscando estos días desde el cluz,recuérdele que ya terminó sus vacaciones ,y tiene un puesto de trabajo por los madriles esperando por él.A ver si con tanto paro que hay,se lo van a endosar a cuelquier otro(lo cual,tal vez,no sería del todo malo).

    Un abrazo,muy apretao.

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  16. D. Emilio,yo al kun y a suegro les haria lo mismo que hizo D.Max Merkel,balon medicinal parriba balon medicinal pabajo y asi hasta el infinito...

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  17. ¿Uno dado a los tropezones cuando intenta encarar a un contrario pero que tuvo un episodio efímero de gloria en la ciudad española más bulliciosa del momento?

    Lo mismo nos quitamos un problema Don Charly, que las plazas de extracomunitario se cotizan mucho por la gran planificación familiar del club.

    Pónganme a los pies de sus seres queridos, por favor.

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  18. Don LJ, en cuanto a artículos medicinales...el suegro está muy ducho. De los de artículos sin receta, más bien.

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