jueves, 1 de septiembre de 2016

Volver de Milán

Dejémonos de elucubraciones y análisis apresurados. El Atleti, nuestro Atleti, el del Cholo y sus guerreros, el que fue capaz de enamorarnos de nuevo, no ha vuelto de Milán. Ahí radica todo el problema. El equipo no ha regresado aun de la capital lombarda y deambula, todavía, con la amarga medalla de subcampeón colgada al cuello por el césped del estadio donde se disputó la final.

Cierto es que el grupo se marchó de vacaciones, volvió al trabajo, viajó a Australia y se hizo fotos enternecedoras con crías de canguro, jugó el Carranza y alguna otra pachanga más, presentó fichajes y comenzó la liga, pero lo hizo todo a distancia. Fue como casarse por poderes. Lo hicieron, pero no. Están sin estar. Siguen en Milán del primero al último. Intentando digerir lo indigerible. Sintiendo incluso punzadas de dolor en la herida, más fresca de lo que pudiera parecer.

De nada sirve teorizar sobre sistemas, mediocentros, jugadas a balón parado buscando tratamientos de fertilidad, estados de forma, piernas cargadas, motivaciones y metas, viejas y nuevas caras, roles a desempeñar ni rumores mientras el Atleti siga varado en San Siro, enredado en las mallas que aquel maldito penalti no quiso besar.


Inútil se antoja cualquier debate sobre si Gameiro funcionará pese a ser el segundo o, más bien, el quinto plato. Sobre si Gaitán debiera tener guardado un sitio en la alineación de cara a ensanchar los campos con estrecheces o sobre si pronunciamos el nombre de Vrsaljko con un mínimo de dignidad: poco puede pedirse a los que acaban de llegar a un conjunto que hizo añicos el billete de vuelta a la vez que su mayor sueño.

No merece la pena tampoco personalizar ni señalar, que además queda muy feo. Koke no es Koke ni Saúl es Saúl. Oblak tampoco es el mismo y Juanfran suda lágrimas cada vez que sube por la banda. Ninguno ha vuelto. No aporta nada comparar estadísticas ni medir actuaciones. No hablamos de nombres ni se barajan alternativas. Tampoco se trata de una cuestión de estilos futbolísticos, no ahora. Hablamos de volver. De reponerse, aún maltrechos, y pasar página, aunque cueste.

Hablaba recientemente Simeone en una entrevista de muerte y de duelo a la hora de referirse a aquella noche de mayo. Quiso el técnico mostrar más entereza de la que realmente guarda y añadió que el luto había terminado, no siendo cierto. La nación rojiblanca va quemando las etapas del duelo más lentamente de lo deseado. Ya hemos pasado por la negación, por la ira y por la negociación pero queda un trecho para dejar atrás la depresión que desembocará en la aceptación de lo que ocurrió. De inoportunas, como mínimo, deberían calificarse las críticas, algunas muy descarnadas, que sobre jugadores y, especialmente, técnico se han vertido tras los dos primeros partidos de Liga. Venían a decir que los dos tropiezos nos alejaban del objetivo sin ser conscientes que el único y principal objetivo debe ser comprar un pasaje de vuelta. Volver de Milán. 

6 comentarios:

  1. Sin estar del todo de acuerdo con su artículo, ya que creo que lo único que falta es encontrar esa “tecla” que nos darán los partidos, sí considero que hay alguien que no ha vuelto de Milán: parte de la afición.
    Un abrazo.

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  2. Yo no estoy de acuerdo, el partido del Alavés hubo 30 remates y 20 saques de esquina, fue mala suerte o de acierto, eso no lo provoca que la cabeza esté en Milán. Contra el Leganés se jugó igual de mal que 20 partidos el año pasado, la diferencia que Griezman no la metió.
    Además físicamente estamos a un 70% y eso en un equipo que lo basa casi todo en eso, es mucho.

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  3. Estamos teorizando ya bastante. Y esto es fútbol. Ni drama ni comedia. Deporte en estado puro.

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  4. De acuerdo en lo de parte de la afición. Tener la cabeza en Milán es llegar una ďécima de segundo tarde a un balón, disparar a puerta sin convicción y,en definitiva, dudar de uno mismo. El equipo tiene dudas donde antes solo existían certezas, y eso es lo que hay que recuperar, la confianza. Nunca dejemos de creer (incluso en uno mismo)...

    Abrazos

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    1. Exacto Emilio. En el deporte profesional en general, y en el fútbol en particular, la línea entre el éxito y el fracaso, entre definir o fallar una ocasión de gol o entre acertar a meter una mano tras una estirada o no llegar sabemos que es extremadamente delgada, y no olvidemos que el factor psicológico tiene una importancia extraordinaria, porque esa es la diferencia entre anticiparte a esa fracción de segundo o no, entre saber que ese balón va a entrar o disparar sin esa certeza. No se trata de suerte, se trata de convicción. Esa convicción llegará con trabajo y con dos victorias seguidas. Estoy seguro.

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  5. No hay otro camino. Trabajar y esperar para que ese trabajo permita ahuyentar las dudas. Cuando la cabeza funciona, las piernas se aligeran.

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