martes, 15 de septiembre de 2015

Parones, chorizos y tempranos análisis

Sabemos por experiencia que un parón de selecciones es como un primo lejano que viene a la ciudad y se te mete en casa de okupa con la austera intención de ahorrarse el hotel. El parón, que siempre aparece de manera inoportuna y más cuando la liga acaba de comenzar y todavía no ha dado tiempo a saborearla, se presenta en nuestros dominios con su maleta de cartón e intenta paliar su molesta condición aportando a la causa familiar suculentas viandas traídas del pueblo, algo muy apreciado por los que somos de ciudad. Llenas están las hemerotecas de casos en los que pobres urbanitas como el que suscribe se regodean paladeando chorizo de gato disfrazado de cerdo ibérico pero que degustado lejos del asfalto da el pego como si el minino hubiera sido alimentado con bellotas desde su más tierna infancia. Teniendo al parón en casa uno no puede pasearse en calzoncillos ni meterse el dedo en la nariz cuando le pica y debe evitar aparecer en la cocina con las sandalias de la piscina sobre unos calcetines de rombos por muy cómodo que el conjunto resulte. Es probable también que uno se vea desterrado a dormir al sillón porque al parón hay que dejarle la cama del niño para que tenga algo de esa intimidad que nos ha robado con alevosía, pasando inmediatamente el niño a dormir con la madre siguiendo el dictado de una de esas leyes no escritas sobre prioridades que existen en todos nuestros domicilios. Uno cuenta los días para que el parón termine pronto de solucionar los asuntos que le han traído a estos nuestros lares y se vaya con viento fresco para poder recuperar nuestra vida: nuestra cama, nuestros discutibles estilismos caseros, nuestros sábados y domingos con fútbol de nuestro equipo y no con partidos contra combinados nacionales que representan a países con nombres de postre o de enfermedad contagiosa. Aun así, en esta ocasión uno agradece que el parón de selecciones se hiciera carne después del partido en el Pizjuán. Con ese regusto a partido grande, a equipo que puede aspirar a todo que dejó el Atleti.




Si el parón se hubiera demorado solo un poco, si su tren hubiera llegado una jornada más tarde a la estación, hubiéramos tenido que soportar la estancia del parón escuchando los lamentos de los habituales cenizos, que los hay y a racimos entre los nuestros y entre otros de cuyo nombre no quiero acordarme. No estuvo bien el Atleti ante el equipo del padre de los hijos de Shakira, sí. Tal vez no salió el plan como se esperaba pero tuvieron en el lance más peso los fallos individuales y las actuaciones algo oscuras que los fallos en el planteamiento. Lo mismo alguien ha llegado a interiorizar tras un verano de castigo subliminal que este Atleti está confeccionado para retar a los dos equipos del régimen a campo abierto. Cierto es que David tumbó a Goliath y a eso se aspira, pero con honda, no a bofetadas. Cuando el equipo se olvida de meter en el equipaje la presión asfixiante o el acudir a la llamada de los balones divididos como si no hubiera mañana y cuando varios de los acostumbradamente más brillantes entre los nuestros se ponen de acuerdo para levantarse poco católicos ocurre algo parecido a lo que ocurrió. Añadan a la ecuación si son ustedes tan amables que Marimar y Messi rebuscaron en la chistera para sacar de ella dos palomas justo cuando el número flaqueaba. Nada de jinetes apocalípticos ni de aguas que se abren. Solo fútbol.


A favor de los que suelen apreciar la botella medio llena habría que apostillar que un Atleti en clara fase de rodaje perdió por un escaso margen de diferencia y que hasta se puso por delante a pesar de los pesares. No me esperen tan pronto para señalar, que además queda muy feo, ni para buscar alternativas desesperadas. Nadie prometió que esto fuera a ser fácil ni que las temporadas se analizaran cuando empiezan a dar sus primeros y titubeantes pasos. Tomen ustedes distancia, disfruten del camino y sean pacientes. Tiempo habrá para jubilar, vender o mandar a hacer puñetas a éste o aquel y para saber si los nuevos fichajes acaban convirtiéndose a la religión de la cual Simeone es el único profeta verdadero. No confundan exigencia con cortoplacismo, por caridad. Mientras tanto, permítanme disfrutar de los últimos vestigios del glorioso chorizo que el parón me trajo como obsequio para intentar minimizar los trastornos ocasionados por su presencia. Nada que ver con los chorizos de aquí, de la ciudad. El de pueblo tiene un sabor difícil de describir, una frescura que parece que el cerdo que lo posibilitó hubiera pronunciado su último miau hace tan solo unos minutos…

2 comentarios:

  1. Me he reído con ganas. Mi único inciso, en consonancia contigo, Emilio tratará sobre el color de las camisetas de los contendientes, que me hizo insufrible seguir con claridad el desarrollo del encuentro.
    Y como sucedió el siglo pasado, año del histórico doblete que el Cholo también vivió...
    Me gusta más la camiseta azul. Y me la voy a comprar. Noscsienta de champions, como ayer se apreció en el infierno.
    Y cuando algo nos sienta bien... Lo vamos a lucir.
    Feliz temporada, Emilio. Y viva el chorizo del pueblo.

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  2. La segunda camiseta de este año es muy bonita, nada que ver con esa espalda desnaturalizada de la primera equipación.

    Los diseñadores de camisetas deberían hacérselo mirar, ayer mismo el equipo de Marimar jugó en Roma vestidos de Frigurón....

    Saludos

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