miércoles, 10 de julio de 2013

De tripas y delanteros

Unos lo llaman pálpitos, otros lo llaman tener un don. Lo llamen como lo llamen sus convecinos, todo el mundo en el pueblo sabe que Crisóstomo tiene un sexto sentido que se manifiesta en ocasiones singulares. Lo tiene desde pequeño, no crean, aunque hasta que fue capaz de conocer su don y convivir armoniosamente con él lo pasó medio regular. Muchos fueron los viajes a la capital de la provincia para visitar a un especialista en aparato digestivo que atendía por lo privado al módico precio de mil duros por sesión, muchos fueron los viajes de vuelta al pueblo con la falta de un diagnóstico claro flotando en el compartimento del tren regional. Será cuestión de intolerancia, decían unos, será que tiene la solitaria, argüían otros viendo lo enjuto que estaba el niño pese a los cuidados de su madre. El caso es que Crisóstomo, a pesar de dietas blandas y gachas nutritivas, experimentaba los mismos síntomas que alguien que se va por las patas abajo en cuanto algún suceso destacable iba a suceder. Se descompuso notablemente horas antes de que encontraran a Aquilino, el de Isaías, colgado de un olivo tras perder las tierras en una partida de julepe. No salió del baño el día en el que el mayor de la Eufrasia se presentó en la procesión del Cristo con peineta y maxifalda confirmando las habladurías que lo calificaban de suave. Lo que comenzó como una casualidad a la hora de hacer vaticinios digestivos, se convirtió en un oráculo en toda regla al que los lugareños acudían para disipar cualquier duda que pudiera rondarles la nuca y el entrecejo: “Crisóstomo, ¿se puede plantar cebada en la parcela de Julio el Manco? Es que si no, no planteo arrendamiento” “Anda Crisóstomo, mírame en las tripas si mi Casimiro me la está dando con queso con esa prima lejana de cercano trato” “Crisóstomo, tengo a Norberta triste y no da la leche de antes, ¿qué debo hacer?”

Así es Crisóstomo, su intestino predice sin fallo cualquier acontecimiento venidero, soluciona disyuntivas  y hasta es capaz de saber si el desenlace será trágico o feliz dependiendo de cómo se presente el apretón. Si las tripas le cantan, como él dice, es que será para bien. Si se le eriza el vello de los brazos ante el retortijón, prepárense que vienen curvas. No hay nada de ocultismo, es ciencia digestiva en estado puro…

Andábamos antes de ayer reponiéndonos de la siesta, una de esas siestas que uno guarda para el verano, esas de sudores, aromas de gazpacho y etapas rompepiernas del Tour, cuando saltó la noticia del fichaje de Villa por el Atleti. Nos pilló a desmano, nos pilló algo dormidos todavía y probablemente todo eso junto no nos permitió formarnos una opinión a bocajarro. Pasadas las horas y analizados los pros y contras de su fichaje con las tripas, sabias consejeras aún sin la precisión que atesoran las de Crisóstomo, uno debe reconocer que no le disgusta el fichaje de Villa pero con atenuantes, con esas desconfianzas inherentes a cualquier operación que desde el club se aborda.



Lo primero que sorprendió es el bajo precio del traspaso, lo que fue atribuido por algunos maledicentes al efecto de las rebajas caniculares pero debe ser analizado desde el punto de vista de la alta ficha que el delantero trae debajo del brazo. Lo siguiente que hizo el personal es irse a los buscadores de Google o las Wikipedias de turno para certificar la edad de El Guaje. 31 para 32. “Yo creía que tenía menos”, decía en la terraza del paseo marítimo aquel señor que impregna la noche de olores a aftersun para aliviar las quemaduras del sol justiciero. Llega al Atleti un jugador cuajado, con lo bueno que tiene eso en cuanto a experiencia y saber jugar partidos grandes y con lo menos bueno que tiene al ser una apuesta de corto plazo, lo que por otra parte no debería ser un problema en una entidad en la que cumplir el contrato firmado es de una rareza comparable a conseguir un crédito hipotecario para una segunda residencia en los tiempos que corren.

Inevitablemente, el asturiano tendrá que soportar desde el mismo momento en el que se enfunde la sagrada camiseta rojiblanca la comparación con Falcao y muchos goles tendrá que firmar para hacer olvidar al colombiano de las botas de Hello Kitty. Objetivamente, el equipo pierde potencial y colorido en el calzado pero al final todo dependerá del resto de incorporaciones a realizar. Puestos a comparar y demostrando nuestros conocimientos en sistemas de ecuaciones complejas, cuarenta y cinco millones del colombiano menos cinco millones del de Tuilla, dan para potenciar al equipo de manera notable, hecho que se niega a la mayor desde las oficinas del club y las redacciones de medios paniaguados esgrimiendo la deuda como variable que siempre hace que las cuentas no cuadren. La deuda, esa maldición de proporciones bíblicas que parece habernos caído como a quien le cae la varilla de un cohete en un ojo el día de la elección de la reina de las fiestas del pueblo.


Llega Villa y parece venir con ganas. Con ganas de estar aquí y con ganas de demostrar que le queda cuerda para rato. Ojalá que le vaya muy bien. Ayer noche pedí a la tía Fructuosa, la que vive dos puertas por encima de Crisóstomo, que le preguntara qué pálpito le da el fichaje de Villa intestinalmente. Esta mañana me llamó la tía Fructuosa para comunicarme oficialmente que las tripas del oráculo del pueblo cantan cuando Crisóstomo visualiza al asturiano de rojo y blanco. Eso es buena señal y no hay nada de ocultismo. Es ciencia digestiva en estado puro.

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