miércoles, 5 de septiembre de 2012

Romance de la diva triste


Si buscan en la portada,
no queda ya Supercopa.
- A lo mejor de pasada…
- Me refiero a la de Europa.
- De esa no me viene nada -,
se responde a quemarropa.
De nosotros, la callada.
Del vecino, hasta en la sopa.

Miren que fue buena lid.
Más líneas merecería.
Aunque claro, aquí en Madrid,
parece majadería,
no ensalzar al adalid
con cualquiera fruslería.
Siempre Goliath, no David,
aunque sea nadería.

¿Cuál es la causa actual?
¿Qué es lo que ahora anda flojo?
¿Algo sobrenatural?
¿Un sistema con cerrojo?
¿Un fichaje virtual?
¿Otro dedo en otro ojo?,
¿Un problema sexual?
¿El cojo que sigue cojo?

Mucho más grave es que eso.
Se trata de una gran pena.
Un desgraciado suceso
- ¿Quién está triste? – La Nena.
¿Es una pena de peso?
Pena negra, una faena.
Lo dice el papel impreso,
se armó la marimorena.

¿Quién osó turbar su sueño?
¿Quién le borró la sonrisa?
No es un asunto pequeño.
¡Que se inicie la pesquisa!
Camina fruncido el ceño.
Callado, como si en misa.
Este hortera de diseño,
no puede estar de esta guisa.

Se para la rotativa,
se reúne el sanedrín.
Es la histeria colectiva,
el colmo del folletín.
¿Qué conjura destructiva
provocole este mohín?
¿Por qué se queja la diva?
¡Pero si es un querubín... ¡

Está triste la princesa.
Está triste, está contrita.
Ya no ríe, vive presa,
de una pena. Una penita.
No abre su boca de fresa,
pasea huraño su cuita.
Por no poner ya, ni tiesa,
se le pone, ¡pobrecita!



No celebra como antaño.
Pareciera contrariado.
¿Será una cuestión de tamaño?
¿Estará en la cima hastiado?
¿Será algo que ha hecho daño?
¿No será que le han violado?
¿Habrá sido con engaño?
¿Fue tras el muslo mostrado?

El gentío sale en masa
para buscar la razón,
para saber lo que pasa
ante tanta desazón.
Su alegría, que es escasa,
merece la expedición,
porque el tema ya traspasa,
el rango de conmoción.

¿Quién será el que no le ajunta?
¿Será tal vez el portero?
¿Puede ser el mediapunta,
el de ojos de lucero?
¿Será conjura conjunta?
¿Será envidia por dinero?
- ¡Leche ya!, tanta pregunta,
ni que fuera reportero.

¿Qué será? ¿Qué puede ser?
¿Cómo salvar el quebranto?
Mientras se tarda en saber,
el duelo tiende su manto.
Y ya puestos a joder
observamos con espanto
que hasta quieren remover,
Roma, para hacerle santo.

Esta falsa cristiandad,
se rasga la vestidura,
toda presa de ansiedad,
ansiosa hasta la asadura.
Tal es la infelicidad,
que merece su postura,
que cae la natalidad
y repunta la incultura.

Por buscar la solución,
para mermar su tristeza,
se me ocurre solución.
¡Que llamen al de Hortaleza!
Y tras darle un coscorrón,
que le deja de una pieza,
le espeta: “¡So fantasmón!”,
con su sabida agudeza.

(Terminada la función,
confesaré mi torpeza.
Donde dije fantasmón,
se me vino a la cabeza
otra calificación.
Al terminar, como empieza,
no le llamé marión.
Cayó la c, por limpieza.)

6 comentarios:

  1. Me ha alegrado usted el dia, D. Emilio.
    Con su permiso, voy a repartirlo...

    Buenos dias.

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  2. Reparta, reparta....Tiene usted mi bendición

    Buenas ¿tardes ya?

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  3. Eso se lo dirá usted a todas, Don Pitufo....

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  4. Jojojo... Que de den por el bul, con alambre de espino.

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  5. Hay según qué prácticas que mejor no conviene sugerir por si acaso contribuyeran al gozo del interpelado...

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