lunes, 30 de abril de 2012

Ensayo sobre la resaca


El sonido del despertador sacudió a Leónidas de su movido sueño. Había pasado la noche enrollándose y desenrollándose en la funda nórdica, levantándose mil y una veces al baño y a beber agua, tragando tabletas de antiácido con avidez y ocupando la cabeza con una pesadilla recurrente en la que una cajera de Mercadona desdentada le negaba el cambio para el carro con el consiguiente quebranto anatómico y moral para su persona. Se sentó en la cama despacio, midiendo los movimientos cuidadosamente para no ejercer más aceleración de la necesaria a su cerebro, convertido en esos instantes en sede organizadora de un campeonato mundial de bailes folclóricos a base de dulzaina y tamboril o algo sospechosamente parecido. Él, que era una persona coherente, no acudiría al fácil propósito de decirse que no volvería a beber. Él no era de esos. Él moriría con su idea, lo mismo que Juanma Lillo, aunque a éste último le hayamos visto morir mil veces y todavía no tengamos clara en qué demontres se basa su idea.

Visualizó sus próximos pasos al detalle. No era de esos que hacen caso a las recomendaciones de los demás para trances parecidos: “Tómate una cerveza en ayunas y se te pasa”, “Un buen vaso de zumo de tomate es lo mejor por sus propiedades depurativas”. Nada de eso. Él tenía claro que el problema estuvo en la mezcla. Ese chorrito de brandy en el café fue el que fastidió toda la noche. Esa pequeña dosis de licor extranjero y ajeno a lo que tenía en el estómago era la que había desencadenado la boca pastosa, el dolor de cabeza y las ganas de morir rápidamente. De esa burra no le iba a bajar nadie. Moriría con su idea, lo mismo que Juanma Lillo, sin hacer caso a los que aseguraban con tanta ligereza que el problema no estaba el brandy sino los diecisiete gintonics previos y posteriores…



El Atleti se desplazó a Sevilla para jugar un partido resacoso para ambos contendientes. De un lado, los béticos inmersos en noches con aroma a fino que terminan rayando el alba, del otro los rojiblancos nadando en la dulce resaca de la borrachera europea del jueves. Se jugaban más los otros que los unos, ya casi salvados. Se jugaban el poder seguir soñando con alcanzar esos puestos casi utópicos e incomprensiblemente lejanos la mayoría de las veces. Salió el Atleti con casi todo al campo y también con Salvio. Quedaban fuera de la titularidad Arda, sin duda revuelto de estómago tras sus últimas y brillantes actuaciones, Miranda y Mario, aunque a este último no se le presuponga más resaca que la propia de abusar del licor de las redes sociales. Salió el Atleti como al trantrán, parsimonioso, sin ganas de hacer ningún movimiento brusco que pudiera conllevar dolores de cabeza. Salió el Betis sin ganas de hacer daño y con olor a fritura todavía encima. Empanados o más bien enharinados los dos.

Aún así, casi sin querer, los nuestros se hicieron con un mando del partido relativo y cómodo. Era como una tregua dentro de otras batallas libradas. Un armisticio de juego pastoso y boca seca que fue suficiente para rondar el gol en alguna que otra ocasión. Era Salvio el que llevaba más peligro, a la portería contraria, no crean, pero no se llegaba a materializar ese dominio en goles. Algún ¡uy! y muy pocos ¡ays! resumen una primera parte resacosa. Prescindible. Funcionarial. Poca cosa. Se retiraron los conjuntos a la caseta…

– ¿Qué me dice? ¿A la feria se fueron?

– No. Y no fue por falta de ganas, ni de ellos ni del respetable.

Comparecieron los equipos en el segundo tiempo con la misma dinámica: “Pase usted”, “No, no, usted primero, que va cargado de ilusiones para llegar a Champions”, “No crea, a usted también se le ve con falta de un punto para asegurar la permanencia”. Se acercaba el Atleti pero no remataba. Salió Koke por un Diego exhausto y jugó muy buenos minutos ofreciéndose y llegando al área. Fruto de una de esas llegadas llegó un gol, así como si nada. Un gol mal defendido y tras fenomenal dejada de Falcao, para que luego digan que los delanteros centros son egoístas. Tan resacoso parecía el Betis que se fue el Atleti más para arriba tras el gol. Demasiado arriba tal vez. Tan cerca parecía el segundo y que empezó aparecer la sombra del empate. Recobró lucidez el Betis entre sevillana y sevillana y entre platos de gambas de Huelva y jamón con pan de picos. No solo empató sino que se pudo por delante en un par de jugadas plenas de posiciones adelantadas y manos blandas y temblorosas de nuestro portero.

Justo ahí, ahí mismo, nos dimos cuenta que toda resaca tiene aparejado su bajón correspondiente. Reparamos en que las plantillas cortas no pueden mantenerse de fiesta varios días seguidos sin sufrir consecuencias. Los que más y los que menos dejaron de hacer las cuentas para llegar a los manidos objetivos y se zambulleron en el dolor de cabeza habitual, el de casi todos los años. En los oídos zumbaba todavía la música de muchas otras noches: “¡Si no hubiéramos dejado escapar esos dos puntos de Santander!”, “¡Si se hubiera ganado al Sporting!” De casi nada sirvió el postrer gol del colombiano, que trajo algo de insuficiente justicia. Queda un sabor de pescado que no es del día. De mezclas de licores poco recomendables. Sí, lo pasamos muy bien en la fiesta del otro día, pero hoy tenemos poco cuerpo para nada. Nuestro hígado no da para tanta feria y tan seguida. Aún así, los hay que todavía piensan en poder llegar frescos y despejados a ciertas posiciones de la tabla y defienden sus argumentos con números e hipótesis peregrinas. Morirán con esa resacosa idea, lo mismo que Juanma Lillo…

6 comentarios:

  1. Ni mas, ni menos D. Emilio. La plantilla es la que es y estamos apuntando muy alto, mas, quizá, de lo que debiéramos.
    Siempre me hago la misma pregunta, cuando el niño del tambor se me instala en las sienes y los torpes, lentos y temblorosos movimientos delatan una noche de etílico desenfreno:¿ha merecido la pena?. Pues esta resaca y por ahora, pues si. No vamos mal.
    Además no se nos nota la ojera tanto como a otros. Sólo hace falta ver un poco los partidos del otro finalista y del malencarado y apeado semifinalista. Tienen todavía la posibilidad de terminar con buena nota (buena nota para el giliatleti, claro) una temporada muy rara y digna de estos tiempos que corren.
    En fin, D. Emilio. Que ya nos viene otra jornada. A ver que pasa.

    Buenos dias. (En estas horas no hay dudas...)

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  2. Hombre, puestos a elegir, uno también prefiere llevarse un título europeo a la boca que tres o cuatro años enlazando clasificaciones Champions. El problema de esa disyuntiva es que la segunda premisa no se cumple nunca y ya sabemos que esa segunda premisa es la que desmontaría la coartada del derribo sistemático y canicular del equipo por cuestiones monetarias.

    Aún así, sí, un año que se atisbaba sin pena ni gloria está llegando a su término con varios frentes abiertos, cosa rara.

    Buenos días, Don Carlos...

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  3. Tenemos el peligro que nos pase como en esas noches en las que queremos pillar, son las cinco de la mañana, ya hemos gastado casi todas nuestras balas, el cuerpo no está para muchas alegrías y ya pensamos que "p,a dar una vuelta, cualquier bicicleta vale". En esta ocasión, la bicicleta es una chica rumana, del mismo Bucarest, o de un pueblo de al lado, que para el caso es lo mismo. Lo malo será que, en pleno ligoteo, venga un chico del norte y nos la levante. El bajonazo entonces será monumental, y ahí sí que nos acordaremos de esos baretos insulsos y aburridos de Santander, de Gijón, de Getafe, de Valencia... donde entrábamos y no sabíamos ni pedir un cubata, donde bailábamos a lo palomo, con la cabeza p,alante y p,atrás, y de donde nos fuimos diciendo que vaya coñazo de ciudad.
    Pero bueno, vamos a pensar que a los vascos se les da mal el ligoteo, y que la chica, aunque no es tan alta ni tan rubia ni tan guapa como esa nacida en Munich, va a ser nuestra. Al menos nosotros aún podemos tener esa esperanza.

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  4. Buena comparación la que trae usted. Debo añadir a su discurso que, si yo fuera dama y en edad de merecer, elegiría sin duda a Arda antes que a Llorente. Sin duda es un novio que te haría mucho más reír que cualquier chicarrón de esos del Bocho.

    La de Munich va a ser para Torres, o al menos eso esperamos. Un trocito nos toca, ya verán como seguro que se acuerda de nosotros.

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    1. Yo me alegraría mucho por el niño. Pero no estaría mal que fuera para los bávaros, y vernos con ellos en Mónaco. Me parece que tenemos que hablar muy seriamente de una chica belga,la mujer de nuestra vida, que nos birlaron del modo más vil hace ya unos cuantos años.

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  5. Sería una cuestión de justicia histórica, sí, pero ya ve, no puedo evitar pensar con algo de malicia en la cara que pondrán todos esos que se entretienen en ningunear a Don Fernando cuando le vean levantar uno de los pocos títulos que le faltan....

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