viernes, 14 de octubre de 2011

El Atleti es como una caja de bombones

Doña Visitación tomó asiento en el banco adosado a la marquesina dispuesta a dejar morir esos minutos que agonizan esperando al autobús. A su lado, pero siempre dejando esa distancia que se guarda con los desconocidos y con los exnovios, esa que no nunca disminuye por lo que pudiera pasar, se sentaba un individuo con una caja en las rodillas. Vestía traje claro y adornaba su cabeza con un peinado discutible y algo tazonero. Se quedó mirando a Visitación muy fijamente, lo que hizo que ésta agarrara el bolso instintivamente.

–Mi mamá siempre decía que la vida es como una caja de bombones –dijo tras escrutar a su acompañante de asiento el tiempo suficiente para hacerla sentir incómoda.

– Ya…–añadió Visi con una tensión evidente, una tensión de corner en contra cuando se agota el tiempo de descuento.

– Nunca sabes cuál es el que te va a tocar –continúo el individuo con un tono de voz que denotaba poco espabilo, hecho este que por otra parte no impide a algunos sujetos ostentar la titularidad del lateral derecho en equipos que luchan por campeonar en nuestra liga bipolar–. Se lo dije a Bubba y al teniente Dan. Se lo dije incluso al presidente en varias visitas que le hice. Lo constaté cuando corría alrededor del país y cuando luché en una guerra contra unos a los que llamaban Charlies. Lo sé seguro…y eso que yo no sé mucho de casi nada.

– Mire oiga, si quiere usted dinero lo pide como es debido. Empiece usted a teorizar sobre la eterna dicotomía de si pedir o robar, continúe perorando sobre una descendencia numerosa y poco subvencionada. Desgrane las diferentes variantes del sablazo callejero o arrebáteme de un tirón el collar de perlas cultivadas que mi Ambrosio, que en gloria esté, adquirió para mí en Mallorca en un arrebato de pasión con ensaimadas, pero no me filosofe mientras esperamos un autobús con destino La Ventilla. Eso no se lo consiento yo a nadie y menos a un nadie con traje color crema –disparó verbalmente Doña Visi, claramente contrariada aunque conocedora del daño que el estudio de las humanidades ha producido en la sociedad.

– Pero, es que mi madre dice que…

– No se escude en su madre, caradura. Que bastante vergüenza pasará la pobre viéndole a usted debatiendo sobre destinos prefijados y libres albedríos con la connivencia tardona de la EMT ¡Hala, para el metro que me voy, aunque tenga peor combinación y dos transbordos con longitud de media maratón! –añadió ella despidiéndose a la francesa y dejando a nuestro protagonista con la misma soledad que sentiría un náufrago.



Y es que, damas y caballeros, en algo si tiene razón ese personaje que espera el autobús que le llevará hacia las entrañas de la ciudad. En que no solo la vida, sino también los partidos de nuestro Atleti son como una caja de bombones. Nunca sabes si te tocará ese amargo que tantas veces hemos saboreado en los últimos tiempos o si será ese con el toque justo de dulzura y un relleno sorprendente de buen juego. No apostaríamos un diezmo de nuestra soldada a qué cara tendrá nuestro Atleti en el próximo encuentro. Eso es una de las herencias que siempre podremos agradecer, entiéndanme, a los actuales gestores. Han difuminado una identidad. Un aroma perfectamente reconocible forjado por años y gotas de sudor de jugadores míticos. Ahora nos queda esta versión tombolera, sin luz y sin color la mayoría de las veces, pero nuestra siempre al fin y al cabo. Nos sentaremos mañana por la noche con diferentes grados de expectación ante el televisor para ver qué versión de nuestro equipo toca. Puede que salga un combinado que funciona como un reloj suizo o como una blackberry de nueva generación. Puede que ninguna de las dos cosas. 


Sé que esto le da emoción a la cosa. Sé que estas incertidumbres probablemente añadan sal al guiso. Pero algunos somos más cuadriculados. Queremos previsibilidad. Saber que abrirás la nevera y allí te esperará el cartón de leche y la mantequilla de fácil untado. Queremos rutina de triunfos. Esa que tuvimos en un pasado que no deberíamos olvidar. Llevamos unos años con las retinas y los bolsillos llenos de petardazos sonados en Valencia o en Santander, en Gijón o en Huelva. Queremos otro Atleti. No queremos subidas y bajadas de tensión. Queremos seguridad y fiabilidad. Queremos sentarnos con el convencimiento de que hallaremos algo conocido y de que el hueso de la aceituna no se nos atragantará ante un fallo en cadena y doble tirabuzón de carambola de nuestra defensa. Tal vez estemos pidiendo mucho, a lo mejor es así. De cualquier forma, no me hagan demasiado caso. Yo no sé mucho de casi nada.

2 comentarios:

  1. Yo soy como usted, don Emilio, prefiero saber que mi equipo va a jugar al fútbol al menos con un estilo reconocible. No me gustan las sorpresas.

    Manzano ya se está curando en salud por si acaso mañana. Porque mañana hay que ganar, ¿no?

    Un saludo.

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  2. Mañana el equipo debe salir a por todas desde el minuto uno, a pesar de las bajas, a pesar del virus FIFA, a pesar de las tapas del Albaicín.

    Recordemos la frase del de Hortaleza: "Ganar, ganar y ganar..." NO queda otra.

    Un abrazo

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