viernes, 19 de agosto de 2011

Casi de milagro


Los pasos apresurados del secretario papal resonaban con fuerza en el nocturno silencio que envolvía la sede de la Nunciatura. Un guardia suizo de acusado parecido con Rafael Wicky se hizo a un lado viendo el rictus serio del funcionario vaticano, comprendiendo que no se trataba de un tema baladí si a esas horas alguien quería acceder a las estancias privadas.

– Pater –dijo suavemente acercándose a la cama–. Mi dispiace annoiare, ma c'è un urgente bisogno. Qualcuno vuole parlare con voi.

(A partir de este momento, y como protesta ante la fiabilidad de los traductores gratuitos on line, cambiaré del idioma de Dante al de Cervantes, no vaya a ser que alguien se pierda la esencia del suceso, de por sí ya inquietante)

El cardenal Torrisi, todavía algo amodorrado, se vistió deprisa y pasó a la antecámara donde le esperaba un joven cura de aspecto desasosegado. Una vez hechas las presentaciones, tomaron asiento y el nervioso sacerdote tomó la palabra:

– Ilustrísima, como le ha comentado el secretario Venturín, mi nombre es Tancredo. Ejerzo mi ministerio en un pueblecito muy pequeño de la meseta manchega. Un pueblo tranquilo, sin nada demasiado aparatoso: algunos falsos testimonios, disputas por lindes que acaban a guantazos y alguna oveja descarriada en la que la llamada de la carne es de una intensidad apreciable. Aprovechando la visita del Santo Padre, me he acercado a casa de mi hermano, que vive aquí en Madrid. Él es católico, claro, pero no es practicante, bueno sí, pero no en ese sentido. Es ATS en un centro de salud del barrio de Canillejas. Les comento esto, para que se muestren indulgentes con su manera de santificar las fiestas asistiendo al fútbol los domingos y algunos días entre semana. Su insistencia hizo que tras el acto presidido por su Su Santidad me acercara con él a ver un partido del equipo de sus amores. Hasta ahí todo normal, la parroquia se congregó en menor número que de costumbre porque la fe está algo en decadencia por aquellos lares. Sepan ustedes que la grey rojiblanca siempre ha destacado por una fe que mueve montañas y cursos de ríos, pero últimamente anda floja, se está volviendo un poquito descreída, vamos –aclaró Tancredo mientras sus interlocutores guardaban un silencio expectante–. Y entonces…–continúo insertando una teatral pausa­–, comenzaron las señales.

– Ahí, ahí –dijo el secretario impaciente por la locuacidad incontenida del párroco rural–, vayamos a lo de las señales.



– Pues bien, la feligresía colchonera andaba en otra sesión de penitencia conjunta por lo que sucedía sobre el campo. Un nuevo episodio de infinita paciencia digna de Job. Alguna oportunidad, algún detallito, pecadillos veniales al fin y al cabo. Lo que yo les diga, la travesía de un desierto de juego y emociones. Lo más destacado hasta entonces había sido una transfiguración de números, el diecinueve pasó a ser el diez, algo si no excepcional, por lo menos chocante y la no presencia del hijo pródigo charrúa, al que se le han dado raciones de cal y arena a partes casi iguales de un tiempo a esta parte. De repente, se produjo una anunciación, la venida de un mesías del gol de una manera un tanto prosaica: a través de los videomarcadores. Todo cambió. Un integrante de la otra congregación fue invitado a abandonar el partido por pecar gravemente contra los tobillos del prójimo. Algunos que parecían casi muertos empezaron a andar de nuevo, incluso a corretear elevando rodillas. Un mediocentro con nombre de arcángel empezó a repartir juego y otro con nombre de apóstol en su versión lusitana dejó de tropezar tantas veces con la misma piedra. La parroquia empezó a llenarse de un gozo contenido que estalló en júbilo justificable cuando un buen samaritano del área, de nombre Adrián, se puso a repartir óbolos en forma de asistencias de gol ¿Y quién fue el destinatario? Nada menos que un profeta, hasta ahora calladito, pero que ayer vaticinó el pase a la fase de grupos de la peregrinación europea.

– ¿Y apariciones hubo? –interrumpió el secretario.

– Alguna por banda. Silvio muestra cositas y Filipe parece más metido, pero para calificarlo de apariciones no da, mire –aclaró Tancredo con desenvoltura–, sí parece que habrá un sacrificio, probablemente el de Salvio.

– Padre Tancredo, por lo que usted cuenta no podemos inferir que la curia tenga que poner los sucesos bajo investigación. No me parecen hechos tan sobrenaturales y, ni mucho menos milagrosos. Creo que se ha precipitado usted viniendo, que tenemos unos días algo ajetreados para estas cosas.

– ¿Ni mucho menos milagroso? ¿Le parece a usted poco milagro que gane un equipo con un solo delantero en plantilla? ¿No califica de milagro que casi tres meses después haya llegado el sustituto de ese que se ha ido a territorio anglicano? –justificó levantando la voz el aludido–. Si hasta tenemos a un tullido curado, que ayer casi convocan a Asenjo.

– Padre, la audiencia ha terminado –dijo el cardenal Torrisi levantándose y abandonando la sala no sin antes fulminar con la mirada al padre Venturín.

El secretario acompañó al padre Tancredo a la puerta del edificio pausadamente, reflexionando sobre si se habría precipitado al juzgar los hechos relatados por el visitante cuando sus pensamientos fueron interrumpidos por el curilla:

– Siento haberle dejado en mal lugar, padre Venturín. A mí los sucesos me parecían significativos.

– Lo sé, padre, lo sé. A mí también me pareció un milagro que muchos se fueran contentos a casa. Cosas del género humano, siempre dispuesto a poner la otra mejilla. Vaya con Dios y medite sobre la capacidad de perdonar en la parroquia atlética. Eso sí que no tiene límites. A cada mala nueva le sigue otra peor y ellos siempre venciendo la tentación de mandar todo a paseo.

– Tiene razón padre, ¿Qué será lo siguiente?

– Solo Dios sabe ¿Qué más da? De ciertas cabezas solo se pueden esperar ideas peregrinas.

7 comentarios:

  1. Pues la verdad es que lleva usted razón, don Emilio, pues el partido de ayer fue malo malo y hoy lees al gran Iñako y parece que estamos ante la posible reencarnación de la Brasil de Pelé.
    Y vale que ahora ha llegado Falcao, pero sigue haciendo falta un buen pelotero como el comer, porque Tiago anda de romerías por el campo mientras Mario no me termina de convencer.
    Habrá que encomendarse al obispo Serena para que nuestras plegarias sean escuchadas y, al menos, traiga a Diego, para ver si en nuestro santo club recupera la fe.

    Un abrazo.

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  2. Sí Don Jorge, volvemos a conformarnos con hacer lo mínimo exigible ante un rival mediocre que, viniendo solo a defenderse, casi se nos adelanta y nos complica el crecimiento sostenible.

    Falcao se va a acabar desesperando, me permito profetizar ahora que estamos todos metidos en estos días de recogimiento.

    Un abrazo.

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  3. Madre mía lo de los anuncios de google. Acabo de ver aquí uno de venta de imágenes religiosas y al lado, uno de mujeres solteras en busca de hombres de acción.

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  4. Glorioso, don Emilio, su artículo de hoy.

    Lo más destacable del partido del jueves, es la paciencia infinita y el perdón sin límites que tiene la afición atlética. A mí, qué quiere que le diga, me parece alucinante que la gente siga cantando y animando.

    A Forlán, lo mismo lo crucifican que lo llevan en andas, al Kun lo idolatran o lo lapidan, y los directivos siempre dirigiendo la función.

    Ay, Señor, Señor.

    Un abrazo.

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  5. Sí Don Julio, la afición crucifica o eleva a los altares con mucha facilidad y sin demasiada memoria. Todo ello con la constante presencia de los dos ladrones como testigos. Y no crucificados, como debiera, si no viendo como los leones devoran a cuantos cristianos se les echa mientras ellos se van con algún mosdisquito, cariñoso incluso.

    Ya sabe usted que es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que el Atleti tenga una planificación deportiva medio decente, Don Julio.

    Un abrazo.

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  6. Buenas noches D. Emilio.

    Perdone que me haya ausentado durante unos días, pero "la pela es la pela" e Internet Móvil está sólo para emergencias...

    Creo que he ahorrado un buen trago, ya que no vi el partido... Afortunadamente no había cobertura de Telemadrid, que si no caigo en el vicio.

    Ya de vuelta por la capital, tengo que decir que me pasa un poco como a los judíos con el mesías, aunque está aquí, no acabo de creérmelo. Quizá sea por los apóstoles que le acompañan. O porque le han traído los invasores romanos.

    Por cierto, quiero felicitarle por el cumpleaños. Normalmente las criaturitas de un año caminan inseguras y tambaleantes, pero debo decir que en su caso veo caminar a su criatura con buen paso y sin trastabillar, estable y segura. ¡Enhorabuena!

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  7. No justifique su ausencia Don Alberto, si las grandes fortunas como nosotros no fomentamos el consumo la economía se estanca o entra en recesión ¿Qué es eso de no usar el móvil para conectarse cuando de la Agonía se trata?

    Aún así, la suerte está de su lado por encontrarnos en tan pía semana. Le brindo mi perdón como cierre de los actos gozosos.

    Debo decir que cada día me sorprende más las reacciones de la masa: tenemos un nuevo referente gracias a la máquina propagandística y al precio pagado (irrisorio), pero la mayoría (entre ellos yo mismo) no le hemos visto tanto para poder tener una opinión del nuevo salvador.

    Por lo visto hasta ahora se pueden destacar algunos aspectos. En el haber, que le quedan muy bien los trajes y que nos ha dejado una palabra que usaremos en lo sucesivo: "la fanaticada". En el debe, la camiseta de Bryan Ferry. Todavía ando recuperándome:

    http://estaticos.marca.com/imagenes/2011/08/21/futbol/equipos/atletico/1313928181_extras_mosaico_noticia_1_g_0.jpg

    Gracias por su felicitación, espero seguir contando con su presencia en sucesivos aniversarios.

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