jueves, 21 de julio de 2011

Souvenirs

De vuelta ya. Anda uno intentando superar la depresión postvacacional, otra enfermedad de nuevo cuño a la altura de plagas modernas como el jet lag por el paso del horario de verano al de invierno o la ansiedad por el exceso de oferta de ocio en centros comerciales del extrarradio. Y es que uno se tiene que reciclar, debe mudar paulatinamente de piel para volver a ponerse el traje de diario, cosa nada fácil tras haber circulado durante casi una quincena con el disfraz de turista.

Un turista debe siempre anteponer comodidad a elegancia, es por ello que aquel representante de ventas para la zona centro y noroeste que de normal gusta hacerse el nudo de la corbata bien gordo y que un pañuelo a juego asome su punta en el bolsillo de la americana, se pone sus bermudas  llenas de compartimentos y no duda en proteger sus pies con calcetines tobilleros de esos que abandonan el talón a las primeras de cambio para ir a reunirse con los dedos. El turista completa su puesta en escena con la cámara de fotos en lugar visible y una sonrisa, digamos tonta. Algunos piensan que esa sonrisa medio tonta es el reflejo inconsciente de una psique que advierte de la indignidad de ser inmortalizado en pantalones cortos y es que esas frases del estilo: “Benito, no tienes tú ya las piernas para enseñarlas”, acaban minando la psique, la autoestima y hasta las ganas de tomar gazpacho bien fresquito.

Así caracterizado el turista se lanza a cazar momentos. Para cazarlos mejor se ayuda de la cámara no vaya a ser que la memoria le traicione cuando tenga que explicar a su vecino el del quinto que esa catedral a la que ha tirado dieciséis fotos aúna elementos del románico y del gótico en proporción casi exacta. Aún así, no contento con aprehender el paisaje de dieciséis maneras diferentes, refuerza su cacería con la compra de merchandising típico: “Lo que te decía, estas almendras garrapiñadas representan las piedras con las que se construyó el templo. Y fíjate, fíjate, hay almendras con forma claramente románica y almendras que no pueden ocultar su condición gótica, ¿qué cosas, eh?” El turista regatea, el turista se enzarza con el vendedor aborigen haciendo mímica o hablando muy alto para que se le entienda mejor. El turista paga caro lo barato, bebe agua embotellada y se estriñe por culpa de la distinta condimentación de las comidas. Eso sí, nunca le abandona esa sonrisa medio tonta.

Pero a veces, solo a veces, el turista se encuentra con un souvenir que le llega, que le hace pensar. Algo que le hace mudar la sonrisa tonta por una sonrisa que sale de más adentro, tal vez del bazo. Para fijar el precio de la transacción, el turista eleva la voz y se intenta entender en lenguas no romances con el vendedor de cara afilada. Aunque sepa que seguramente le esté engañando. Aunque el vendedor le recuerde a Dobrovolsky, otro mediapunta que nos dejó profunda huella. 



Finalmente, pasan los días y el souvenir llega a la que será su casa tras haber estado descansando plácidamente en el equipaje de mano. El turista busca un sitio ideal para colocar la pieza cobrada y no acaba de encontrarlo. En el preciso momento en el que lo deposita donde sea, ya está pasado de moda. Entonces, el turista se para. Vuelve a observar el souvenir y se pregunta si fue una buena compra. Analiza los cinco elementos del recuerdo y comprende que los souvenirs de esta clase tienen una vigencia muy limitada. Ya sea porque a uno de los elementos no se le acaba de querer, ya sea porque otro no nos quiere a nosotros, ya sea porque a ese se le dejó marchar, ya sea porque a aquel no se le quería y ahora sí, ya sea porque al pequeño se le quiere pero también se le discute.

Entonces, el turista recuerda las palabras que decía el vendedor: “Con este tipo de souvenirs nunca se sabe. Siempre están cambiando”. Tendrá razón. Será que solemos comprar caros los souvenirs y que no les encontramos el sitio adecuado. Será que llevamos mucho tiempo sin tener claro incluso nuestro sitio. Será que esa sonrisa medio tonta nos acompaña también en nuestra vida diaria aunque no la combinemos con esos pantalones cortos que tan poco nos favorecen.

10 comentarios:

  1. Buenos días y bien hallado D. Emilio.

    Sólo desearle que se recupere del síndrome pos-vacacional y una pregunta. ¿Son suyas las matroskas (¿se dice así?) de la foto?

    No tienen desperdicio.

    Un saludo

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  2. Mías todas Don Alberto, y mire que me recorrí varios puestos para encontrar además una de Torres pero no hubo manera.

    La gente se compraba vodka o caviar, yo me dediqué a buscar matrioskas de futbolistas en la antigua URSS. Raritos que somos los que paramos por estos lares.

    Un abrazo.

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  3. Feliz vuelta,Don Emilio.Espero que esta quincena vacacional le haya cundido lo suficiente para oxigenarse de cara a lo que nos espera.

    Tómese el tiempo necesario para ponerse al día,pero por favor,no tarde demasiado en dejarnos alguna de sus perlas en torno a la actualidad de los nuestros(no demasiado ilusionante,por otra parte).

    Reitero bienvenida.Saludos.

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  4. Bien hallado Don Charly. Oxigenado y también con algún kilo de más retorno.

    Lo triste de esto es que no se necesita casi tiempo para ponerse al día. Lo sabido y esperado: Tiago, Adrián, la redención de Forlán y la caída hasta lo más hondo (sin necesidad además) del yerno de Dios.

    ¿Saben lo que les digo? Pues que a pesar de los mordiscos que a nuestras ilusiones pegan año tras año aquellos de los que no quiero acordarme, tengo ganas de ver hoy el triangular en Granada. Tengo ganas de ver qué idea tiene nuestro entrenador-párroco, tengo ganas de poder crearme una opinión sobre Silvio, tengo ganas de ver si lo de Adrián este verano puede albergar una esperanza fundada, tengo ganas de ver a Joel dar un paso al frente, tengo ganas de ver la vuelta de Simao...

    Llámenme masoquista, tal vez lo merezca.

    Un abrazo, Don Charly.

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  5. Entendido y compartido.Apúnteme en ese club suyo masoquista,pues a mí también me tarda la hora de ver otra vez en marcha este circo.

    Qué incongruencia,¿no?.Por mucho que,año tras año,nos digamos que ya hemos aprendido la lección,que ya no volveremos a dejarnos engañar por ese corazón que siempre le gana la partida a la cabeza,aquí nos hallamos...

    ...Un verano más,con el maquillaje del raciocinio desilusionante,por fuera,y sin embargo con el sentimiento esperanzador de un resurgimiento milagrero.

    Otro para ud.

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  6. Sí, incongruente, irreflexivo e inexplicable. Pero creo que también mayoritario en cuanto al sentimiento de los nuestros.

    Vayamos a ello y dejemos que de vez en cuando volvamos a olvidar la miseria que nos rodea.

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  7. Masoquistas redomados...no hay duda.

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  8. Supongo que se refiere al esperpento de Granada,su último comentario.

    Por supuesto,masoquistas,pero,por mi parte también a punto de entrar en un estado de acojonamiento(pánico,canguele,llámele como ud. quiera)que no tenía desde que vi la 1ª de "Viernes 13",con 12 añitos.

    ¡ Ay,la que nos espera !

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  9. Buenas noches D. Emilio.

    A la vista del resultado creo que hice bien en irme al cine.

    Empezaba a pensar (¡cómo me duele la cabeza!) que, hombre hay muchos jugadores nuevos jóvenes y con futuro... Pero, ¡en qué manos! Huele a quemado, creo que se me ha recalentado la neurona.

    Un saludo

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  10. Pavor nos debería dar el Estrógenos o como se llame (que llega bastante rodado) con lo que vimos ayer.

    Y todavía habrá alguien que se escude en la intensa carga de trabajo o las fatigas acumuladas a estas alturas de la pretemporada para justificar el nuevo hito.

    Hizo bien Don Alberto, hizo bien (siempre que no fuera a una de cine español, por supuesto)

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