lunes, 16 de agosto de 2010

¿Por qué la agonía del mediapunta?

Sin duda ustedes, los que han entrado a leer estas palabras en un ejercicio de irresponsabilidad sólo comparable al de ese operario que supervisa el buen funcionamiento de las ojivas nucleares de alguna república caucásica y que deja que caigan las migas sobre el botón rojo que tiene un post-it encima avisando de "No Tocar" (en cirílico, claro) cuando almuerza pastelería industrial y fruta lavada todos los días a las 11:30 salvo cuando tiene turno de noche (lo que ocurre una de cada cuatro semanas, para tranquilidad del género humano), se preguntarán el por qué del título de este blog.



Aunque me pese, me veo en la obligación moral de aclararles el motivo, y para ello, necesito que se retrotraigan en el tiempo (aquí, si la tarjeta de sonido lo permite, debería haber música de flashback).


Años 70, España, una generación de niños crece comiendo pan con chocolate y bocadillos de jamón serrano (el ibérico se inventó más tarde, casi a la vez que internet). Estos niños tienen como única referencia de televisión plural a la 1 (anteriormente conocida como la Tele, con mayúsculas) y la 2 (anteriormente conocida como el UHF). A estos niños, que no son víctimas de consolas, tienen pueblo donde veranear y poseen un índice de grasa corporal más que aceptable, casi se les obliga a ver diariamente la serie de divulgación científica sobre la fauna española "El Hombre y la Tierra". En ella, estos púberes aprenden que hay que cuidar a las aves (rapaces y carroñeras), a varios mamíferos de la meseta (incluyendo al lince) y a un no desdeñable número de criaturas que habitan humedales.
Puede que estos niños, ahora hombres y mujeres de pelo en pecho, hayan desarrollado un inquietante interés por el deporte rey, afición más que probable entre los que hemos estudiado EGB. Llegados a este punto, estos ciudadanos y ciudadanas en cuya mocedad ha calado subliminalmente la necesidad de cuidar bichitos en extinción se acercan los domingos a ver el partido de su equipo o ven las múltiples retransmisiones deportivas con las que son agasajados por los canales de pago, constatan que hay especies que ya no pertenecen al ecosistema de un campo de futbol sin que nadie haya levantado la voz de alarma como hizo "Amigo Félix" (sí, incluso había una canción perpetrada por Enrique del Pozo, ¿alguien da más?).


Ellos, se dan cuenta de que ya no hay extremos, ni laterales, ni centrales de patadón y tentetieso, y ni Adena, ni Icona (a un nivel más local), han dicho esta boca es mía. Lo más preocupante es que han desaparecido por la introducción en su hábitat de dos especies no autóctonas de la península Ibérica (creo que tampoco de Baleares, de Canarias y ciudades autónomas no tengo constancia), que son por orden de malignidad (de menor a mayor) los carrileros y los mediapuntas. Me centraré en esos últimos ya que la situación de los carrileros no es tan preocupante ni mucho menos, todavía hay reductos protegidos en los que el lateral es lateral y no pasa de mediocampo ni por prescripción facultativa.


El mediapunta es el cangrejo de río asiático que se está comiendo a los delanteros autóctonos que no tienen demasiado gol, el mediapunta es el renacuajo subsahariano que devora huevos de extremo izquierdo habilidoso (con perdón), el mediapunta es el ave de comportamiento parasitario que obliga a nuestras autoridades futbolísticas a poner sobre la hierba dobles o triples pivotes para frenar su expansión. Todo eso y mucho más, es un mediapunta.


Como no quiero alarmar a la población sin pruebas fehacientes, traigo ante ustedes al más claro exponente de esta especie tan dañina, que desgraciadamente mora en mi equipo, el Atleti. Con ustedes Don Jose Manuel Jurado.


Debido a mi estatura (casi dos metros) y mi consiguiente habilidad con el balón en los pies, desde pequeño me he visto relegado a ser portero en todo partido o pachanga en la que he participado. Al ser portero tenías un don otorgado en cada partido que se basaba en elegir junto con al otro portero qué jugadores iban a formar parte de tu equipo. En esta liturgia conocida como "Todos a la pared que vamos a escoger", se iba eligiendo alternativamente a cada jugador quedando para el final los jugadores menos habilidosos, populares o estilizados que, a la postre eran distribuidos como el perejil en las fruterías (o sea, a bulto).


Teniendo estos antecedentes de secretario técnico en mi pasado (ahora se dice background), me aventuro a imaginar al pequeño Jose Manuel siendo elegido de los primeros cuando se trataba de un partido de futbito (a eso jugábamos en mi generación) pero de los últimos cuando se trataba de futbol 11. Veo imágenes de Juradito superando unas paperas en cama, sin poder bajar a jugar a la calle con sus amigos en Sanlúcar, pero viendo videos (sistema beta) de jugadores exquisitos e incomprendidos durante días y días, robando horas al sueño para aprender a hacer rabonas, colas de vaca y toda clase de suertes sin las que el futbol no sería como lo conocemos.


Su recuperación es asombrosa y parece que el niño Jose Manuel podrá jugar al futbol sin ninguna secuela física, de hecho hay equipos que se interesan por él y ya es catalogado en medios especializados como una promesa y casi una realidad.

Todavía nadie ha reparado en que no hubo secuelas físicas, pero si las hubo psicológicas…


¿Ven como hay un por qué?

No hay comentarios:

Publicar un comentario