lunes, 25 de febrero de 2013

El bueno, el feo y el malo.


El bueno

Miren que si hubiera que calificarle sin conocerlo demasiado la mayoría votaríamos por proclamarle el feo de la película. Su corpachón, sus maneras torpes y esa cara que nunca querrías encontrarte en un callejón siniestro a las horas en que los gatos migran a pardos así lo aconsejarían. También los hay a los que el cuerpo les pediría otorgarle el título del malo. El malo por sus subidas de tensión (menos cada vez) y esa tendencia a meterse en líos que de vez en cuando manchan su labor sobre el campo. El malo por sus ya pretéritos coqueteos con las salidas nocturnas llenas de excesos que nos contaban nuestros conocidos en las ciudades en las que jugó como cedido. El malo por llegar hermoso y lleno de lustre en la baja lorza tras vacaciones degustando los guisos de una mamá a la que uno imagina con la misma cara que su churumbel, aspecto éste que no debe ser minusvalorado a la hora de dejarse algo en el plato. También pensaba que era el malo Manzano, ese gran estratega del color de las patillas de las gafas, al menos más malo que Salvio, al que prefirió antes que a él demostrando gran conocimiento balompédico e incluso estético. Equivocados andaríamos si eligiéramos así. Él es indiscutiblemente el bueno de la película.

Sabido es que en la producción de este año de nuestro Atleti el papel de bueno estaba asignado a un actor de culebrón con el nueve a la espalda, claro. Así se asumía con naturalidad hasta que un secundario que comenzó la temporada casi sin frase ha pasado a llevar sobre sus hombros el peso de la trama ahora que el film se encamina al desenlace. El bueno complementa al colombiano y ofrece un sinfín de posibilidades a sus compañeros. Despliega un catálogo de desmarques a cual más valioso, enloquece a unas defensas rivales que se visten de impotencia cuando se topan con él y provoca faltas, penalties y desahogo en sus compañeros. Si los críticos tuvieran criterio, algo escaso tanto en el fútbol como en el cinematógrafo, ya habría alcanzado una cota de protagonismo similar a actores de otras productoras a los que nuestro intérprete no debe envidiar nada en cuanto a preponderancia e importancia en su equipo, que es el segundo de la liga, no lo olvidemos. Las últimas escenas de los partidos terminan todas igual, allí está él, cabalgando hacia el horizonte después de haber descosido al rival con la rapidez de su revólver y nosotros en pie y con lágrimas en los ojos por tan emocionante final.




El feo.

El feo de la película lo es por méritos propios. Por más que intente alisarse el pelo a la japonesa y vestir chaquetas llenas de colores y de malos gustos, no es fácil engañar al ojo del que mira y ve ese culo tan bajo y esos brazos tan cortos enmarcando un pecho demasiado estrecho. Es feo, sí, pero es gracioso. El feo de la película nos tenía conquistados desde hace tiempo, probablemente porque amén de feo es el que más talento interpretativo posee de todos los que aparecen en el largometraje. Él, poseedor de esa pinta de ser el amigo que siempre se apunta a la última sea ésta donde sea, siempre ha sido un actor algo discontinuo pero brillante cuando aparece en escena. Sus taconcitos, sus caños y sus sonrisas de oreja a oreja le hacen a menudo aparecer en las quinielas para llevarse un galardón al mejor actor secundario con maneras de principal. Él, ha desempeñado a la perfección durante la mayor parte de la película el papel del que da el pie de frase para que el protagonista se luzca, lo que en términos del séptimo arte se conoce como el último pase. Aún así, últimamente se le ve raro, con poca chispa. Dicen las malas lenguas que quiere cambiar de aires aunque lo desmintiera, dicen otros que la exigencia física que el director impone durante el rodaje no puede ser soportada de forma sostenida por alguien más dado al arte que al sudor. Dicen muchas cosas pero esperamos que no sean del todo ciertas, porque lo cierto es que necesitamos al feo. Necesitamos que vuelva su sonrisa y sus lances pintureros. La película sin él no es lo mismo, puede que sea más intensa, pero pudiera que algo más aburrida.

El malo.

El malo, como buen malo que se precie, visitó de nuevo la escena de sus crímenes y lo hizo subido en una ola de popularidad. El malo, al que sufrimos en su momento, ha demostrado en innumerables ocasiones que sufre vértigo en cuanto sus equipos alcanzan ciertas cotas en las clasificaciones y muestra a las claras que no es actor para empresas demasiado ambiciosas. En la película de ayer, sus primeras frases fueron destinadas a no dejar hacer su papel al actor de enfrente en vez de centrarse en sus intervenciones, algo de lo que suele pecar. Más tarde, cuando las cosas parecían ponerse de cara, introdujo un cambio que hizo que los suyos se partieran, algo muy del gusto del malo, celebrado creador de ese método interpretativo conocido como Manichismo partido en dos, en el que cuatro actores se colocan en primer plano, cuatro actores en un segundo plano fundido con el paisaje y un extra, si es posible gordito y alocado, corre de un grupo al otro con un balón en los pies sin demasiado criterio convirtiendo la película en un bodrio infumable pero pretendidamente sesudo. Vino bien que apareciera el malo en escena porque repuntó el film tras la depresión que pudiera haberse producido tras el guiño amargo que la trama trajo de Europa durante la semana. Vino bien porque sale la película reforzada, algo esencial dado lo que el guión deparará en tres días. No nos está quedando mal la peli de este año, no señor….

6 comentarios:

  1. Muy buenas D. Emilio.

    Se le ha olvidado mencionar al director del remake, que casualmente rima con el de la cinta original.

    Resulta un poco sorprendente, por la falta de costumbre, ver que a estas alturas del campeonato liguero ya se han conseguido los mismos puntos que al final del campeonato anterior, el equipo está en semifinales de la Copa del Rey, con posibilidades de llegar a la final, y recién eliminado de la Europa League.

    Se podría decir que hasta daría un poco de vértigo, si no se atiende a la extraordinaria campaña que está haciendo un colectivo por el que nadie daba un duro (3 céntimos de Euro) al principio de la temporada. Y lo que ha cambiado en este equipo es la mentalidad, la fé en lo que hacen, más allá de las cualidades técnicas de cada uno. ¡Hasta ha reaparecido Tiago!

    Y esto es labor del entrenador. Con menos mimbres que los que tuvo su antecesor está consiguiendo unos resultados que sólo se pueden entender por el compromiso que ha conseguido de los jugadores. ¡Y está subiendo jugadores de la cantera! Dosificándoles para hacerles importantes en el equipo.

    ¡Muchas gracias Cholo!

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    1. Ese es el artífice de todo, Don Alberto, el director....Un monstruo del encuadre y la iluminación, sabe hacer aparecer resultón a un elenco que en otros casos parecía de serie B.

      Eso de que Tiago se haya levantado y haya andado de nuevo me suena a final de contrato, malpensado que es uno, aunque alegra ver cómo se puede sacar algo de alguien que servidor creía perdido para la causa...

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  2. Pues nada, Don Emilio, que al final saco los Premios Poya que me reclamó, y adivine también qué película aparece en los mismos ... :-DDD.

    PD.- Es usted un puto crack. No le llegamos casi ninguno a la altura del betún.

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    1. Me voy corriendo a su casa, no me pierdo tan ilustres galardones...

      Un abrazo...

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  3. Pues si, D. Emilio, el feo se está ganando a pulso ser el bueno. Y a fe que lo tenía deshauciado.
    Pero hete aquí que se está haciendo un jugador mas que importante, vital, para este Atlético del Cholo (we trust, aunque me enfadara el otro día...) en el que el equipo está por delante del individuo. Es el y no otros el que da sentido a las recuperaciones y a la presión, ofreciéndose por cualquier parte del campo para que sea mas fácil convertir una recuperación de balón en una oportunidad, sea en jugada o sea a balón parado porque se haya llevado un "recadito".
    El feo, se está haciendo mas feo. Ya torcí el morro cuando lanzó sus anhelos al aire y desde entonces no termino de colocarlo bien.
    Y el malo...¡Ay el malo!. La verdad que ese punto socarrón y esa facilidad de palabra le hacen tener una prensa que no merece. Me vale para tomar unos tequilas en los que estaría seguro de que pasaría un buen rato. Pero para entrenar...
    Claro que, si atendemos a los sesudos "periolistos", esos que andan como lobos esperando la caída de los rojiblancos, lo de ayer fué un mal partido en el que el Español no fué el equipo que era. Y digo yo, listillos, ¿no será que el Atletico le hizo un traje a todos los niveles?.
    ¡Ay señor, que cruz!*

    *Hago ver a los presentes que ando ya en modo cuaresmal semanasantero on. El resolí es lo que tiene...las resacas digo...

    Buenos dias.

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  4. El bueno está a un cambio de peinado y a un peeling facial de que se empiece a barajar su nombre para el balón de oro...El feo tiene episodios que desesperan, por ejemplo ayer sobrevoló sobre su cabeza el fantasma de la expulsión (lo que no es muy difícil con árbitros del criterio del que nos tocó en suerte)..El malo, ¡ay, el malo!, al malo le quedaba grande, enorme la camiseta rojiblanca pero coincido con usted, era simpático a rabiar. Esas ruedas de prensa en las que le decían si se había equivocado y él respondía que sí, que tenían razón los periodistas agachando la cabeza no tenían precio...

    ¿Ya ha empezado usted con la celebración cuaresmal? ¡Pero si la sardina todavía está caliente!

    Buenas tardes...

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