Artículo publicado en ctxt.es: http://ctxt.es/es/20160127/Deportes/3928/Atletico-de-Madrid-Cerezo-horarios-Liga-Tebas-Real-Madrid-La-Colchoner%C3%ADa.htm
Nadie dijo que fuera a ser fácil. Sabíamos que iba a ser difícil caminar con los zapatos llenos de chinitas. Ya tenemos experiencia en estas lides. Desde hace unos años –gracias, Cholo– volvemos a estar en primera línea de combate. Nuestra fuerza no reside en disponer del más moderno y caro armamento. Somos temibles como grupo por la fe que nuestros guerreros desbordan en el campo de batalla. El hasta no hace mucho desordenado ejército que a la primera salva de artillería se batía en retirada, se ha convertido en un rival molesto. Desafiantes, nuestros soldados miran a los ojos de los contrarios y éstos dudan. Ven avanzar a los rivales vestidos de rojiblanco y recuerdan historias y leyendas que hablan de aquel David que derribó al gigante con su honda, de aquel gol de Miranda que conquistó territorio enemigo o del cabezazo de Godín que abrió de nuevo las puertas del cielo. Todos esos episodios significaron lo mismo, la caída inesperada de Goliath, aunque las últimas fueran hace muchos menos años.
Nadie dijo que fuera a ser fácil. Sabíamos que iba a ser difícil caminar con los zapatos llenos de chinitas. Ya tenemos experiencia en estas lides. Desde hace unos años –gracias, Cholo– volvemos a estar en primera línea de combate. Nuestra fuerza no reside en disponer del más moderno y caro armamento. Somos temibles como grupo por la fe que nuestros guerreros desbordan en el campo de batalla. El hasta no hace mucho desordenado ejército que a la primera salva de artillería se batía en retirada, se ha convertido en un rival molesto. Desafiantes, nuestros soldados miran a los ojos de los contrarios y éstos dudan. Ven avanzar a los rivales vestidos de rojiblanco y recuerdan historias y leyendas que hablan de aquel David que derribó al gigante con su honda, de aquel gol de Miranda que conquistó territorio enemigo o del cabezazo de Godín que abrió de nuevo las puertas del cielo. Todos esos episodios significaron lo mismo, la caída inesperada de Goliath, aunque las últimas fueran hace muchos menos años.
Desde
entonces, las confrontaciones futbolísticas patrias no se quedan en un aburrido
y manoseado cara a cara. La variable colchonera se hizo hueco en la ecuación
para quedarse. Molestando, como decíamos antes. No a todos gusta que la fiesta
haya pasado a tener otro invitado. El predecible bipartidismo y todo su aparato
mediático ponen de manifiesto su contrariedad desde cualquier foro. Mal juego,
violencia inusitada, sacar partido a ese otro fútbol del que tan amante era una
de nuestras referencias, el Sabio de Hortaleza, todo ello se usa como arma
arrojadiza para desacreditar al incómodo pasajero que tuvo la desfachatez de
salir, en más de una ocasión ya, besando a la chica al final de la película
saltándose todos los guiones.
Asumimos que no habrá nadie recibiéndonos con flores a nuestra llegada. Sabemos que será difícil encontrar objetividad y soportamos, no consumiendo, el ninguneo constante y bien orquestado. Vivimos independientemente. Respiramos por nosotros mismos y nos las ingeniamos para encontrar oasis recónditos donde no se nos maltrata. Conocemos también las reglas: las tradicionales ayudas arbitrales disfrazadas de errores humanos a nosotros no nos llegan o lo hacen en forma de migajas. Ok. Sabíamos a lo que veníamos, esto no es Bambi, como decía Torrente mientras apatrullaba la ciudad.
La última
chinita en el zapato nos la pone el señor Tebas en forma de horarios. El impar
chofer con poderes de la liga de fútbol profesional, muy aficionado por otra
parte a hacerse fotos junto a sus churumbeles vistiendo camiseta paliducha
bwin, programa los partidos del Atleti pegaditos a jornadas de Champions, no
vayan a constiparse. Su habitual delicadeza a la hora de encajar las piezas de
los partidos de Hernández y Fernández en el loco puzzle de los horarios semanales,
se torna aspereza cuando se trata de darnos cita a nosotros. Tres partidos en
seis días, sin listas de espera, no se quejen. Un genio, el tío. Es tal su
disposición de agradar que programa el derby en horario sabatino madrugador, casi
recién aterrizados los nuestros de Eindhoven, aduciendo intereses comerciales. El rival, bien
descansado, gracias. Luego, si quieren, debatimos sobre campañas.
Lo más
sorprendente, dentro de todo este universo de huevos Kinder con olor a
alcantarilla, es que en la LFP el Atleti ostenta una vicepresidencia en la
figura de Clemente Villaverde y un puesto como vocal, asignado al
club. Silencio sepulcral. Nadie protesta. Ni un comunicado ni una declaración
institucional. Como mucho, de postre nos servirán un canutazo de esos que
Cerezo, a modo de digestivo, se administra a la salida de un asador derrochando
gracejo. Torpedeados desde dentro una vez más, nos miramos en el espejo y vemos
la misma cara indignada que llevamos paseando por la vida desde que supimos –y ya
sospechábamos– lo de poner el cazo prescritamente. Apuesto a que solo Simeone y
los jugadores comentarán el tema. Se rasgarán las vestiduras blancas aquellos
que afearon a nuestro técnico vaticinar lo de la liga peligrosamente preparada.
Lo tenía claro.
Nadie dijo
que fuera a ser fácil. Los aficionados del Atleti llevamos ya un tiempo cómodos
con el traje de moscas cojoneras. Nos sienta como un guante, a decir verdad. No
esperamos regalos, no es el estilo. Habrá que sobreponerse a todas las chinitas
que nos impidan avanzar a buen ritmo o al menos al ritmo al que los demás
avanzan en su camino trufado de comodidades. Eso nos hará valorar más lo
conseguido y lo que haya de llegar. Mientras tanto, el club seguirá agazapado.
Connivente. Pasivo ante cualquier atropello. Demostrando una vez más que David,
en el Atleti, corretea sobre el césped, se sienta en el banquillo o alienta
desde la grada. Goliath, si existiera, solo es excusa y coartada para los del
palco. Ese palco que desde hace tantos años nos llena el calzado de chinitas.
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