miércoles, 29 de abril de 2015

Simeone y el 2 de Mayo

A Simeone, al que felicitamos ayer por su cumpleaños y hoy felicitaremos por sus 200 partidos al frente de la nave, le estaban esperando como se esperaba a los franceses cuando lo del 2 de Mayo. Le acechaban agazapados en un recodo del camino, faca y pluma en mano. No crean que el Cholo haya puesto de rey a un hermano suyo o haya paseado por las calles de la capital silbando la Marsellesa, que como todo el mundo sabe es un himno que inflama el ánimo gabacho pero toca las narices a los de enfrente con tanto enfants de la patrie y tanta matraca. A nuestro técnico le estaban esperando a cuenta, supuestamente, de un cambio mal hecho y de que no acabó de salir bien el plan de no desabrigarse en exceso ante el gélido ambiente que siempre mora en casa del enemigo. Eso dicen los que pretenden derribarle del caballo. Puristas de la pizarra mal entendida, nuevos creyentes de la religión basada en montes atestados de orégano. Mienten.

Nadie como Simeone trabaja antes de los partidos. Ningún entrenador maneja tantas variantes en forma de jugadas ensayadas hasta la extenuación. No se conoce técnico que vea vídeos de los rivales tantas veces, que estudie hasta el más mínimo detalle todo aquello que pueda influir en un lance. Valga como ejemplo lo que contaba Juanfran en una entrevista hace poco: en los descansos se habla y se ensaya cómo se va a sacar de centro, cómo se desarrollará, como si fuera una coreografía, la primera jugada de la segunda parte. Aun así, le esperan acusándolo de descuidado, de no haber tenido en cuenta otras alternativas, de dejación de funciones. Manda oeufs, que dirían los afrancesados.



Lo más inquietante es que la turba, formada realmente por cuatro gatos despeinados pero ruidosos, eso sí, se compone de igual manera de guerrilleros de la otra orilla, de los que se puede esperar cualquier atrocidad, como de la nuestra, lo que sorprende y preocupa más. Supongo que Manoletes, Matallanas y otras hierbas se habrán echado al monte impelidos por la nostalgia hacia Ferrando o Manzano, con los que la cosa iba mucho mejor para ellos. Los habrá que dirán que son muy del Atleti, muy patriotas y por ello les llaman a ciertas tertulias en las que pretenden representar, sonrojo tras sonrojo, al aficionado rojiblanco. Callaban calentitos en sus guaridas cuando el objetivo era la intertoto, cuando la ilusión de la temporada se descosía sin llegar a las navidades, cuando los tribunales calificaban las apropiaciones y las cooperaciones pero salen indignados a pasar a navaja a nuestro técnico por un planteamiento más o menos afortunado.

Lo mismo pasado mañana vuelven a salir trabuco en mano para disparar a quien se mueva en nuevo episodio de esta chusca búsqueda de la Independencia y dirán que lo hacen para vengar un corner mal defendido o una alineación que a sus (cortos) juicios parezca descompensada. Volverán a alzar horcas, guadañas y antorchas pidiendo la cabeza del técnico, acusándolo de hijo de más allá de los Pirineos. Teniendo los santos cojones de hablar de cambio de ciclo sin que se les caiga la cara de vergüenza. Sepan ustedes que ese comportamiento tampoco aparecerá movido por ningún interés deportivo ni estratégico. Ese comportamiento, esa inquina desmedida nació en el mismo instante en el que Simeone, visionario él, señaló a estos cobardes guerrilleros dándonos un consejo que nunca deberíamos olvidar: No consuman. 

jueves, 23 de abril de 2015

Un lance cualquiera

Andaba el partido cerca de los postres y el Atleti, coincidiendo como en la ida con la salida de Raúl García, mostraba más disposición a mirar a otros horizontes, a pisar terrenos casi inexplorados durante la eliminatoria. Abrazados a la pasmosa seguridad de Oblak los nuestros le ponían ojitos a los penales, aquellos nuevos viejos amigos redescubiertos hace tan poco. Se alargaba el partido más de lo que agrada a los técnicos y un lance cualquiera, un lance de esos que pasan por los partidos como los extras de una película de griegos y troyanos, un lance invisible y prescindible, un lance olvidado antes de nacer, lo cambió todo. Pugnó Arda por el balón con el pie tal vez demasiado alto. Falta. Tal vez amarilla si fuera la primera, nunca cuando de la segunda hablamos. Leerán y oirán ustedes en los próximos días a exárbitros, exanalistas y exseres humanos que certificarán muy serios que sí, que reglamento en mano eso es una amarilla y probablemente no mintieran si sacáramos la acción absolutamente de contexto, pero lo hacen conocedores del paisaje que rodea a un arbitraje europeo, ese concepto-manto bajo el cual cabe casi cualquier tropelía. Es curioso con qué autoridad se esgrime el reglamento en la mano cuando conviene pero uno no recuerda si la semana pasada alguien sacó al reglamento de donde estuviera descansando para azuzarlo con mano firme contra los que soslayaron un mordisco que fue y luego se esfumó y un puñetazo en el estómago en los interiores del área. Nada fue lo mismo a partir de ahí para los de rojo y blanco: tres pasos atrás, un cambio raro y un nuevo episodio de la paradoja espacio temporal que asola a los descuentos, a veces ensanchándose y a veces, como ayer, encogiendo como una rebeca de punto cuando el Atleti se mide a ese equipo cuyo presidente cada día se parece más a Doña Rogelia.


Vaya por delante que en el cómputo global de la eliminatoria el Atleti racaneó con los merecimientos. Propuso poco. Arrendó sus fuerzas al cero a cero tanto en ida como en vuelta y a no dejar descubrirse ninguna rendija en la coraza. En los últimos partidos contra esta patulea, jugó el Atleti de igual a igual e incluso mucho mejor. Arrollando en ocasiones. No fue así ninguna de estas dos veces. Pudiendo vestir de etiqueta elegimos volver a ponernos el mono de hace un tiempo y, claro, el mono es áspero y pica en las corvas, con lo que eso molesta. En definitiva jugó poco el Atleti y jugó también menos el rival de lo que hoy dirán que jugó. Cuando los partidos brotan así solo los detalles los desnivelan y normalmente los detalles se esconden con más frecuencia tras una segunda amarilla rigurosa que tras el oropel florido de aquel al que le engrandecen por encargo la leyenda tras marcar terceros y cuartos goles de partidos resueltos contra equipos de media tabla para abajo.


Aun así, a uno le parecen impúdicamente ventajistas análisis sobre ciertos detalles del uno a uno de los nuestros. No obstante, esas opiniones vertidas con singular ligereza pueden servir de detonante para la reflexión, para que las rumiemos durante los cruciales partidos que restan para asegurar la tercera plaza: la desorientación de Griezmann, que Gabi no mejorara a un Saúl superado o que Mandzukic siguiera jugando el partido de hace una semana en su particular día de la marmota. Dicen algunos, por ejemplo, que para estos partidos siempre hay que contar con Torres. Confían en que en citas así puede hacer aparecer algún prodigio con esa varita que él guarda para las ocasiones especiales. Nunca sabremos qué hubiera podido cambiar pero lo que sí sabemos con total seguridad son tres cosas. Que Simeone sabe mucho más de fútbol que usted y que yo, que moriremos con este Atleti sea cual sea la manera en la que elija encontrar muerte y que si hoy tenemos esta cara de acelga, tras caer en cuartos de final de Champions y luchando por ser terceros en la Liga, es que algo se estará haciendo bien…

lunes, 13 de abril de 2015

Coplas de la eliminatoria que se nos viene


Aun sin nadie que lo pida
abro el zurrón de consejos.
Sea por diablos o viejos
tenemos la piel curtida
y se distingue de lejos,
ya nos enseñó la vida,
la humareda difundida
por sus lacayos tipejos.

Tipejos, sí, y no es por nada.
A nadie casi ya extraña,
ver iniciar la campaña,
ver tanta hiena alineada.
Morderán aún con más saña
tras las dos lides pasadas.
Brillantemente ganadas
ante tales alimañas

Fue tocar en el sorteo
la bolita colchonera,
y ya la Central Lechera
comenzó con el goteo.
La práctica, muy rastrera,
El proceder, siempre feo.
Complejo es todo, yo creo,
de ahí se explica tanta cera.

Dicen que el Ser Superior
arrugó irritado el ceño:
“Cuando lo hace Butragueño,
toca siempre uno menor”
Habrá puesto mucho empeño
en subsanar el error,
pondrá un árbitro deudor,
de esas prácticas es dueño.

A mí el rival, la verdad,
casi me es indiferente.
Lo mejor del continente,
tendrá la capacidad
Pareciera más prudente,
rogar, aún por caridad
no tanta continuidad
al cruzar con cierta gente.

Si nos ha tocado en suerte
no trae miedo, trae fatiga.
Como cigarra y hormiga.
Nuestra vida, vuestra muerte.
Pues miren, antes que siga,
diré que no me divierte,
harto estoy de conocerte,
de ganarte en Copa y Liga.


Desde entonces, habrán visto,
todos los nuestros en venta:
si no se va, se le tienta.
si se queda, poco listo.
El titular condimenta,
como si fuera de un pisto,
que interesa a todo cristo,
incluida a su parienta.

Mucho se hablará en el mes,
de lo de equipo violento,
de que Cholo en sí es un cuento,
del puto noventa y tres.
Y dirán que es un portento
entre grandes hincapiés
el niñato portugués,
el rey chusco del talento.

Si la ida se torciera,
saldrá de nuevo la ouija,
por si por esa rendija
se aparece algún cualquiera.
El fantasma que así elija,
si alguno lo conociera,
valdrá para que creyera,
mocitas, hijos e hijas.

Pasarán pronto esos días,
no se apuren, pasarán.
Y otras fechas nos vendrán
también con anomalías.
Sus artes nunca podrán,
dejar nuestras voces frías.
Más probable es que te rías,
cuando juega Arda Turan.

No consuman, hagan caso.
Den la espalda a tertulianos.
Si quieren llegar a ancianos,
no cometan error craso.
Comentarios cotidianos
vertidos por un payaso,
se condenan al fracaso
si caen en cerebros sanos.

Solo una cosa además.
Solo una, poco pido.
Vivan partido a partido.
No les escuchen jamás.
Pero si en algún descuido,
ustedes no pueden más,
mándenles dar por detrás.
De esta forma me despido…