Artículo publicado en ctxt.es http://ctxt.es/es/20160106/Deportes/3608/Atletico-de-Madrid-candidato-Liga-mercado-de-invierno-falta-de-gol-Real-Madrid-Bar%C3%A7a-La-Colchoner%C3%ADa.htm
Sentados en sus irreales poltronas, los conejos no tienen tiempo ni ánimo siquiera para discutir si el Atleti es un galgo o un podenco. Andan muy atareados retozando en sus propias miserias –no conocen otras, todo sea dicho–. No contribuyen tampoco a poner nombre a la amenaza la cohorte de corifeos acostumbrados, siempre dispuestos a ordeñar hasta el esperpento la ubre seca de lo que ellos llaman información. Mientras tanto, la polvareda se ha acercado tan peligrosamente como hace un par de años, cuando se pudo de moda aquella canción del “ya caerán”. No cayó entonces y pinta tiene de que va a ser que no ahora tampoco. No se trata solamente de un deseo ni de un sobrevenido poder adivinatorio que se me haya revelado entre turrones. Se trata de un ejercicio de observación y análisis pausado que paso a argumentar en el siguiente párrafo, que éste anda ya muy lleno.
Sentados en sus irreales poltronas, los conejos no tienen tiempo ni ánimo siquiera para discutir si el Atleti es un galgo o un podenco. Andan muy atareados retozando en sus propias miserias –no conocen otras, todo sea dicho–. No contribuyen tampoco a poner nombre a la amenaza la cohorte de corifeos acostumbrados, siempre dispuestos a ordeñar hasta el esperpento la ubre seca de lo que ellos llaman información. Mientras tanto, la polvareda se ha acercado tan peligrosamente como hace un par de años, cuando se pudo de moda aquella canción del “ya caerán”. No cayó entonces y pinta tiene de que va a ser que no ahora tampoco. No se trata solamente de un deseo ni de un sobrevenido poder adivinatorio que se me haya revelado entre turrones. Se trata de un ejercicio de observación y análisis pausado que paso a argumentar en el siguiente párrafo, que éste anda ya muy lleno.
Mirando la
clasificación uno repara en dos cosas. La primera es que ésta no va a ser una
liga de record de puntos salvo segunda vuelta para el recuerdo de alguno de los
aspirantes. En este escenario de mayor igualdad, en el que robar al descuido
puntos a los grandes ha dejado de ser una utopía, mayores son las posibilidades
del equipo de Simeone. Mucho más complicado sería para los rojiblancos aguantar
el envite en una competición como aquellas programadas para dirimirse a doble
partido en los clásicos, dada la imposibilidad de arañar resultado alguno por
parte de los otros dieciocho equipos, chuchos sin raza todos, cuando los
conejos asoman por los calendarios. La segunda es que el Atleti está en lo más
alto, partido menos, partido más, se sobreentiende, a pesar de los pesares.
Los pesares
se llaman falta endémica de gol y, puestos a afinar mucho, ciertas fases de los
partidos sazonadas con un juego que podríamos calificar de anodino. Aduce el Cholo
–palabra de Dios– que la falta de gol en sí no es tan preocupante cuando se
crean ocasiones. Estando de acuerdo en el diagnóstico, uno cree entrever
nostalgia en la mirada del técnico. Nostalgia de aquel Falcao, ahogado ahora
nadando entre billetes, que tornaba en redes cualquier balón que tocara.
Nostalgia de ese Diego Costa indómito que perforaba porterías potencia pura
mediante, aunque fuera trastabillado tras chocar con tres adversarios que
yacían caídos a su estela. Nostalgia incluso, quién lo iba a decir, por aquel
Mandzukic aguerrido y tosco, adalid del simplismo aplicado al hecho diferencial
del goleador. Justo esta temporada, cuando más delanteros se arremolinan
alrededor de Simeone en cada entrenamiento, cuando mayor es el abanico de
posibilidades, van los goleadores y se ponen a fumar, lo mismo que la abuela.
El gol en
el Atleti desde mediados de la pasada campaña tiene acento francés. Solo
Griezmann ha respondido a las expectativas numéricas y solo ello hace que se le
perdonen esos episodios de ausencia durante los partidos que harían las
delicias de cualquier neurólogo balompédico. Seguidamente las miradas se
dirigen a los dos delanteros más puros que hay en la plantilla: Jackson y
Torres. La prevista batalla por la titularidad entre ellos se ha tornado en un
duelo de diversas ansiedades que debieran ser ponderadas de manera diferente.
El colombiano anda a la búsqueda de su sitio, tanto en el campo como de cara al
gol, pero su cruzada deja en ocasiones tufo a indolencia. Fernando, mientras
tanto, pelea y lucha, se embolica por el camino y trasiega peleado con un gol
redondo. Nunca fue el de Fuenlabrada un delantero de cifras, pese a poder presumir
de ellas, y ahora no debería centrarse en las matemáticas. El uno por el otro
dejan la casa del delantero centro por barrer y eso ha hecho que el técnico
haya probado con resultado desigual con Vietto haciendo de nueve impostado en
varios encuentros. Ni a esa llamada acudieron los goles. Completan el bodegón
Correa, Carrasco y los centrocampistas que quieran sumarse a la fiesta
goleadora sabiendo que toda ayuda es buena aunque la responsabilidad de marcar
no recaiga en sus hombros. La cifra goleadora se antoja algo enclenque, cierto,
pero suficiente si se apoya en la proverbial capacidad defensiva, joya de la
corona marca de la casa admirada allende los mares.
Puestos a
señalar como pesar al juego desplegado por nuestro equipo, permítanme antes
declararme en rebeldía de nuevo ante cualquier debate centrado en lo puramente
estético que se pueda echar uno a la cara. El problema de juego, si es que lo
hubiera, nace de una puntual falta de verticalidad o de episodios de
desconexión con la delantera –otra vez el gol, traidoramente esquivo–, nunca de
militar en posiciones alejadas del preciosismo tiquitaquero –los dioses nos
libren de semejante lacra–. Si de pulcritud en las maneras para con el balón
hablamos, es menester acordarse de Tiago. La sombra de la ausencia del
portugués es alargada. Su falta ha retrasado a Gabi, cumplidor en el
posicionamiento y en la brega, deficitario en la salida del cuero. Tampoco Saúl
ha acabado de convencer a la hora de suplir al luso: más desorden táctico y
pérdidas comprometedoras han alejado al canterano del círculo central, tal vez
para definitivamente quedar unido al puesto de interior. Además, Koke, dueño y
señor de la patente del último pase en los últimos tiempos, se ve obligado a un
mayor despliegue físico que acusa en fase de ataque y a Óliver parece
deprimirle la cercanía de la cal de la banda y estar pendiente de cerrar el
carril que le toca. No todo son noticias regulares. El vacío de Tiago ha
rescatado a Thomas de lo más profundo de un banquillo con perspectivas de
cesión. El ghanés ha estallado en el medio campo y en nuestros corazones como
una bomba de hidrógeno. Su despliegue físico, su fe y su llegada al gol nos han
enamorado como a adolescentes y hemos vuelto a creer en cosas en las que se
deja de creer cuando uno firma una hipoteca. Aun así, hablamos de otro
interior, no –todavía– de un cinco de los de toda la vida.
El mercado
de invierno, otrora zoco persa del que salíamos escaldados baratija tras
baratija, nos trae como añadido dos apuestas casi seguras. Kranevitter, el
cinco más cinco que Argentina ha fabricado en varios años y Augusto Fernández,
otro todocampista metido a mediocentro, también de la patria del tango pero con
nombre y planta de cantante de rancheras. La suma de ambos junto con la maduración
y asentamiento de los mimbres que ya hay en la plantilla, debería ser
suficiente para suplir, que nunca olvidar, al añorado Tiago. La competencia y
la presencia de tantas alternativas juegan a nuestro favor, solamente el tiempo
necesario para ensamblar las flamantes piezas y asumir los nuevos roles de cada
uno pesan en nuestra contra. La polvareda ya está cerca y los conejos siguen
discutiendo de sus cosas.
Sin querer
parecer demasiado optimista, lo lógico es que todo vaya a mejor. Delanteros que
encuentren la confianza perdida con goles, aunque sean con la espinilla y en
semifallo, aunque haya dudas de si hay que atribuírselos a ellos porque antes
rebotaron en el trasero de un central lleno de tatuajes y flequillo a lo Brian
Ferry. Un centro del campo cómodo tanto en la brega como en el manejo del tiralíneas
que sirva, además, de coartada firme desde la que despejar cualquier sospecha
de cansancio por la carga de partidos. Una defensa y un portero que se ciñan al
guion que llevan bordando desde el inicio del rodaje. Llega el momento de
utilizar el tan cacareado fondo de armario y llega con el equipo en una posición
envidiable, impensable hace tan solo un lustro.
Los conejos
y sus rapsodas oficiales, incapaces de ver lo que se les viene encima, debatirán
hasta el mismo momento de recibir la primera dentellada si este Atleti es una
amenaza. Si los pesares a solventar por los de rojo y blanco son suficiente
motivo para seguir adorando tranquilamente su propio ombligo ¿Son galgos o son
podencos? Tal vez, ni cuando ya sea demasiado tarde repararan los roedores en
lo que se les viene encima. Ojalá.
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