–…¿y a mí
qué con lo de que te lleves la bufanda? A estas horas un miércoles solo sale a
la calle gente de mal vivir y poco orden, Lucio.
– Mujer,
son cosas de los derechos televisivos y de los horarios.
– Pues le
dices al que los ponga que estos horarios son de ir a la whiskería, no de
eliminatorias de Copa, por mucho que éstas sean a doble partido…
Jugaba el
Atleti la ida de su eliminatoria de Copa a deshora, en un horario puesto a traición.
En un horario que invita al brasero y a taparse con el faldón de la mesa
camilla, no a salir de casa para pasar frío. Seguramente los prebostes del
balompié patrio dirán muy serios que estos horarios sirven para estratificar
los públicos objetivos a los que el producto debe impactar u otras frases igual
de peregrinas aprendidas en un máster de marketing por correspondencia
certificada. Se oye decir que si la saturación de partidos, que si los virus
FIFA y que si debiera haber fútbol en navidad porque es una cosa muy inglesa,
no tanto como el fish and chips, pero cerca le anda. Uno casi agradece que las preclaras
mentes que rigen los designios del balón no programen encuentros en navidades
evitando así el riesgo de que pongan un Balompédica-Calvo Sotelo a las 22 horas
del día 24 o un Montañeros-Puerta Bonita a las 23 del día 31, eso sí,
repartiendo cotillón y uvas de la suerte al descanso. Lo cierto es que casi es
mejor dejarles a sus cosas, a reclamar si la piedra en la que van a asar el
lomo de buey está lo suficientemente caliente o a negociar si las gambas entran
en el precio del menú degustación, cualquier otra pretensión sería peligrosa dada
su tendencia a pensar con la misma parte de la anatomía en la que las avispas
tienen su aquel, esto es, el trasero.
Salió el
Atleti para enfrentar al Getafe y lo hizo frío, como la noche. Puso Simeone en
liza al equipo titular menos Falcao, por problemas musculares, y uno se
preguntaba si la poca gente que había en el estadio se debía al horario, al
frío o a una masiva peregrinación de la afición al centro de salud más cercano
para tratarse de urgencia los primeros síntomas de una galopante diarrea
combinada con episodios de ansiedad por no saber el alcance del mal que aqueja
al rematador colombiano. Empezó bien el Getafe, equipo que, probablemente sin
motivo, a servidor le cae medio mal sin tener claro si es por la cantidad
excesiva de mediapuntas o de extramposos que moran en su plantilla. Pudiera ser
también por las simpatías de su presidente por el equipo de las mocitas y el
señorío, pero al cierre de estas líneas he podido descartar esa teoría al tener
como claro contraejemplo a otro presidente, Enrique Cerezo, que es forofo del
equipo Nessum Dorma sin suponer ello menoscabo para que el equipo que preside,
cooperando necesariamente, me caiga requetebién.
Les contaba
eso de que no salió mal el Getafe y es que en los diez primeros minutos salvó Thibaut
I de Gante dos remates con mala idea a raudales de esos que complican eliminatorias.
A esas oportunidades se sumó, confirmando que éste no parece su año, la lesión
de Adrián, víctima de una torcedura de tobillo acaecida a mayor gloria de ese colegiado
librepensador y contracultural que es Mateu Lahoz. Es curioso cómo el césped de
los campos en los que pita el árbitro favorito de The Special K, se siembra de
jugadores contusionados, doloridos y hasta violados (de manera dulce, claro),
mientras el trencilla pasea sus principios de que el show debe continuar sin
que haya faltas que lo afeen.
Se repuso
el Atleti pronto, sí, y lo hizo principalmente de la mano de Diego Costa.
Cuando Costa está centrado, cuando se dedica a sus regates con tropezón, a sus
caídas atropelladas a banda y a sus arrancadas de toro encastado, es un jugador
no sólo válido, sino casi imprescindible en una plantilla como la nuestra. Ayer
se comportó así y completó un gran partido adornado por dos goles, uno de ellos
de penalti, lo que pudiera usarse para valorar cómo maneja la relación con
cierto tipo de jugadores de carácter más voluble el Cholo.
Con el
marcador a favor se entonaron los nuestros. Hubo momentos de buen fútbol, no de
buen fútbol de ese que tan de moda está que solo promulga el amasamiento cansino
del balón y mirar más al porcentaje de posesión que al resultado, no. Hubo
fútbol del que gusta a Simeone y a algún otro como por ejemplo al que suscribe:
combinaciones eléctricas y salidas de balón rápidas, oportunidades y hasta un
esperanzador mejor aspecto físico en jugadores a los que en partidos anteriores
se veía cansados, como Gabi, Mario o Juanfran. Discurría el partido por cauces plácidos.
Dominaba el Atleti y se desinflaba el Getafe a cada minuto. Y entonces, junto
entonces, al excelentísimo señor Don Arda Turan le dio por destapar el tarro de
esas esencias traídas del antiguo Bizancio que solo él atesora.
Cuando Arda
toma el mando de las operaciones, pareciera que el campo se vuelca hacia su
lado. Dicen los más creyentes de esa nueva religión ardaturanista que tantos
adeptos congrega, que existen corrientes tectónicas a varios kilómetros de
profundidad bajo la corteza terrestre que hacen que el Calderón se convierta en
una cuesta debajo de derecha a izquierda que no es más que la continuación de
la bajada de Pontones hacia Carabanchel. Aprovechando ese pendiente favorable
empezó a sacar el turco su repertorio de gambeteos, taconazos y quites
pintureros, casi siempre con Koke (una vez más, imponente) y Filipe como cómplices
de su duende. Fue el lateral brasileño el que aprovechó un disparo seco del
turco para afianzar la ventaja y aún hubo tiempo para un tercer gol, el segundo
de Costa, para dejar encarrilada la eliminatoria.
Deja el
Atleti los deberes hechos antes de las navidades en la competición de Copa, esa
que tan bonita es cuando se llega lejos en ella. Deja el equipo buen pálpito
antes de afrontar la salida al Campo Nuevo, en lo que será el choque entre los
dos mejores equipos de nuestra liga, por más que pese a algunos. Deja a un
Costa redimido tras sus chiquilladas anteriores. Deja la sensación de que los
equipos a los que pasa por encima son más flojos de lo que realmente son, lo
que debe ser contabilizado en el haber de los nuestros. Deja a un Koke colosal
y a un Arda genial. Deja atisbos de la presión de inicio de temporada y deja a
la afición caliente por dentro y helada por fuera como consecuencia de unos
horarios que anteriormente intentaron enganchar al público asiático y en la actualidad
buscan fidelizar al aficionado atlético de la Guayana Francesa. Deja bastantes
cosas, la verdad.
– ¡Uy! ¡Qué
pies más fríos! Anda Lucio, que vienes tarde y con mal recado…
– Mujer, es
cosa de los horarios….
Buen partido del Atlético.
ResponderEliminarPero, con perdón, hoy he venido a hablar de mi libro.
No sé si utiliza alguien de por aquí el transporte público para acercarse al Vicente Calderón. Si no lo hacen, ruego que lo hagan un par de días y se reafirmarán en su decisión de ir en coche/moto. Es de auténtica vergüenza ver cómo “se incrementan los servicios” cuando juega el Atlético. Al término del partido, la línea 5 tenía una cadencia de unos 7 minutos dirección Alameda de Osuna y de ¡más de 20! dirección Casa de Campo. Total, que hasta las 00:45 no llega servidor a su domicilio en Legazpi (andando hubiera llegado media hora antes).
De la EMT ni hablamos. Un iluminado decidió hace tiempo que se cerraran los aledaños del Calderón al tráfico hasta 15/30 minutos después de los partidos y desde entonces resulta imposible subirse a un bus.
Me falta por probar el Cercanías, pero imagino que será tres cuartos de lo mismo.
(Y ahora huelga de metro para volver a casa)
Enorme Courtois, por cierto.
Saludos cordiales.
Cuántas veces, D. Emilio, cuántas veces me corroe la envidia y me invade la nostalgia de no poder ir al Calderón tanto como quisiera. Tanto como cuando vivía en la Capital y podía darme los "baños de atleticismo" que tanto echo de menos. Claro que, a veces, con una cervecita, la chimenea encendida y unos entrantes las penas son menos, viendo lo que comentan los pocos valientes que se acercaron ayer al Calderón. Y encima la odisea de volver a casa en transporte público que comenta D. Paul. Una auténtica prueba de amor por unos colores. Son ustedes unos valientes. Y va sin segundas y sin nada de mofa.
ResponderEliminarEn fin. Buen partido. Sobrio y solvente. Cada cual con las ideas claras. Y con esas gotitas de calidad turcas. Ardaturanismo en estado puro. Cuanto las eché en falta en la cuadra...
No soy optimista para el Domingo. Si para el resto de temporada. Hoy, este equipo, huele a aroma añejo. Muy alejado de los perfumes chabacanos que nos trajeron el del Burgo de Osma (para desgracia de ese precioso pueblo.
Buenas noches.
PS. No se si habrá sido casual, pero recuérdeme un dia que le cuente las connotaciones y la rivalidad existente entre la Balompédica (Conquense) y el Calvo Sotelo (actual Puertollano C.F.)...
Debo reconocer que, desde que uno se dio de baja hace tiempo como habitual del Calderón, ahora solo se acerca en contadas ocasiones, preferiblemente en horarios cómodos y contra rivales sin demasiada rivalidad, que esas cosas ya me cansan. Cuestiones de tiempo, de edades y de ver cómo muchos de los compañeros de fatigas han ido emigrando debido a las obligaciones que uno se echa a la espalda. Podría decirse que actualmente soy un aficionado de sillón, con sus manías, eso sí, como la de ver el fútbol solo, sin que nadie me hable, pero de sillón a fin y al cabo. Eso sí, a Don Paul debo decirle que si me acerco, es en coche siempre, la combinación de transporte público me haría salir de casa el día antes.
ResponderEliminarSolvente...Muy descriptiva definición no solo del partido de ayer, del desempeño del equipo en la temporada en general.
PD: Ya sabe, las conexiones manchegas que servidor tiene. La familia materna procede de un lugar muy cercano a Puertollano.
¿Y esa nueva jugada que ha inventado el Cholo, la de hacer la pared con el recogepelotas?. Nos dio un gol el domingo y casi nos da otro el miércoles. Esos detalles ayudan a ver la categoría de ese señor que se sienta al lado de ese otro al que un tercero dice no conocer.
ResponderEliminarCosas que se trabajan, Don Juan. Es lo que tiene tener al frente a alguien que conoce qué es la exigencia y no se permite la relajación.
ResponderEliminarLas cosas que dice un tercero (el del tercero) son siempre cosas sin ninguna categoría, la verdad