Se viene. Así
lo dirían los nativos de las Indias Occidentales y de las tierras de Fuego. Lo
tenemos encima. Así lo dirían los nuestros con la cara de expectación que debía
pintarte esos momentos previos a abordar la nave que se acercaba por estribor. Se
huele el combate. Salen los cuchillos de las fundas para acomodarse en los
dientes. Aquí, nuestra tropa. Preparada para el combate. Cada uno en su puesto
correspondiente. Todo el paño metido. La madera crujiendo. Las sogas gimiendo
por la tensión. Los artilleros saboreando ya el regusto de la pólvora. Esta
flota casi no conoció derrota desde que levó anclas en agosto. No hubo lid en
la que no ofreciera bravura y honor, siempre honrando el pabellón rojiblanco. Siempre
con la humildad como compañera. Muchas victorias, no hay memoria para las
derrotas, por nimias. Así, de tan buena forma y con los vientos a favor, se
presenta al duelo.
Enfrente,
el enemigo. El de siempre. El único. Ese gobernador que rige el virreinato con
la misma mano soberbia de siempre. Destaca la nave capitana, ataviada con la
bandera blanca del que no está acostumbrado a mancharse nunca. A bordo,
mercenarios traídos principalmente de Portugal, duchos en pasarse por el
arco genital el tratado de Tordesillas y el de la urbanidad y las buenas
maneras. Siempre el oro de su parte. Siempre intentando disfrazar de señorío la
piratería. Siempre en la queja cuando los vientos no empujan de popa. Siempre enfrente. Nunca al lado, ni ganas de tenerlos.
Justo antes
del encuentro con la escuadra enemiga, ya con el rumbo fijado, el Almirante reúne
a la marinería y alienta desde el puente de mando. Mira el pasaje con
veneración al almirante Don Diego Simeone. Éste habla con voz pausada, queda.
Les hace creer en ellos mismos. Les habla de tesoros escondidos en el vientre
de la nao rival. Para quitar presión, les intenta convencer de que la lucha
será como cualquier otra. Tres puntos solo. Ellos saben que no es así, que las
tortugas que nadan en sus estómagos son del tamaño de las que avistaron cerca de
La Española y tienen que ver con las grandes ocasiones. Con las batallas que
llenan los libros. Con las historias engrandecidas por la leyenda que se
contarán dentro de algún tiempo al calor de una hoguera.
Pasea el
Almirante la vista entre los suyos y ve más allá de ellos. Ve cerca de él al
fiel contramaestre, Don Germán Burgos, como siempre al tanto de todo, mirando
de reojo timón y sextante. Ve Don Diego la línea de cañoneros y allí a aquel al
que llaman el Tigre, el de mejor puntería, nacido ya en el Nuevo Mundo. Al asturiano Adrián y a Costa,
el que tropieza constantemente por cubierta. Más allá están Arda el de Constantinopla, ese
que le tiene puesto nombre a cada ola del Mediterráneo de tanto que las conoce, y Jorge Resurrección,
el más joven de todos. También ve a Mario y Gabriel, los encargados de la
intendencia a bordo. Quedan en la retaguardia el osado Juanfran, el incisivo
Filipe y los bravos Joao y Diego, ambos también del Nuevo Mundo. Hasta el
grumete venido de Flandes, un larguirucho de flequillo indomable, se asoma para
vivir el momento con todos. Todos juntos. Con la camisa roja y blanca abierta
para ofrecer el pecho como primer parapeto. No hay lugar para achicarse ni para
buscar el abrigo de cálida ensenada. No hay lugar para virar, para no ofrecer
combate. No existen rendiciones ni capitulación. Hay lugar para entrar en la
eternidad o para que varias onzas de plomo te manden a descansar al fondo de la
mar. Se huele el combate. Se acerca. Lo tenemos encima…¡Al abordaje!
Lo mejor que he leído en un blog del Atleti, en cuanto a derbis se refiere, y muy probablemente también sin esa puntualización. Ese símil naval lo voy a recordar hasta el sábado sobre las 23:55. Sin lamepollismo alguno le felicito de veras.
ResponderEliminar¡Enorme!, don Emilio. YO CREO. ¡FORZA ATLETI!
ResponderEliminarYa me ha puesto los nervios a flor de piel, amigo!!!
ResponderEliminarA por ellooooos!!! No quiero prisioneros!!!
Se agradece caballeros. Hay razones para creer....Muchas, y la principal de ellas se sienta en el banquillo y suele ir de oscuro....
ResponderEliminarEsperemos que otro que suele ir de oscuro no nos amargue el dulce ron que hace tiempo no probamos. No sería la primera vez.
EliminarYa llega, D. Emilio. Ya llega el combate que ha de situarnos en esta incruenta guerra. Un combate que no nos hará perder dicha guerra en el caso de salir derrotados, pero que si nos insuflará el valor necesario para terminarla alcanzando todos los objetivos, si nuestras tropas consiguen la victoria en territorio enemigo.
ResponderEliminarNo hay vida mas allá de Concha Espina. Lo saben. Lo tienen que saber. Cholo (we trust), Arda, Falcao..."En la batalla se conoce al soldado, en la victoria al caballero".
La suerte está echada. Hacía mucho tiempo que no notaba este cosquilleo, porque por fin creo que estan preparados para vencer. Ya llega...
Damas y caballeros, vivan de manera reflexiva esta jornada previa al asalto de ese estadio con hechuras de cárcel de baja seguridad...
ResponderEliminarBuenos días
Lleva usted razón, en qué estaría yo pensando...
EliminarBuenos dias.
(Y mañana mejores noches...)
Van a serlo, ya verán....
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