De un tiempo a esta parte, los domingos ya no son días para alargar perezosas mañanas ni son jornadas para abandonarse a descansos y porras. Ahora son días de alarmas y despertadores. Los horarios que nos otorga la liga con ánimo de captar fidelidades de asiáticos de media tarde y americanos insomnes, obliga a los atléticos a programar la alarma dominical como si fuera un martes cualquiera. Los silenciosos amaneceres son rasgados por esos estridentes pitidos que sirven de inicio para que los nuestros se lancen a ejecutar la misma mecánica danza de cada día: el café bebido, las abluciones con ese agua que nunca deja de estar demasiado fría o alarmantemente caliente y la búsqueda en el armario del disfraz acostumbrado. Los hay incluso que, llevados por la rutina se ponen un traje de chaqueta desgastado por el uso y se anudan la corbata o se plantan los tacones de presentación apoyada por powerpoint. Eso sí, se ponen su bufanda del Atleti al cuello, que una cosa es estar dormido y otra muy diferente es no saber que se trae uno entre manos.
Salen los atléticos de sus portales a pisar las calles frescas, recién puestas y se cruzan en su camino con las razas que pueblan esos horarios en días festivos: damas de chándal ajustado y cinta en el pelo que hacen marcha acompasando una respiración que recuerda a locomotora antigua; perros que pasean a sus dueños; jóvenes tambaleantes de vuelta a la patria del hogar tras haber vencido de nuevo la batalla librada contra otra larga noche y jubilados encorvados por el peso de periódicos dominicales y sus interminables coleccionables. A esa jungla salen los aficionados rojiblancos ya algo más despejados. Los integrantes de esas otras razas de los amaneceres les saludan educadamente, aceptando ya al simpatizante atlético como uno más de los suyos, como uno de los gusta recibir los domingos a porta gayola. Ya de camino al estadio piensan los aficionados que a lo mejor se pueden permitir una cabezadita que dure lo que tarde el vagón en llegar a Pirámides y cuando intentan arrebujarse en su asiento notan una incomodidad que les impide cerrar el ojo mientras se preguntan por qué leches se habrán puesto esos taconazos o esa corbata tan fea que tan poco marida con sus colores rojos y blancos.
Se sentaron los atléticos en sus localidades todavía con el zumbido de la alarma de los despertadores resonando en sus cabezas y percibieron alarmados tres circunstancias que podrían ser relevantes: una que en la alineación del Cholo faltaban Adrián y Koke, medida tal vez hasta necesaria por la sobrecarga de minutos que lleva esta plantilla paticorta. Dos, que el rival del sur de Madrid salía con un terno amarillo limón Fukushima que hacía daño a las pupilas todavía no demasiado acostumbradas a esas horas a ciertas gamas cromáticas, y tres, que sobre la sagrada camiseta rojiblanca se veía publicidad después de tanto tiempo de dimes y diretes sobre patrocinadores muy principales que morían y extendían cheques en blanco por colocar su anuncio sobre el pecho de los nuestros. Cuentan los más viajados que la cadena de hoteles hermanada es un referente en Oriente Medio y varias ex repúblicas soviéticas, lo que nos entristece al pensar lo bien que nos vendría que fuera un referente en Gandía o Nerja y poder pedir descuento colchonero en la primera quincena de julio, y lo que nos alegra esperanzadoramente al pensar en una hipotética reacción de los mandamases del emporio hotelero cuando repararan en que faltan toallas y champús anticaspa tras una visita de cortesía de nuestra directiva a sus instalaciones.
Empezó el partido sin que los jugadores fueran demasiado conscientes de su inicio, los primeros compases de la contienda fueron mecánicos, prescindibles tal vez. Jugados de la misma manera en la que te preparas un café madrugador, sin saber muy bien si llevaba sacarina, ni si era tueste natural o torrefacto. Se sucedían patadones e imprecisiones, se alternaban dominios infructuosos y en el respetable cundió la alarma ante otro posible partido lleno de casi nada. Llegados a este momento, se miraron Diego y Arda y decidieron que no querían ver pasar el balón por encima de sus cabezas más de lo estrictamente necesario. Para ello, ambos dos dieron unos pasitos para atrás y empezaron a levantar paredes entre ellos que fueron tabiques sobre los que se cimentó la victoria de ayer. Hemos echado de menos a Diego, sí. Tal vez nos haya venido hasta cierto punto bien su baja para darnos cuenta de lo importante que es un jugador de su corte para según qué empresas y para acostumbrarnos a su ausencia, dadas las perspectivas económicas de la entidad para poder pagar por la propiedad del brasileño. Despertó el Atleti y lo hizo de golpe por mediación de un gol de Salvio, ese jugador que hace de lo involuntario virtud. Colocó el argentino un cabezazo a la escuadra contraria desde lejos, sin marcar los tiempos, golpeando al balón con un hueso craneal todavía por investigar y sin girar el cuello, esa parte tan ignota de su anatomía.
Tras el gol, el Getafe se diluyó alarmantemente como azucarillo en café mañanero y el Atleti se desesperezó del todo. Llegaron dos goles más, uno de ellos lleno de papeles cambiados con Falcao centrando y Diego cabeceando y remachando. Llegó otro de Falcao tras meritorio centro del incansable Juanfran. Siguió Diego a lo suyo, buscando a Turán y a los laterales. Se atisbaron un par de arranques y cortes de un Mario ayer más entonado, que sirven de débil argumento a sus partidarios. Llegó un reconocimiento justo y siempre necesario a Perea por ser como es, con sus errores y sus muchos más aciertos y se produjeron cambios con espíritu de rotación y de tribunerismo para que varios de los artistas pudieran llevarse una ovación mañanera.
Victoria sin alarmas. Victoria que acerca a la zona menos rebajada de esta liga de saldo. Se espera que esta victoria sirva de punto de apoyo para la semana de pasión que espera a los nuestros. Primero irá el equipo a Hannover a jugarse el sueño de la temporada y nosotros haremos procesión con ánimo de buscar un sitio en el bar del camping para verlo mientras digerimos con estoicismo la sobredosis de torrijas y potaje con bacalao. Más tarde, el próximo domingo, nos jugaremos muchas opciones para seguir mínimamente ilusionados en esta liga nuestra. Será también a mediodía. Será también un día de alarmas y de despertares prematuros. Da igual que estemos o no de vacaciones o que nos invada la pereza de la operación retorno. Volveremos a levantarnos pronto, a conocer las alineaciones taza en mano, a cruzarnos por la calle con esa señora tan bronceada del sol de la mañana y a sorprender con nuestra temprana presencia a la hija de el del segundo despidiéndose ansiosamente en un hueco del portal de su penúltimo noviete. Vayan poniendo ustedes la alarma…
Reconozco, D. Emilio, que para uno que no tiene más prisa que la necesaria para encender la tv y poner un café, el horario matutino no me resulta desagradable. Mucho mejor que el miércoles a las 22 del próximo derby.
ResponderEliminarEste derby de ayer fue mucho más placido de lo que me imaginaba. Incluso, fíjese, que me levanté un poco antes de que finalizase para dejar preparados los ingredientes de la paella dominical, sin las prisas de las incertidumbres. Que cosas, oiga.
Por lo demás, todo correcto, inclusive el color difícil de ver de la segunda equipacion getafense. Requiero un estudio sociológico urgente sobre los diseñadores de estas equipaciones.
Estamos en la semana de pasión. Quiera Dios que no suframos mucho. Yo por mi parte me voy a casita. Resoli, procesiones y viejos amigos. Buen plan.
Buenos días.
No me disgusta tampoco el horario, Don Carlos, es más me parece adecuado para los que, inmersos o superada la mediana edad, no estamos ya para hacer alardes de sábado por la noche.
ResponderEliminarNo es baladí lo que usted plantea, es más diríase que la blandería sobrevenida de un equipo que osa salir a jugar con esa equipación fue lo que le hizo a usted y seguro que a muchos otros acordarse del colorante de la paella y empezar con el dominical rito antes de tiempo.
¡Qué suerte la suya, oiga! Mire que restregar a los que todavía producimos y en breve nos iremos a pasar unos días con la familia putativa lo de disfrutar de las Turbas y todas esas pequeñas y grandes actividades aledañas...No tiene usted perdón.
Que lo disfrute...
Divertida, original, y muy cierta su crónica y completamente de acuerdo con todo lo que en ella expone, Don Emilio. Lo de "perros sacando a pasear a sus amos" es tan cierto como cuando a mi me tocaba sacar a mi pobre Zeus (que en paz descanse) cuando venía de marcha todo moco, imagínese quién paseaba a quién, imagíneselo ... :-DDDDD. Genial su descripción de un domingo por la mañana cualquiera (que, está claro, es el horario que más prefiere la afición, visto los entradones que se están produciendo en el estadio).
ResponderEliminarEl partido poca historia. Coser y cantar. Eso sí, estamos también de acuerdo en que con un tal Diego en tus filas, el fútbol parece un deporte bastante más sencillo, la verdad. Lo bueno es que no solo juega el bien, sino que hace jugar dabuten al resto. Y eso hoy en día se paga. O se debería de pagar, vamos.
Otro abrazo más fuerte para usted, Maestro.
...y el caso es que el Getafe es un equipo que intenta jugar de manera aseada y hasta preciosista pero le falta un algo que nos suena a lo que nos faltaba a nosotros cuando Manzano capitaneaba mediocremente las operaciones. Los equipos necesitan buenas intenciones pero también compromiso y mala leche a partes casi iguales.
ResponderEliminarUn abrazo amigo...
PD: Por cierto, a mí mi perra también me saca a pasear diariamente...
Nada, que el Getafe nos ofreció una mañanita tranquila que falta hacía a los corazones colchoneros.
ResponderEliminarAhora queda lo peor, o lo mejor depende de cómo se mire. Tenga en cuenta que hemos reincorporado a los buenos a última hora de la temporada, justo a tiempo.
En unos partidos sabremos qué nos espera de aquí al final de temporada: aburrimiento o disfrute.
Un abrazo, amigo.
Esperemos que lo mejor,Don Julio, aunque con un par de malos resultados la esperanza se convierta en un penar de aquí a final de temporada sin ningún objetivo que llevarse a la boca.
ResponderEliminarVa a estar divertida la semana santa y la de vuelta, sí.
Un abrazo, Don Julio...