viernes, 17 de febrero de 2012

Conquistando el Imperio

Sepan ustedes que para el artículo de hoy, uno tenía preparada una amarga diatriba sobre el enésimo ridículo realizado por nuestros indebidos mandatarios en la previa del partido. No solo se supera el listón del chusquerío en cada comparecencia o acto público, además se pretende tapar la miseria con más chistes de mal gusto, con más chanza mediocre del gracioso de la clase. Nada que ustedes no sepan. Pero un partido como el de ayer no merece una historia con medianías como protagonistas. Nunca. Centrémonos en lo realmente importante, en una actuación que nos ha llenado de orgullo. En un partido de los que dejan sonrisas dibujadas en la cara más tiempo del acostumbrado. Hablemos solo de ello. No puede ser de otra manera, no es justo maltratar un encuentro así colgándole ese sambenito…¡uy!, perdón, SamBenedicto.

Roma, capital del Imperio. Año MMXII d.c.

Roma, punto central del mundo antiguo. Cuna de un imperio que ocupaba casi todo el orbe conocido. Ciudad eterna. Villa donde se viste muy bien y se conduce malamente. Hasta allí se desplazaron los habitantes de una aldea tirando a ciudad, no de galos sino de íberos vestidos de rojo y de blanco, que se defienden ahora y, desgraciadamente no siempre, del invasor ayudándose de la poción mágica que un druida de corbata estrecha venido de más allá de Finisterre les administra por vía oral desde su llegada. Esta poción, como no podía ser de otra manera, les hace invencibles. Muchos se preguntan por la receta del brebaje que ha oficiado el impar cambio en los guerreros colchoneros, uno se aventura a pensar que la poción no consta más que de tres partes de ideas claras y una parte de confianza, así, sin más aderezos. Sin discursos de calzada romana estrecha ni sin las alharacas que normalmente adornan los discursos de los que no tienen la capacidad de hacer lo difícil sencillo. Nada más…y nada menos, claro.



Nuestros valientes íberos se presentaron en el circo romano a las siete de la tarde. Llegaron puntuales, cosa rara en el mundo antiguo. Normalmente, las escaramuzas se atrasaban o adelantaban como consecuencia de los problemas de interpretación de los relojes de sol o de arena. Imagínense qué tiempos: sin poder hacer una llamada perdida para que el otro ejército se prepare para el asedio, sin poder mandar un whatsapp para que los de la catapulta sincronicen sus lanzamientos de piedra rellena de plomo fundido, lo que les digo, un disparate. Aún así, los íberos se plantaron, gladium en mano, delante de la legión romana que les esperaba para batirse en lid de octavos de final. Empezaron las hostilidades con los habitantes de la aldea venida a más bien plantados para la batalla. Desnivelando desde los primeros compases la balanza a su favor. Llegando, combinando, mandando. Aún así, los romanos, gente organizada y reservona que tantas batallas ganaron a pesar de hacerlo de manera fea, pegaron primero. De casi churro y con esa suerte proverbial que tienen los del imperio en estos lances, pero cobraron ventaja. Al ver la dentellada, algunos pensaron que nuestros amigos quedarían contritos, ya que, desde que el druida llegó en buena hora a sus vidas, nunca recibieron golpe ninguno ni sufrieron baja. Salieron el druida y su segundo, aquel al que llaman el Mono, del chamizo situado en una de las siete colinas desde el que los observadores siguen las contiendas para pedir calma y animar a la tropa y casi se pierden en el camino de vuelta al banquillo de lo grande y espaciosa que era el área técnica.

Lejos de arrugarse, nuestros valientes se fueron a por el contrario. Le plantaron cara de manera desenvuelta. Cogieron el partido por los cuernos y, casi sin darnos cuenta, nivelaron la contienda. No se quedaron ahí, no. Continuaron con su asedio, más acusado en estos minutos y consiguieron una ventaja que no fue mayor por la llegada del descanso ¿Cómo? ¿Les extraña que en este tipo de batallas haya descanso? Pues claro, ¿qué pensaban? ¿Que el asedio de Numancia se hizo de un tirón? Nada de eso, el sindicato del legionario y la patronal de cohortes son muy estrictos en el cumplimiento de las paradas obligatorias en la lucha. De hecho, es una práctica muy generalizada el hermanamiento de los ejércitos en torno a una buena mesa en la que se degustan las viandas autóctonas. En el caso que nos ocupa, varios centuriones invitaron graciosamente a pizza, a macarrones de esos gordos en los que puede esconderse una berenjena y a esas bolas de arroz rebozado (a la romana, por supuesto) tan típicas de la zona que provocan singular estreñimiento en el turista o visitante.



Empezó la segunda parte del choque con los romanos más adelantados, un adelanto basado en empuje solo, no en talentos. Sus baldíos intentos morían ante la organización de nuestros gladiadores. Éstos paraban ataques y contraatacaban con fiereza. Fruto de uno de esos contraataques, las huestes rojiblancas hirieron de muerte al adversario dejando el partido sentenciado. Pudo ser más grande el castigo, pudo cebarse más un grupo de soldados al que da gusto ver desplegarse por el campo de batalla. Si no lo hicieron, fue porque tampoco queda elegante abusar de una escuadra que se bate en retirada consciente de su inferioridad. Ni la tan celebrada táctica de la tortuga hubiera valido ayer a los impotentes soldados imperiales.

No me gustaría dejarles tras contar este episodio que merecerá capítulos en los libros de historia de futuras reformas educativas sin destacar a esos humildes guerreros de una aldea de cuatro millones de habitantes, pero me parecería injusto hablar de unos y de otros no ¿Con quién nos quedaríamos? ¿Con unos centrales imperiales? ¿Con un lateral derecho que de pastor ha pasado a soldado de élite? ¿Con un mediocentro con brazalete de capitán que parece haber caído de pequeño en la marmita de una poción que le permite no parar de presionar? ¿Con un casi adolescente centrocampista que cada día mejora sus prestaciones y trae bajo el brazo promesas de muchos años de victorias? ¿Con un organizador genial que habla lusitano al que dan ganas de nacionalizarle como íbero de toda la vida? ¿Con un delantero de sangre celta que conoce como nadie los espacios y la generosidad en la batalla? ¿Con un gladiador caribeño con el que tendrán pesadillas varias generaciones de niños del imperio? Insisto, sería injusto por mi parte destacar a cualquiera por encima de otro. Lo que parecía una banda desharrapada se ha convertido en una máquina de guerra que esperemos sea recordada. Esperemos que las victorias no terminen, pero la crónica de sus hazañas debe hacerlo. Para terminar, una imagen: la del druida. Solo esboza una sonrisa contenida a pesar de haber puesto Roma a sus pies. Si pudiéramos le preguntaríamos por la detallada fórmula de su poción, pero él calla más que habla. Como debe ser.

10 comentarios:

  1. Ayer volvimos a disfrutar con nuestro Atleti, don Emilio. Coincido en que el verdadero artífice del milagro es don Diego Pablo. Que nos dure mucho tiempo!

    Magnífica crónica, amigo. Le felicito.

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  2. Viniendo de usted, una felicitación es un gran honor.

    ¡Qué cosas! ¡Cómo cambia la vida en unas fechas! Si a ustedes y a mí nos viene alguien y nos cuenta esto, le mandamos urgentemente a revisarse las meninges.

    Un equipo serio, grande, trabajado, un equipo que no tiene nada de defensivo si utilizamos el término de manera peyorativa, pero que defiende y sabe sufrir. Un equipo mandón y descarado. Lo que siempre fuimos, vamos.

    Este Atleti deja mono de más, deja ansia de que llegue el próximo partido...¡cuantos años tuvieron que pasar para ver lo que estamos viendo!

    Enhorabuena a todos...

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  3. Enhorabuena señor, gran crónica la suya, para nada exagerada.
    Parece mentira que después de un mes del Cholo en Madrid, hablemos de "equipo trabajado", ¿se puede saber que cojones hicieron Manzano y sus antecesores para que con mas tiempo no diesen esa sensación (con perdón)? ¿Hacían calceta en el vestuario? ¿jugaban al balón prisionero en el campo de entrenamiento? Completamente de acuerdo con usted en que un poco de sentido común, un poco de motivación e ideas claras pueden valer, pero a ver qué ideas, porque seguro que Clemente lleva eso al Sporting...
    Ahora que no nos oye nadie, ya se que lo ha hecho para ver si estamos atentos, pero situó la acción dentro de 10 años...

    Fuerte abrazo

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  4. Corregido el error...estas cosas pasan cuando alguien que no sabe de números se pone a toquetear donde no debe.

    Envueltos como estamos en este estado de optimismo merecido, uno se pregunta, dispuesto a rizar rizos, qué hubiera pasado si los golfos no hubieran elegido a Manzano en el mercado veraniego, ¿dónde estaríamos ahora? Al menos, no eliminados en Copa, eso casi seguro...

    Abrazos

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  5. Buenas tardes D. Emilio.

    La verdad es que me está costando no empezar a hacerme ilusiones, después de lo que he ido viendo a lo largo de 7 partidos y, sobre todo, los 3 últimos.

    ¿A quién en su sano juicio se le ocurre decir que D. Diego Pablo es un entrenador defensivo? Hacía que no veía jugar al equipo de esta manera ya no sé cuánto, como equipo, no dependiendo de las genialidades en solitario del buque insignia de turno.

    Y a pesar de quien todos sabemos. Disfrutemos el momento.

    Saludos.

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  6. Debo reconocer que no conocía a Simeone como entrenador, pero los comentarios de gente que me merece respeto hablando de su conservadurismo me hicieron prejuzgar sus aptitudes. Posiblemente yo mismo le haya tildado en su momento de defensivo, pero está demostrando con creces que estaba equivocado.

    No sé si esperar al próximo domingo para declarar el estado de ilusión generalizada y casi euforia o anunciarlo ahora mismo. Ustedes dirán.

    Buenas tardes

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  7. Unas bolitas de arroz con tomate rebozado que te ponen de entrante...Suppli dice la wikipedia....cansinas, muy cansinas...

    Pero, ¿usted no era un viajado?

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  8. Todavía ando ojiplatico, D. Emilio. Que buenos recuerdos de aquel atlético añejo, ambicioso y grande que yo conocí. Me gustó un montón. Este sí es mi atleti.
    Como me va a doler el desmontaje de este veráno. Que pena.
    Un carnavalesco saludo.

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  9. Si esto sigue así y la cosa no se tuerce, pasarán los años y nos acordaremos de este Atleti y lo incorporaremos a nuestro pequeño imaginario en donde habitan el de Ivic, el de Antic, ese de García Traid al que le levantaron la liga y varios del Sabio de Hortaleza.

    Eso sí, pronto empezamos a desmontar, como dice usted, dicen las malas lenguas que Adrián anda ya con el cartel de "Se vende" por todos los mentideros.

    Un saludo dominical y paellero...

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