Artículo publicado en CTXT:
http://ctxt.es/es/20160420/Deportes/5515/Atletico-de-Madrid-Liga-candidato-La-Colchoner%C3%ADa-La-agon%C3%ADa-del-mediapunta.htm
Treinta y tres partidos no son nada, como diría el bolero si decidiera dejar los años aparcados. Tres equipos en un punto y un puñado de goles que desharían los posibles empates. Solo quedan cinco jornadas. La mitad de las que el de Hortaleza, que por algo era un sabio, afirmaba como decisivas en cualquier campeonato. La liga, tras casi encamarse en azulgrana, vuelve a posar su mirada en los demás, veleidosa. Esperarían días de transistor si hubiera alguno que hubiera sobrevivido a estos tiempos de redes sociales, podcasts y partidos a deshora. A los dos sospechosos habituales para los que cada año se prepara el baile se les vuelve a unir el Atleti, una vez más sin invitación. Escribió Chesterton que lo más increíble de los milagros es que ocurren. Tenía razón, pero desde el prisma del Manzanares admitiría rectificación. Lo más increíble de los milagros es llegar a acostumbrarse a ellos.
http://ctxt.es/es/20160420/Deportes/5515/Atletico-de-Madrid-Liga-candidato-La-Colchoner%C3%ADa-La-agon%C3%ADa-del-mediapunta.htm
Treinta y tres partidos no son nada, como diría el bolero si decidiera dejar los años aparcados. Tres equipos en un punto y un puñado de goles que desharían los posibles empates. Solo quedan cinco jornadas. La mitad de las que el de Hortaleza, que por algo era un sabio, afirmaba como decisivas en cualquier campeonato. La liga, tras casi encamarse en azulgrana, vuelve a posar su mirada en los demás, veleidosa. Esperarían días de transistor si hubiera alguno que hubiera sobrevivido a estos tiempos de redes sociales, podcasts y partidos a deshora. A los dos sospechosos habituales para los que cada año se prepara el baile se les vuelve a unir el Atleti, una vez más sin invitación. Escribió Chesterton que lo más increíble de los milagros es que ocurren. Tenía razón, pero desde el prisma del Manzanares admitiría rectificación. Lo más increíble de los milagros es llegar a acostumbrarse a ellos.
A la
temporada de los rojiblancos le restan ocho enfrentamientos en el mejor de los
casos. Como hace un par de años, soñar no es un lujo para los de Simeone. Llegados
a este punto, diferencias presupuestarias y confianzas menguan como una
camiseta de Primark lavada con agua caliente. El Atleti vuelve a mostrarse como
la única y principal amenaza al poder establecido. Su milagro es el trabajo. No
hay más. Quien se pregunte aun por el secreto escondido en poder codearse con
la rancia nobleza continental de lo balompédico, que mire al señor vestido de
negro riguroso que se encierra, sin éxito, en la jaula de las áreas técnicas
anexas a los banquillos. Su discurso no se mueve: ahora toca conquistar el
Nuevo San Mamés. Ya se sacará al locuaz Rummenigge de la alacena, ya se hablará
de matemáticas una vez se haya disipado el humo que se expende como genérico
remedio para quien quiera engañarse. El camino hacia la gloria solo puede imaginarse
partido a partido.
Siete u
ocho choques a afrontar con la fe en máximos históricos. El aficionado atlético
mira al césped y encuentra un portero con hechuras de póliza de seguros a todo
riesgo, laterales con filo de puñal, centrales a los que solo les falta el
bigote para poblar las pesadillas del delantero más audaz, centrocampistas que
compaginan toque y sudor y atacantes a los que el gol, otrora esquivo, vuelve a
sonreír. No es posible imaginar mejor compañía ni mejor actitud para encarar la
batalla. Toda la plantilla está preparada. El asalto a los cielos es más un
estado de ánimo que una obligación.
Las niñas
ya no quieren ser princesas, ahora quieren ser del Atleti y dejarse enamorar por
cada desmarque de Fernando. Los niños tildan de frivolidad lo de soñar en
convertirse en astronautas o bomberos y aspiran a imitar las arrancadas de Diego desde la cueva. Los más mayores morimos con las diabluras de Antoine, con
la jerarquía de Saúl y con Gabriel haciendo de todos los personajes de la obra. Se
vienen las fechas que lo decidirán todo y Koke se ha vuelto a poner su mejor
traje. Los dados giran en el aire y, lejos de ser superado por la bisoñez, Lucas
muestra serenidad de cincuentón imberbe. La magia habita en la varita de Ángel y no hay galgo que cace a Yannick en campo abierto. La meta se adivina en el
horizonte y el conjunto rojiblanco se acerca a ella latido a latido, convencido
de que si se cree y se trabaja, se puede.
Apenas
quedan unas pocas citas y el equipo que no jugaba a nada, el que aburría y el
que recurría a la violencia como modo de vida –todo eso decían, dicen– alcanza en
puntos a plantillas que parecieran sembrar de laureles cada comparecencia sobre
el pasto ¡Quién lo iba a decir! El milagro sobre el que el Atleti lleva
cabalgando los últimos años ya ha ocurrido. Desde este punto hasta el final
solo puede hacerse más grande. Que los que vivimos en colchonero nos hayamos
acostumbrado solo lo convierte en más extraordinario.
¡Qué seis o siete partidos nos esperan! Como en estos últimos años, no habrá ningún partido en el que podamos relajarnos un poco. Partido a partido, pitillo a pitillo, cerveza a cerveza, …, esto, que no puede ser muy bueno para la salud, es una BENDICIÓN.
ResponderEliminarUn abrazo.
YO CREO.
¿Cómo no creer? Un equipo que ante las adversidades se agarra al sueño de cada competición con la fe de este Atleti no merece menos.
ResponderEliminarYa si eso en verano dejamos el tabaco y el alcohol de lado, que creer provoca una ansiedad de narices...
Un abrazo