No nos
engañemos, nadie creía. Usted y yo no creíamos y aquel matrimonio de mediana
edad que ayer por la tarde anunciaba a bombo y platillo que sí, que creían, lo
hacían de puertas afuera, pero en su interior no creían o si creían un poquito
lo mismo era por los gintonics que se habían colocado con mimo entre pecho y
espalda, que eso es algo que siempre ayuda a la hora de fortalecer la fe.
Tampoco creía El Cholo aunque su discurso fuera el totalmente opuesto y así lo
demostró con lo que puso en liza, y uno comprende al técnico a la hora de no
pretender abusar, de no querer dar más de sí el milagro que estamos viviendo
esta temporada aunque esa comprensión se lleve mal con lo que dictan los
corazones, los de ustedes y el mío, pero uno encuentra lógica y conveniencia en
lo que Simeone planeó. Como les decía antes, él no creía tampoco, pero cree en
otras cosas, sueña con otras metas más ambiciosas aún y no puede permitirse que
los de su alrededor flaqueen en su creencia.
De lo de
ayer solo se podía recolectar miseria: miseria física, como la que nos heló el
alma con la traidora caída de Manquillo, pero sobre todo miseria espiritual. Cierto
es que nuestro técnico podría haber alineado a los mejores disponibles, forzado
a los tocados que llegaban justos al choque y lanzado consignas de esas que
inflaman el ánimo de la tropa para morir en la orilla con la moral quebrada y
rota, con dudas revoloteando sobre las cabezas y con lo que resta de temporada
bajo amenaza. Simeone prefirió no poner demasiada carne en el asador para no
comprometerse. Si hubiera salido bien, el golpe en la mesa, el espaldarazo al
fondo de armario hubiera inyectado adrenalina en las venas de los nuestros con
una final bajo el brazo, un farol que arruina la partida del adversario.
Saliendo como salió no queda comprometido el camino ni torpedeado el buque y uno
lo entiende, aunque le duela, pero lo entiende.
Poco se
puede comentar de un partido que ingresó moribundo y al que los familiares/laterales
se empeñaron en desenchufar de los respiradores a los pocos minutos de presentarse
en urgencias. El contador de penaltis en contra crece a ritmo sostenido para
acallar a los que miraban las estadísticas sin ver más allá. Demasiado
impulsivo estuvo Manquillo en el primero, trastabillando a la plañidera del
balón dorado para que ésta cayera como caen las señoras que se rompen las
caderas al caer al suelo o que caen al suelo tras romperse la cadera, que no es
lo mismo ni mucho menos y es algo sobre lo que se discute encarnizadamente en
las salas de espera de las consultas de traumatología sin que se llegue a
consenso posible. Torpe estuvo Insúa en el segundo, torpe sin atenuantes.
Lo intentó
el Atleti pero pareció por momentos que lo intentó poco aunque tal vez fuera
justo lo que se debía haber intentado con el paisaje que tenía el asunto. Lo
intentó poco y se entiende aunque duela. También entiende uno a los que ayer
hablaban de exponer algo más, de morir o matar sin pensar en el mañana aunque
desde la frialdad de las horas que han transcurrido no lo llegue a compartir.
Incluso esos, los que se fueron algo más descontentos a casa porque querían exigir
más al equipo no creían. Tampoco creía Simeone ni los jugadores. Nunca creímos
ustedes y yo ni aquel matrimonio de mediana edad, por mucho que dijeran lo
contrario.
No creía, D. Emilio, pero duele (asi, entre nosotros, que los merodeadores rondan al acecho...)
ResponderEliminarNo esperaba nada de lo de anoche. Nada práctico, pero si anímico. Acabé como hacía mucho que no hacía. Viendo otra cosa y dejando que mi señora se regocijara en el hecho cierto de que nos han superado ampliamente.
No me rindo, queda lo mejor. Pero se me tuerce el morrete. Sea propio o sea ajeno, el palo en las ruedas nos está haciendo tropezar demasiado. Es tiempo de espabilar. Empezando por el Valladolid...
Buenos dias, a pesar de los pesares...
Creo que casi nadie esperaba nada con la cabeza aunque el corazón dijera lo contrario.
ResponderEliminarMe pasó lo mismo que a usted, luché por no irme a dormir antes de tiempo y casi salgo derrotado en esa batalla. Nada que ganar y mucho que perder, mal envite.
Buenos días, casi tardes ya...
En mi opinión creo que no creían ni los propios jugadores ni el mismísimo Cholo sacando una alineación llena de suplentes.
ResponderEliminarAhora el Atlético tiene que terminar con esta mini racha negativa que lleva y ganar al Valladolid para afrontar el partido contra el Milan con toda la confianza.
Un saludo desde TresCuatroTres