“¿Hay
alguien ahí?”, pregunta con voz trémula la rubia de bote (con todas sus
consecuencias) asomándose a la oscura habitación de la que parecía salir el
ruido. Uno diría que la rubia, que casi no cabe en ese jersey de tantas tallas
menos, espera que el asesino psicópata responda diciendo que sí que está él
pero que como ha preguntado de esa forma tan educada desde el quicio de la
puerta ya no la va a descuartizar como ha hecho con el resto de sus compañeros
de curso.
–Hágase
cargo usted –añadiría el presunto homicida dejando a un lado la sierra
eléctrica o el cuchillo jamonero adquirido en la teletienda–, de que uno no
asesina por vicio, sino que es la coyuntura macroeconómica la que le hace a uno
desfogarse de esta sangrienta manera, aspecto que, a juicio de servidor y del
terapeuta del seguro que me trata con desigual fortuna, no es ni más ni menos
preocupante que la actitud de las adolescentes que acampan durante varias
noches para ver en primera fila un concierto de una banda juvenil de acné
furioso.
Pero como
el mundo es de otra manera y el cine de terror, o el terror de cine que para el
caso es lo mismo, respeta sus tradiciones de manera celosa, la rubia acaba como
acaba tras la absurda pregunta, poniendo todo perdido de sangre, de vísceras y
de las fibras que suelta ese jersey tan ajustado, fibras de esas que se agarran
a las tapicerías de los coches y no hay manera de sacar ni aún con aspirador de
mano, lo que de por sí ya merecería una muerte lenta como poco…
Da igual
que el horario sea nocturno, como lo fue en ocasiones anteriores, u horario de
vermú como lo fue ésta vez. Uno viene observando desde que la temporada nació que
los equipos rivales saltan al Calderón con miedo, con la misma prevención con
la que la rubia lanza su pregunta a la oscuridad del sótano, sabiendo sin
querer saber que allí, agazapado, hay algo amenazante. Nada más y nada menos
que un equipo, claro.
Puso El
Cholo en liza a los sospechosos habituales con la única entrada de Mario por
Tiago con respecto a las últimas citas y puso Luis Enrique, triatleta a tiempo
parcial y entrenador sobrevalorado a tiempo completo, a un equipo con diez
rubias (muchas de bote, con todo lo que ello conlleva) ataviadas con jersey
celeste ajustado y a un portero del que se esperaba poco por su manga corta y
su camiseta de surfero, blanca para más inri. Salió el Atleti arrollador, exuberante.
Asestaban los nuestros puñaladas en la defensa viguesa con los laterales como
principales cómplices. Gran partido de Juanfran y Filipe, lo que viene siendo
costumbre y gran acompañamiento del resto de líneas, destacando Diego Costa,
serial killer de cabecera del equipo y todo el centro del campo. No veía el
Celta resquicio por el que escapar de la avalancha rojiblanca y solo el portero
con alma de skater mantenía vivos a los gallegos. Se vivieron grandes minutos de
los que firma este Atleti, juego directo, combinaciones veloces, finalizaciones
de Costa y méritos del portero. Pudo el Atleti adelantarse de penalti pero,
como buena película del género, el portero con hechuras de graffitero impidió
que el partido muriera prematuramente, que ya se sabe que las muertes si duran
y son muy sangrientas, visten más en la
gran pantalla. No obstante, se fue de manera justa aunque corta el Atleti con
ventaja al descanso, fue en un remate tras pase de la muerte de Filipe que
resume lo que es este equipo: gol estilo Fuenteovejuna, todos a una. El
colectivo frente a la individualidad hasta a la hora de empujar un pase con
aroma de medio gol.
Continúo el
encuentro por los mismos derroteros tras el descanso y pudo Villa matar el
partido casi definitivamente antes de lesionarse, marró el asturiano como antes
había errado otras oportunidades y quedó en el ambiente cierta preocupación, no
tanto por su lesión, de pronóstico leve según parece, sino por esas desconexiones
que sufre que pudieran ser propiciadas por el brutal tono físico de sus
compañeros. No debe ser fácil, tomen ustedes a los nuevos fichajes como
ejemplo, subirse a un tren que circula a la velocidad que exige Simeone a este
convoy y el Guaje lo nota, más de lo debido tal vez. Fue Costa el que ensanchó
la herida celeste en otra típica jugada de las suyas, balón largo al espacio
carrera imparable plena de potencia y disparo seco abajo. La frialdad de ese
asesino con una cara de asesino que no puede con ella parecía cerrar el partido
y aupar a nuestro exterminador al olimpo del pichichi.
Si hay algo
típico del cine de terror y de sustos gordos son los finales. Suele ser
costumbre que, cuando ya casi todo el elenco actoral anda criando malvas desde
hace rato, pareciera que el psicópata flaquease. Acaban los gritos y el señor
de la capa negra y la careta con la boca muy abierta parece vencido, desfondado
tras la agotadora tarea de liquidar adolescentes. Algo así ocurrió ayer sobre
el césped del Calderón. Fue echándose el Celta para arriba cada vez más y los
nuestros se dejaron querer, sin duda presos del cansancio, de la exigencia
física de las últimas citas. Recortó el Celta tras gol bien finalizado de un
jugador con pinta de torero purista y empezó el Atleti, el asesino de nuestros
amores a mostrar síntomas de extenuación. Miraba el respetable a los relojes y
pasaban los segundos con una lentitud que daban ganas de estrangularlos para
que espabilaran. Sirvieron estos minutos para acordarse de las ocasiones
perdidas del inicio, para pasar algún que otro sobresalto y para que debutara
Guilavogui (o Sí ya lo vi, como se le conoce en ciertos mentideros) sin mostrar
más que buena planta.
Ya conocerán
ustedes el final de la película. Finalmente resurgió el asesino y continuó
acrecentando la racha de víctimas de la temporada. La rubia que llevaba ese
indefendible jersey celeste acabó muriendo a sus pies dejando todo perdido de
sangre, de vísceras y de esas fibras que se agarran a las tapicerías de los
coches como un ministro a una poltrona. Ocho equipos pasaron por las manos de
éste equipo nuestro con alma de ejecutor y los ocho quedaron desmadejados en el
camino. Muchas muertes ya a la espalda de este equipo obsesionado
enfermizamente por la presión y el compromiso, por no dejar testigos que puedan
levantarse y siquiera gritar. Parece que nuestro depredador empieza a mostrar sentimientos,
tal vez algo de debilidad achacable a la falta de frescura de piernas que habrá
que seguir vigilando. Debo de confesarles que siempre que veo una película del
género, servidor espera que todos mueran, todos menos el asesino, claro y más
si este viste de rojo y blanco….
Ocho equipos dice usted... pero no se olvide del cine europeo, con films de la talla de "Los descuartizados de San Petersburgo" o "Masacre a orillas del Duero". Y luego dicen que el cine está en crisis.
ResponderEliminarEs que el asesinato en su versión paneuropea ha sido sacrificado del relato de hoy, pero cuenta, vaya si cuenta....
ResponderEliminarEficaz asesino, D. Emilio, aunque un poco redundante. Ahora te pincho por aqui...ahora por allá...ahora una punzadita...vaya, que casi se nos escapa viva, solo por disfrutar del momento.
ResponderEliminarCreo que el partido de la cuadra y el de Do Dragao jugaron mucho el Domingo. En la primera hora por la euforia de las victorias que se notaba en todas las líneas. La presión, el desparpajo...una primera parte primorosa, de las de recordar. Luego, paulatinamente, el cansancio y el "ya está todo hecho por hoy" nos hizo pasar apurillos tras el buen gol de Nolito.
En fin, D. Emilio, una gran jornada matinal y una nueva suma de puntos antes de un parón que debería recargar las pilas, sobre todo del asturiano al que veo pelín fuera de sitio, como sobrepasado por los acontecimientos. Yo creo que no se esperaba este ritmo, además de que creo que mentalmente no está a tono. Cosa que no tardarán en solucionar, seguro. (In Cholo we trust).
Buenos dias.
Es lógico que el bajón llegue y habrá que saber amortiguarlo a base de racionalizar los minutos entre la plantilla, nada que el hombre de negro riguroso no pueda y sepa manejar tan sabiamente como el resto de aspectos del juego.
ResponderEliminarOjalá lo de Villa se solucione y de verdad me encantaría que el problema fuera únicamente físico, pero creo que hay más como usted dice. Tiene ansia por demostrar lo que ya ha demostrado con creces a lo largo de su carrera y eso se nota en ocasiones pese a que precisamente está luciendo más por los espacios que abre y por su capacidad de combinar que por el gol.
Buenos días....