- Lo que le
estaba contando doctor, en mi familia somos muy de morirnos lento, de morirnos
a plazos. No crea que morimos de forma agónica, nada de eso, nos morimos de
manera indecisa, diferida. Por ponerle un ejemplo, mi abuelo estaba con el sudario puesto
y hasta el párroco había pasado por casa para darle la extremaunción. Mi abuela
Federica, que en gloria esté, era muy previsora y la había encargado un ataúd revestido
de zinc con acabados en nogal, una cucada, vamos, pues bien, mi abuelo decidió
que no era su hora y estuvo durante los siguientes diez años que si me muero
que si no y claro, se acostaba en el ataúd por darle uso. Con decirle que se le
enderezó la espalda a él, que siempre había sido algo cargado de hombros. Y
luego está lo de mi tío, Quintín el del molino, le llamaban. Mi tío Quintín
volvió a casa de la guerra desahuciado por un balazo en el trasero que derivó en fístula de 38 milímetros parabellum y allí estuvo postrado quince años sin saber si se moría o no hasta
que llegó al pueblo una compañía de cómicos con la que venía mi tía y se
levantó de la cama para fugarse con ella a Argentina. Cuando le preguntaron
dijo que no había dicho que se encontraba muy bien para no disgustar a nadie y
porque mi tío siempre ha sido bastante flojo, no nos engañemos…
Jugaba el
Atleti en Oporto, un campo que tradicionalmente no se le ha dado bien, y sacó
Simeone una alineación que daba algo de aprensión. A la obligada baja de Diego
Costa por aquel jugar a tope tope con un defensa eslavo se añadía la decisión
técnica de prescindir de Koke de inicio. Ahí es nada, se plantaban los nuestros
sin los dos jugadores más en forma para enfrentarse al rival más fuerte del
grupo y fueron muchos los aficionados que volvieron a fumar después de varios
años sin catarlo o de hincharse de bollos rellenos de crema a pesar de las
horas de sudores pasadas en el gimnasio haciendo spinning u otras aberraciones
de similar calado.
Comenzó el
partido con los nuestros agazapados y algo indecisos. Poco cariño tenía el balón
a los nuestros, tal vez por el maltrato que se le dispensaba y el rival, que no
iba vestido de Oporto si no de Getafe con brillos, se hizo con el partido casi
sin querer. La indecisión del Atleti se veía en la defensa, en un medio del
campo sobre el que el balón pasaba volando y sobre unos delanteros
desconectados. Se adelantaron los locales tras jugada de estrategia defendida
de aquella manera y, por lo que se estaba viendo, daba la sensación de que
allí, a orillas del Duero, en esa capital coqueta pero algo decadente, moriría
la racha triunfal de los nuestros. Se sacudió algo el Atleti el dominio del
adversario pasado el ecuador de la primera parte y hasta pudo empatar sin
merecerlo demasiado en un remate de Raúl García que se estrelló contra el larguero
tras haber contado con la inestimable colaboración del portero rival, firme
seguidor de la añeja tradición de porteros con pantalón largo que esconden
dentro a un tenor frustrado.
Ya en la
segunda parte, y tras la correspondiente Simeonina salpicada con gritos del
descanso, salió otro Atleti. No un Atleti brillante, que ayer para brillos ya
estaba la camiseta de los dragones, pero un Atleti diferente, un Atleti menos
indeciso con respecto a dejar morir la racha victoriosa. Un Atleti que tira de
oficio cuando la inspiración le da calabazas. Empató Godín resarciéndose del
fallo de marcaje en el gol enemigo, de nuevo con la venia del portero con
mallas de gimnasia rítmica, y se vio que no era para tanto el rival, que más
allá de la historia, la plantilla actual del equipo luso es apañada y poco más.
Resucitó el Atleti y se hizo con los mandos prescindiendo de los delanteros, poco afortunados ayer. Salieron
Koke y Oliver y aquello era otra cosa, no una para tirar cohetes, pero otra
definitivamente. Fue entonces, cuando unos y otros empezaban a asumir que el
empate no era malo para nadie, cuando en una falta al borde del área Gabi miró
a Simeone y éste le hizo una seña. Una seña que pudiera ser interpretada por
alguien que no entrena con el equipo como que El Cholo avisaba a Gabi de que
iba a envidar a grande, a chica y a pares si los lleváis. Gabi, obediente,
amagó con disparar mientras Arda se descolgaba de la barrera para fusilar al
portero-cantautor a bocajarro en lo que suponía el enésimo gol atribuible a la
pizarra de los que este año se han marcado.
Ganó el
Atleti en un campo en el que hasta la fecha no había conseguido siquiera marcar
un gol. Ganó el Atleti y lo hizo con oficio, zafándose de la mortaja de juego a
la que parecía abocado en el inicio del partido. Ganó el Atleti más allá de
rotaciones y de ausencias, más allá de nombres que no sean el de Diego Pablo y el
de Germán. Llegarán otros días en los que la racha creerá que está a punto de
expirar, pero le habrá cogido gusto a estar con los nuestros y no se querrá ir
con facilidad para no desairar a nadie. No bajará este Atleti los brazos para
dejarse ir, para que venga la parca de las rachas y los triunfos y merme sin
esfuerzo esta fe inquebrantable que muestra. Esto es fútbol y algún día pasará,
está claro, pero de momento a este Atleti y a su racha les queda cuerda
por delante…
¡Que intensidad, D. Emilio!, ¡que fortaleza mental!, ¡que equipo!
ResponderEliminarNo las tenía todas conmigo, después de un derby tan intenso y brillante, este partido llegaba demasiado pronto. Y el inicio del mismo me daba la razón. La intensidad, la presión la ponían los portugueses. Y se fueron ganando al descanso merecidamente.
Pero, amigo, esto es un equipo. EQUIPO. Y se merendaron-cenaron al Oporto, como quien se cena un bacalao: cuesta un poco al principio pero al final entra.
Con luces y sombritas, esta va para adelante. No se donde llegaremos, pero me tienen loco. Loco de amor y orgullo.
Buenos dias.
Esto no es un equipo, oiga. Esto es una roca inamovible ante fenómenos meteorológicos e incluso futbolísticos.
ResponderEliminarComo bien dice usted, qué orgullo da ver al equipo dando lo que uno siempre hubiera esperado que dieran en otros tiempos otros "proyectos" al portar esa sagrada camiseta...
Buenísimos días...
Sin lugar a dudas que el Cholo Simeone ha dotado al equipo de una seguridad tremenda que ha hecho que los jugadores estén 100% en el proyecto. La arenga que a buen seguro les dio ayer en el descanso provoco que la segunda parte fuera otra historia.
ResponderEliminarPor el bien del fútbol español, ojalá el Atlético aguante en la Liga el pulso con Barcelona y Madrid al menos hasta que quede poco para la finalización del campeonato.
Un saludo!
TresCuatroTres.es
¡Y no solo por el bien del fútbol español, por el bien de la humanidad!
ResponderEliminaroye y si esto dura para siempre?
ResponderEliminar-Miguel
Pues nos moriremos también a plazos, pero morirnos de felicidad, claro...
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