Basilio es feo. No feo con la subjetividad en la mano, no. De eso nada. A cualquiera que se le pregunte lo confirmará sin atisbo de error. No es que su cara muestre asimetrías relevantes, no es que tenga defectos apreciables, no es que la nariz no case con las orejas y con esos ojos que parecen dos puñaladas en un tomate, no. Es feo más allá de cualquier análisis minucioso, de cualquier comparación con algún pretendido criterio estético. Es feo como levantarle la voz a tu anciana abuela, es feo como no levantarse del asiento cuando entra en el vagón una embarazada de siete meses. Es feo con avaricia. Feo a jornada completa. Feo sumarísimo. Feo más allá de cualquier cualidad que pudiera adornar esa condición. Les digo yo que es muy feo, vamos…
A pesar de su hándicap, Basilio se acicala con mimo siempre que sale a la calle, aunque solo sea para bajar a por una barra de pan integral a la esquina. A pesar de todo, Basilio sigue preparándose durante más tiempo del razonable cuando sale algún viernes o algún sábado. Una vez el conjunto pasa el riguroso examen al que él mismo se somete con rigor, se deja abrazar por la noche y se siente guapo. Nunca mira las muecas que algunas e incluso algunos le dedican al pasar con la chaqueta de lino arremangada hasta los codos. Él, se siente arrebatador. Se acoda en la barra del local, pide un ron con cola y solicita siempre un chorrito de limón natural de manera caprichosa. Cuando el azar que trae la sed acerca a alguna sudorosa ninfa de rímel corrido y falda menguante a sus dominios, él pregunta con atrevimiento y sin circunloquios: “¿Te apetezco?”. Las más de las veces, ve cómo se dibujan gestos de prevención e incluso de asco. Otras tantas la interpelada estalla en una carcajada que no es capaz de minar la autoestima de Basilio. Pero, en ciertas ocasiones, pocas la verdad, surge algo que ustedes y yo no alcanzaríamos nunca a comprender. No diré lo de la chispa porque ser algo tan manoseado por el uso, pero es algo así. Ella se rinde, cae en la trampa de esa fealdad. Cuando sus amigas la rescatan en los tiempos muertos que ofrece una visita al baño o un cigarrillo helador, le preguntan si se ha vuelto loca o ciega. La presa dice siempre lo mismo: “Sí, es el hombre más feo que nunca vi, pero tiene algo” mientras ve venir a Basilio hacia ella paseando su fealdad con seguridad de guapo a rabiar.
Dijo Simeone durante la semana que lo de la posesión como alfa y omega en el fútbol era una milonga como la copa de un pino. Servidor está de acuerdo. Servidor piensa que no siempre el fútbol barroco y recargado, el taconcito pinturero y la pared estucada, es el único camino existente en este juego que tan locos nos vuelve. Frente a ese fútbol guapo y repeinado, existen muchos otros tipos de fútboles, algunos temerosos y esmirriados, otros arrogantes y hasta contrahechos. Hay otras maneras de llevarse el gato al agua, probablemente sean más feas, pero son maneras al fin y al cabo. Se jugaba el Atleti tres puntos importantes con un rival directo que en los últimos tiempos ha destacado por su fealdad y por su antipatía en el juego. Se los tenía que jugar en campo ajeno y plagado de feas bajas. Se planteaba como una obligación el ganar o pudiera ser el no perder, tras los últimos feos resultados, probablemente injustos, pero feos de solemnidad.
Sacó Simeone una alineación fea, desarreglada por lesiones y sanciones, pero con un algo que acababa gustando. Será por lo de que había más españoles que extranjeros o será por lo de que había varios canteranos, esa especie de jugadores tan fea a ojos de nuestros dirigentes, será por lo de las comisiones. El partido nació feo, como se esperaba. Lleno de balones divididos y de porfías. Lleno de revolcones y cabriolas de ese jugador que hasta hace poco vestía la camiseta de nuestro equipo pero nunca jugó para nadie que no fuera él mismo. Ese al que, a pesar de su fealdad innegable aderezada con un intelecto de filo de cuchilla roma, algunos querían alzar a altares de la atleticidad. En medio de tanta fealdad, surgió uno de los más feos de todos, Salvio, para poner por delante en el marcador a los nuestros con un buen cabezazo. A partir de ese momento, empezamos a ver que la fealdad del partido tenía algo, un no sé qué o un qué sé yo que lo hacía más atractivo a nuestros ojos. Fueron los minutos menos feos de los nuestros. Se vieron triangulaciones resultonas, se vio más Koke dejando de lado otras feas tareas. Se imponían con solvencia Mario y Gabi, los de más feo cometido, y se dejaba caer a banda un Adrián que no tuvo su mejor partido en Sevilla, probablemente por afrontar la tarea de ataque muy solo, cosa que siempre es muy fea. En ese periodo, podría haber sido la renta mayor si hubiera cuajado alguna de las oportunidades, casi todas a pies de Salvio, ése jugador feo y contrahecho al que tras el primer tiempo de Sevilla empezamos a ver más enderezado y gallardo.
Empezó la segunda parte muy fea, principalmente por un gol del Sevilla en una contra tras conducción exagerada de Salvio. Algunos dicen que probablemente lo hiciera como homenaje a su ex compañero Reyes, el hombre al que las autoridades se plantearon poner un tacógrafo para poner coto a sus abusos en la conducción. Ahí empezaron los momentos más feos para los nuestros cuando el Sevilla empezó a mirar a la banda de Navas en vez de a la otra, en donde Reyes solo ofrecía piscinazos de ejecución y dificultad apreciables. No se arrugaron los nuestros, capearon el temporal sin pararse en sutilezas. Si había que hacer falta aunque fuera fea, se hacía. Si se tenía que pegar un patadón o diecisiete en defensa, se pegaba. No estaba el partido para exquisiteces ni para lujos estéticos. Cholo miró al banquillo con la aprensión de tener una plantilla fea y corta y quitó a Tiago, quizá por tener la fea costumbre de reprender a sus compañeros cuando a él le fallan las piernas y los partidos le superan físicamente. Salió Pizzi, jugador del que no calificaré guapuras ni fealdades por ser demasiado obvio en planos balompédicos y estilísticos. Aguantó el Atleti hasta el final dejándonos con la fea sensación de que se pudo perder lo que en la primera parte se pudo ganar.
Nos queda un feo empate. Uno más de tantos feos resultados pero probablemente el más justo de la era Simeone junto con su primer partido de Málaga. Nos deja en posición fea en la tabla pero con la esperanza de un calendario menos feo del que acabamos de transitar. Nos deja la sensación de que, enganchando tres victorias seguidas se puede acceder a Champions por obra y gracia de esta liga fea y desigual llena de equipos feos que no interesan a nadie salvo cuando juegan con los dos equipos a los que todo el mundo adula por su pretendida belleza. Nos deja con nuestras feas esperanzas intactas y eso es algo que debemos de agradecer a Simeone, el habernos devuelto también estos partidos feos. Partidos llenos de oficio, de bigotes sin depilar y de pisotones que no ve el linier. Seguimos creyendo en Cholo a pesar de que sea feo y tenga la cara picada de viruelas, porque muchos guapos de cartel pasaron antes que él por esta plaza y nos dejaron otro tipo de fealdad. Fealdad de la que da vergüenza y ganas de mirar para otro lado silbando. No es eso lo que trae este Atleti. Este Atleti que podrá ser feo pero al que su técnico ha convencido de que no lo es tanto, mira de frente. En ocasiones le vemos algo más y nos rendimos a él, pero incluso en sus momentos de mayor fealdad tiene algo, no me pregunten el qué...o sí, háganlo...
Me preocupan varias cosas, don Emilio: la primera las lesiones de Turan y de Diego. La segunda las tarjetas que nos sacan y la tercera el bajón físico que pareció vislumbrarse en el segundo tiempo.
ResponderEliminarSin embargo, el Atleti de Simeone me sigue inspirando confianza porque tiene una forma de jugar definida. Veremos, dijo un feo, digo un ciego.
Bastante bien nos han tratado lesiones y bajas de más o menos duración hasta la fecha. Ahora viene lo bueno, ahora hay que jugar jueves y domingo casi todas las semanas y, si a las ausencias le sumamos el cansancio que yo también noté, apañados vamos...
ResponderEliminarCosas de las planificaciones deportivas premiadas y de las plantillas amplias, diáfanas y todo exteriores...
Le hacía, D. Emilio, tirado a la bartola y relajado en sus vacaciones, pero veo que sigue al pie del cañón. Y se agradece.
ResponderEliminar¿Que tiene?. Este (gil)Atleti que aun siendo feo, pero feo, feo, oiga, feo como un frigorífico por detrás, feo como un coche por debajo, D. Emilio, ¿Que tiene?. ¿Acaso un aire de aquel Atleti guapo, aquel Atleti que robó mi infantil corazón?. Porque este se parece en la ropa ( y a veces ni eso) pero poco mas. Bueno, a lo mejor si. A lo mejor ese aire aguerrido, de equipo del que no es fácil reírse,(que se lo digan a los del Tramp€s). Llevamos unos partidos en los que se ve ese aire. Quizá sea eso. Vaya usted a saber.
Por cierto, otro 1,5MM a embolsar sin declarar para la pareja malhadada. Eso si que es planificación y no lo de la plantilla...
Un saludo. Buenas noches.
Saque la imagen de un atlético tirado debajo de un cocotero de sus meninges, D. Carlos, nada más lejos de la realidad.
EliminarEntre excursiones guiadas, traslados con derecho a comida típica y engañosa y caminatas varias, tengo los pies en peor estado que si hubiera hecho el camino de Santiago en alpargata de esparto de Valencia, que es bastante resistente...
A mi también me parece que tiene algo, y no sé qué será, pero lo tiene y hasta hace muy poco no lo tenía por ningún sitio, por muy feo que sea lo que tiene, que opiniones hay para todos los gustos...
Un saludo de uno que ya no sabe dónde empiezan las noches y las madrugadas...(cosas del jetlag)