La segunda cita es la mejor. Ya sé que la primera está sobrevalorada socialmente. Ya sé que muchos recuerdan ese primer asalto con añoranza, sin rememorar el ridículo clavel rojo en la solapa para poder ser reconocido, sin acordarse de los tacones que dejaron ampollas, de los pantalones de tergal que provocaron picores. Nadie se acuerda de las inseguridades, de esos cafés que se beben ardiendo para acortar tiempos ni de los que se enfrían de tanto removerlos. Casi ninguno guarda en su memoria los funcionariales lugares comunes, los torpes momentos de tanteo en los que se engrandece el trabajo propio, se disfrazan de apasionantes las tediosas aficiones y se multiplican con velocidad de panes y peces las estrellas de aquel hostal en segunda línea de playa en el que se veranea. La segunda es otra cosa. En la segunda cita se pisan terrenos a los que el éxito de la repetición otorga mucha más firmeza. Se aposentan las tan cacareadas mariposas estomacales. Las verdades y a lo mejor los cuerpos se muestran más desnudos. Los minutos se empiezan a abrigar con familiaridad. Se elige el segundo plato con la tripa en vez de con la cabeza. Todo eso conlleva una segunda cita, sí. Pero también algo más. La necesidad de arriesgarse. La obligación de mostrar algo adicional, algo de encanto que asegure ulteriores encuentros. Ese segundo capítulo debería traer aparejado una mayor exigencia. Así debería ser.
El Calderón se desperezó temprano para servir de escenario a la segunda cita con el Atleti de Simeone. Una cita a la que muchos acudían rendidos de antemano por el aroma de los recuerdos que ofrece el Cholo. A esos recuerdos de otros tiempos vino a sumarse los que trajo Molina como entrenador del equipo contrario. Flotaba en el ambiente la sensación de que la primera cita no fue como se esperaba sin dejar de admitir que al veredicto se le pegaban como lapas demasiados atenuantes: el poco tiempo de trabajo, las urgencias, el fantasma de batacazos pretéritos. Para esta segunda cita se debería pedir algo más. Como debe de ser.
Propone Simeone un equipo musculoso. Un conjunto que no se pierde en preámbulos. Un amante directo pero eficaz. Acabaron los tiempos de la sensibilidad almibarada con fachada de cartón piedra. Llegan los tiempos de un grupo de jugadores que parecen haber comprado la idea del Cholo y la han hecho suya. Llegan días en los que los nuestros quedan victoriosos en cada choque y cada balón dividido. Llegan momentos de solidaridad y de jalear con regocijo la presión y los escorzos a ras de hierba destinados a robar balones al contrario. Tiempos que llegan y que no debieron irse nunca de las orillas del Manzanares. O así debería haber sido.
Cholo ha conseguido en dos sesiones de terapia convencer a un equipo sin alma de que sí la tienen, muy escondida por las capas de mediocre pintura de la anterior etapa, pero ahí está. Solo había que rascar un poco para sacarla. No era tanto una cuestión de pizarras, sistemas y pivotes, era un problema mental. Y de eso, Simeone sabe un rato. De encender a las masas, de lanzar soflamas que enderezan espaldas cheposas y animan a echar a andar. Cuando pase el efecto inicial, esa idealización de los primeros encuentros, esa pasión inicial, habrá que evaluar si detrás de ese disparo de adrenalina expendida en el vestuario queda algo más. Habrá que ver si queda un equipo que se maneja como tal. Como siempre debería haber sido.
Simeone, chico listo, parece saber rectificar y dio entrada en el elenco titular a Adrián y Arda, jugadores damnificados en la primera cita no quedando claro si fue por fríos o por ser estrechos de pecho. Ayer quedó claro que un club en el que la calidad huye hacia otros pastos con sus correspondientes comisiones por medio, éstos dos deben jugar casi siempre. Ambos, junto a Falcao en el remate y, sobre todo, Diego, conforman nuestra nómina de artistas. Unos artistas que deben juntarse para que pasen cosas diferentes, no esperadas. Admitiendo que los solistas hicieron un partido notable, ayer fue un partido para destacar a los menos dados a la lírica. De justicia es reivindicar a la segunda línea del equipo, a los secundarios. Esos a los que tanto hemos puesto en duda. Ese Tiago que parece resucitado tras haber atravesado un desierto de forma física en la temporada pasada y el inicio de esta. Ese Juanfran que derrocha voluntad y esfuerzo y al que sigue faltando pausa y saber medir. Ese Gabi que parece crecer y abarcar más campo en este régimen lleno de testosterona recién instaurado. Ese Filipe que parece más seguro y hasta un poco más alto. Ese Miranda que ayer se anticipó a cada tímida intentona atacante de su par. Esa clase media es la que parece haber dado un paso al frente. Como debe de ser.
Tras el partido de ayer, queda un regusto a equipo aguerrido. A equipo que embestiría contra las lanzas del enemigo si su recién llegado general así lo ordenara. Queda un equipo directo. Un compañero de fatigas que no dejará una poesía sobre la almohada, ni un beso perfilado con lápiz de labios en el espejo. Nunca sorprenderá llevando a su partenaire a pasar el fin de semana a París con lo puesto, pero tampoco parece nos vaya a dar sofocos en forma de partidos vergonzantes en los que el oso del escudo se esconde detrás del madroño para no tener que ver la burda exhibición de nada. El Cholo se ha ganado una tercera, una cuarta y algunas citas más. Habrá que sondearle con mayor profundidad fuera del ambiente de ese campo entregado a su causa y con rivales no sumidos en estados depresivos, sí, pero de momento conquista a su manera. Desde una verticalidad algo ruda pero familiarmente reconocible. O al menos así debe de parecer ser.
Todo lo positivo que trae apegada la llegada del nuevo mesías de la presión asfixiante deja una última reflexión preocupante: una vez más lo han conseguido. El recurrente escudo humano vuelve a tapar las vergüenzas que asoman por doquier. La utilización de un arma del calibre del Cholo ha vuelto a acallar voces y a echar tierra sobre el debilitamiento de la plantilla, las ventas regaladas, la elección por descarte del anterior entrenador y el haber tirado la Copa en una maniobra sin precedentes, la destitución diferida. Y eso si solo hablamos de los atropellos acaecidos en los últimos meses. Si confeccionáramos una lista de los desaires y apropiamientos sufridos en veinticinco años, no tendríamos papel suficiente ni talando una superficie apreciable del Amazonas. Insisto, lo han conseguido. Han vuelto a rizar rizos con la connivencia de la lacia memoria de un amplio sector de la masa. Y eso, nunca debiera ser así.
Pues si, oiga, lo han conseguido. Son unos artistas. Esperaba que los movimientos de Twitter removieran conciencias, pero está claro que el Calderón es otra cosa.
ResponderEliminarEs pronto para valorarlo pero, por lo visto, el Cholo está tocando las teclas adecuadas. Habrá que ver contra un equipo mas exigente,porque el Villarreal tiene una pinta espantosa...
Pongo pues en cuarentena este partido, porque al último que fuí al Calderón (contra el Sporting) salí tan contento que me hice una idea que no tardó en derrumbarse. Y me ha hecho callo.
Un cordial saludo.
Las comparaciones son absolutamente odiosas...Zaragoza, Betis, no hablemos ya de los ejemplos previos en la Premier...Dejemos ese tema de momento, al final van a llevar razón los que califican al movimiento de guerrilleros inconformistas.
ResponderEliminarCholo está sabiendo vender el muñeco y sobre todo a los jugadores (de quienes podríamos hablar sobre su capacidad de compromiso cuando no todo marcha como esperan). Creo que el partido de Anoeta es clave, un compromiso fuera que debiera ser encarado de la misma manera que el partido que ayer.
Un abrazo, Don Carlos
Son odiosas e incomprensibles para mi corto entender. ¿Tan calado está el mensaje de que somos así de idiotas?
ResponderEliminar¿O es que lo somos en realidad?.
Cualquier afición que nota que le han robado una pizquita del sentimiento que tiene, se rebela y se hace notar. ¿Y nosotros somos 4 horteras y paletos (sudoroso gomez dixit)?...
Que pena, D. Emilio.
Con el agravante de que nosotros tenemos una sentencia que debería servir de respaldo para todo lo que se hiciera...Tener la razón y la justicia (por muy sui generis que sea con conceptos como la prescripción) del lado de uno debería ser un estímulo...Guerrilleros, paletos, desestabilizadores, aficionados al gratis total, los cómplices se hinchan de calificar alegremente entre invitación e invitación en algún asador con aparcacoches.
ResponderEliminarDelo por seguro, don Emilio: no volveremos a ver el Atlético de los últimos partidos del año pasado. Diferente será que el estilo de juego sea más o menos de nuestro gusto. Sigo pensando que al equipo le falta calidad.
ResponderEliminarY en cuanto a los del palco, hay que reconocer que lo bordan. Tampoco les hace falta mucho empeño, cualquier mínimo gesto satisface a la afición, pues nada.
Un abrazo.
De acuerdo con usted, nos debemos acordar ahora de los que se vanagloriaron de la gran plantilla que se había confeccionado.
ResponderEliminarLo del palco sí que es para escribir un libro sobre el éxito a la hora de administrar cortinas de humo a la masa...Pues nada, ahora todos contentos.
Un abrazo