El camarero se dirigió a la mesa de la esquina con paso cansino. Si no fuera por el dinero que dejaban, aunque fuera en temporada baja como ahora, a ver quién era el guapo que aguantaba a estos madrileños ¡Qué pesaditos que eran, la verdad! Se atrevían a discutir de frescuras, de tipos de pescados, de harinas para fritura…Se atrevían con todo.
– Mire, esta sepia que nos ha traído debe estar mala –dijo el cliente auspiciado por esa inocencia del que se cree la leyenda urbana sobre siempre tener la razón.
– Esta sepia está recién cogida. De esta mañana, oiga –contestó el camarero con la superioridad del que tiene la confianza y los galones para apocopar el nombre de ciertas raciones: gamba plancha, chipirón ajillo. Era ésa una señal inequívoca de dominio, bastaba oír a un padre de familia con riñonera calada pedir unas puntillas a la romana o unas cigalitas a la plancha para catalogarlo como profano en la materia. Si se dice, se dice bien: ¡puntillas y cigala plancha, cociiiiiiiiina!
– Pero, ¿y ese color? ¿Es ese el color normal de una sepia?
– Es el color sepia papeleta para el senado que impone la junta electoral central. A mí ese color también me parece un naranja pálido o un salmón desmayado, pero yo con la administración no discuto. La última vez que se me ocurrió, me aplicaron la ley de costas y mire dónde me veo obligado a plantar la terraza ahora, como quien dice en la provincia de Cuenca. Así que a comérsela, que eso es una sepia con todo su demócrata color –apostilló el filósofo de velador ejecutando una media vuelta con tirabuzón de palillo en la boca de admirable ejecución e innegable dificultad.
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Para recibir al Levante, formación a los que los sondeos a pie de campo hasta la fecha otorgaban un muy meritorio grupo parlamentario propio, el estadio registró una abstención importante. Es el aficionado atlético mucho más dado a la abstención que al voto en blanco por razones obvias, y ayer se abstuvo mayoritariamente. Algunos contarán que era por el tiempo y hasta porque habrá habido muchos que fueron reclutados como vocales de mesa, pero no se crean, últimamente anda la gente con ganas de abstenerse de ir al campo. Puede que sea cierto eso de que cuando el día sale lluvioso da pereza hacerse el bocadillo para que el pan se quede correoso por la humedad a las orillas del Manzanares o que fueron numerosos los abonados agraciados con la ventura de desempeñar el papel de vocal, aunque fuera una u con diéresis de las que se pronuncia con boquita piñonera, pero uno piensa que los motivos son otros. Uno de ellos, el color que tiene el equipo. Un color indeterminado, como de sepia papeleta senatorial.
Hablando de papeletas, Manzano tenía otra importante por delante. A pesar de la victoria final, fue uno de los candidatos perdedores de la noche. Su capacidad para cambiar el rumbo del partido se vio mermada por dos cambios obligados por las lesiones y por un cambio que realizó la grada. No diremos que el escaño que ayer otorgó gran parte de la afición a Reyes no fuera merecido tal y como estaba el partido, pero nos deja un regusto a entredicho en la capacidad de gobernar del jiennense. Se le vio tenso, se le vio celebrando los goles con tono de animador de hotel todo incluido en vez de profesor de filosofía, un rol que le pega más. Se le vio también con un color de tez raro, varios grados de moreno menos al que acostumbra. Podría ser un sepia crispado.
Sigamos con los perdedores de la noche electoral, que no es plan de hacer uves con los dedos por un resultado aislado. Hablemos de Mario Suárez. El bueno de Mario está dejando pasar demasiadas oportunidades. No parece un candidato de confianza para llevar el gobierno del mediocentro. Mario deja pasar los partidos a su lado sin subirse a ellos. No destaca ni en defensa ni en ataque, sino todo lo contrario. Parece que ha llegado la hora de una moción de censura para su juego, la verdad. Perdedora también sale la fortaleza mental del equipo. Perdedora en todos y cada uno de los casos en los que se mide con las dudas en desigual plebiscito. Si el contrario plantea una campaña electoral de intercambio de golpes, por ahí se pierden los votos de la confianza en lo que se hace. Dos veces se estiró el Levante, quizás tres, dos diputados a las redes nos enviaron. Hubo algún otro más que no alcanzó los resultados esperados, pero tampoco queda caballeroso señalar en días como estos, días en los que todos ganan y se celebra la participación, aunque sea testimonial. En este grupo deberíamos meter a Salvio y su escoliosis y a Silvio y su mala salud de hierro.
Vayamos ahora con los ganadores de la noche. Candidatos que obtuvieron resultados dignos, sólo brillantes a ratos, pero los candidatos al fin y al cabo en los que mayor confianza se puede depositar. Si ellos fueran los cabezas de lista de esa papeleta color sepia, marcaríamos la x al lado de su nombre casi sin temor a equivocarnos a la hora de elegir a los que deben regir el destino del equipo: Arda, Adrian y Diego….De estos tres deben salir las medidas para salir de la crisis que acucia al equipo. Ellos deberían gobernar la nave que recuperará la confianza de los mercados y el cariño de la prima de riesgo. Un cuarto a elegir pudiera ser Pizzi, aunque sea solo para formar un grupo mixto con mucho jamón york y poco queso destinado a segundas partes. Muy bien el turco, adornando con pausa y torería sus cada vez más altos niveles de popularidad en las encuestas. También bien Adrián, cargo electo por aclamación que nunca defrauda y alrededor de quien siempre pasan cosas, la mayoría buenas. Si acaso, habría que pedir una mayor participación en el juego del partido político. Ayer le hicieron un penalti de libro que un interventor avinagrado consideró como fingimiento, a pesar de que difícilmente se puede fingir una caída en la que aterrizas con la oreja. Ahora toca Diego. Diego lo intenta, busca el voto en mítines multitudinarios, lo busca también puerta a puerta. Intenta con clase buscar coaliciones al borde del área, llega, manda y se desespera muchas veces ante la inmovilidad de sus compañeros. Estuvo bien en ambas partes del debate, primero más adelantado, después compartiendo mediocentro con Mario, aunque en ese momento a su partenaire se le viera que no anda para complicadas legislaturas.
Finalizado el escrutinio, podemos decir que se alcanzó una mayoría en las urnas del juego. Mayoría simple, por supuesto, pero suficiente para sacar un escaño más que un rival que lleva una campaña admirable. Merecería la pena reflexionar algo más de un día en si estas mayorías tan simples serán suficientes para sacar adelante otras leyes y otros partidos de más enjundia. El recuento de votos arroja datos claros: el entrenador no está en su mejor momento de popularidad, suceso que no debe sorprender cuando se pone al frente del gobierno al cuarto o quinto de la lista de candidatos manejada en su momento. De momento salva su puesto de trabajo, una de las directrices de la nueva legislatura. Pero lo mantiene en precario, sin los apoyos necesarios. Esperaremos expectantes para ver si se le manda al paro, eso sí trayendo a otro, que habrá que crear empleo. Solo nos queda pedir que no traiga muchos recortes y que nos quite este tonalidad de piel que mostramos últimamente…como de sepia desilusionada, vamos.
Ni le hablo del plebiscito que tenemos por delante, Don Emilio. Yo y mi pesimismo congénito vemos la papeleta de color negro zahíno.
ResponderEliminarUn saludo.
Buenos días D. Emilio.
ResponderEliminarMe pasa como a D. Pablo. La próxima cita con las urnas la veo negra como la tinta del calamar (o de la sepia). El resultado será peor que el de Rubalcaba ayer.
Que tenga un buen día.
Pues fíjense que esta vez voy con tan pocas esperanzas que lo mismo nos llevamos una alegría...Encomendémonos al turco, que le tiene ganas a la central lechera desde que vino.
ResponderEliminarUn saludo
Don Emilio, el partido se salvó, pero a mí me dejó más dudas que certezas. El equipo ha ido a peor a medida que han ido pasando las semanas. Lo del proyecto a largo plazo, una política de cantera que nos dé algo de ánimo para afrontar el futuro, debe de ser que lo dejamos para más adelante, como siempre.
ResponderEliminarTiene toda la razón, Manzano estaba ayer pálido y celebró los goles como pocas veces. Le da vida una semana más. Así estamos, de semana en semana.
Cosas de la planificación que sólo se hace en nuestra casa, Don Julio. Empleos de entrenador temporal, directores deportivos aprendices y hasta semiportavoces (el Gonzalito) sin oficio y con beneficio.
ResponderEliminarTodo en precario, vamos...
Un abrazo
Don Emilio, es algo evidente la desmotivación que hay hoy en día en la grada del Calderón. SOn demasiados años cumpliendo el papel de un Valladolid de la vida, y el buen aficionado colchonero non está acostumbrado a tal circunstancia.
ResponderEliminarComo bien sabe, coincidimos en el análisis del intrascendente a más no poder Mario Suárez. Sinceramente, sigo preguntándome qué coño pinta en el Atleti, y para el derbi, el gominolas ni de coña, vamos. Para ese partido hace falta otro tipo de jugador.
Lo del sábado, pues eso. De momento sigo con un pesimismo tremens, pero bueno, me conozco, y según vaya pasando la semana, iré calentando motores. Definitivamente, no tenemos remedio, Don Emilio.
Un abrazo.
Assunçao es el hombre para ese partido Don Tomi...y para casi todos los demás viendo el nivel exhibido por sus competidores en el puesto.
ResponderEliminarA mí me pasa lo mismo, a medida que avanza la semana el corazón va ganando terreno a la cabeza que a día de hoy, dice probablemente con razón que las posibilidades son mínimas.
Un abrazo