jueves, 1 de diciembre de 2016

Ha vuelto el Atleti

Sudor, contrataque y balón parado. La Santísima Trinidad de la religión cholista condujo a la victoria en Pamplona, retirando en gran parte la marea de dudas que los nuevos bocetos habían dejado. Ha vuelto el Atleti, pensó más de uno cuando al descanso reflexionaba sobre lo visto. Bastaron unos minutos para caer en la cuenta de que el añorado modelo se había hecho carne en la capital navarra pese al intercambio de golpes inicial, pese al necio penalti que Oblak supo descifrar con mano firme. Avisaron los de Simeone previamente como era costumbre: explotando al máximo los fallos del rival y recuperando la confianza en la estrategia. Llegó un gol de córner por fin y tuvo que ser Godín el que rompiera el maleficio de la pizarra. Un minuto más tarde, con el rival todavía valorando la herida dejada por la primera picadura, Gameiro finiquitó el choque definitivamente con un remate cruzado tras contragolpe fulgurante ¡Cómo se echaban de menos estos partidos que fallecían de inanición tras el primer gol del Atleti!

Es de justicia reconocer que gran parte de la culpa por la vuelta a los orígenes la tiene la presencia de Tiago sobre el campo. No falla. Cuando un rato antes de que los partidos del Atleti comiencen se confirma que sale Tiago de titular, las agencias de calificación de la deuda rojiblanca guardan todas las incertidumbres en un congelador no-frost de última generación. La inclusión del portugués asegura equilibrio, criterio a la hora de sacar el balón y, por encima de todo, mando en plaza. No extraña que el Cholo haya querido olvidarse de carnés de identidad y condicionantes estéticos. Contaban que cuando las fiestas del pueblo de al lado coincidían con los días en los que Matías, el pastor de espaldas tan recias como los montes en los que pasaba meses con el ganado, volvía a casa, los mozos iban con otro ánimo y hasta se atrevían a sacar a bailar a las chicas locales sin temor a ser lanzados al pilón. Ante cualquier escaramuza, Matías andaba al quite evitando que la sangre llegara al río. Lo mismo que Tiago, vamos. Miles de ataques rivales con pretensiones han muerto a sus pies por obra y gracia de su proverbial colocación. Miles de ataques rojiblancos de los que levantan del asiento tuvieron el prólogo de un primer pase suyo en vertical de esos que derrumban primeras líneas de presión. Con él sobre el césped el equipo se vuelve hermético, sí, pero también infinitamente más reconocible.


No es menos justo hablar también de Koke, no fuera a ser que algún despistado pudiera pensarle señalado por el párrafo anterior. La largamente perseguida y aplaudida adaptación del vallecano al mediocentro dotaba al equipo de un perfil más dado a plantear los partidos en una batalla a campo abierto en la que normalmente la pegada final decidía el rumbo. Siendo la apuesta válida en muchas citas, no dejaba de vivirse como una contradicción para un ejército que se mueve con comodidad en la guerra de guerrillas. Probablemente no fuera Koke el responsable de que el equipo se mostrase más vulnerable, pero ciertamente el resultado perdía empaque. Con él en el puesto de interior que le pertenece desde hace casi un lustro, se aprovechan de igual manera sus cualidades sin desguarnecer la fortaleza. Si en las impensables cotas alcanzadas no hace mucho Koke se movía en terrenos del ocho, ¿por qué cambiar? Su paso atrás no deja de ser un recurso a valorar, pero no tiene por qué ser el nuevo dogma.

Retornó el Atleti, el de siempre, cuando más necesario parecía. El partido del Reyno de Navarra comparte ADN con tantos otros encuentros en los que el conjunto colchonero consiguió la victoria desde el juego directo y la defensa sin fisuras. Choques que agonizan sin esperanza hasta el pitido final cuando los de rojo y blanco se ponen por delante. Es de imaginar a los próximos rivales contrariados, pensando en las mayores posibilidades de arrancar algo positivo con aquel otro Atleti menos áspero que se ha mostrado en el primer tramo de la competición. Sabemos que ese Atleti existe. Sabemos que es un lugar al que podemos volver e incluso disfrutar la estancia, pero este otro Atleti de Pamplona es el hogar. Nuestra casa. Ha vuelto el Atleti. 

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