25 años y
un día. Una condena, lo que yo les diga. Una condena ejemplar es lo que
llevamos soportando con más estoicismo del deseable. Podríamos
alegar que a muchos nos deslumbró aquel desembarco aéreo con un Futre casi
adolescente del brazo. Citaríamos como atenuante los primeros años de
tremendismo y de humo esparcido a golpe de verborrea cercana, los titulares con
tanta mayúscula, los cortes radiofónicos repletos de palabras e insultos
inventados “¡Miren qué gracia! ¡Este sí que dice las cosas como deben decirse!”,
añadían algunos que no podían llegar a sospechar que la mano derecha sí sabía
lo que hacía la izquierda porque hacía lo mismo: llevárselo y no ponerlo.
Cumplido el
mismísimo vigesimoquinto aniversario de la coronación, uno empieza a plantearse
que no hemos debido ser suficientemente buenos para que nos reduzcan la
condena. Ni hemos ayudado en la lavandería ni en el economato de la prisión. La
condena continúa y se extiende mientras nos miramos los unos a los otros con
fundadas sospechas de nuestra complicidad a la hora de fabricar el arma
punzante del silencio sumiso. Los que más y los que menos proclamamos nuestra
inocencia, culpamos al jurado o a un abogado defensor borrachín y tartamudo en
vez de preguntarnos qué cuota del delito de tragar nos corresponde. También
pensamos que a lo mejor, un día de estos como quien no quiere la cosa, algún
tribunal con potestad revisará nuestra condena con lo que casi mejor no hacer
nada. Lo malo de pensar así es que el día en el que un tribunal se ponga a
ello, ya no habrá cárcel, celdas ni presos y hasta las pesas del patio donde
otrora entrenaban forzudos internos habrán sido vendidas en incómodos plazos.
“¿Y por
mala salud? Lo mismo nos conmutan la condena por mala salud”, intervenimos algunos,
inasequibles al desaliento de la autocomplacencia. Hombre, mala salud, lo que
se dice mala no parece que se tenga. Hemos aguantado puñaladas en el patio, en
la celda, puñaladas vestidas de infierno snob, puñaladas en el sentimiento y en
la identidad, puñaladas en el bolsillo, puñaladas en el buen gusto, en las
entendederas, puñaladas que seccionan la ilusión de la cantera y puñaladas bañadas
en el óxido de las comisiones. A día de hoy podemos decir que hemos perdido
sangre a litros, pero seguimos en pie. Callados mayoritariamente, pero en pie.
No nos debe quedar mucho porque justo hoy, para celebrar el oscuro aniversario,
nos hemos desayunado el rancho de una nueva puñalada. Eso sí, adornada con ocho
velas que asemejan ocho millones procedentes de Mönchenglad…como leches se diga,
que uno ya no sabe ni ponerle nombre a todas de tanta puñalada como ha
recibido.
Ya ni nos hacen ir a las duchas y tirar el jabón al suelo. Ya nos dan en cualquier parte, a cualquier hora, de cualquier manera.
ResponderEliminarEn nuestra más que centenaria historia, el capítulo GyG es sin duda el más negro. Yo sólo le veo un lado positivo: si logramos superarlo, nos haremos milenarios.
Hasta con gel de ducha nos acabamos agachando, Don Juan.
ResponderEliminarCuando lo superemos, que lo haremos, solo es de esperar que el daño que hayan hecho no sea irreparable.
Esa foto es brutal!!!!!!!!!!!! Uno no puede parar de mirarla...Es hipnótica POR DIOSSSS...SAL DE MI CEREBRO!!!!
ResponderEliminarilustra las maneras de la criatura....eso sí...
Eliminar25 años purgando nuestros pecados...¿Que habremos hecho, D. Emilio, para merecernos esto?.
ResponderEliminarClaro que, buceando por algunos foros, empieza a no extrañarme nada de lo que nos pasa. Hay veces que se le van las ganas de repetirle a la pared la verdad de nuestra indirigencia. Pero tenemos una afición "contumaz". Asi que no espere milagros a corto plazo.
PS. Iba a comentar algo asi como que milagro lo de la Selección. Pero no. El grupo es el mejor del mundo a pesar del alineador, a pesar de una Federación que equipara a la Selección de todos los españoles a la simbología del trampas, a pesar de una camarilla periodistica vomitiva, a pesar de todo eso, tenemos a los mejores del mundo y quizá de la historia...
PS2. Grande Juanfran, esa bandera...
PS3. Vaya pedo llevan, oiga...
Ya hay quien dice por ahí de hacerles un sitio en la sala de trofeos a las dos eurocopas y a la del mundial entre las nueve gloriosas orejonas. Y, ya que nuestro himno no tiene letra, intentar adaptar el de las mocitas madrileñas (cambiándolas por las mocitas españolas).
EliminarFuera de guasas, nunca es adecuado subestimar la largura de los tentáculos del nacionalmadridismo....Cosas más raras se vieron...
EliminarJuanfran ha estado a punto de caerse varias veces, ha disfrutado como un niño....Y hablando de Niños...ese sí que es todo un hombre, siempre en su sitio....
ResponderEliminarPD: Como hoy nos dura todavía el contento, casi que prefiero no hablar de los secuestradores ni de los que se sienten confortables con tan duradero síndrome de Estocolmo. Mañana empezaremos de nuevo a intentar nadar entre nuestra miseria.
Buenas noches...