¿Alguno de
ustedes es amante de la cerveza sin alcohol? ¿Hay alguien en la sala que probó
el tofu y se planteó seriamente el sustituir en su alimentación las proteínas
que aportan los productos del cerdo por ese pastiche facilitador del
atragantamiento? ¿Se confiesa alguien amante del cine de autor? ¿Algún defensor
de los encuentros íntimos virtuales? ¿Todavía existen seres humanos que
prefieren a los mediapuntas por encima de los delanteros centros?
Si usted,
sí, sí, usted, el de la camiseta remetida en el vaquero de pinzas, ha
contestado afirmativamente a alguna de las anteriores preguntas o al menos ha
dudado a la hora de posicionarse con respecto a ellas, le invitamos
educadamente a abandonar el recinto, si es posible sin agolparse y sin cuchichear,
que eso siempre queda muy feo. Mejor que salgan, sí, porque hoy no vamos a
hablar de medias tintas. Vamos a hablar de cerveza negra helada, de torreznos crujientes. De
películas plagadas de tiroteos y de manos que se posan en pantorrillas sin
calcular demasiado las consecuencias. Vamos a hablar de delanteros centros. De
nueves ¡Hala, salgan ya, que mira que les gusta hacerse de rogar!
Llevamos
unos días sin quitarnos a los nueves de la cabeza. Primero fue por Falcao y su magistral
lección en la final de la Europa League. Lección que está teniendo continuidad
en la gira del vallenato que los nuestros están perpetrando en tierras
colombianas ¡Vaya estado de forma que exhibe Radamel y qué catálogo de goles
nos está dejando en la retina! Contrariamente a lo que pudiera ser normal, a
uno le provoca inquietud tal panoplia de remates inverosímiles. Inquietud
porque tras ver cómo las acrobacias del delantero cafetero perforan las metas
contrarias, uno se imagina a esos que ustedes saben con el mazo en la mano, a
punto de abrir la subasta pública para adjudicar el lote número uno, goleador
resolutivo, al primero que quiera alzar una ceja. Radamel, quédate calladito
debajo de la cama y lo mismo los clubes que no venden a sus señoras madres no
reparan en tu goleadora presencia. ¡Qué cosas!, en este mundo balompédico lleno
de personajes que caminan por la vida con el pecho hinchado sin motivo
aparente, existe gente como nosotros que preferiría que ciertas actuaciones
pasaran como de puntillas.
Siguiendo
con la moda de los nueves, nos hemos pasado el fin de semana acordándonos de
Torres mucho más de lo que normalmente nos acordamos de él, que es mucho. La
posibilidad de verle levantar la copa cuyas orejas asemejan a las de un
elefante de Botswana obligó a inventarse excusas más o menos creíbles para
faltar a la comunión del mediano de la prima Fortunata:
– Fortu,
cariño, mira que me duele no asistir al evento pero es que mi marido estaba la
otra tarde imitando el giro de ojos de Marujita Díaz porque a las gemelas les
hace mucha gracia y de repente le dio un aire que le ha dejado con los ojos
como para fuera…Con decirte que ayer de camino al oculista una paloma se le
posó en la cara con ánimo de incubarle los globos oculares…Una desgracia muy
grande, lo que yo te diga…
Tras la
enésima decepción con forma de alineación reservona, cobarde y aportuguesada, salió
Torres cuando ya en Munich cantaban el triunfo de esa manera que tienen los alemanes
de cantar como si estuvieran comiendo caramelos de café con leche de los que se
agarran a la encía. Se le vio fino, participativo dentro de lo poco que se
puede participar dentro de semejante propuesta táctica. Encaró y forzó el
corner que enganchó al milagro inmerecido y siguió encarando en esa antesala de
la zozobra que suele ser una prórroga. Ofreció en pocos minutos más que muchos
de sus compañeros en varias eliminatorias y finalmente fue partícipe de una
victoria sobre la que más tarde confesaría que le dejaba sabores agridulces por
cómo había discurrido la temporada. Su año deja claro un par de aspectos:
físicamente está en un estado óptimo, anímicamente, debe estar cansado de
lidiar con los planteamientos miserables y con los compañeros de ego y pectoral
hinchado. Aún así, no se acula en tablas buscando el derrote fácil y la
declaración incendiaria. Si no le llegan balones, que no le llegan en la
mayoría de los lances (revisen el concepto del pase que atesoran Sturridge y
Malouda, por poner un ejemplo), se tira a una banda y se dedica a repartir
asistencias con generosidad de afroamericano bajito criado a las afueras de Filadelfia,
soslayando que él debiera ser más asistido que asistente, soslayando que es
rubio y espigado, soslayando que él dice “Pesi” y no lleva cadenas de oro al
cuello. Debe reflexionar seriamente Torres sobre su futuro, sobre la dirección
deportiva que toma su actual club y sobre lo mal que se come en Inglaterra. Tras
su irreprochable llamada para la Eurocopa, es necesario que aproveche los
tiempos muertos que proliferan en las concentraciones para tomar una decisión
que le evite vivir una temporada como la que se extingue.
Tan en boga
se ha puesto el tema de los nueves, que hasta algunos hablan de trueques, de un
ruso enamorado del colombiano y algo despechado con el de Fuenlabrada. Se comentan
ofertas inexistentes y se llenan los sanedrines de señores de nariz afilada con
lupa gorda en el ojo para tasar la mercancía ¿Quince millones más Torres por
Falcao? ¿Nos quedamos a Courtois en propiedad? ¿Un bono anual para Parques
Reunidos a cambio de ilimitados vales de lavandería donde Indy pueda lustrar su
mugrienta capa-toalla? Ya saben ustedes, un nuevo sainete de esos que se
estrenan en verano. Independientemente de que una posible vuelta de Torres
hiciera escapar una lagrimita a más de uno, se antoja pronto para un regreso
que por esperado no debiera ser precipitado y mucho menos devaluado. Se antoja también
prontísimo para perder de vista al colombiano, al que hasta ahora se le ha
visto a gusto, comprometido y feliz. Ya saben ustedes que la gerencia no
entiende de nada de esto de lo que hablamos y nos trata como si fuéramos
absolutamente gilipollas. Probablemente lo seamos. Por acomodarnos en esta
constante transición. Por asumir las medias tintas. Por tragar con el pavo cocido
en vez de exigir jamón ibérico. Por transigir con una tortilla hecha con huevos
sin yema. Al oír la noticia de la fantasmagórica transacción, Nicolás, atlético
de corta edad pero de larga entendedera preguntó sin malicia por qué no pueden
jugar juntos Torres y Falcao en un equipo como el Atleti. Los más mayores le
miramos con cara de: ¡qué mono, mira lo que dice!, pero sin darle más
explicaciones porque ni nosotros mismos nos lo podemos explicar. Probablemente
en agosto los bolsillos estarán repletos de comisiones y el campo repleto de
mediapuntas ¡Haga el favor y póngame un descafeinado de sobre con sacarina,
joven!
Gran artículo. Difícil escribir tantas verdades juntas.
ResponderEliminarbuenas Emilio, estaba interesado en forma una especie de coalición de aficionados al fútbol en general,que entiendan de la materia, para crear una web conjunta. Si te parece bien
ResponderEliminarresponde me a este mensaje y yo me pondré en contacto contigo vía twitter: eladiojap
Le agradezco su interés, pero uno ha sido siempre más de ir por libre. Ya ve, rarito que es el que suscribe.
ResponderEliminarSaludos
Hola! Excelente blog. Te propongo un intercambio de enlace. Te dejo nuestra URL para que nos contactes si estás interesado. Un abrazo.
ResponderEliminarGenial artículo, Don Emilio, y, básicamente, de acuerdo en todo. Deleznable, por otro lado, la campaña promovida por el mandrilismo rancio indicando que TOrres se borró de la tanda de penaltis (cosa que es mentira, 8 jugadores del Chelsea estaban dispuestos a tirarlos, y él era uno de ellos), pero ya sabemos todos el precio que tiene el decir reiteradamente no a determinado equipo.
ResponderEliminarYo no quiero que se vaya Falcao ni de cachondeo, y, ¿La vuelta del Niño? Pues es un sueño, pero quizás, a veces, los sueños es mejor que no se cumplan, ya que igual luego te puedes llevar un desengaño final. Y, en el caso de Fernando, sería algo que no podría soportar.
Un abrazote.
No crea Don Tomi (qué alegría tenerle por aquí de nuevo, sabe que se le echa muy de menos), que con la convocatoria de Torres termina la campaña de acoso y derribo. Su presencia allí garantiza alguien a quien echarle las culpas cuando el nacionalmadridismo tenga que excusar cualquier revés...
ResponderEliminarYo me sumo a lo de Nicolás, ¿por qué no los dos? (aunque no sea el momento) ¿por qué tenemos que asumir la miseria cuando nunca se ha hecho? ¿por qué siempre hay que elegir qué dedo cortarse? Nos gustan nuestras manos así, con todos los dedos y las uñas comidas.
Abrazos
Si señor, un año cuasi redondo (achatado por los polos, pero ya se sabe, con esta indirigencia la felicidad no puede ser completa).
ResponderEliminarQue "campeone" el Atleti y que "campeone" Torres, siendo, por desgracia, dos cosas distintas, se siguen sintiendo como iguales. Falta un -"Aqui estoy yo, no me he ido. Y como hay tanto bocazas, tomad todos un ¡Zas en toda la boca!, de este en la Euro.
Por cierto y asi a vuelapluma...¿Habrá por fin un Atletico (de nómina digo, que de corazón ya lo se) en la selección?.
En fin, que ya veremos. Seguiremos con atención los movimientos veraniegos, que estos nos la preparan en cuanto nos descuidemos...
Buenas noches.
¿Se imaginan otro gol de Fernando que fuera decisivo? No quiero pensar en otro gol que suponga un título, que repetir se antoja no difícil sino casi imposible, pero un gol en una prórroga de cuartos de final cuando ya nos vemos abocados a los penaltys...Ya veo los titulares de la Central: "Excelente asistencia de el hermano de René para que Torres marque de churro y con la canilla"
ResponderEliminarPuestos a sustituir a Villa (y puestos a aportar talento, qué leches), debería ir Adrián, pero no confío en ello, la verdad. Serían demasiados guiños hacia otras mozas que no sean las de siempre...
Buenos días...