Artículo publicado en CTXT:
http://ctxt.es/es/20160706/Deportes/7026/eurocopa-islandia-francia.htm
Nadie hablará de esta Eurocopa cuando haya muerto. Dentro de unos años, cuando desgraciadamente la memoria se nos agujeree, al recordar esta cita nadie será capaz de dibujar con palabras un penalti como el de Panenka, un gol de volea como el de Van Basten, una jugada de Xavi de esas que se utilizan como arma arrojadiza en los debates entre “cuñaos” elevándola a unidad de medida perfecta para glosar el valor futbolístico de un lance. Se recordará, si acaso y con dificultad, al combinado ganador, pero si no cambian las cosas mucho en los partidos que quedan, la selección victoriosa dejará una huella perfectamente borrable en la orilla del mar de una competición que ha traspasado en demasiadas ocasiones el umbral de la pobreza balompédica. Demasiado miedo a perder. Demasiadas tandas de penaltis. Demasiado poco atrevimiento. Demasiados demasiados, que suelen ser síntoma de exceso de carencias.
http://ctxt.es/es/20160706/Deportes/7026/eurocopa-islandia-francia.htm
Nadie hablará de esta Eurocopa cuando haya muerto. Dentro de unos años, cuando desgraciadamente la memoria se nos agujeree, al recordar esta cita nadie será capaz de dibujar con palabras un penalti como el de Panenka, un gol de volea como el de Van Basten, una jugada de Xavi de esas que se utilizan como arma arrojadiza en los debates entre “cuñaos” elevándola a unidad de medida perfecta para glosar el valor futbolístico de un lance. Se recordará, si acaso y con dificultad, al combinado ganador, pero si no cambian las cosas mucho en los partidos que quedan, la selección victoriosa dejará una huella perfectamente borrable en la orilla del mar de una competición que ha traspasado en demasiadas ocasiones el umbral de la pobreza balompédica. Demasiado miedo a perder. Demasiadas tandas de penaltis. Demasiado poco atrevimiento. Demasiados demasiados, que suelen ser síntoma de exceso de carencias.
Los profetas
del planeta fútbol lo avisaron. Ensanchar el torneo hasta los veinticuatro
contendientes podría llegar a suponer una excesiva y peligrosa democratización de
la reunión que la vieja Europa organiza cada cuatro años para elegir campeón sobre
el césped. Se equivocaron. Ha sido la rancia aristocracia quien está
defraudando. A una Holanda que no fue capaz de sacar el baratísimo billete al
evento se le debe añadir el eterno aislamiento, Brexit o no mediante, inglés.
Sumen ustedes a esa ecuación el esperado fallecimiento del tiqui taca español,
la racanería portuguesa, el enésimo tropiezo de una Italia de la que ilusionaba
su apuesta y la ya viejísima bisoñez belga y tendrán un retrato robot bastante
aproximado de los sospechosos. Solamente Francia, con Payet y Griezmann nadando
a contracorriente del exceso de músculo que enamora a su entrenador, y
Alemania, con pasajes que recuerdan más al conjunto que predicaba la victoria
por aplastamiento que al del virtuoso toque vacuo importado de aquella España
que ya no se parece en nada a la actual, pueden permitirse mirar su trayectoria
sin sonrojo.
Las mejores
noticias vienen de la clase turista. La frescura de una Gales que es mucho más
que Bale, pese a lo que se ha vendido por la prensa interesada en vender el
muñeco. La dignidad de Albania. La esponjosa rocosidad de Polonia. El
contagioso entusiasmo de las Irlandas, dentro y fuera del campo. Las diferentes
caras, casi todas buenas, de Croacia. Los adorables pantalones del chándal del
portero húngaro. El maravilloso cuento de la Cenicienta protagonizado por
Islandia, un país con más o menos la población de la ciudad de Alicante, sin
contar con los veraneantes ni los que se acercan a saltar las hogueras de San
Juan. Sin ellos, la competición hubiera rozado la chabacanería futbolística más
absoluta.
Cuando el
domingo parta la comitiva fúnebre que eche el cierre a esta Eurocopa, la
despediremos sin nostalgia. Agitaremos el pañuelo sin tristeza, pensando en
otra cosa, quizás en la pretemporada que se nos viene encima. Casi
inmediatamente, habremos olvidado sin esfuerzo casi todo lo ocurrido durante
este mes. Se comprenderá entonces eso de que nadie vuelva a hablar de ella una
vez muerta. Quizás en estos tiempos de fútbol de usar y tirar sea la mejor
opción. Siempre nos quedará Islandia.
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