Sentado en su sillón
de orejas, Amadeo seguía pensando que parecía mentira. Cierto es que lo acababa
de presenciar y que los periódicos que descansaban sobre la mesa baja del salón
no podían mentir. Aun así, no acababa de creerlo. Parecía mentira.
Amadeo había
despertado hace un par de días de lo que los médicos llamaban una ausencia
prolongada. Un paréntesis en su vida de casi dos años. Un periodo de
inconsciencia que los especialistas no acababan de explicarse. Desde aquel día
de antes de las navidades de 2011 en el que en medio de una comida familiar Amadeo
se ausentó sin motivo. Algunos opinaban que el episodio fue provocado por una
indigestión de cigalas con los ojos más saltones que un mediapunta alemán, otros,
que tal vez fuera la lógica consecuencia de una sobredosis de chistes malos
lanzados al aire por su cuñado el que trabajaba en el ministerio. Su mujer
incluso le acusó en los primeros momentos de no saber qué hacer para dinamitar
una reunión con su familia, la muy malpensada. El caso es que Amadeo había
pasado los dos últimos años estando pero sin estar. Ausente hasta que a
principios de semana despertó de manera súbita. Parecía mentira.
Tras la sorpresa
inicial de los suyos y el reconocimiento médico para ver que todo volvía a
estar en orden, su familia le puso al día de todo: la niña se ha tenido que ir
a Alemania porque estaba harta de poner en práctica las dos carreras y los
idiomas como cajera de un supermercado. La crisis sigue y Urdangarín está pero
como si no estuviera, tal vez también ausente pero con el riñón forrado en
platino. Madrid no será olímpico por mucho relaxing café con leche que le
añadamos al asunto y se ha muerto Manolo Escobar lo que da bastante pena. “¿Y
el Atleti?”, preguntó Amadeo con ese ansia que todos los que somos como ustedes
y como yo sentimos cuando llevamos tiempo sin noticias de los nuestros. “El
Atleti fenomenal”, le dijeron sonriendo. “Mañana mismo juega un partido de
Champions”. “¿Champions?”, inquirió Amadeo ilusionado pero extrañado. Su último
recuerdo del Atleti fue un esperpéntico partido de Copa en el que el Albacete,
al que nunca podremos agradecer suficientemente haber precipitado el despido de
Manzano, doblegó a los nuestros. Sospechaba nuestro protagonista de lo que sus
allegados le referían y pensaba que tal vez no quisieran contarle la verdad por
si fuera demasiado cruda estando todavía convaleciente. Pidió a su cuñado el
del ministerio que le comprara varios diarios y allí pudo ver que el Atleti no
solo estaba en Champions sino que ya era primero de grupo sobrando varios
partidos. Asimismo, certificó que el equipo colideraba la tabla clasificatoria
liguera y que había despachado por la vía rápida la primera eliminatoria de
esta Copa del Rey tan anacrónica en su afán del doble partido. Era cierto todo
lo que le habían contado. Parecía mentira.
Recibía el Atleti
al Oporto en el partido que cerraba la fase de grupos de la Champions y parecía
mentira. Parecía mentira la relajación con la que ustedes, yo y nuestro querido
Amadeo afrontamos un partido de este calado. Si después del sorteo de los
grupos alguien nos hubiera dicho que este partido iba a ser intranscendente
para nosotros para bien, que no iba a ser la fecha señalada, el todo o nada, el
ser o no ser continental hubiéramos pensado que nos mentía descaradamente. Si
no supiéramos nada sobre los anteriores encuentros la alineación que presentó
el Cholo nos hubiera parecido mentira de las rotaciones que llevaba prendidas.
Si ustedes y yo no lo hubiéramos visto nos parecería mentira cómo saltan
acobardados al Calderón equipos con buenas hechuras. Parece mentira que en
citas así los palos y la suerte, que es lo mismo casi siempre, se pongan del
lado de los nuestros como en aquella bendita noche en tierra enemiga en la que
Gabi alzó al cielo un trofeo de Copa. Parece mentira que Raúl García, otrora
maltratado por pizarras e impacientes halle goles de todos los colores
posibles. Parece mentira que Koke se haya convertido en este Koke total. Parece
mentira que Diego Costa tenga el hambre que tiene, siempre dispuesto a convertir
defensas de empaque en azucarillos disueltos en su poderío. Parece mentira que
la grada disfrute con todos los modelos posibles de este Atleti parido a la semejanza
del Cholo y parece mentira que a éste le sienten tan bien los trajes oscuros.
Parece mentira que hasta los centrales de nombre impronunciable y peinado
incomprensible cumplan y arranquen ovaciones merecidas. Parece mentira que los
porteros suplentes se rediman parando penas máximas tras haberla liado un poco
parda. Parece mentira que un chaval de diecinueve años recién cumplidos pueda
atesorar tanto talento en su menudo cuerpo. Parece mentira.
Imaginen que por
cosas de la vida o del destino ustedes hubieran pasado los dos últimos años
ausentes. Imaginen que despiertan súbitamente y se encuentran este Atleti que
gana llevando la manija o dejando la posesión para el que la quiera. Imaginen que
abren los ojos de pronto y se topan con este Atleti que empequeñece al más
espigado, que desespera a cualquiera desde los cimientos de la seguridad en lo
que se hace. Imaginen por un momento que vuelven de donde estuvieran y
reconocen a este Atleti al que las alturas no le dan miedo. Imaginen al resto
de equipos del continente cruzando los dedos espasmódicamente por no
encontrarse en el camino de este Atleti que tenemos hoy. Seguro que les pasaría
como al bueno de Amadeo. Seguro que les parecería mentira.
Parece mentira … pero es verdad.
ResponderEliminarIr ahora al Calderón es lo más “aburrido” que hay: el rival va a ser pasado por encima sin piedad (disculpen la arrogancia).
El amistoso de anoche fue un mal partido, pero en todo momento tenía la sensación de que un posible gol portugués sería respondido con el vendaval habitual. Con 4 titulares, a menos de medio gas, se ganó a un buen equipo, que ha hecho una mala Champions, que se jugaba la vida y más viendo el desarrollo del partido de Viena.
Me gustó muchísimo Manquillo.
El domingo partido de los gordos (por la igualdad, el Atlético-Valencia es mi partido preferido en la temporada liguera, por encima de los que jugamos contra $iervo$ y cule$). Hay que reventar el Calderón y seguir, esperemos, “aburriéndonos”.
Un abrazo y ¡FORZA ATLETI!
Transitamos por la temporada entre el aburrimiento y el llanto más desconsolado, Don Paul. Cosas de este Atleti que tiene la desfachatez de arrebatarnos la ilusión y la emoción a base de ganar sin que suframos sobresaltos.
ResponderEliminarComentaba ayer con varios buenos atléticos cómo han cambiado las cosas: varios de nosotros alargamos el descanso del partido para aparcar el coche bien, hacer la cena o dedicarse a otras tareas igual de relevantes. Algo impensable en citas de este calibre no hace tanto.
Un abrazo