Andábamos
tan enredados debatiendo sobre el buen juego o lo esquivo que se mostraba el
gol que no supimos prestar atención a ciertas señales. Analizábamos si Gameiro
era el primo pálido de Jackson Martínez o si había vida inteligente en el
mediocentro. Cambiábamos y volvíamos a cambiar a Koke de posición utilizando el
borrador de la pizarra. Discutíamos sobre los kilómetros de recorrido que le quedaban
a Gabi o sobre si lo de Saúl era o no para tanto. Hablábamos también de Torres,
claro. Demasiado, como siempre. Hablar de Fernando, hasta incluso algunas veces
bien, ha llegado a convertirse en un deporte nacional íntimamente arraigado.
Así pasaban los días, distraídamente, sin que a nadie se le ocurriera dudar de
la defensa. Eso era inamovible. Cuando el Atleti cayera, la defensa seguiría en
pie. Era lo único seguro. Quizás por eso ahora nos sentimos un poco a la
intemperie. Desabrigados al ver que la defensa ya no es tan inexpugnable.
No hace
tanto que la defensa del Atleti se mostraba inquebrantable. Este equipo fue
construido a base de seguridad defensiva, sudor e intensidad. Recordamos
decenas de partidos, especialmente a domicilio, en los que al adelantarse el
Atleti en el marcador el encuentro se acababa. Daba igual la entidad del
adversario. No importaba el asedio que pudiera venirse encima. Nada significaba
que restaran cinco u ochenta y tres minutos. Un gol de los rojiblancos causaba
en el rival un estado de desamparo parecido al que se producía cuando paraba la
música y se encendían las luces de la discoteca. Sin la penumbra como aliada,
el oscuro paisaje mágico lleno de posibilidades se tornaba en un descorazonador
campo de batalla lleno de muertos vivientes. Un tanto rojiblanco devolvía de
una bofetada a una realidad en la que hace tiempo que el hielo se había
derretido en los vasos de tubo. Hubo más de un árbitro tentado de decretar el
final nada más sacar de centro el equipo contrario ¿Qué sentido tenía prolongar
la agonía? Todos sabíamos que nada malo iba a ocurrir. La defensa nos guardaba
de cualquier mal. Dormíamos a pierna suelta porque la Guardia de la Noche
velaba nuestro sueño en la retaguardia.
De un
tiempo a esta parte, la defensa muestra debilidades más terrenales. Coger la
espalda de los laterales ha dejado de ser un artículo de lujo. Los jóvenes
centrales perdieron ese halo de veteranía que les adornaba incluso en el día de
su debut y nuestro área ha dejado de ser un terreno vedado para cualquier
actividad visitante. Se dan de tanto en tanto goles tras varios rebotes de esos
en los que no se sabe si echar de menos una mayor fortuna o la contundencia de un central
con bigote que no se andaba por las ramas. Sobre todas las cosas, se echa en
falta a Godín, que no es poco.
Se pregunta
la afición el porqué de que al uruguayo los ataques rivales le pillen a medio
vestir tantas veces en los últimos tiempos. Sorprende ver al faraón despeinado y con la camisa sin abotonar cuando la jugada se presenta de improviso. Despistes que creíamos imposibles
suceden. Tal vez la clave se esconda en la falta de rotación. Ahora que
cualquier objetivo liguero que no pase por conservar la cuarta plaza ha entrado en el terreno de lo utópico, quizás
llegó la hora de dosificar y cuidar al central. Dar la alternativa a los jóvenes,
probar otras combinaciones en partidos de menos empaque. Eso sí, cuando las
cosas se pongan serias, cuando el fuego se convierta en real, el charrúa siempre
tiene que ser de la partida. Un Godín llegando una décima más tarde de lo
normal al cruce sigue siendo uno de los mejores centrales del mundo. Diego
posee la magia de ciertas estrellas del Hollywood clásico que, como Marilyn o
como Mansfield, ganaban muchísimo a medio vestir.
El 5, Don Emilio.
ResponderEliminarComo no se explique más, me veré obligado a hacer la rima, caballero...
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con jesusez, a buen entendedor, pocas palabras bastan.
ResponderEliminarA este equipo le falta un medio centro defensivo que amalgame el sistema defensivo del equipo, que haga la cobertura a los laterales para que no les cojan la espalda, que barra todos los balones rechazados o divididos e incluso que de salida con un primer toque inteligente al juego ofensivo del equipo.
Un buen 5 vale para todo eso, pero Augusto está lesionado, Tiago demasiado viejo, y ni Gabi ni saúl valen para ese puesto que Simeone definió como ese tipo al que tienes que dejar a tus hijos para que crucen de acera, al que tienes que confiar lo que mas quieres, vaya.
Espero que valga la explicación, con todo el respeto para el amigo jesusez, que si no está de acuerdo, que me corrija, eh?
Lo cogí después de mi comentario...Y es la explicación más razonable que se me ocurre para el asunto, ciertamente.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con VJA Encuadernación, la defensa no está clara y debe fortalecerse sus puntos débiles. El Atlético debe renovar y traer sangre más al centro campo, se necesita.
ResponderEliminarDiego da Silva Costa es un futbolista profesional que jugó por última vez como delantero para el club español Atlético de Madrid y la selección de España.
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