Los ojos de
Don Herodoto Muchedumbres han visto casi de todo. Tantos años detrás de la
barra del bar es lo que tienen. Ahora Don Herodoto, jubilado por necesidad y
presión familiar sigue acudiendo al bar cada mañana, como ha hecho siempre. Hoy
en día el negocio lo llevan sus hijos y, cuando la afluencia así lo exige, su nieto el mayor echa una mano pero él siempre está ahí, siguiendo lo que
pasa desde una mesa estratégicamente colocada para vigilar todo lo que ocurre
en el local. Cuenta Don Herodoto que, a pesar de la crisis, nota un cambio en
el carácter y modus operandi de la mayoría de los clientes que aciertan a dejarse
caer por el bar de un tiempo a esta parte. Da igual que estos sean asiduos de
los que piden lo de siempre y entran saludando a la parroquia o que se trate de
clientes nunca vistos y nunca repetidos, todos se comportan de esa inquietante
manera. Dice nuestro protagonista que cuando su hija, con ánimo de agilizar la
gestión de la comanda, inquiere por los cafés a la vez que anota los postres,
los clientes se extrañan y solicitan pedir cada cosa a su tiempo, no queriendo
mezclar tartas de Santiago y cortados con sacarina en el mismo viaje. Relata
Don Herodoto, visiblemente sorprendido, que en las noches de los viernes,
cuando cobra vigencia la oferta de dos por uno en combinados de importación,
muchos clientes prefieren pagar primero una copa y luego otra, aunque de este
modo no ahorren y paguen una cuenta más abultada. Exigen los clientes que cada
copa sea disfrutada y servida de manera individual, cuidada, no pensando en
beberse la segunda antes de echarse al gaznate la primera.
Ha llegado
la situación a tal extremo, que el propio Don Herodoto, sus hijos y hasta su
nieto el mayor, que tiene la cabeza llena de pájaros de considerable envergadura,
prefieren dedicar a cada tarea su tiempo justo, sin querer adelantar acontecimientos.
Disfrutan del viaje sin intentar perderse demasiado logrando atisbar el
destino. Se da el caso de que cuando un cliente algo presuroso pide una ronda
de licores digestivos y de paso la cuenta, la familia Muchedumbres trae primero
los chupitos para posteriormente, traer la cuenta tras el siguiente paseo hacia
la barra aunque este proceder vaya radicalmente en contra de las mejores
prácticas de ahorro de costes en hostelería publicadas por el International Institute
of Research for bares, cafeterías, casas de comida, chigres y peñas recreativas,
que de esto sabe un rato.
Pasan los
días y Don Herodoto sigue detectando señales raras. Distintas. Señales que le
obligan a pensar que algo está cambiando. Ya casi nadie quiere que, al pedir
algún guiso de puchero, le dejen la perola en la mesa por si gusta
repetir una, dos o diecisiete veces. Todos los preguntados dicen preferir abordar
la comida plato a plato, paso a paso. Prefieren tomarse las cosas con más calma
de la habitual, sin querer mirar más allá de las judías pintas con arroz. Asegura
Don Herodoto que seguirá investigando para poder arrojar luz sobre este cambio
en el comportamiento de la feligresía del bar aunque de momento no encuentra más
factor común en los que se comportan de ese modo y manera que el de ser todos
aficionados al Atleti, aspecto que de momento, parece no tener mayor influencia
en el actuar de los individuos objeto del experimento que el de andar de aquí
para allá con una sonrisa ancha y el pecho henchido de orgullo de un tiempo a
esta parte….
Tan lejos y
tan cerca. Restan ocho partidos, tres en Copa de Europa y cinco en Liga, pero
no hay que osar mirar más allá del partido del Elche. Partido a partido o final
a final como iluminó Simeone tras el partido de Getafe. Da igual que se avecine
un partido feo y contrahecho o una cita épica ante rival de tamaño gigantesco.
Vayamos paso a paso. Sin vender pieles de oso pero armados hasta los dientes
para darles buena caza. El sueño es el más hermoso, pero debemos obligarnos a
que sea un sueño a capítulos. Una puerta para entrar en la leyenda que se va
abriendo por fascículos coleccionables. Partido a partido. Golpe a golpe. Verso
a verso. Final a final.
¡Qué grande el tío!:
ResponderEliminar"Yo les invito a todos a ir a la cancha el viernes. No hay Semana Santa, no hay vacaciones. Vuelvan de donde están. Si están en Marbella vuelvan. De allá donde estén, de allá donde elijan ir vuelvan. Ese día hay que estar y no hay otra solución."
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"Yo, si sería sinceramente hincha del Atlético de Madrid hablaría con mi mujer ...Le diría vamos a Valencia a Levante ... a la playa un ratito ...Nos vamos el día antes ... Si no hay plata dormimos en el auto. Nos comemos un sandwich y nos vamos a la cancha. Hay que ir. ¿Cómo no van a venir?. No hay otra cosa. De acá al 18 de mayo no hay otra cosa. No se puede dormir, no se puede comer ... Hay que ir a la cancha. Vestido de rojiblanco, con las banderas ... Hay que ir."