Frisaban ya
las once de la mañana cuando Remigia fichó la entrada en el reloj tras saludar
a Don Benigno. Éste, como siempre, respondió con un gruñido de esos que le
brotaban de lo más hondo del pecho cuando alguien osaba a interrumpir las intensivas
siestas con las que llenaba su jornada laboral. No había dejado el bolso
todavía sobre la mesa cuando le pasaron recado de que el jefe quería verla
inmediatamente.
– Ten
cuidado Remigia, que anda la fiera de una leche…–aconsejó sabiamente Margarita,
interrumpiendo con su comentario una prometedora partida de solitario con
baraja francesa de esos que vienen embebidos en las nuevas versiones de
Windows. Esos de cuyas reglas uno nunca está uno seguro del todo.
– Buenos
días, Don Tancredo –saludó decidida Remigia haciéndose carne ante el agregado comercial
mientras éste resoplaba por el esfuerzo al que diariamente se sometía sobre la
bicicleta elíptica que había mandado colocar en sus dependencias tras haberlas
vaciado de elementos mucho más superfluos, como la fotocopiadora, el fax y un
becario de cuarenta y tres años que se había instalado allí hace ya tiempo
clamando por un contrato fijo más incentivos y ventajas sociales–. ¿Deseaba
usted verme?
– Pasa,
pasa Remigia…–intervino el mandamás apeándose del torturador aparato gimnástico
e intentando recuperar la compostura estirándose con mimo unas mallas de
ciclista que dejaban bien a las claras que en cuestiones fisiológicas e
ideológicas, él era de los que cargaba a la diestra–. Te había llamado porque
me preocupa tu actitud. Tal vez creáis que no me doy cuenta de estas cosas por
lo ocupado que estoy, pero sé que llevas unos días llegando tarde. Como puedes
entender, no puedo pasar por alto este arrebato de indisciplina injustificada. Sabes
que estamos hasta arriba de trabajo, la semana pasada nos llegó nuestro primer
pedido en cuatro meses y no damos abasto con tanta carga laboral. Para que
repares en lo desesperada de la situación, ayer tuve que agenciarme a media
mañana un sándwich de pavo con queso crema en la máquina del pasillo en vez del
acostumbrado montado de panceta con pimientos asados que me despachan en el bar
de Roque. Un drama, vamos…
– Me hago
cargo, Don Tancredo. Debo decir en mi defensa que lo de los retrasos es algo
temporal. Serán solo unos días, a lo sumo tres semanas. Es que ando cambiando
el biorritmo vital para no sufrir jetlag.
– ¿Y eso? ¿Vas
a cruzar el charco con lo hasta arriba que estamos de tarea? ¡Nos matas,
Remigia! ¡Nos matas!–concluyó con desasosiego.
– ¡Uy! Nada de eso, no se apure. Anda una
solamente acostumbrando el cuerpo a los horarios afterhours de los partidos del
Atleti en las primeras jornadas y toma tanto café de noche que luego no hay
manera de pegar ojo –añadió nuestra protagonista saliendo del despacho rumbo a
una dura jornada cuya primera estación sería dedicar dos horas a limarse las
uñas concienzudamente.
Se nos
viene encima el inicio de liga y los que más y los que menos andan preparando
la cita con un punto de ilusión desazonada. Se vuelven a plantear partidos de
los nuestros en el que uno de los protagonistas principales será el café, como
en la temporada pasada. La diferencia entre aquellas lides y las que ahora se vislumbran
radican en el uso que de la cafeína hará el sufrido aficionado colchonero. Los cargados
cafés para espabilar y vencer a la temprana legaña dominguera del año anterior
deberán ser sustituidos por cargados cafés encargados de derrotar a ese amodorramiento
que deriva en primera cabezada de sillón de orejas tan propio de las horas en
las que la digestión de la cena toma el control orgánico. Yendo más allá, el
estado de ansiedad dista mucho de quedarse en algo de carácter local, tomando proporciones ecuménicas. Hordas de
aficionados asiáticos que habían abrazado el atleticismo como la nueva fe
traída por los misioneros de las retransmisiones por cable, ven con estupor
cómo se les va a arrebatar la única sal que aderezaba sus monzónicas vidas. Por
otra parte, seguidores del Nuevo Mundo de los que se sospechaba fundadamente de
vida desordenada visto el tamaño de sus ojeras, pasan a ser los principales
beneficiarios de estos horarios de vermú panamericano. Un dislate, vamos…
En medio de
este desfase horario, la gerencia llama a la insumisión desde sus sumisas
posiciones. Ahora, tarde como siempre, se siente atropellada y clama con
indignación contra el sindiós de husos horarios con la vehemencia del que
camina por la vida atropellando. Tendrá algo que ver, digo yo, eso de que el
que siempre ha tragado la sopa boba se encuentra un día con que se queda sin
sopa y con cara de boba. El corolario es siempre el mismo: los realmente
perjudicados somos usted, yo y aquel señor que se acaba de dejar las patillas
largas como sentido homenaje a Sancho Gracia.
Para más
inri, asumida ya la certeza de que en caso de acercarse al Calderón será utilizando los búhos
nocturnos, el colchonero que elija acomodarse en su localidad de sala de
estar ignora qué hacer para poder seguir las evoluciones del equipo de sus
amores a través de la pequeña pantalla. La primera jornada se echa encima sin saber si
debe contratar esta plataforma, la plataforma de más allá o directamente
ponerse unas plataformas y tirarse a la calle, que la noche es joven.
Al fondo
del cuadro queda el equipo. Con sus más, con sus menos y con el recurrente y
reconocible pavor a las ventas de última hora. A lo largo del año hablaremos mucho de
Oliver, de los mediocentros, de la falta de Diego, de un Cebolla que parece
mostrar algo más que hermosura corporal, de lo raro que se hace que no esté Perea, del color del final de las mangas de la camiseta, del barbilampiño belga y sus disparatadas salidas del marco, del romance con el
gol de un colombiano, de si Salvio enderezará rumbo y postura corporal allá donde vaya y de nuestro turco favorito. Tendremos tiempo para
analizar todo…entre café y café, por supuesto.
Jo, visto el título, yo creía que salía la doctora Philipauskas (y que íbamos a entrar a fondo en el tema).
ResponderEliminarSiento anunciarle que la doctora Philipauskas se ha ausentado para todo el verano. Se encuentra en una especie de taller intensivo de psicoanálisis orientado a profesionales que quieren ahondar en el arte de controlar las pulsiones más básicas del sujeto.
ResponderEliminarEvidentemente, con la doctora por allí paseando sus vaporosos trajes veraniegos, los pacientes que sirven de conejillos de indias para el seminario presentan serias dificultades para controlar sus más íntimas pulsiones de perpetuación de la especie...Aún así ella se esfuerza, como hace siempre, con ese interés que tantas veces parece rayano en una insinuación de que se podría llegar mucho más allá en la terapia....
Coño! Philipauskas! Aquel lateral derecho... ¿sabian ustedes que todavía juega en su Uruguay natal? (Con 37 palos, oigan). No mienten ustedes estas cosas, por favor, que siendo uruguayo seguro que es de Mendes o de Casal y nos lo podrían repescar...
ResponderEliminarVeraniegos saludos
Un mito aquel lateral que un día llegó hasta línea de fondo para tropezarse y casi comerse el banderín y otro mito, si cabe mayor, esa pariente lejana que es la doctora. Una orfebre del diván, oiga...
ResponderEliminarAbrazos caniculares...
¡Uy!, lo que ha dicho. Philipauskas lo será usted, oiga.
ResponderEliminarNo dirán ustedes que no está siendo entretenido el veranito. Hace tiempo que dejé de lado las "Vacaciones Santillana", ¿recuerdan?. Pues bien,este periodo estival está siendo de lo mas fructífero en Lengua y Matemáticas. Entre el Pelucas y el tal Tebas poniéndose mutuamente cual chupa de dómine y los "Misterios de la Deuda" no paro ni un dia de aprender cosas.
El problema es que al final, los paganos somos nosotros y no precisamente por nuestra falta de fe. "In Cholo we trust", que nos va a hacer falta...
Buenos dias.
Lo de "In Cholo we trust" debería ser una máxima bordada a fuego en las esperanzas de la afición. Basta ver los aledaños del club para ver que no hay demasiados motivos para el optimismo.
ResponderEliminarPS: Podría ser incluso motivo de un anuncio de esos tan resultones que hace el aparato de propaganda del cluzz. Aparecería un holograma de una princesa Leia con camiseta rojiblanca pidiendo la ayuda como última esperanza de Obi Wan Simeone para derrotar al Imperio (al Imperio anteriormente regentado por Imperioso, valga la equina redundancia...)
"Miedo, Ira, Agresividad...El Lado Oscuro ellos son. Si algún dia rigen tu vida, para siempre tu destino dominarán".
ResponderEliminarLo veo, D. Emilio, lo veo...
Tiemblo ya de pensar en futuros encontronazos con los moradores de las arenas (y otros áridos) que pudieran pacer en los alrededores de la Peineta....
ResponderEliminarDos cafés llevo ya, D. Emilio. Esto es inhumano...
ResponderEliminarBuenos dias.